19: Chaebol
JiMin gimió, sintiendo la polla de SeokJin cepillar en su interior una última vez antes de que el nudo creciera. Cuando ya no estuvo, JiMin se levantó de la cama sintiendo las piernas temblorosas, casi incapaces de sostenerlo en pie y cogió una toalla del baño, secándose la humedad en la frente y el cuello. Acalorado y bañado en sudor después del intenso sexo.
SeokJin lo miro desde la cama con los brazos bajo la cabeza.
—Te he dejado un chupetón. ¿Cuándo ocurrió eso? —Dijo, un toque divertido en la voz.
JiMin se miró en el espejo del baño, observando la mancha comenzando a tornarse púrpura en la clavícula. Bufó groseramente y volvió al cuarto, estrechando los ojos a SeokJin.
—Gracias. Me has marcado literalmente, como tú objeto personal.
SeokJin sonrió. —Tú eres mío. No tengo que marcarte para dejar eso claro.
JiMin sacudió la cabeza y cuando SeokJin estiró los brazos hacia él, la índole de su sonrisa variando -paso de amigable a caliente. -, se alejó sacándole la lengua.
Indispuesto a acostarse de nuevo para ser su juguete de mordisquear personal.
Aunque eso le encantaba, descubrió tan pronto como lo hizo por primera vez, casualmente, esa misma mañana.
—Park JiMin, será mejor que vengas acá.
JiMin negó. —Intenta obligarme. —Juguetonamente dijo.
SeokJin se levantó y JiMin abrió los ojos de par en par, corriendo lejos para evitar ser alcanzado.
—¡Estaba bromeando, SeokJin! —Rió.
La sala de estar, la cocina y el baño fueron sus primeros escondites, corriendo por todos lados intruso en un mar de risas mientras SeokJin le perseguía. Casi como dos niños, excepto por las razones y la desnudes. Los pasos descalzos dando traspiés por toda la mansión, hasta que se enredó con la felpuda alfombra blanco hueso de la sala en su segundo recorrido y el alfa le alcanzó, tirándose encima con gesto vencedor.
—Gane. —Proclamó. JiMin se rió sintiendo a SeokJin deslizar una línea de besos por su garganta.
Metió los dedos entre el cabello negro, abriendo las piernas y dejando al otro morderle la piel. Tomando pequeñitos grumos de carne en su boca y chupándola mientras mordía. JiMin suspiró tembloroso, aferrándose a su cabello cuando SeokJin bajo sus besos por su pecho y mordió su vientre, lamiendo después.
Las manos del alfa le sostuvieron de la cara interna de los muslos y suavemente se rió mientras abría la boca sobre sus labios y lo besaba.
Escucho una puerta cerrarse y SeokJin se separó, mirando hacia arriba del sofá con el ceño fruncido.
—¿SeokJin bebé? —Una voz femenina preguntó.
—Maldita sea. —SeokJin masculló, dándole un besito en la comisura de los labios y levantándose. —Corre al cuarto y vístete.
JiMin le miró, genuinamente confundido. Pero, se levantó y siguiendo la orden se metió en la habitación, poniéndose su camisa y pantalón mientras intentaba escuchar algo a través de la puerta. Vamos, no quería pensar mal, pero acababa de meterse una mujer con toda facilidad a la casa y le dijo al alfa 'bebé'. JiMin no quería pensar en lo horrible que sería toda esta situación, sin embargo, tenía que considerarlo en caso de que... Fuera un amante.
¿Quién sobraría aquí?
—No puede ser. —Gimió bajito.
JiMin odiaba, de verdad odiaba, las infidelidades. No soportaba esa analogía simplemente inmoral de querer y no querer. No creía en esa basura de dos amores y por un demonio, odiaba toda esa basura de 'solo paso una vez' o 'te amo, acostarme con alguien más no significa nada'.
Por todos los cielos. Con SeokJin nunca se le había venido esto a la cabeza y era ridículo que no hubiera nada en internet. ¡Internet era la respuesta a todo! ¿Cómo no podían saber si tenía o no tenía un Chaebol novia?
JiMin suspiró profundamente, abriendo la puerta cuando estuvo vestido. Miro por el pasillo y ojeó en la cocina cuando encontró la sala vacía.
