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20: Grosca

*Grosca: especie de serpiente muy venenosa.

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'La próxima semana', JiMin pensó, era literalmente, la próxima semana.

Próxima semana en la que había tenido esa extraña sensación en el pecho, los estragos causados por emociones en su mayor parte desconocidas y otras... No tanto. Esas, en especial, prefería ignorarlas. Resignarlas a un rinconcito oscuro de su enredada cabeza donde era mejor no escarbar.

La última semana, habían pasado otras cosas raras, además. El señor Han había extendido el periodo de remodelación porque hubo un problemita con el papel tapiz floral que, mágicamente, había sido cambiado por error en comparación con el tapiz caqui que el señor Han había ordenado. Qué HyungSik se riera del asunto, siendo el encargado de revisar el material a utilizar, no daba buenos presagios de la actividad del beta esos últimos días.

La flojera le habría vencido, seguramente.

Sin embargo, a pesar del retraso que suponía, la semana extra que se avecinaba sin trabajar era ciertamente reconfortante. Sobre todo para JiMin, que no paraba de ir de un lado a otro, pues pasaba la mayor parte de ese tiempo en la mansión Kim y devuelta a su apartamento. Afortunadamente, una mañana de miércoles, SeokJin le había dado una nalgada mientras le decía que era mejor que dejará de vagar y trajera algunas cosas para pasar largas noches y algunas mañanas. Incluso, cuando fue imposible postergarlo más e hizo uso del consejo -u orden, como prefería evitar decir- JiMin había pasado algunas tardes, quedándose solo entre las cuatro paredes que hacían el hogar de SeokJin; había aprovechado de curiosear, claramente y por supuesto, había captado muchas cosas interesantes en toda la casa. Cosas que solo los ricos podrían tomarse el tiempo de tener: Tres autos en un bien cuidado garaje -un Mercedes Benz de color esmeralda que ya conocía, un Lamborghini azul y un fabuloso Ferrari rosa.-, fotos de recuerdo de un aparentemente agradable viaje a Jeju con alojamiento en un hotel cinco estrellas colgando enmarcados de las paredes del pasillo principal, una señorita del servicio que resultaba ser un pedacito de cielo -la beta parecía querer engordarlo- y, el detalle que aprendió por SeokJin no podía faltarle en su hogar, diciendo en palabras duras: 'mi televisor es mi posesión más preciada'. JiMin había pasado horas, viendo la posesión más preciada y bueno, no podía no estar de acuerdo. El plasma de doscientas dieciséis pulgadas de puro Netflix revienta corazones ocupando toda una pared, paralelo a la chimenea en donde el fuego hacía más de decorativo en competencia al maravilloso plasma.

Bueno, también se había convertido en un amor platónico para él. O algo así...

Dejándolo de lado -nadie jamás podría, en su sano juicio, ignorar ese televisor, pero hagamos que sí-, JiMin no podía negar que estaba nervioso, pisando la mañana de un martes en la que el frío no era demasiado amigable y por lo que no quería salir de la cama. Desgraciadamente, la camisa café sobre la percha que se reflejaba fuera del armario por la puerta entreabierta y, los pantalones negros de alta costura no hacían posible el trabajo de mandar todo al demonio y quedarse en cama, además, lamentablemente, estaba casi seguro de que la señora Kim SoYeon tampoco haría eso una misión posible.

JiMin, acostado en la cama de su coqueto apartamento, suspiró.

Vamos, estaba a morir de exasperación. Hay que tener en cuenta que iba a meterse entre una interminable lista de personas en la que su clase media era igual al estatus de sus sirvientes.

¿Debía tener... Nervios? Porque estaba muy, muy nervioso.

-Por todos los cielos. -Bufó y se levantó de la cama.

Cuando sus manos alcanzaron su celular, solo ojeó la hora y midió el tiempo que le tomaría arreglarse, concluyendo un máximo de media hora y un mínimo de veinte minutos.

Medir su tiempo era primordial, una vieja costumbre que no pensaba abandonar.

Quince en la ducha, lavándose el cabello incluso con una calma que no sentía. Cinco en sus cremas y lo mismo vistiendo la nueva ropa, cortesía de la dulce señora Kim, quién parecía tener un sentido de la moda acertado en todo, considerando que no le había dicho su talla y aún así el pantalón le había ajustado, amoldándose arriba en su cintura y derramándose por sus piernas con suavidad, el estilo que gritaba: Christian Dior, por todas partes, exponiendo el buen gusto de la Omega.

