18: Animal
Habían pasado cuatro largas semanas. Cuatro semanas en las que JiMin sintió demasiadas cosas en poco tiempo, mientras era follado duro en una lujosa cama, en el baño o incluso en el suelo y la cocina de la mansión Kim. También en la oficina, pegado a la pared, inclinado sobre el escritorio o en la silla giratoria (olvidando la leve vergüenza que atravesó cuando saltó sobre el regazo del otro y la silla se movió estrepitosamente hacia atrás, terminando en el suelo de la oficina).
Todo había sido un espiral de placer que les daba a sus recuerdos un toque borroso entre los saltos y los orgasmos, entre los gemidos y el sudor. Entre el trabajo y su jefe.
Por todos los cielos, su jefe era quien lo estaba follando. Claramente que tenía que hacer todo lo que podía para que no interfiriera esto con su trabajo de tiempo completo.
Y, antes de darse cuenta, todo esto se había convertido en una rutina. Repetitiva, cada día.
Primero, ir al trabajo. Segundo, sus folladas con el alfa -donde alcanzarán, fuera su casa o su oficina si estaban muy ansiosos-. Tercero, ir a su casa. Cuarto, esperar el siguiente día y repetir.
Era una rueda. Una película de placer de nunca acabar.
JiMin suspiró profundamente, poniendo ambas manos sobre el mostrador. Era mediodía, doce en punto. Estaba en la tienda mientras su cabeza parecía dispuesta a darle un merecido descanso y se esforzaba en aprovechar ese momento de paz.
Gratamente sorprendido se dio cuenta de que estaba logrando tenerlo. Sin dudas existenciales y regaños internos. Sin más que silencio y una mirada recelosa que dirigió a los clientes.
Demonios, nunca tenía suerte, recuerda haberlo dicho antes. No era posible que la tuviera ahora porque follaba con su jefe.
Vaya, de un beso a pensar en folladas...
—JiMin-ssi. —HyungSik llamó. JiMin le miró suavemente.
Espero la mala noticia del día.
—El señor Han dijo que va a dar algunos días libres para la remodelación del local. —Dijo despreocupado. Se encogió de hombros ligeramente. —Una semana o así, explico que le gustaría hablarlo más tarde para afinar detalles. Incluyendo nuestro pago.
JiMin ladeó la cabeza. —Está bien.
Estaba realmente muy bien... Algunas vacaciones no le irían tan mal; sinceramente estaba cansado de esta rutina pues, dejando de lado las folladas, había sido bastante aburrido. Además, quería demostrarse que podía romper esa fijación con que SeokJin lo jodiera cada noche.
Quizás, podía pasar los días en casa de su abuela. Lejos del radar del alfa.
No sonaba mal. No sonaba como una mala idea en absoluto.
Tenía que comprobar que tanto estaba necesitando las manos sobre él, después de todo. Si la respuesta era un ansioso demasiado, entonces estaría en aprietos. Si no, no había nada grave.
Desgraciadamente, tenía el presagio de más aprietos de los que podía contar los dedos de ambas manos.
JiMin resopló. Se despertó del trance en que estaba y se obligó a moverse de un lado a otro, ayudando a HyungSik con los pocos clientes que llenaban la tienda un caluroso jueves, cuando el centro comercial parecía ligeramente vacío.
Se perdió en las facturas, avisos de garantía y empaquetado de zapatos ya pagados. Ondeando por el sistema y haciendo cuentas, comprobando el movimiento del día y la afluencia de público.
Cuando la hora de almuerzo llegó y mientras acomodaba sus cosas en la sala de descanso -tomando de paso su celular. -, JiMin solo pensó en lo que tomaría para comer en la zona de cafeterías y pequeños restaurantes. Sin embargo, mientras se dirigía a la puerta encontró una sorpresa a la que le entrego una sonrisa.
—Hola, tío.
Park JungKook devolvió la sonrisa. —Hola, bebito. ¿Qué tal tu día?
—Bien. —Respondió. —¿Qué te trae por aquí?
