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02: Obediente

El Alfa le sonrió. Una sonrisa malvada. Una sonrisa de encuentro con el primer infierno... y JiMin se sintió desfallecer, apretando el borde de la camisa que traía puesta y desviando la mirada del zafiro castigador del imponente alfa.

—Soy el CEO, Kim SeokJin. —Dijo. JiMin lo observó por el rabillo del ojo inclinar la cabeza suavemente. —Supongo que ya sabe porque está aquí y ahora procurará ser rápido en su explicación, ¿Verdad?

El Omega tragó saliva. —Sí.

—Bien. —Desvió los ojos azules a las hojas sobre la mesa, tomando una entre el montón. —Su compañero y las señoritas han dado respuesta a la situación, sin embargo, las opiniones sobre el hecho han estado divididas. —Sonaba poco interesado, cruzando los dedos y apoyando los codos sobre el escritorio. JiMin observó la camisa blanca hincharse por los músculos de los brazos; el pecho también abultado. —¿Podría contarme, por cuarta vez, como pasó todo esto?

—Yo... —JiMin titubeó, tragándose el pesado nudo en la garganta. Intento mantener los ojos fuera de los atractivos bultos. —Era un día bastante común. Las señoritas llegaron a la tienda y mi compañero, HyungSik, se encargó de atenderlas. —Dijo. La beta rubia levantó una ceja. —Escuche el disturbio y me acerque para evitar que llegara a mayores. No supe los motivos pero, las señoritas me dijeron que mi compañero había sido descortés. HyungSik lo negó. —El CEO asintió con delicadeza propia de un multimillonario engreído, tomando el bolígrafo a un lado de su mano. —Intente razonar con ellas, aún así, parecían poco interesadas en cooperar y, la señorita... —Señaló a la pelirroja. —Me lanzó su café encima. En ese instante mi compañero reaccionó mal y se... Lanzó sobre ella. La otra chica, en vista de que no podía hacer nada por su amiga, me golpeó en el ojo. HyungSik la tomo por detrás y accidentalmente rompió su camisa.

—¡¿Accidentalmente?! —La rubia gritó. El CEO no parecía perturbado en lo absoluto. —¡Lo hizo intencionadamente!

—Señorita Lee. —El alfa llamó y JiMin vio a la beta encogerse. —En lo que me ha contado, dijo que el personal las ha atacado primero. Ahora, no ha puesto objeción alguna cuando el joven Park ha dicho que su amiga le tiro su café encima.

La beta abrió la boca, volviendo a cerrarla nerviosamente. Soltó una risita sin gracia y tambaleó los dedos sobre su rodilla.

—Claro que nos ha atacado primero, solo que...-

—De igual manera, creo que las pruebas están a la vista. —Dijo. Se giró y centro su atención en el Omega. —¿Puedo ver su ojo, joven Park?

JiMin apartó la compresa bajo el ojo crítico del alfa e hizo amago de todas sus fuerzas para no temblar cuando las piernas se le volvieron gelatina ante los ojos que se deslizaron a su pecho, examinando la mancha de café.

El Alfa suspiro, volviéndose a las betas. —¿Seguras que, con todo en contra, desean seguir con esto, señoritas? —Dijo. JiMin admiro su perfil duro y pretencioso. —Las cámaras de seguridad de la tienda también tienen un relato interesante que contar, ¿Quisieran escucharlas?

JiMin deshizo la sorpresa, tirándola hacia algún lado. Maravillado, clavó los ojos con más ahínco en los rasgos definidos del alfa; detalló la nariz perfilada, los labios esponjosos y rosas con las comisuras púrpuras, el cabello negro como el carbón que descendía por la nuca en un largo que enmarcaba los ojos grandes y zafiros... El cuello largo y blanco, suave a la lejanía de las manos curiosas de JiMin. Todo en el Alfa gritando masculinidad bajo la fachada de delicadeza y modales refinados.