JiMin no quería pecar de ignorante, pero no sabía siquiera quién era Christian Dior hasta que le habían regalado el conjunto envuelto en una bonita caja con un lazo púrpura llamativo.

-No sabía tu respuesta al mundo de la moda, pero considere que Christian Dior se adaptaría a ti como un guante. -SoYeon había dicho, sonriéndole bonito.

JiMin no había usado guantes más de una vez y le quedaban grandes, así que no había entendido realmente la referencia.

Sacudio la cabeza y se miró en el espejo, el cabello en hilos de oro le caían por la frente en mechones empapados y cubrían ligeramente su visión. Hizo algo rápido, no demasiado lejos de una retocada del secador y quizás, acomodarlo hasta que brilló. No demasiado. Solo lo necesario para someterse al escrutinio de algunas miradas curiosas de gente elegante y que seguramente, tendrían una boca bastante habladora con respecto al mundo de la moda al que era tan ignorante. Era como tirarse a una jauría de lobos, pensó; pero estar dispuesto a ser devorado a pesar de la sensación masoquista pues le proveería la satisfacción de conocer el mundo en que SeokJin había crecido. Recientemente, se percató de que tenía un interés pobremente exiliado al fondo de su cabeza, sobre el lugar que lo había formado en semejante alfa.

Aunque probablemente, preguntar hubiese sido más sencillo, JiMin concluyó que quizás, también estaba curioso a como sería una experiencia de primera mano. Tal vez, resbalarse por el salón y comprobar un poco el mundo alejado del suyo al que pertenecían los Chaebol.

La idea lo avergonzaba ligeramente, pero no era como si estuviera realmente mortificado por pasar una tarde con SeokJin como su acompañante frente a alguien más que un par de almohadas y un colchón. Irritado, supo en ese instante, que el hecho de esconderse porque se acostaba con su jefe -y era supremamente malinterpretable. - era una piedra fastidiosa en una medida angustiosa. Limitando la manera en que tenía que comportarse y la forma en que tenía que bañarse cada mañana antes de ir a trabajar, buscando que el olor de SeokJin que quedaba impregnado en su cuerpo luego de compartir una intensa noche, desapareciera y no le causara ningún problema.

Problemas, además de los que su cabeza embrollada le provocaba, no era justamente lo que necesitaba estas semanas.

Se miró un segundo más en el espejo y soltó el aire que estaba conteniendo, tomando su celular y cerrando la puerta cuando abandonó la habitación.

Era hora.

JiMin observó el candelabro colgar en el centro del salón, su brazo sosteniendo el de SeokJin a su lado. Camareros iban y venían entre las miles de caras desconocidas de la alta sociedad, repartiendo copas y bocadillos para pasar el rato.

El lugar daba la impresión de ser espacioso, irguiéndose en un tapizado rosa palo y un alfombrado negro, lejanas, además, un conjunto de coquetas mesas que se maquillaban con un mantel blanco y un jarrón de flores diferentes para cada una; sillas graciosamente lilas para quienes sintieran el deseo de charlar más cómodamente se encontraban al frente y, hacia una esquina del salón, se hallaba una barra de bebidas, el bantender repartiendo a diestra y siniestra copas de vino y champagne. Algunos tragos de whisky y brandy ondeando entre los más arriesgados. Asimismo, un cartel en letras doradas con las suaves palabras 'Reunión Kim Family' se mostraba orgulloso hacia el frente.

La pista de baile, dirigida al centro, servía más como zona de cotilleo pues la exquisita selección de música clásica entre Beethoven, Mozart, Chaikovski, Frédéric Chopin y Eric Clapton aportando un saludo a la actualidad con un maravilloso acorde de guitarra eléctrica, llenando el salón, no proveían el ambiente para algo más. Sin embargo, atribuían al salón un agradable momento de calma y júbilo.

JiMin volvió sus ojos al alfa cuando SeokJin carraspeó, inclinándose hacia él hasta que sintió su aroma envolverlo, la suavidad de su cálida respiración rozándole la mejilla.