—En primer lugar, vine a ver a mi sobrino. —Dijo, tomándolo en un abrazo. —En segundo, necesito que me ayudes en cierta... Situación.
—¿Situación? —Preguntó, mirándolo fijamente. —¿Qué tipo de situación?
—Consejos. —JiMin levantó las cejas divertidamente. —No ese tipo de consejos. —Aclaró, sonrojándose. —Consejos que solo un futuro psicólogo podría dar.
JiMin rió. —Claro. En lo que pueda ayudar estando a poco de graduarme.
—¿Te invito el almuerzo? Sería más cómodo hablar así.
JiMin asintió, dejando el brazo de su tío rodearle los hombros mientras salían de la tienda. Le pidió amablemente a HyungSik que cerrara por él y el beta levantó el pulgar en afirmación, por lo que se dirigió a las cafeterías, tomando asiento en frente de un local de comida rápida que ofrecía gimbap en llamativas letras de oferta.
Su tío fue a ordenar y él se acomodó en su silla, esperando por el alfa.
Lo notó, observándolo a la lejanía, extrañamente nervioso. Park JungKook no era exactamente el tipo de hombre que encontrarías nervioso, por el contrario, parecía del tipo que mantenía sus situaciones bajo control con suma facilidad. Sin embargo, en esta ocasión podía verlo... Perturbado.
No estaba seguro de haber visto a su tío así en los veintitrés años de conocerlo. Tendría que preguntarle a tío YoonGi si alguna vez en treinta y seis años se había comportado de esa manera.
Por ahora, no tenía respuestas más que lo que estuviera dispuesto a decirle.
El alfa se sentó en frente suyo, dejando el arroz envuelto en alga sobre la mesa en una bandeja. Le sonrió torcido y poco convincente.
Bien. Era hora de preocuparse.
—¿Todo está bien? —Preguntó suavemente. No quería ser demasiado agresivo en vista de la situación. —Puedes decirme, hyung.
JungKook apoyo los codos de la mesa, soltando un suspiro.
—No sé por dónde empezar. —Confesó nerviosamente. —Hace algunos días encontré cierto Omega y... Lo veo muy dañado.
JiMin estrecho los ojos, más confundido que otra cosa. —¿Dañado?
JungKook asintió. —Viene de una relación familiar poco estable y, parece tener la horrible costumbre de... —Suspiró. —Abrir las piernas amenazantemente hacia mí.
—¿Abrir las piernas?
—Es extraño. Parece que estuviera intentando amenazarme, pero algunas veces, me da la impresión de miedo en sus ojos cuando me ve.
—Me dices que creció en un entorno familiar inestable. —JungKook asintió. —¿En qué sentido?
—No estoy seguro exactamente, sin embargo, su padre no le daba un buen trato. Daba la impresión de querer librarse de él a como diera lugar.
—Padre abusivo apoyaría la mirada temerosa. Puede que se sienta en peligro cuando está con alfas debido a la actitud del padre hacia él. —Dijo. Asintió para sí mismo. —Generalizo el comportamiento con el resto a su alrededor, lo que explicaría en resumidas cuentas el intento de amenaza. Lo que no comprendo, es porque abre las piernas exactamente, hay más respuestas a situaciones peligrosas como recurrir a objetos filosos o esconderse.
—¿Qué quieres decir? —Preguntó.
—Tal vez me equivoque, pero... ¿Estás seguro que quiere verse agresivo y no que quiere mostrar algún tipo de sumisión?
JungKook parpadeó, perplejo. —¿Cómo?
—Dependería de la enseñanza y también de la forma en que lo haga. ¿Intentaste preguntarle las razones para su comportamiento?
—Sí, pero se asusta y entra en una especie de crisis nerviosa.
JiMin asintió. —Teme lo que sea demasiado repentino. Da señales de ser agredido por cualquier cosa que haga 'mal'. —JiMin dijo, frunciendo los labios. —¿De dónde lo sacaste? No suena como un lugar agradable. O era atacado por su padre o este permitía que le agredieran.