JiMin se estremeció sin sentido, mordiéndose los labios y humedeciéndolos con hambre recién despertada. Y quiso reírse cuando se dió cuenta de que estaba calificando el atractivo de quien el resto describía casi como un demonio. Quizá, demasiado perdido en sus abrumados pensamientos había pecado de imprudente, casi gimiendo cuando olió la furia en oleadas incendiadas provenientes del alfa.

Olía delicioso. Olía fuerte y dominante.

A JiMin le encantaba lo dominante...

Se le escapó una risita con poco chiste, confundido con el enredo en su cabeza.

—¿Algo que le cause gracia, joven Park? —JiMin parpadeó, paseando los ojos por la oficina y percatándose de la mirada asesina del CEO encima suyo. JiMin vio algo malvado ahí. Demasiado oscuro. Y le encantó.

—JiMin... —El señor Han dijo, su voz temblorosa. —Esto es serio.

—Señor Han, si hay algo que le parezca divertido a su empleado creo que merezco saberlo. —SeokJin se acomodó el traje. Furioso, los músculos se apretaron contra la camisa.

—Señor, creo que JiMin no quiso...-

Fuera.

JiMin sintió las piernas dejar de sostenerle y se sostuvo de la mesada para no caer contra el suelo. Las betas se estremecieron y el señor Han parecía luchar, girándose a la puerta con la mandíbula apretada.

—Ustedes dos también. Ya resolveremos esto.

No tuvo que repetirlo dos veces. Las betas salieron corriendo antes de que tuviera oportunidad el señor Han siquiera de abrir la puerta y el alfa giro a verlo, con la cabeza gacha. La puerta se cerró detrás de él.

JiMin nunca había visto la voz de un alfa afectar a otro.

—Me dirá, Omega, ¿qué le ha parecido gracioso? —Dijo con los dientes apretados. Torció la boca en una sonrisa. —Debió ser muy divertido, ¿Por qué no lo comparte?

JiMin cerró los ojos con la barbilla sobre el pecho, las manos sobre la mesada la sostuvieron más fuerte. El Alfa golpeó la mesa con la mano abierta y el sonido hizo eco. Estremeciéndole.

Mírame. —Ordenó. JiMin lo hizo, levantando la cara con temor placentero y abriendo los ojos de par en par. —Te he hecho una pregunta. Responde.

—De mí mismo. —Su voz temblaba. El alfa levantó una ceja. —Del... Enredo en mi cabeza.

—¿Y creíste que era el mejor momento para reírte? —SeokJin bufó. —¿Cuánto tienes aquí?

JiMin se humedeció los labios. El tono ponzoñoso hizo estragos en su revuelto Omega. —Tres semanas y media.

—Tres semanas y media... ¿Muy poco no crees? Librarse de ti no sería difícil.

JiMin aferró los dedos a la madera y un crujido feo lleno la habitación. El alfa le sonrió y tomo una hoja del escritorio; observándola con desinterés.

La tiro al suelo con ojos oscuros en JiMin.

—Recogéla. —Dijo. JiMin retuvo el aliento.

Un latido paso.

Recogéla.

Se estremeció y su Omega acato la orden, moviendo su cuerpo tembloroso hasta la hoja. Arrodillándose la tomo y levantó los ojos al intenso mar azul en los ojos del alfa, extendiéndosela con una mano inestable. JiMin no quiso disfrutarlo... Malsanamente lo hizo, regocijándose en la veracidad peligrosa de la mirada ardiente del otro.

Apretó las piernas; intentando controlar a su Omega que revoloteaba en su interior, contento. Feliz de ser dominado.

Excitado.

JiMin tragó saliva. —El uso indiscriminado de su voz alfa es ilegal.

—¿De verdad? —SeokJin no parecía afectado de ninguna manera. —Soy asquerosamente rico, ¿Lo sabías?

—Usted está cometiendo un delito usándola contra mí.