-¿Por qué te has puesto esto? -Preguntó. Su mano se deslizó por sus hombros y jalo descuidadamente la camisa.

JiMin ladeó la cabeza. -Me lo ha regalado tu madre. -Respondió y SeokJin gruñó.

-Nunca te pongas nada que te regale mi madre, es un espanto. -Bufó. -¿Cómo ha podido darte algo de la colección pasada? Es una falta de sentido común demasiado grande que te haya dado algo así. -Dijo. SeokJin torció los labios. -Yo te hubiese comprado algo mucho mejor.

-Igual me veo bonito. -Sonrió.

-Sí, pero la ropa no te hace ningún honor.

-Tomaré eso como un cumplido.

SeokJin sonrió. -Lo era.

El alfa guardo silencio y se apartó, poniendo una posesiva mano en su espalda acunando la curva de su cuerpo. Le entrego una copa de vino blanco cuando un camarero pasó cerca de ellos y volvió a vagar la mirada a alguna parte. JiMin se distrajo en su tragó, dando sorbos pequeñitos y ojeando por el salón hasta un rato después que, ocasionado por la imperiosa necesidad de Kim SoYeon de presentarlo a sus amigos le había alejado del calor del cuerpo del otro. Claramente, la respuesta de SeokJin no había sido favorable y JiMin se había sentido como una muñequita, sostenido por ambos extremos por dos niños caprichosos.

-Vamos, SeokJin, no puedes tenerlo a tu lado toda la noche. -SoYeon había dicho.

SeokJin sonrió. -¿Por qué no?

Esa había sido toda su réplica y aunque el Omega no quería separarse de él, descubrió que no podía negarse al puchero de la madre de SeokJin, por lo que después de que ella hiciera uno, se había despedido del alfa a pesar de sus amenazas de darle un par de azotes como castigo y había acompañado a la mujer. Agradecido de que no hubiese estado lo suficientemente cerca para escuchar el detalle -no podía decir romántico, aunque quisiera- que había recibido como último mensaje.

Los amigos resultaron ser personas agradables que instalaron una cómoda conversación, procurando no decir mucho sus nombres para no confundirse, JiMin respondió un par de cosas y escucho otras. Llenándose rebosante de risas con recuerdos de juventud de los tres omegas y la beta que los acompañaban.

-Y dinos, JiMin, ¿Cuánto llevan saliendo SeokJin y tú? -La señora Lee preguntó, genuinamente entusiasmada.

SoYeon sacudió la cabeza antes de que pensará siquiera en contestar. -Oh no, querida. -Sonrió. -Estos dos son un misterio.

-¿Un misterio?

JiMin observó a SoYeon rodar los ojos y ponerlo tras ella suavemente, girándose a la mujer recién llegada con una sonrisa forzada.

La Omega, tenía los labios de un intenso mandarina y las pestañas bien levantadas, además de un moño bastante alto, amenazando con el centro de la cabeza. JiMin no supo si en su precario conocimiento de moda o estilo pecaba de ignorante, pero le parecía que el collar de perlas sobraba en comparación al vestido verde que se vertía en su figura y... ¿Era una especie de nueva moda el verde nuclear? Porque le parecía demasiado chillón para ser elegante y no hacía un juego satisfactorio con los zapatos de tacón bajo amarillos en los que estaban metidos sus pies. El vaso de cristal sudado por el frío del brandy se balanceo en la mano de la Omega recién llegada y JiMin le miró a los ojos, notando que ella miraba desagradablemente y que le faltaba toda esa clase -caché, como le hubiese llamado TaeHyung- que tenía el resto en el salón.

Ella parecía fuera de lugar.

-HwaSa...

HwaSa sonrió. -¿Importuno? -Rió. -No era mi intención escuchar su charla, solo quería saber del desconocido que se ha colado en una reunión familiar.

-No importunas solo...-

-¿Entonces puedo comentar? -Interrumpió. No fue cortés. -Sinceramente me pareció bastante raro que tu hijo estuviera acompañado justamente hoy, dada la casualidad de que ya era bastante extraño que decidiera venir. -Dijo y le dio una indiscreta mirada.

JiMin se sintió ofendido por lo que cruzaba groseramente sus ojos.

-¿No será que lo ha comprado para no aparecer solo?