—Su padre asiste a consulta conmigo, tiene diabetes y yo me encargo de su dieta. —Aclaró. —No resisto que maltraten a alguien ante mis ojos. Sabes cómo me pongo, aunque desgraciadamente no pude ser muy expresivo con mi reacción como su nutricionista.
—Entiendo. —JiMin le miró un momento y tomo algo del almuerzo en la mesa. Dio una mordida significativa. —¿Alguna otra actitud sospechosa?
—No lo sé. Es difícil entablar una conversación con él, permanece callado y solo asiente a lo que le digo.
—Teme que puedas dar una respuesta desfavorable a lo que diga. Además, el silencio se atribuye al mismo patrón de inseguridad para evitar ser lastimado.
JungKook guardo silencio. Sin nada que decir.
JiMin suspiró, terminando el gimbap que tenía y tomando otro de la bandeja con gesto distraído. Sus ojos incómodos ojeando por el centro comercial mientras esperaba una respuesta o reacción de su tío.
Dio un suave brinquito cuando se encontró con los ojos de SeokJin, volviendo los ojos nerviosos al alfa frente a él. Vamos, tenía que encontrarlo por todos lados. No podía no pensar en él ni cuando estaba con su tío porque ¡poof! El hombre le aparecía mágicamente a un lado. Además, parecía ser, para su infortunio, que SeokJin tenía la mala costumbre de filtrarse por su piel y ponerlo a temblar, porque su tío le miró con una ceja encarnada.
—¿Tienes algo?
«Maldito Kim SeokJin».
—No. —Afirmó. JungKook no parecía convencido. —Solo estoy algo nervioso de repente, la tienda va a ser remodelada y no tendré que trabajar por algunos días.
—¿Eso está mal?
JiMin sonrió. —Oh, no. Solo que tengo que quedarme hasta tarde para que el señor Han esclarezca el asunto. Incluyendo nuestros pagos.
JiMin sentía la mirada de SeokJin perforarle, pero se obligó a ignorarla.
—Hey. —JungKook sonrió. —¿Qué vas a hacer esos días?
—Pensaba ir a quedarme en casa de la abuela. —Respondió, lo más tranquilo que podía.
—¡Genial! —JungKook estiró una mano, acariciándole una mejilla. —Te extrañamos, bebito.
—Yo también.
JiMin suspiró profundamente, llevando una mano sobre la de su tío e inclinándose al toque como un cachorro al calor de su madre. El ligero olor a manada que su tío desprendía llenándolo de una merecida calma.
Aroma a su manada.
—Bebito. —Llamó. JiMin hizo un ruidito de atención. —Acabo tu hora de almuerzo, lamento haber robado tu tiempo.
JiMin sonrió y se alejó, levantándose suavemente de la silla cuando JungKook lo hizo y paseando una mano por su cabello.
—No es nada. Puedes llamarme si quieres que te ayude otro poco, en lo que pueda claramente.
JungKook asintió. —Gracias.
JiMin hizo un gesto, restándole importancia. Se despidió con un apretado abrazo y anduvo a la tienda con tranquilidad; había olvidado que lo había puesto nervioso antes. ¿Había estado nervioso, realmente?
Bien.
El resto del día, lento y calmado en su mayoría, se distribuyó en una serie de pasos sencillos: volvió a la tienda, trabajó y habló con el señor Han cuando el momento llego. La conversación no había sido muy complicada. El gordo alfa fue claro y al punto, poniendo las cartas sobre la mesa y dejando claro que no eran vacaciones, sino un corto periodo de descanso mientras la remodelación se llevaba a cabo.
JiMin no quiso decir que le sonaba casi igual. Así que se tragó el comentario.
Cuando la improvisada reunión -en la que estaban HyungSik, SooBin y él como únicos empleados. - termino, JiMin recogió sus cosas y miró la hora frunciendo el ceño.
Era tarde.
Había roto su rutina por primera vez en las últimas cuatro semanas, pues encuentros con el alfa eran entre las ocho y las ocho y cuarto. El reloj marcaba las nueve.
