10: Sensual
JiMin ladeó la cabeza, confundido entre el suéter de rayas blancas y negras o la chaqueta blanca y la sencilla camisa negra. Tiró ambos sobre la cama.
Bufó.
—¿Qué es más fácil de quitar? —Murmuró para sí mismo.
Vamos, que no quería perder tiempo. Solo quería que lo tirara en la cama y lo follara, fin del asunto.
Asintió, con el pensamiento privado en la cabeza. —El suéter de rayas será.
JiMin se lo puso, recordando que tenía rato sin nada cubriéndole el abdomen, solo con los pantalones negros rozándole el hueso de la cadera.
Sentía que se veía lo suficientemente sensual como para una noche de pasión cuando se miró en el espejo; arreglándose el cabello con las manos y mirando dudoso el brillo labial sobre el estante.
Un toquecito que no mataría a nadie.
Esto era lo que menos pensó estar haciendo una tarde de viernes, cuando la tienda había cerrado por una extraña emergencia sobre la que JiMin no paraba de sospechar SeokJin debía estar implicado de alguna manera. La cautela no parecía ser su mejor atributo.
De todos modos, agradecía el corto momento para arreglarse y darse una vista mucho menos desastrosa.
Aunque debía admitir que estaba intrigado por la manera en la que iban a encontrarse. No recordaba haber concertado algún lugar y tampoco estaba seguro de haber visto el número de su jefe entre sus contactos; tal vez estaba entre el número de Megan Fox y La reina de Inglaterra y por ello no era capaz de encontrarlo.
A último momento estaba metiéndose en su cabeza la posibilidad de que el alfa le haya engañado y lo deje esperando toda la noche por una estúpida señal que jamás llegaría. Entonces, Kim SeokJin se reiría desde su majestuosa silla en medio de la lujosa oficina en el centro comercial, regocijándose con su absurda ilusión de tener sus manos sobre su desesperado cuerpo.
Estaba mordiéndose las uñas antes de darse cuenta.
JiMin suspiró, decidido a calmarse y tomarse unos pocos minutos para que su cabeza se desembrollara y le concediera algo de paz. Bendita paz que parecía tener la manía de aparecer cuando no era necesaria y desaparecer cuando si lo era.
El Omega se mordió los labios, mordisqueándolos poquito antes de tomar el celular de la cama mientras caía dramáticamente al suelo. Con la espalda adolorida y contra el tapizado blanco marcó un número con considerable exasperación.
Tras el primer timbre contestaron y JiMin sentía que su boca era de cuerda y se la habían jalado toda.
—¡Tío! No vas a creerme todo esto, pero estoy horriblemente estresado y lleno de ansiedad. —Habló, su tío hizo un ruidito confundido. —¡Tengo una crisis nerviosa! Estoy no es justo, odio a ese imbécil de Kim SeokJin que parece que va a comerme en cualquier instante, pero luego parece estar jugando un juego macabro conmigo para su propia diversión. —Su tío murmuró un adormilado "espera" que JiMin ignoró. —¿Crees que estoy demasiado mal? No, ¿Verdad? Estoy genial... ¡Muy genial! Solo es un poco del lío que me está haciendo ver las cosas demasiado difíciles. Absurdamente difíciles. Pero no lo son. Solo voy a acostarme con él y quitarme esa sensación tan, tan... Mierda, no sé qué es. Pero no significa que no esté genial. Yo siempre estoy genial. Muy fresco. —JiMin respiro agitadamente. —¡Muchas gracias por tus consejos! ¡Hasta otra!
Colgó.
Dos latidos pasaron antes de que su celular volviera a sonar.
—¡Maldita sea, Park JiMin! —Kim TaeHyung dijo. —Te entendí un montón de mierda y ahora me has dejado los nervios de punta a mí también.
JiMin respiró hondo, intentando alivianar la horrible sensación en el pecho. —Lo siento.
—Ni una jodida. —Masculló. —Ahora me dirás qué es toda esta... Cosa. ¿Cómo que lo odias, pero vas a acostarte con él? —Preguntó, genuinamente confundido. —¿Cuándo llegaron al punto de acostarse, siquiera?
—Es solo que...—Suspiró. —He seguido tu consejo y me he puesto algo atrevido, pero, no estoy muy seguro de todo esto.
—¿Si no estás seguro por qué lo haces?
—No es que no quiera hacerlo. —Aclaró. —Simplemente, no estoy seguro de que vaya a pasar realmente, ¿Y si solo era una mala broma?