-No todos deseamos llamar la atención, HwaSa. -La mujer volvió sus ojos a SoYeon, ella se rió tras una mano. -A diferencia de ti, da la casualidad de que algunos simplemente nacimos para llamarla sin ningún esfuerzo.

Oh, oh. A HwaSa no le gustó su tono.

-Querida, has perdido la compostura. ¿No sabes que es una vergüenza perderla de ese modo? -Dijo con voz fañosa. Ensanchó la sonrisa. -Descuida, como nueva rica que eres me compadezco de ti, así que no diré lo mucho que me has decepcionado.

-¿Por qué mejor no deja de molestar? -SeokJin dijo detrás de ella. HwaSa se giró a verlo y apretando los labios la sonrisa desapareció. -Lo único comprado aquí son las siliconas de tu trasero, Grosca.

-Oh SeokJin, ya nadie dice las cosas como tú. Alguien común diría 'serpiente', pero tu encuentras una especie en específico. -Los dedos se apretaron en el vaso manchado de pintalabios. -Enriquecedor.

-Lo único enriquecedor que obtendrás de esta familia. -Rió.

SeokJin sonrió y suspiró con fingido abatimiento, mirando fijamente a la Omega y alzando los ojos después a JiMin, como si lo que viera frente a él no despertara ningún interés.

Hizo un gesto con la mano hacia él y no tuvo que pedirlo dos veces antes de que JiMin corriera a su lado.

-Si has terminado tú pequeño teatro, ¿Puedes marcharte de mí vista? Vas a dejarme ciego con ese horrible arapo color vómito qué traes encima.

HwaSa sonrió y ajenamente a JiMin le dolieron las comisuras de la boca; dándose la vuelta con la barbilla en alto la Omega se alejó por el salón. El agarre de acero en el pobre vaso de cristal solo se intensificó mientras se marchaba entre la marea de rostros que giraron a verla de reojo, como algún animal de circo en una vergonzosa presentación.

SeokJin le puso un brazo alrededor de los hombros y miró a su madre con una mueca de aburrimiento que JiMin desconocía.

-¿Algún día dejará de intentar llamar la atención tan desesperadamente? -Dijo, un toque de desagrado en la voz.

SoYeon suspiró. -No lo creo. -Murmuró suavemente e hizo una pausa. -HeeChul ha intentado volver con Momo, ¿Sabes? Ella simplemente no quiere saber nada de él y con justa razón.

-Que descaro. -SeokJin bufó.

-Lamento que tengan que pagar las consecuencias JeongHan y HueningKai. -SoYeon se encogió de hombros, aparentemente entristecida. -Es una verdadera pena.

-HueningKai no es precisamente una pena, más un dolor de cabeza. -Dijo suavemente. -Un día hará una locura que no tenga solución y se verá realmente en problemas.

JiMin entendía pobremente el dilema familiar y, aunque se sentía un poco entrometido por el lugar que ocupaba en el intercambio de palabras, no podía evitar escuchar interesado la discusión. Teniendo en cuenta la situación, donde Kim HeeChul -tío de SeokJin.- había engañado a su esposa con quién tenía un hijo, enfrentándose a un embarazo de su escandalosa amante, no era muy extraño que se encontrara curioso, pues HueningKai, el hijo ilegítimo, había resultado envuelto en más problemas de los que JiMin podía contar con los dedos de ambas manos: carreras ilegales de autos, escándalos de fiestas de fraternidad de universidades en las que se había colado y rumores de buying en su instituto donde no era precisamente la víctima. Quizás, cualquiera se sorprendería por la cantidad de cosas que lo hacían un chico problemático, pero lejos de ello, JiMin en eso que corría por su sangre como casi graduado en psicología, estaba un poco más mortificado por lo que esos comportamientos conflictivos podrían significar, iniciando por traumas en su niñez y una adolescencia infeliz provocada por una baja autoestima.

Una persona muy dañada para un mundo desastroso, cuando el instinto de supervivencia clama por atención y la busca ansiosamente.

Soledad. Ansiedad. Opresión. Miedo.

Resultaba... Perturbador.

-SeokJin... -SoYeon dijo. JiMin la miro. -¿Podemos hablar a solas un minuto? -Sonrió. -Descuida, JiMinie, no te lo quitaré por mucho.