JiMin se encogió de hombros, dispuesto a no pensar mucho en ello e irse a su casa antes de que el último autobús hacia esa dirección partiera y tuviera que esperar por otro un largo rato; la idea en mente de acostarse en su sofá hasta la madrugada mientras disfrutaba de una buena maratón de The Walking Dead o quizás, leía tranquilamente la saga de Chicagoland Vampires en su cama hasta caer dormido en sueños agradables con Ethan Sullivan. Sin embargo, sus planes se vieron arruinados cuando un hombre se le acercó en la entrada del centro comercial. Una gorra en la cabeza guardando descuidadamente una mata de cabellos cafés que barrían por su frente suavemente, uniformado y con un sello impreso en el bolsillo de la chaqueta añil que el Omega no reconocía, no obstante, el pequeño grabado en letras cursivas que seguía al sello con las palabras 'Kim family' le daban una buena idea.
Miro al hombre expectante.
—¿Park JiMin? —Preguntó, esbozando una alegre sonrisa.
JiMin no respondió, receloso.
—Vengo en nombre del señor Kim SeokJin, voy a llevarlo a la casa del jefe.
—Mafioso...
El hombre hizo una mueca horrorizada. —¿Qué dijo?
—Puedes olvidarlo. —Rió. —No voy a subirme ahí, si me secuestran no tengo para pagar un rescate.
Su celular sonó. JiMin lo contesto con los ojos siguiendo al aparente chófer.
—Súbete, si quisiera secuestrarte ya estarías en el maletero. —SeokJin dijo.
Y colgó.
¿Estaba... Escuchando?
Miró al chófer, el hombre se encogió de hombros y señaló el auricular en su oído.
JiMin suspiró.
—Camino a la mansión Kim, joven Park. —El chófer habló. Abrió la puerta del auto. —Seré el encargado de llevarlo, Woo JiHo para servirle. —Sonrió.
JiMin se subió al auto con un puchero, asintiendo amablemente al beta y relajándose en el asiento.
No le prestó mucha atención al viaje, sus pensamientos volando lejos mientras crecía esa sensación de que algo no estaba muy bien a su alrededor. La moribunda paz haciendo un intento pobre en su interior por mantener a su lobo menos alerta.
Que, al llegar a la mansión, JiHo se alejara con gesto compasivo y la puerta de la mansión estuviera abierta, tampoco fueron señales muy alentadoras.
Las luces apagadas no contribuían a un ambiente menos espeluznante.
—¿SeokJin? —Preguntó, la voz haciendo eco en la oscuridad.
Una lámpara se encendió. JiMin pego un brinco y se puso una mano dramáticamente en el pecho.
—Desgraciado susto. —Se quejó. Miro al alfa bajo las pestañas. —Eres horrible.
SeokJin tambaleó los dedos sobre la mesita a un lado; sentado sobre uno de los sofás individuales con las piernas entreabiertas, vistiendo una bata esmeralda que dejaba mucho a la imaginación. Sus ojos estaban en un lugar perdido de la habitación.
—¿Pasa algo...?
SeokJin le miró. Algo perturbador cruzándole los ojos. —No. No pasa nada. —Levantó una ceja. —¿Debería pasar algo?
—No. —JiMin se humedeció los labios.
—Seguro... Completamente seguro, ¿De que no hay nada que decir para que pase algo, JiMin?
JiMin ladeó la cabeza, mirándolo genuinamente confundido. —No.
—¿No? —Rió. —'No'. Vaya, eso no lo esperaba. Esperaba algo un poco más... Sincero.
—¿De qué estás hablando?
SeokJin frunció las cejas. —Tú eres quien debería hablar. ¿Algo que compartir?
—Por todos los cielos, ya dije que no. ¿Qué te pasa? —Preguntó.
—Me pasa, —Dijo con voz dura. —que creí ser claro con respecto a que no me gusta que toquen o piensen en tocar mis cosas. Tú, lo estás haciendo a propósito.
—¿Disculpa?
—¿Qué? —Rió, levantándose del sofá. —¿La pequeña cita de esta tarde ya se te olvidó?
JiMin frunció los labios. —¿Cita?
—Oh, claro. Ahora no existe. —SeokJin dijo, poniendo ambas manos en su cintura. Lo acerco con fuerza animal. —Vuelve a hacerte el estúpido y voy a comenzar a enfadarme de verdad.