Los encontró hablando, SeokJin con los brazos cruzados sobre el pecho con la misma bata con la que lo había visto cuando llego la noche anterior. La mujer, era un enigma. No pasaba de los cuarenta, probablemente; tenía el cabello negro y los labios pintados de un intenso rosa que le daba a su boca el centro de protagonismo de su cara, además, los ojos enmarcados bajo un delineador café dejaban una sensación de ojos de alguien con una personalidad bastante seria. Tenía las manos apoyadas de diferentes lugares, una en la isla de la cocina y la otra en su barbilla suavemente, las uñas pintadas de amarillo y la ropa que vestía era Channel de la cabeza a los pies, vertida en un vestido rosa con botones que daba la impresión de una chaqueta separada de la falda del conjunto, pareciendo adaptarse muy bien a su figura y resaltar las curvas de la Omega. Sus pies estaban escondidos tras tacones de aguja negros y la hacían parecer más alta, considerando que la mujer era bastante pequeña, pues a penas le llegaba -aún con los tacones. - al hombro a SeokJin. Claramente, no perdía la clase con el agregado de pendientes y collares que no parecían, en ningún sentido, fantasía.
Era la primera vez que JiMin veía una mujer tan elegante. Hecha para un mundo completamente distinto al suyo.
—¿Estás con alguien? —La mujer preguntó.
JiMin sintió su voz fuera de algún reclamo, más cercana a una nota de entusiasmo a la que SeokJin rodó los ojos.
—Eso es asunto mío. —Respondió.
—Vamos, SeokJin, puedes decírmelo. ¿Si no confías en mí en quién lo harás?
JiMin tuvo una repentina revelación; una epifanía que hizo la presión en su pecho, causada por el pensamiento de ser un 'otro', desaparecer.
La recordaba, a la mujer. La recordaba de su exhaustiva búsqueda digital de SeokJin hace más de un mes atrás. Y si no se equivocaba era...-
—Mamá, por favor. No tienes que meterte en todas mis cosas.
Su madre.
—No quiero meterme en tus cosas. —Dijo, parecía indignada. —Y si quisiera tendría todo el derecho. Yo te di la vida, merezco saber de ella.
—Mamá, ¿Qué quieres saber, en realidad? —SeokJin bufó. —Estaba con alguien, se feliz con eso. Y ni se te ocurra intentar molestarle.
La señora Kim puso una mano en su pecho. —¿Molestarle? Solo querría conocerle, querido. —Sonrió. —¿Es bonito? —Hizo un gesto con la mano, restándole importancia a su propia pregunta. —¿Qué estoy diciendo? Claramente debe serlo, para tener tan buenos ojos y fijarse en ti.
—Mamá.
JiMin confirmo que ese hombre no se avergonzaba con nada. Imperturbable a pesar de lo que su madre estaba diciendo y que, en posición de cualquiera, hubiese provocado el mínimo sonrojo.
—¿'Mamá'? No me hables de ese modo. ¿Qué si te escucha y se espanta?
—¿Espantar? —SeokJin gruñó. —Yo no espanto a nadie.
JiMin no estaba muy seguro de eso, su cara inundada en enfado no era demasiado alentadora.
—¿No crees que deberías... Presentarlo?
—No. —SeokJin sacudió la cabeza, abriendo los ojos de par en par. —No lo haré pasar por eso, la lista de cosas por las que tendría que salir conmigo que le dictarías son sumamente horribles.
—Solo sería cogerlo con tus mejores atributos para que no escape. —Rió. —Amará a su suegra.
—No vas a decirle que eres su suegra.
La señora Kim ensanchó la sonrisa. —Amará. A. Su. Suegra.
—Mamá, por Dios. —SeokJin se quejó. —Mejor dime qué haces aquí en lugar de tratar de asustar a mis parejas.
JiMin se estremeció.
¿Pareja...?
—Oh, eso. Igual ya no es importante.
SeokJin encarnó una ceja. —Dijiste que tenía que llamarte pronto y...-
—Y no lo hiciste. —La señora Kim dijo, interrumpiendo cortésmente.
JiMin no sabía que se podía interrumpir a alguien de forma cortés.
—No, mamá. No lo hice. —Cedió. —¿Eso que era?
—La misma razón por la que vine, puedes olvidarla ahora.
SeokJin se frotó el puente de la nariz suavemente, cerrando los ojos y tomando una bocanada de aire. Cuando los abrió, miro en su dirección y lo pilló.