JiMin regreso la sonrisa y SeokJin se apartó con cuidado, alejándose con su madre encabezando el camino.

Bueno. No era tan malo. Solo era el número uno en su lista de 'Cosas que podrían salir mal' con el título: quedarme jodidamente solo en una jodida congregación de jodidos millonarios sin haber creado una jodida respuesta de emergencia. No, claro que no era tan malo. Solo resultaba inesperado en una medida casi angustiosa.

JiMin no quería ser dramático, pero mientras miraba hacia todos lados discretamente, no tenía mucho que decir con respecto a la pérdida significativa de aire en sus pulmones y el sudor nervioso en sus manos.

Park YoonGi era sinceramente quién estaba acostumbrado a este tipo de ambientes, en su lugar, JiMin solo conocía algunas cosas demasiado pequeñas como el consejo general que le había dado sobre no beber mucho o le mirarían como un bebedor empedernido, lo que lo detuvo de tomar una copa de champagne cuando un camarero pasó cerca. También, recordaba vagamente no mirar tan asustado como se sentía porque daría la impresión de ser paranoico, por lo que bajo la mirada a sus pies cuando se dió cuenta de que estaba haciéndolo inconscientemente. Bufó groseramente cuando se percató de que el tercer consejo era justamente no mirar al suelo inseguramente.

-Hola.

JiMin dio un brinquito, observando al bonito Omega frente a él.

-Hola. -Dijo, bajito.

El chico sonrió y JiMin lo reconoció como el niño que había visitado la tienda el mismo día que LuHan había aparecido. No pudo culparse, el aroma singular a algodón de azúcar fue un factor determinante, aunque no quisiera.

-¿Incómodo?

JiMin sonrió pequeñito. -Algo, no es mi ambiente. -Admitió. El chico ensanchó la sonrisa y JiMin la sintió vagamente familiar en otro recuerdo perdido.

Mientras luchaba por recordar donde lo había visto antes, dejando de lado la visita a la tienda y está ocasión, JiMin jugó con las mangas de su camisa con cuidado y lo observó; su cabello largo y castaño le rozaba la mitad del cuello y enmarcaba un par de rasgos definidos en su cara, los ojos profundamente miel y los labios pintados con un brillo rosa muy sencillo eran acompañados por un travieso lunar un poco más arriba de su labio superior, inclinado hacia la izquierda. Tenía una cara bonitamente poco común y el estilo de su ropa resaltaba su mejor lado, pues iba metido en un traje blanco con pajarita al cuello que se ajustaba a su cintura y llamaba a mirar a su pecho donde el saco del traje hacia un digno trabajo al desvelar parte de la camisa que traía debajo. Era una belleza exótica y no debía pasar de los dieciséis, JiMin estaba casi seguro.

El adolescente ladeó la cabeza suavemente. -¿Nos hemos presentado? Lamento ser imprudente, pero me ha sorprendido que acompañes a mi primo y mi curiosidad debe ser saciada.

-Park JiMin. -Dijo. -¿Tú eres... Quizás JeongHan?

La sonrisa del Omega tembló. -No. Mi hermano ha decidido hacer de buen novio unas mesas más allá. -La sonrisa desapareció tras un temblor demasiado persistente. -Yo soy HueningKai.

Primo...

Oh.

-Es un placer.

HueningKai regreso una sonrisa brillante. -Seguro que sí. -Alzó las cejas divertidamente. -¿No te gusta la fiesta? A mí en especial me parece muy aburrida.

-Está bien, creo. -JiMin se encogió de hombros. -No es tan malo.

-¿De verdad? Debe ser porque soy más joven.

JiMin soltó una carcajada. -¿Has intentado decir que tengo gustos de viejo?

-Quizás.

-Eres todo un caso, ¿No? -Sonrió. -Muy agradable.

-No lo creo. Claramente, has debido de escuchar los cotilleos y sentido las miradas que nos dirigen ahora. -HueningKai se humedeció los labios, metiendo ambas manos en los bolsillos del pantalón. -Si tuvieras sentido común, te alejarías de inmediato. -Rió, dándole una mirada fija a los ojos. -Soy más peligroso de lo que piensas.

JiMin resopló. -¿Es eso lo que eres o lo que pretendes ser?