TaeHyung resopló. —Entonces, es solo un idiota.
JiMin se quedó en silencio, incapaz de perturbarlo.
—Escucha, —Empezó. Soltó un suspiro. —si quieres hacerlo, pero no estás seguro, es porque no es buena idea. Pero, si sientes algo más y solo estás un poco asustado es normal. —Habló suavemente. —Puede que, necesites preguntarte eso con calma, respirar y no verlo como si fuera a definir todo tu futuro.
—Voy a ser un próximo psicólogo, como es posible que lo haga si no puedo resolver mis propios problemas, ¿Umh?
—Hey, pedir ayuda es un buen inicio. —Rió. —No todos lo hacen y creo que has tomado una buena decisión, por lo que, si puedes manejar tu vida sabiendo que el apoyo de alguien más no es innecesario e innegable es bueno.
JiMin lo pensó un largo instante.
—¿De verdad, lo crees?
—Preguntó, aprovechando la reciente calma para levantarse del suelo.
—Sí.
JiMin se rió, nervioso. —¿Seguro que no eres tú un psicólogo y no me lo has dicho?
—JiMin, tu tío es un escritor a muerte...—Se oía orgulloso. —Además, los escritores necesitamos algunas veces ver el vacío moral de nuestros personajes para que ellos mismos lo arreglen en el transcurso de la historia, por lo tanto, es normal que sepa un poco de psicología.
—Eso se oye bien.
—¿Estás más calmado?
—Sí. —Respondió, tomando una respiración profunda. —Estoy mucho mejor ahora.
TaeHyung resopló divertidamente. —¿Ya has tomado una decisión sobre tu galán? —Rió.
—No es mi galán. Y puede, que lo haya hecho.
—Genial. —Dijo. El silencio se prolongó por un rato. —JiMin. —Llamó.
—¿Sí?
—Si no sucede, no te preocupes tanto por ello. —JiMin se mantuvo en silencio, solo escuchando. —Habrá otras oportunidades. No se tiene sexo una sola vez en la vida y ya no eres ningún niñito virgen.
—Tienes razón. —Rió. —Descuida, ya tengo todo claro en mi cabeza como hace días no lo tenía.
TaeHyung se escuchó aliviado cuando dijo: —Me alegro de ello, llámame si pasa cualquier cosa.
Y colgó.
La habitación se sintió libre de todo el aire pesado de antes y JiMin podía respirar. Sentándose sobre la cama y mirando distraídamente a la nada.
Se quedó así, sin temor a que lo que esperaba jamás llegara y sin entusiasmarse demasiado porque pasara. Las palabras haciendo una mella agradable en sus pensamientos.
Por eso, cuando su celular vibro en su mano y la pantalla brillante ante el aviso de un mensaje lo trajeron a la realidad, solo sonrió.
09:03pm
¿No vas a venir?
Centro comercial.
JiMin leyó el mensaje, ladeando la cabeza mientras se permitía entusiasmarse poquito.
⭐
Kim SeokJin era de cerca, todo un atractivo turístico, por lo que no era de extrañar que JiMin no pudiera apartar sus ojos de él. Lo más increíble del asunto, es que si lo había hecho y había mantenido sus ojos en el mantel blanco bajo sus dedos.
Tal vez, decidido a parecer algo interesante. Mejor dicho: a parecer todo lo interesante que era en realidad.
—Me ha parecido bastante peculiar el lugar. —JiMin dijo, dando una ojeada al ostentoso restaurante y paseando por la vista exageradamente hermosa de la ciudad cuando giró la cabeza hacia el otro lado.
Las ventajas de estar en la terraza en medio de una tierna noche de verano. Cuando las estrellas y la luna casi alcanzaban su punto más alto.
—¿Por qué? —Preguntó, un ligero vestigio de diversión.
—Porque pareciera que quisieras conquistarme. —Rió. Miro los ojos del alfa fijamente, su mirada asombrosamente apacible e imperturbable. —Curioso...
Kim SeokJin sonrió, inclinándose en la mesa y logrando que la camisa azul celeste se le amoldara al hinchado pecho por los músculos. —¿Y no está funcionando?
—Puede ser... —Devolvió la sonrisa. —Pero, es tan aburrido. —Burló.
La mirada azul se oscureció ante la mentira, porque vamos, ¿Quién es su santo juicio podría aburrirse con semejante compañía? Cuyos ojos parecían muy interesados en lucir intrigantes.
JiMin no creía poder aburrirse de eso, pero la ligera puya no venía tan mal.