JiMin noto diversión en la mirada del alfa cuando se reclinó en la silla. Lucho por no mirar como el pantalón se apretaba en los muslos y se hinchaba más arriba. —Levántate.

JiMin se levantó, aún cuando el tono alfa no estaba dentro de la orden. Se apartó y miró al otro fijamente a los ojos, su Omega temblando dentro, muy entusiasmado en lo profundo. Sintió las piernas húmedas y JiMin enrojeció, abriendo los ojos de par en par.

SeokJin olisqueó con disimulada mueca. Frunció las cejas. —¿Qué es esto?

JiMin se sentía muy caliente como para responder. Tragándose el gigantesco nudo apretó las manos tras la espalda, tratando de resistir el instinto de lanzarse al alfa y pedirle que lo follara. ¿Qué tan vergonzoso era eso? Excitado frente al jefe de los jefes, con su entrada chorreando lubricante y su yo más íntimo jadeando necesitado. Solo porque era todo lo dominante que había soñado. Solo porque no era el tipo de alfa que se molestaba en tratarlo con manos de seda. Solo porque era grosero y engreído y eso le gustaba. Le gustaba demasiado.

JiMin perdió el aliento cuando el alfa frunció los labios, las feromonas sexuales que estaba liberando y cargaban el ambiente apretando aún más, si era posible, la camisa al pecho del otro. El Omega se tambaleó, humedeciéndose los labios con ímpetu morboso.

Desesperado apretó las piernas y pensó una excusa cualquiera.

—Estoy... Cerca de mi próximo celo. —Dijo, avergonzado.

El alfa no parecía descontrolado cuando se acomodó en la silla, paseando las manos fastidiado por el escritorio. Acomodando el montón de papeles.

A JiMin le encantaron sus manos cuando les dio un vistazo.

—Debería comenzar los trámites para solicitar el permiso por celo. —Dijo. JiMin se estremeció por su voz apacible. —Puede marcharse. Haré que el señor Han le informe sobre su posición.

JiMin asintió, corriendo a la puerta y deteniéndose frente al pomo cuando el alfa carraspeó detrás de él.

—Intente ser más obediente. —Murmuró suavemente. JiMin sintió su mano temblar. —No soy alguien a quien le guste ser desobedecido.

JiMin abrió la puerta y la cerró tras su espalda, suspirando.

Queriendo obedecer a ese alfa en todo.

Queriendo ser dominado por él.

Sintió la humedad deslizarse otro poco y retuvo un gemido.

—¿JiMin? —Llamó. JiMin levantó los ojos al señor Han, avergonzado cuando el alfa frunció la nariz.

Fue el momento perfecto para salir corriendo. Y lo aprovechó.

—¡Hey! —HyungSik gritó. —¡¿A dónde vas?!

—No puedes hablar en serio, Park JiMin. —Rió, histérico. —Excitarte frente a tu jefe, eso es... ¡Que desastre!

Sintió a su Omega todavía alborotado y soltó un gruñido.

—Tú tampoco me ayudas. —Irracionalmente dijo, consciente de que seguía hablando consigo mismo.

JiMin se removió sobre el inodoro, sintiendo el cubículo demasiado pequeño como para permanecer más tiempo ahí metido. Escondido de las consecuencias que había traído el no hacer uso de su auto control; independientemente de si la voz alfa había sido un factor sorpresa...

Se suponía que esto no debería estar pasando. Se suponía que el uso de la voz alfa era completamente ilegal.

«Soy asquerosamente rico, ¿Lo sabías?»

Tener tanto dinero seguramente le había dañado el cerebro a ese alfa, metiéndole ideas de superioridad que nadie se atrevería a contradecir. Después de todo, engreído o no, el hombre era millonario. Callar una boca no debería ser un problema del que preocuparse y quién sabe, tal vez, comprar una sonrisa tampoco sería mucho alboroto.