Ahí, mirando.
Espiando.
—¿Qué miras así? —La mujer preguntó, girándose también.
Le sonrió brillantemente con los labios rosados.
—Ah, hola. —Saludó. —¿Así que eres tú? Ven pasa, justamente quería conocerte.
—JiMin, ¿Puedes volver al cuarto?
La señora Kim le golpeó el pecho. —¿Qué dices? —Volvió a mirarle, sacudiendo la cabeza divertidamente. —No tienes que hacerle caso, solo es un poco dramático, pero es un excelente chico.
—No puede ser, ya comenzaste con eso.
La señora Kim hizo un sonidito indignado, apartándose del lado de su hijo y rodeándole a JiMin los hombros sutilmente con un brazo, internándose en la cocina y jalandole con ella dentro. Su aroma era a talco para bebé y JiMin se sintió suavecito contra su calor de madre, acobijado de una forma diferente.
Así se sentía... ¿Una mamá?
—Soy Kim SoYeon, la madre de SeokJin. —Dijo, sentándole sobre un banco. —Es gusto conocerte, JiMin... —Había una pregunta de su apellido implícita y JiMin sonrió.
—Park, Park JiMin.
Kim SoYeon se mantuvo levantada a su lado y SeokJin se empujó hacia atrás en la cocina, aparentemente rendido a intentar interferir.
—Dime, JiMinie... ¿Dónde conociste a SeokJin?
SeokJin le dio una mirada significativa, casi diciéndole que siguiera la corriente ya que no iba a tener escapatoria. JiMin jamás pensó que una mirada podría decir tanto hasta ese día.
—En el trabajo.
—¡Oh! —SoYeon miro a su hijo y devolvió los ojos a JiMin. —Eso es muy romántico. ¿Sabías que SeokJin era fan en su adolescencia de Romeo y Julieta? Algunas veces decía que era por el trágico final, pero lo conozco, le gustaba el contexto amoroso-dramático en el que se desenvuelve. —Agregó felizmente, alzando ambas cejas. —Es un clásico. Todo el mundo debería saber de los clásicos, ¿No crees?
—Supongo. Pero no creo que solo fijarse en la lectura clásica, aunque sean el origen de la literatura como la conocemos, de indicios de un buen aficionado a los libros. Muchos autores actuales también son bastante enriquecedores. —Dijo. SoYeon le miró con un deje de admiración cruzándole la mirada. —Soy algo más inclinado a John Katzenbach y quizás, recientemente me encuentre en un periodo de autoconocimiento en que analizó mi atracción por una saga específica de Chloe Neill. —Se encogió ligeramente de hombros.
—Eres definitivamente fantástico. —Alabó. —Eres perfecto, ¿Cuándo la boda?
JiMin parpadeó, perplejo y escucho a SeokJin atragantarse con su propia saliva.
—Mamá. —Dijo, suavemente. SoYeon le miró con una sonrisa en que mostraba todos sus dientes. —No repitas eso.
—Cómo puedes ver es poco receptivo con su madre, sin embargo, te aseguro que sería una pareja fenomenal. Es mi hijo, lo sé, lo crié bien. —JiMin aguanto pobremente una carcajada. —Es rico y perteneciente a una familia aún más adinerada que tiene muchos años en este país, es completamente un Chaebol. —Le golpeó suavemente con el codo en invitación. —Es inteligente, el mejor estudiante de su clase dos años seguidos. Una habilidad innata para los negocios se oculta en él y, además, ¿Ya te dije que es un Chaebol? —JiMin asintió. SoYeon le puso una mano en el hombro y logró que mirara al alfa. —Es atractivo, lo heredó de sus padres. Sobre todo, de su madre, por lo que es muy difícil apartar la mirada de él. —Dijo. JiMin resbaló los ojos por SeokJin, fijándose en su todo lo que su cuerpo era.
Oh, su madre nunca se daría cuenta lo caliente que era. Lo delicioso que era desnudo y sobre suyo.
Eso JiMin se lo reservaba como un placer personal.
—Tal vez es algo complicado, se le pasará si lo llenas de besos. —SoYeon insinuó y SeokJin frunció las cejas. —También es amargado, aburrido, mandón y grosero. Incluso mayor, quizás muy viejo para ti.