—¿De verdad? Es una lástima.
JiMin suspiró fingidamente decepcionado. —No te has avergonzado con eso. Qué descalabro.
Kim SeokJin reventó en una carcajada.
—Tendrás que intentarlo mejor. —Dijo aún entre risas. —No es como si algo como eso pudiera afectarme realmente.
—¿Y que puede afectarte, entonces? —JiMin se humedeció los labios, los ojos azules siguiendo el recorrido de su lengua. —Quisiera saberlo.
—Se supone que tienes que descubrirlo por ti mismo, no hagas trampa.
JiMin sonrió. —No era mi intención. No era como si esperaba que lo dijeras.
—¿Hay algo que si esperes? —Preguntó. JiMin lo observó inclinarse hacia atrás en el asiento. —Hay otras cosas que si puedo mostrarte ahora.
—¿Sinceramente? No lo creo. —Rió. —¿Ha oído de "las tres citas y las tres reglas"?
SeokJin ladeó la cabeza. —No.
—¿No sale a muchas citas? —Preguntó con falsa inocencia.
El alfa ensanchó la sonrisa. —No es algo que haga muy a menudo.
—Soy afortunado, entonces.
—Si quieres creerlo así. —Dijo. —No voy a avergonzarme por ello.
JiMin suspiró, dando un sorbo delicado a la copa de vino blanco. Miro al alfa y dejo la copa sobre la mesa.
—¿Quiere saber sobre las tres citas y las tres reglas o no?
SeokJin hizo un gesto que JiMin entendió era un asentimiento.
—Son tres citas y tres reglas muy sencillas. —Dejo las manos sobre el regazo. —En la primera cita, la regla que viene es el beso: si besas mal estás fuera si no, has ganado una segunda cita.
—¿Si no besas?
—Definitivamente, eres un poco idiota. —SeokJin se rió. —En la segunda cita, la regla son las caricias intencionadas: toca de más y estás fuera. Toca sin propasarte y pasas a la última cita.
—Esto me ha generado curiosidad. —Lo miro, expectante. —¿La tercera?
—Es la última y el punto culminante. Todos ganan.
SeokJin esbozó una sonrisa torcida. —Has olvidado la regla.
—¿De verdad? —Dijo suavemente, mirándolo bajo las pestañas con deje travieso. —Creí que estaba lo suficientemente implícito.
SeokJin lo miro con los ojos desbordando algo espeluznante que hizo a JiMin estremecerse.
—Creo que entiendo a dónde vas. —Tomó un trago del whisky escocés. —Pero, ¿Qué hacemos? Ya nos hemos besado y eso no era una cita. —El tono juguetón no pasó inadvertido para el Omega. —Podríamos adelantar las caricias y la fase culminante esta noche, ¿No te parece? Sería más interesante.
—Lamentablemente, no funciona así. —Sonrió.
SeokJin fingió estar indignado. —¿Me estás rechazando?
—¿Eres sensible al rechazo?
—Mucho. —Confesó. —Estoy acostumbrado a tener lo que quiero.
JiMin se inclinó en la mesa suavemente. —Tendrás que intentarlo mejor. No es como si algo como eso pudiera afectarme realmente. —Susurró.
—Vaya. —SeokJin se acercó, tomándole la barbilla con los dedos. —Que sensual es eso.
JiMin le besó divertidamente la comisura de la boca antes de alejarse. Un besito rápido y fácil. Ridículo.
Pero a SeokJin le encantó.
—¿Es todo? —JiMin preguntó, un largo rato después. —¿Vas a ser tan aburrido?
El camarero dejo el postre sobre la mesa, deteniéndose un poco más en JiMin mientras estaba sonriéndole y guiñándole un ojo.
El Omega sonrió incómodo, sin mirar al camarero más que para regalarle un suave gracias. Aún esperando la respuesta del otro.
—Eres realmente idiota, ¿Verdad? —El alfa gruñó directo al camarero, sonando una risa sin gracia. —Piérdete, desubicado.
El beta salió corriendo, encogiéndose grandemente de hombros.
JiMin entrecerró los ojos, mordiéndose un labio. —Eso fue verdaderamente caliente. —Rió. —Sigue así, tal vez me convenzas de la llegar contigo a la última fase está noche.
—Eres peculiar en más de un sentido, ¿Me equivoco? —SeokJin preguntó.
—No. ¿Quieres saber que tanto?
SeokJin sonrió, inclinándose sobre la mesa y llamándole con un dedo. JiMin se acercó.
