09: Atrevido
«Sí, se travieso. No tienes nada que perder».
La cordura si, por ejemplo.
JiMin había estado pensando en eso toda la mañana y ¿sería mentir u omitir la parte de casi toda la noche? Siendo sinceros, había estado pensando en eso toda la noche, la madrugada y la mañana; incluso ahora que estaba trabajando y a punto de su hora de salida estaba pensando en eso.
HyungSik le lanzó un zapato.
—¡Hey! —JiMin se quejó. El beta le miró con el ceño fruncido. —¿Por qué hiciste eso?
—Es horrible cuando pasas toda la mañana tan distraído... —Sonrió. —Solo te estoy trayendo devuelta a la realidad.
JiMin lo agradeció, no en palabras, pero lo hizo. Después de todo, ya se había ido casi todo el día y horriblemente no se había dado cuenta.
Por todos los cielos.
Odiaba a ese estúpido alfa que ponía despierto su apetito sexual.
JiMin no recordaba claramente la última vez que se había puesto así... Tal vez, porque nunca se había sucedido, pero, eso no era lo importante ahora; lo importante ahora es saber qué demonios va a hacer con todo esto que gira y gira a su alrededor. Porque definitivamente, tantas vueltas no eran agradables.
Estaba frustrado.
Tan frustrado que solo quería volver a apagar eso y dejar que la corriente se lo llevara a donde quisiera llevárselo. Si era entre las sábanas de Kim SeokJin, mejor. De todos modos, no iba a mentirse, tenía veintitrés años y no había manera en que no supiera reconocer cuando quería acostarse con alguien y, definitivamente, quería acostarse con ese alfa.
Lo quería tanto que estaba empezando a provocarle miedo. Pero, vamos, una buena follada nunca había matado a nadie, tampoco era como si fuera a ser importante; solo era quitarse la picazón.
Sí estaba siendo un poco atrevido, no se avergonzaba de ello. No tenía porque, claramente estaba bastante grande para ser consciente de sus cosas, también para saber cómo cuidarse.
—JiMinie... —Llamó. JiMin levantó la mirada a HyungSik mientras se arreglaba las arrugas de la camisa y tomaba su bolso de una esquina en la sala de descanso. —¿Has hablado con Lisa Noona?
JiMin suspiró profundamente. —Sí. —Precariamente dijo, indispuesto a pensar mucho en ello.
El beta no preguntó y JiMin se alivió de eso, agradeciendo no tener que dar explicaciones de algo sobre lo que no quería hablar.
Cuando HyungSik miro su celular y dijo que tenía que irse corriendo JiMin solo prometió cerrar la tienda por su cuenta, deseándole la mejor de las suertes en lo que sea que el beta tenía que hacer.
—Gracias, JiMin hyung. —Le había respondido, yéndose con paso presuroso.
JiMin se quedó solo y está vez, su cabeza no estaba dándole la bendición de la nada. Demasiado embrollada con mil cosas que no quería tener tanto en cuenta.
En la soledad pudo preguntarse, ¿Realmente estaba tan mal? Tal vez, sería un poco falto de ética y, probablemente sería rechazado por el alfa si se le insinuara. Pero por un demonio, no tenía mucho que perder. Un despido era lo peor que podía pasarle y no sabía porque estaba un poquito seguro de que no sería tan fácil que lo echaran.
Esa extraña sensación era culpa de Kim SeokJin.
Frunció los labios. —Ni una jodida. Lo tiro a la suerte.
JiMin sabía que el destino podría decepcionarlo, pero si eso sucedía, por lo menos, lo habría considerado lo suficiente como para no afectarse demasiado por eso. Y no podría decirse a sí mismo que no lo espero.
Sonrió, andando para irse.
«Maldito suertudo», le habría susurrado Lisa cuando salió de la tienda, cerrando y girándose para encontrarse con él. El fuerte aroma a anís volviéndose un gusto particular que se reservaría para sí mismo. La boca seca y la perdida de aliento también sería un secreto...
Los ojos azules como un mar turbulento lo siguieron y JiMin se estremeció, vagamente decidido a volverse un poco atrevido.
—¿Está usted dándose cuenta de lo raro que es que siempre tengamos que encontrarnos? —Dijo. Su voz escapó con un tinte divertido y el alfa le sonrió.
—¿Casualidad? —Rió brevemente, cruzándose de brazos.
—O destino. —Agregó.
JiMin confirmo que le encantaba esa oscuridad que veía ahí, en esos ojos tan poco amables.
—Ayer me ha preguntado si he hecho todo lo que quería.
—Sí... Has respondido que no. —JiMin se humedeció los labios.
—Ser sincero es algunas veces demasiado vergonzoso. —Sonrió. —¿Nunca ha experimentado esa sensación?
—¿Cuál exactamente? —A JiMin le sonó como una burla. No estaba muy equivocado. —No creo que nunca haya hecho algo de lo que tenga que sentirme avergonzado.
JiMin ladeó la cabeza juguetonamente. —¿No? —Preguntó. —Me lo esperaba, de cierto modo.