—No tengo idea de lo que estás hablando. ¿Cuál cita?
SeokJin gruñó. —Pierdo la paciencia.
—No he tenido ninguna cita, no sé qué demonios esperas que te diga...- ¡SeokJin, bájame!
El alfa lo sostuvo en su hombro, anduvo con paso firme y lo dejo caer sobre la cama sin cuidado. Cerró la puerta a sus espaldas de un golpe.
—Ni una jodida, me estás diciendo pura mierda. —Masculló. Se alzó sobre él y puso una rodilla entre sus piernas.
JiMin perdió el aliento cuando presionó suavemente, un gemido roto escapando de su boca cuando le besó: un beso bestial, desbordante de fuerza animal. El cuerpo duro del otro presionándolo hacia abajo y lucho por liberar sus manos, jalándole del cabello negro como el carbón para que lo besara mejor. Tan bueno y salvaje. Devorando su boca y filtrando una lengua astuta entre sus labios, JiMin chupo lo que se le ofrecía.
Chupo la lengua, jugó con ella. Sintiendo la presión en su entrepierna.
SeokJin le alejó, irguiéndose ante sus ojos y arrancándole la camisa, sus manos calientes corriendo por su piel. Marcándola con dedos de fuego.
—Dime. —Ordenó.
JiMin sintió la desesperación recorrer su cuerpo cuando no tuvo palabras, sin saber que tenía que decir. Sin saber de qué era culpable.
—No sé, SeokJin. De verdad no sé. —Gimió. SeokJin le chupo un pezón.
Mordisqueó la piel, la embadurno con su saliva caliente y bajo sus manos a su cadera, deshaciéndose del pantalón y de su ropa interior. JiMin suspiró tembloroso, aferrándose de los hombros de SeokJin mientras sentía su agujero húmedo.
—La cita. Maldita sea, la cita. —Gruñó. —Tuviste el descaro de mirarme y hacer como si no estaba ahí.
—¿Tienes algo?
—No. Solo estoy algo nervioso de repente, la tienda va a ser remodelada y no tendré que trabajar por algunos días.
Cita.
Esa cita.
Oh, joder.
JiMin sintió la calentura permanecer, pero empujó los hombros de SeokJin con las manos y parpadeó apacible, mirándolo.
—¿Estás...? Tendrías que preguntar, decentemente. —Se quejó. —Era mi tío, SeokJin. Mi tío.
No supo porque, pero comenzó a reírse. Sin sentido más allá de la diversión que le provocó los celos del alfa. Celos que lo habían llevado a ver a su tío cómo una amenaza.
JiMin dejó de reírse tan rápido como había comenzado.
¿Celos...?
Frunció los labios. —¿Estabas celoso?
SeokJin regreso la mirada, pero no respondió. Se movió rápido y se quitó los pantalones frente a sus ojos, la piel desnuda bailando en la mirada del Omega.
Calor, mucho calor.
Le acarició con un dedo, acercándose de nuevo hacia él y rozando su agujero con suavidad. Casi prediciendo el efecto excitante que provocaba la visión de su cuerpo desnudo y erguido sobre el suyo. JiMin gimió, el dígito entrando en su culo con prisa. Luego otro.
JiMin perdió el aliento, SeokJin inclinándose a besarlo con hambre y obligándolo a respirar por la nariz. La invasión a su boca más agresiva que la última vez. Más saliva, más dientes y más lengua.
SeokJin jaloneo su labio inferior con los dientes.
—¿Qué haces? —JiMin preguntó, la voz temblorosa y las cortas uñas clavándose en los hombros del alfa.
Los dedos estaban follándolo tan bien. Tan bueno.
A pesar de que su pregunta no había tenido una respuesta más que su propio gemido, JiMin concluyó fácilmente que iba a tomarlo. Sobre la cama, desnudos y con los dedos dentro de su culo, llegando tan lejos que JiMin no podía callarse.