—¿Si te digo que sí? Es una propuesta muy tentadora.
—Veremos...
SeokJin jugó con un mechón de cabello rubio. —¿Qué tanto?
—Depende.
—¿De qué? —Gruñó. Jalando un poco más el cabello entre sus dedos. —Me pones impaciente, por alguna razón.
—De verdad, que no te avergüenzas por nada. —Rió.
—Te lo dije.
JiMin arrugó la nariz. —Guárdate esa impaciencia, Kim SeokJin.
—No creo que pueda. —Respondió. Descendiendo la mano suavemente por su cabello y anclándose a su nuca, acercándolo hasta que su aliento avainillado le rozaba los labios.
JiMin hizo un puchero. —¿Ya llegamos al beso? ¿Vas a besarme?
—Mientras más rápido, mejor.
El alfa le acercó hasta sus labios, besándolo con pasión desbocada. Lejos de lo vulgar que pudiera parecer, estaba comiéndole la boca con suavidad malintencionada, rozando su lengua dentro del pasaje húmedo y acariciando la suya con el músculo travieso. El sensual roce de sus bocas hundiéndolos en un repentino arranque de euforia que enviaba oleadas de apabullante calor al resto de sus cuerpos, quedando enganchados el uno al otro.
JiMin se sentía atontado, pero estaba siguiendo el ritmo eléctrico del beso sin mucho esfuerzo. Respirando suavemente en bocanadas aliviadoras cuando la otra boca se alejaba precariamente de la suya para acomodarse contra sus labios otra vez. Era un impulso, como si estuviera sediento, pero no pudiera alejarse del castigo que estaba robándole cruelmente el aire.
Sus ideas estaban dispersas y no era capaz de distinguir la realidad de la fantasía a la que los labios de Kim SeokJin estaban arrastrándolo. Sin dejarle coordinarse para no estar perdido.
JiMin se sentía como una brújula que se ha vuelto loca, apuntando a todos y ningún lado. Se sentía como un bonito desperfecto que estaba siendo atendido con ojos críticos y manos expertas que recorrían su cara y se enredaban en su cabello.
Entonces, cuando sus dedos picaron inevitablemente en el ansia por tocarlo también, unirlo a su boca y tragarse su aliento cálido otro tanto: el beso se detuvo. Kim SeokJin se alejó y toda la fantasía termino para dejarlo abandonado en una terraza que daba una vista esplendida de la ciudad bajo un manto de soberbias estrellas.
JiMin suspiró, sintiendo los labios húmedos e hinchados y fijándose en algo de su brillo labial en la comisura de los labios de Kim SeokJin. Aproximó un dedo y rozándole la púrpura comisura lo eliminó, su dedo quedando atrapado juguetonamente en la boca del alfa.
JiMin se rió, apartándolo e inclinándose hacia atrás.
—¿Y? —SeokJin preguntó, algo divertido. —¿Estoy fuera o lo hice bien?
JiMin fingió pensarlo. —Es una decisión difícil. —Dijo, mirándolo a los ojos. —No estuvo tan mediocre, así que creo que no estás fuera por ahora.
—Yo no soy mediocre en ningún sentido. —Rió. —Estoy seguro de eso.
—¿De verdad? —JiMin aguanto una carcajada. —Esa aclaratoria me sonó muy mediocre.
—Te gusta jugar, ¿No? —SeokJin entrecerró los ojos. —Yo quiero jugar contigo.
El alfa se humedeció los labios y JiMin se estremeció, mirándole fijamente bajo las pestañas y alzando débilmente una ceja.
—No creo que eso suene muy romántico. —Dijo, fingida decepción en la voz.
—¿Quieres que te lo diga de otro modo? —SeokJin sonrió y se inclinó sobre la mesa, jalándole de la muñeca y dejando su rostro tan cerca del suyo que para JiMin era difícil respirar algo más que el intenso aroma a anís. —Tú me has puesto impaciente y siento algo muy monstruoso dentro de mí desearte. Desearte mucho. —Suspiró suavemente. —Y voy a conseguir lo que es mío.
—Buena suerte. —JiMin dijo, prepotencia en la voz.
SeokJin se rió, deslizando sus dedos por su cabello y descendiendo por su garganta.
—No la necesito. —Espetó. —Voy a asegurarme de que no puedas escapar de mí.
No era romántico y definitivamente no eran palabras adorables. Pero estaban cargadas de tanta pasión que desbordaban sensualidad.
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