El Omega ignoró la pregunta y tomo un vaso de whisky de la bandeja de un camarero que se detuvo a su lado, se lo ofreció con gesto distraído y JiMin sacudió la cabeza.

-No, gracias.

HueningKai devolvió el vaso y luego dio una mirada a la lejanía, torció los labios y le pasó un brazo por los hombros. JiMin no supo que vio, pero sus hombros estaban tensos de repente y cuando intento girarse no se lo permitió, sosteniéndolo con falsa suavidad y una camarería extraña.

El tacto era frío y distante...

El cambio de su sonrisa fue aterrador, la alegría que tenía desapareciendo rápidamente.

-Hey, te diré algo solo porque me has caído bien. -Susurró, mirando adelante como si no estuviera hablándole a él. -No creas todo lo que veas u oigas, ¿Sí? Creo que eres la primera persona que me hace una pregunta tan incómoda y bien, pienso que eres... Distinto. -Le dio una palmadita y se apartó. -Me ayudarás después, probablemente. Por lo que prefiero tenerte entero.

-¿Qué?

HueningKai se encogió de hombros, apacible.

-¿Qué piensas que haces? -JiMin sintió el jalón y cayó contra el pecho de SeokJin mientras el alfa miraba a su primo con las cejas fruncidas.

-¿Yo? -Preguntó, JiMin observó la sonrisa espeluznante desaparecer. -Nada, solo hablábamos.

-Sí, no dijo nada malo. -JiMin dijo, mirando a SeokJin. -De verdad, simplemente ha sido amable.

SeokJin encarnó una ceja. -¿HueningKai amable? Esa oración solo es posible si hay un 'no es' en el entre medio.

-No es mi problema que seas tan ridículo. -HueningKai refunfuño. -Eres tan desagradable que cualquiera sería grosero gustosamente contigo.

JiMin boqueó aturdido, genuinamente confundido con el cambio de semblante y el tono grosero repentino y se dio cuenta, echando un vistazo curioso hacia atrás, que la madre del niño estaba a unos pasos contra una pared del salón, observando como un halcón.

No parecía moverse ni para defender a su hijo. Ella solo miraba; desde una zona segura, ella observaba tomando un sorbo de su brandy.

JiMin se sintió enfermo, una opresión en el pecho hundiéndole el corazón.

Era un niño que estaba solo; solo un niño.

-SeokJin... -Llamó suavemente. -Tengo que ir al baño, ¿Me dices dónde está?

SeokJin le miró y exhaló una profunda respiración, asintiendo y jalando impaciente su cuerpo por la sala hasta que los rostros se acabaron y se hallaron en un pasillo iluminado en luces amarillas. JiMin no dejo de sentirse mareado en todo el camino, un peso en la garganta provocándole ganas de vomitar que estaba reteniendo a duras penas hasta que la vista de dos puertas enfrentándose y dirigiendo hacía dos baños diferentes le hizo soltar el aire que estaba conteniendo, casi aliviado de que tendría un momento a solas y agua fría del lavamanos que le aliviaría la sensación aplastante.

SeokJin le dio un inesperado beso en la comisura de la boca mientras decía: -No tardes, tengo algo de lo que hablar contigo. -Su voz fue suave, aunque su mandíbula estaba apretada.

JiMin asintió y corrió al baño, plantando ambas manos sobre la cerámica del lavamanos se miró en el espejo y reprimió el desconsuelo que su lobo le transmitía, afectado por el olor a cachorro que HueningKai aún desprendía sin darse cuenta cuando se sentía descolocado y temeroso.

Síndrome del cachorro, JiMin concluyó. Donde el lobo de quién lo padece no crece porque piensa que mientras sea un cachorro nadie le hará daño, generalmente provocado por falta de afecto o rechazo de la madre o padre Omega quién debe aportar la sensación de amor y fomentar el crecimiento personal en la medida de que pueda enfrentar los desafíos de su vida a pesar de las consecuencias emocionales.

Falta de sentirse amado cuando niño. Rechazo del lobo del padre hacia el del hijo.

Peor que una depresión...

JiMin sintió que el aire le faltaba y se inclinó, abriendo la llave del lavamanos y restregándose la cara con toda el agua que entraba en el hueco de sus manos juntas.