—¿Eso te decepciona? —Burló.
—No realmente. —JiMin tuvo una idea divertida, acercándose al alfa con delicadeza y dejando escapar un suspiro pensativo. —¿Quiere saber cómo se siente? —Kim SeokJin encarnó una ceja y el Omega le miró malsanamente la boca un segundo antes de volver a sus ojos. —¿Me dejaría intentarlo?
—No creo que eso sea posible. —El alfa no parecía perturbado, fusionando su aliento con el suyo cuando se acercó otro poco. —Yo no me avergüenzo.
—Déjeme intentarlo, tal vez haga un milagro.
SeokJin se rió. —Imposible.
—¿Miedo, CEO?
El alfa le miró con desafío y esta vez, fue el turno de JiMin de devolvérselo.
—No. —Su voz no permitía réplicas.
JiMin coló una mano por su hombro con inocencia. —¿Y por qué no dejarme intentarlo? Usted no pierde nada y yo no pierdo nada.
Una lengua traviesa e indecente le acarició el labio. —Puede ser. Estás tentándome y eso no te va a gustar.
—¿Seguro? —Rió.
Oh, su mirada fue tan grave que JiMin tembló. Las piernas se le volvieron gelatina. —Sí.
—¿Considero eso como un "no"?
El alfa le apretó la cintura con ambas manos, pegándolo a su pelvis y JiMin sintió el hueso recubierto de carne chocarle atrevidamente.
Esta atracción era enfermiza, JiMin pensó. Resbalando la mano más lejos entre los hombros anchos; su respiración teniendo una cálida bienvenida en el cuello del otro. El olor a anís que lo inundaba terriblemente le envío un escalofrío, demasiado consciente de que estaba lanzándose de clavado a los brazos de un desconocido, sin querer alejarse del cálido refugio que eran sus brazos. «¡No importa!» Le gritó una vocecilla dentro de su cabeza, alentándolo a inclinarse en el pasional momento y dejarse caer sin arrepentimientos.
No le sonaba como una mala idea. No le sonaba como mala en absoluto.
Algunas veces en la vida, era bueno arriesgarse.
—Un "no" es muy aburrido, ¿No cree? —Dijo divertidamente. Soltando algo de su aroma a canela.
Un brillo extraño cruzó los ojos del alfa.
—¿Te desagrada lo aburrido? —SeokJin dijo, un toquecito de diversión contagiada en la voz. —Ah, eso explica porque fuiste tan grosero con ese pobre ramo de flores.
JiMin suspiró profundamente. —No, no me gusta lo aburrido. —Sonrió. —Creo qué tal vez debí haberlo recogido después, ¿Verdad? Alguien habría sabido apreciar más las flores.
Un latido paso.
—¿No te asusta? —Preguntó, apacible.
—¿Qué? —JiMin ladeó la cabeza, genuinamente confundido.
—Estarte metiendo en problemas. —Respondió.
—¿Lo estoy haciendo? —Rió. —Sinceramente, no.
—Que atrevido. —Masculló. JiMin escucho el chirrido de sus dientes. —Vaya, Omega atrevido. Primero me mientes y luego no te importa intentar joderme la cabeza.
JiMin se quedó en silencio, evitando perder la batalla contra la mirada oscurecida del alfa. Su otra mano colándose en la montaña de músculos, apretando el costado y rozándole con un dedo travieso. JiMin lo oyó gruñir, pero no se detuvo, sintiendo la boca contraria más cercana a la suya. Las manos contrarias posándose sobre las suyas. Los ojos contrarios mirándolo fijamente.
Sus manos las apartó y Kim SeokJin se alejó, dejándolo con la sensación de un cruel beso fantasma. JiMin se recompuso con facilidad, irguiéndose y evitando mostrarse afectado en lo más mínimo.
—Me gusta, curiosamente. —Sonrió. —Así que te dejare intentarlo. —Dijo, acomodándose el saco. —El viernes tienes tu primer intento.
—¿Viernes? —JiMin lo pensó, asintiendo suavemente. —Está bien.
—Entonces, —Chasqueó la lengua. —hasta luego, atrevido Omega.
JiMin se quedó quieto, muy quieto. Respirando profundo y observando al alfa irse lo suficientemente lejos como para derrumbarse con un suspiro, sacudiendo la cabeza cuando se dio cuenta de lo que acababa de pasar. De lo que realmente acababa de hacer.
Por todos los cielos.
Eso fue... Intenso.
—¿Quién está jodiéndole la cabeza a quién? —JiMin preguntó y el centro vacío fue el único espectador de su estupor, incapaz de responderle.
JiMin no supo cómo se movió, todo borroso en sus pensamientos mientras intentaba hacer memoria de pasos y autobuses o de solo pasos.
Se dejó caer en el sofá en medio del salón y ladeó la cabeza.
Vaya.
—¿Qué es todo esto?
No iba a preguntarlo, era estúpido de todos modos, pero lo hizo. Sin importar si era ridículo e innecesario.
No tenía porque saberlo, solo tenía que hacer uso de ello.