Se retorció, gimió y aprovecho la piel expuesta para arrastrar sus manos inestables mientras SeokJin parecía demasiado dispuesto a devorarlo con un ritmo brutal, frotando su polla en su cadera y repartiendo la humedad que crecía conforme su excitación lo hacía. Estaba duro, impaciente.
Cuando retiro sus dedos y empujó de un tirón dentro de él fue más que evidente.
—Mío. —Gruñó.
Comenzó a moverse y JiMin gimió, sosteniéndose de sus hombros para no desfallecer con las oleadas repentinas de placer que cada empujón le atribuía. El empuje bruto tirándolo hacia arriba.
Animal.
SeokJin parecía un animal: mordiendo, cepillando duramente en su culo y apretando sus manos en donde alcanzaran. Sosteniéndolo, pero no evitando que se retorciera. No lo mantenía quieto en un solo sitio, si no, que le permitía volar por toda la cama. Empujando tan delicioso que JiMin no se abstuvo de gemir, apretando sus piernas en la cintura del alfa, poniendo ambas manos en sus nalgas y tomándolas posesivamente.
«Rico...»
JiMin babeó complacido en la almohada, sintiendo a su alfa tan profundo.
Oh, no.
SeokJin golpeó duro. Las dudas se alejaron y JiMin solo sintió un arrasador placer que desencadenó en un orgasmo que le arrebató el poco aire que entraba en sus pulmones. Su agujero sensible recibiendo las fuerzas del otro hasta que el nudo creció y lo obligó a quedarse quieto.
JiMin se limpió el sudor en la frente con una mano temblorosa.
—Rápido. —Dijo, cansado. —Eso fue rápido.
SeokJin le mordió un hombro con delicadeza, ignorando lo que estuviera diciendo mientras el nudo se deshinchaba. Quizás, JiMin se había permitido pensar que era todo. Pensar en las caricias y un descanso merecido.
Hasta que ya no hubo nudo y SeokJin volvió a ponerse duro, empujando y cepillando su culo.
Se había permitido perderse otro rato en la sensación, en el sudor que corría por su frente y le adhería el cabello a la piel. Lo había hecho, sin quejarse. Sin embargo, tras el tercer orgasmo, su cuerpo ya no tenía las fuerzas suficientes para esa noche continuar con todo ese placer. Habían jodido como si fueran animales, sin importar nada más que la deliciosa subida y bajada de sus cuerpos unidos. Y ahora, JiMin no tenía nada más que entregar esa noche, soportando el tercer nudo y sintiendo los besos cálidos de SeokJin resbalar por la línea de su mandíbula.
Solo una palabra.
«Agotado».
SeokJin parecía compartir el sentir, alejándose y saliendo de su interior para dejarse caer sobre el colchón. Una mano le cubría los ojos y el cabello brillaba en humedad, goteando y empapando la almohada; su pecho subía y bajaba en un trabajo arduo.
Soltó una risa repentina y JiMin hizo el esfuerzo monstruoso de girar a mirarlo, dándole una mirada tan grave como si le hubiese salido una quinta cabeza.
Iba a quejarse, de verdad. Pero, realmente estaba demasiado cansado, tanto que su boca no se movía por más que lo intentaba.
—Acabo de follarte como un animal.
JiMin cerró los ojos, soltando un resoplido. —Ya me he dado cuenta. —Dijo. —Yo he chillado como uno.
SeokJin se rió otro tanto. —Lo sé. —Habló sin aliento. —Que delicioso.
JiMin escucho el rumor de la cama y sintió prontamente el cuerpo de SeokJin a su lado, deslizando una mano y acobijándolo en su calor. Un vapor caluroso envolviendo su propio cuerpo y el sueño ascendiendo por sus músculos.
Con presteza ya era una víctima del sueño, cabeceando sobre la cama.
—Deja de joderme la cabeza, Park JiMin. —Pidió. Le besó suavemente la garganta.
JiMin no sabía distinguir sus sueños de la realidad y no supo, si el sonido amortiguado que llegó a sus oídos era real o solo parte de los desvaríos que venían con el sueño que le encerraba en una burbuja.
Quizás, jamás lo sabría.
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