El síndrome del cachorro siendo el miedo de cualquier psicólogo debido a que infringía un daño en el lobo de quién lo trata. El golpe de emociones reprimidas y el dolor de un 'cachorro' llamando el instinto de protección más básico. Sin embargo, los alfas resultaban mucho menos afectados que un Omega.

O eso dijo la profesora Shin, en una de sus clases cuando se habló de los síndromes más graves.

JiMin suspiró profundamente, obligándose a respirar y a calmarse. Se frotó los brazos y se acarició el cuello con los dedos húmedos sintiendo el aire comenzar a llenar sus pulmones e irse menos apresurado.

Abrió los ojos cuando logró confinar la sensación abrumadora.

Respiró hondo y se acomodó el cabello, algunos mechones alborotados por la exagerada reacción.

Bien. Estaba bien.

Por ahora.

-¿Te encuentras bien? -SeokJin preguntó cuándo salió del baño, frunciendo el ceño.

-No mucho. -Admitió con gesto cansado. -¿Puedo irme a mi casa? Quiero descansar.

SeokJin le miró suavemente y asintió, lo llevo devuelta al salón y lo sentó en una silla mientras decía que iría a despedirse de su madre y volvería pronto para llevarlo a casa. Cuando se alejó, JiMin suspiró y dejó caer los brazos sobre la mesa, sosteniendo su cabeza que vino después y cerrando los ojos, el sonido de la música clásica haciendo un intento agradable de filtrarse bajo su piel y atribuirle algo de paz, de esa nada que caprichosamente estaba ocultándose de él en el peor momento.

Escucho una silla detrás suyo ser arrastrada y los retazos de una conversación.

-Pobre muchacho, SeokJin no debería jugar con él así. -Dijo una voz femenina, joven.

Alguien más en la mesa soltó un suspiro. -Sí, es una lástima. No parece mal chico.

-Sinceramente... -Una tercera intervino. -Es un descaro que siga los pasos de su tío. Aprovecha que JeongYeon está en Estados Unidos para buscarse algún nuevo juguete.

-¡SeoulHyung! ¿Qué si alguien te escucha? -Habló, genuinamente escandalizada. -El chico podría estar por ahí o incluso SeokJin. Nos llevaremos un buen escándalo si se descubre por nuestra culpa toda esta faramalla.

-¿Y eso en que me incumbe? No fui yo quien le dio a los Kim la maravillosa idea de acoger los amantes de cada uno. -Dijo. -Hacer esta fiesta es inútil si cuando vuelva JeongYeon se efectuará la boda. Tarde o temprano, ese chico va a enterarse de que es un segundo en la cama de Kim SeokJin.

-Qué pena. -Otra le respondió. -Pero, tienes razón.

JiMin abrió los ojos y se quedó quieto en un silencio sepulcral, escuchando con atención cada palabra.

Amante. Farsa. Boda. ¿JeongYeon?

«¿Qué es toda esta basura?» JiMin se preguntó.

-Oh, no puede ser.

-¿Qué? -Preguntó suavemente una de las mujeres.

La que hablo primero resopló. -Se me ha perdido la invitación a la boda.

-¿Qué a ti qué? -Gritó. -¿Estás genuinamente loca?

JiMin paseo la mirada por el piso en busca de algún trozo de papel y, a su derecha, cerca de su pie, una bonita carta en letras doradas se mantenía sobre el alfombrado descuidadamente.

JiMin la observó un momento y suspiró, rindiéndose y levantándola del suelo para mirarla más de cerca.

Kim SeokJin y Jeon JeongYeon te invitan a su boda.
Sábado, 31 de mayo.
2:00pm

Algo se rompió.

-Disculpa, ¿Me entregas eso? -Habló alguien a su espalda. JiMin se encogió y se la entrego sin voltearse, tratando de que no lo vieran. -Muchas gracias, me has salvado la vida.

JiMin no respondió, esperando pacientemente a que la mujer se girara para levantarse con paso presuroso y salir corriendo del salón con el corazón en la mano roto en miles de pedacitos. Cruelmente arrancado de su pecho, intentando sobrevivir su corazón latió y JiMin sintió el dolor calarle hasta los huesos; lo sintió en todas partes, cosquilleante en todo su cuerpo.

El veneno de una serpiente infectándole la sangre.

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