¿Verdad?
¿Qué pasaba si no había sido rechazado estrepitosamente como esperaba? No era el fin del mundo, solo era... Inesperado. Sí, inesperado, pero no imposible. Vamos, jamás se ha considerado fuera de línea, su aspecto es favorable y tenía una bonita personalidad; esos eran atributos que lo hacían atractivo. No tenía que sorprenderlo que un alfa cayera en sus insinuaciones.
Tal vez si este alfa...
JiMin gimió lastimeramente, dando una vuelta sobre el sofá y acostándose con gesto distraído, las piernas colgando del reposabrazos. Un brazo cubriéndole los ojos y el otro sujetándole dramáticamente el estómago.
Esto era estúpido, pensó. Todo estaba siendo tan ridículo en todas partes: en sus amigos, en su familia, en su cabeza; estaba cansado, casi bufando por el cansancio que le provocaba tener que pensar tanto en algo. Cielos, JiMin jamás había estado pensando mucho en cualquier cosa. No era que fuera desinteresado, sino que, sabía tomar decisiones, marcar un alto en sus emociones y controlar el remolino de pensamientos poco sanos. Vamos, por algo estaba estudiando psicología, no era posible que justo ahora tuviera una de esas crisis existenciales en las que perdías tu rumbo y tus decisiones comenzaban a ser dudosas. Donde habían dudas por todos lados volviéndolo cada vez más loco. ¿Que faltaba? ¿Comenzaría de pronto con el síndrome de anock, también? Suficiente tenía con la aceptación de sí mismo como para ahora concentrarse en si se ponía a correr como loco tras un episodio de intenso estrés.
Se supone que ya había pasado esa etapa...
Suspiró profundamente, volviendo a moverse en el sofá porque estaba muy inquieto como para permanecer demasiado en una misma posición; así que, mientras sentía la sangre acumularse en su cerebro y las piernas caer por el borde del sofá -no sabía cómo había terminado de cabeza. -, removió un poco más ese agujero de sensaciones que antes no habían estado ahí, arraigadas a él y negándose a soltarlo con un deje burlón y una sonrisa irónica.
Primero, le sonrió la compasión. Luego, la mirada fija de la vergüenza le hizo enrojecer y, por último, la bofetada magistral de una violenta sexualidad reprimida termino por desestabilizarlo.
Increíble.
No sabía que tantas cosas podían juzgarlo en un solo vistazo.
—Demonios. —Resopló.
JiMin calculó que no estaba pensando realmente en ese momento, cuando su boca estaba pensando en la lengua de Kim SeokJin y sus manos en su espalda daban un cálido paseo. Por lo que, definitivamente, era una de sus peores ideas. La peor, en veintitrés años de vida.
Lo más desastroso era que simplemente, esa nada sorprendentemente cariñosa estaba volviendo como el aleteo de un huracán, arrasando con las pocas preocupaciones que había podido plantearse.
Vaya, de verdad que se merecía lo de Omega atrevido.
Su Omega, tontamente estaba siendo bastante de eso.
JiMin se enderezó. El cabello en hilos de oro cayéndose desordenadamente por la frente y cubriéndole cruelmente los ojos; el Omega ojeó superficialmente y tomo su celular de la mesa enfrente de él cuando no hubo nada más interesante. La pantalla refulgía en una luz cegadora para sus ojos pobremente despiertos a este mundo.
Seguía demasiado perdido en sus pensamientos descabellados.
Llevo un dedo pequeño a kakao y ojeando los mensajes que había ignorado encontró uno de HyungSik, agradeciendo que cerrara la tienda solo y deseándole una buena noche que JiMin no estaba muy seguro de poder tener.
De repente tuvo una idea alocada. Y bueno, JiMin nunca había sido alguien mediocre, si hacia algo, iba a hacerlo bien o por lo menos procurar hacerlo de esa manera.
Después de todo, si ya se había metido en ese embrollo tan extraño sobre avergonzar a Kim SeokJin, no le quedaba otra opción más que intentarlo...
Tal vez, si lo buscaba eso le daría más oportunidades. Aunque no fuera algo que realmente creyera poder lograr, menos cuando todo lo que se decía -más farándula que otra cosa. -, hablaba sobre dinero: dinero por aquí y dinero por allá.
Acaso, ¿Lo único bueno de Kim SeokJin era su dinero? JiMin no entendía como eso podía interesar tanto. Si el tuviera dinero estaba seguro de que entonces su familia no sería tan unida, ciertamente, los ricos siempre tenían un defecto en la familia o en cualquier otra cosa. Claramente, cuando ves cosas así, sabes que el dinero no puede comprarlo todo.
Sin embargo, después de artículos incorregibles de farándula escandalosa sobre el primo -ya que SeokJin no parecía muy dispuesto a los espectáculos y el fan service. -, pudo encontrar algo interesante.
Al parecer, no todos somos lo que realmente queremos ser. Algunas veces, nuestro pasado, puede malversar nuestro futuro.
Y tal vez, una vergüenza pasada pueda ser traída de vuelta.
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