—Creí que estabas de mi lado. —SeokJin gruñó. —Eso no sé si es un intento tuyo de meterme por sus ojos o de hacer que se vaya corriendo. Y no estoy tan malditamente viejo. —Refunfuñó.
—¿Minnie, tu edad?
JiMin ladeó la cabeza. —Veintitrés.
—SeokJin tiene veintisiete... Son cuatro años. —Pareció pensarlo un momento. —¿Estás seguro de una relación con alguien tan adulto? —La Omega bromeó.
SeokJin bufó.
—No creo que sea mucha diferencia. —Rió. —Mi tío tenía treinta y dos cuando conoció a su Omega que tenía veintiuno.
—Vaya, realmente no debes tener un problema con las edades. —SoYeon se rió. —¿Seguro que no quieres casarte mañana? —JiMin sacudió la cabeza. —¿Te dije que era millonario?
JiMin asintió.
—Es valioso. —La Omega se giró a SeokJin, guiñándole un ojo. —No lo dejes ir y llévalo, por favor, a la reunión de la próxima semana.
—¿Esa estúpida reunión? Ni yo pienso ir.
SoYeon hizo un puchero, volviendo sus ojos a JiMin y jugando con su cabello. —¿Lo obligarías a ir por mí, cariñito? Tómalo como un primer favor para ganarte la gracia de tu suegra. —Se inclinó sobre él. Susurró: —Has como si no la tuvieras ya.
JiMin se rió. Miro a SeokJin y se encogió de hombros. —¿Por favor?
SeokJin le miró con la boca entreabierta, cerrando los ojos y mirando hacia otro lado. Resopló y asistió a su madre.
—Da igual, iré.
—Y lo llevarás. —SoYeon afirmó.
—Y lo llevaré. —Dijo.
SoYeon jugó con un mechón rubio, mirándole. —JiMinie, eres perfecto, definitivamente.
—¿Ya te vas, mamá? Creí escucharte decir que te irías. Ahora.
La señora Kim hizo una mueca aburrida. —Está bien. Me iré. —Sonrió con un toque picante. —Los dejare para que hagan otras cosas, es importante conocer el cuerpo de la pareja para saber si funcionará a un largo plazo. El sexo fomentará...-
—Bien, adiós. —SeokJin gruñó, tomando delicadamente los hombros de su madre y empujándola a la puerta.
La Omega le sonrió a JiMin y se despidió con una mano. —Au revoir.*
JiMin se despidió también, sonriéndole amablemente a la Omega hasta que desapareció por la media pared, la puerta de entrada se cerró poco después con un ruido tronante y un 'Hasta luego, mamá. No vuelvas tan pronto.' que SeokJin dijo en voz alta antes de volver a la cocina con las manos en la cadera; el alfa se dejó llevar devuelta a donde estaba mientras su madre hablaba con JiMin y se apoyó de la parte posterior de la habitación, contra una encimera.
JiMin le miró con una sonrisa. —¿Millonario Chaebol?
—Eso ya lo sabías. —SeokJin rió, alzando los ojos zafiros a los suyos.
—Sí, pero tu madre me ha tentado en la idea. —Suspiró dramáticamente. —Mucho.
SeokJin ensanchó la sonrisa, se acercó suavemente y dejó ambas manos frente a él.
JiMin se estremeció con la oscuridad de sus ojos.
—¿Vas a casarte conmigo, Park JiMin?
—¿Es eso una propuesta? —Rió.
SeokJin le tomo la barbilla con dos dedos, sus labios tan cerca que JiMin no se resistió a suspirar sobre ellos. La necesidad de tenerlos, a pesar de haberlos probado tantas veces, calando muy profundo dentro de él.
Eran rosas, bonitos. Calientes. Eran de SeokJin...
—Sí.
JiMin se dio cuenta de que estaba jodido. Tan jodido. Jodidamente jodido en un mar de jodidas mierdas.
—Que jodido. —Respondió. SeokJin se rió sobre su boca.
—Tomaré eso como un sí y adelantaré la luna de miel.
Cuándo SeokJin le tomo y lo llevo a la cama, haciéndolo suyo una vez más, JiMin supo que estaba perdido.
Perdido en la riqueza de ese Chaebol. Y no necesariamente monetaria.
Jodido... Por él.
Chaebol.
▫▪❤▪▫
*Au revoir: «Adiós» en francés.
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