Bufó. A JiMin le estaba quedando más que claro que el dinero lo estaba moviendo todo. Seguramente el señor Han también se haya dejado manejar por él. Por sucio y poderoso dinero. Lo peor era que JiMin no podía criticarlo. ¿Cómo lo haría? Él se acababa de excitar solo porque una voz amenazante le estaba dando órdenes. Eso era aún peor y si no lo era, probablemente, estaría cerca.

—JiMinie... —A los lejos escuchó. —¿Estás aquí?

—No.

Probablemente no había sonado muy convincente, pues HyungSik tocó la puerta del cubículo con el puño.

—¿Qué haces ahora? —Preguntó. JiMin lo percibió genuinamente interesado.

Vaya cotilla.

—Es un baño, ¿Qué más podría estar haciendo? —Resopló. El beta se rió.

—Podrías estar teniendo una crisis.

El Omega frunció el ceño. —Yo no tengo crisis.

—Para todo hay una primera vez.

HyungSik se calló y JiMin se dio cuenta de que el silencio era curioso, tediosamente curioso. Suspiró y se movió, abriendo la puerta y mirando al beta fijamente. HyungSik balanceo las manos.

JiMin se sentía irritado. —¿Qué? Si tienes algo que decir, dilo.

—¿Por qué saliste corriendo así? —Soltó, devolviéndole la mirada fija.

—¿Uh? —JiMin parpadeó, alejándose un paso. HyungSik entrecerro los ojos. —Yo... —Se calló. Sin palabras.

Decir lo que realmente había pasado no era una opción.

—Vamos, eres demasiado evidente. —Dijo. JiMin suspiró resignado, hubiese sido un milagro si el beta no hubiese notado su excitación cuando huía de la oficina principal. —Claramente, tuviste una crisis al enfrentarte a ese alfa. ¡Dios mío, era aterrador! —Gritó. Movió exageradamente las manos sobre su cabeza. —Me asustó a morir. Claro que también te asustaría a ti, ¡Es natural!

Asustado... ¿Asustado?

JiMin parpadeó, aturdido.

—¿Disculpa?

—Hey, escucha... —HyungSik puso una mano en su hombro. JiMin la miro como si fuera una quinta cabeza. —Sé que desde la reforma para omegas es extraño conseguir un alfa que sea tan grave pero, aún quedan de esos idiotas.

La reforma para omegas, claro, esa reforma había cambiado la percepción que el mundo tenía. Desde que era ilegal el uso de la voz alfa, la imponencia indiscriminada y los matrimonios por mordida —de acuerdo o no de acuerdo el Omega—, las cosas se habían puesto tensas. Los alfas ya no eran dominantes y peligrosos, en su gran mayoría.

Pero ese Kim SeokJin... ¿Estaba permitido siquiera pensar en él como un ese? Parecía ser demasiado como para llamarlo así aún en pensamientos. Parecía incorrecto. Parecía como si en cualquier momento abriría la puerta y lo miraría con esos penetrantes ojos zafiros.

—¿JiMin?

Miro a HyungSik y se sonrojó. Apretando los labios y evitando internarse en su embrollada cabeza de nuevo. —Lo siento. Tienes razón, me ha dejado descolocado. —No era una completa mentira y no se sentía como una. Una verdad a medias, a veces, era mejor que una mentira a enteras.

—¿Estás pensando en ese dicho tan extraño e inexistente otra vez?

—¿Umh?

—"Una verdad a medias es mejor que una mentira a enteras." —Dijo. HyungSik parecía divertido y JiMin estaba asustado realmente. —Haces extrañas muecas cuando mientes...

¿Había podido notar eso en tres semanas y media? ¿Cuánto había pasado, mirándolo...?

—Lo que digo es, —HyungSik se rió, nervioso. —que seguramente ese alfa te asustó a cagar, más que solo descolocarte.

JiMin prefirió asentir solamente.

—Descuida, no es como si ahora nos vigilará en todo lo que hacemos. —Razonó. —Probablemente te de un castigo igual de insignificante que el mío y olvide que todo esto paso al día siguiente.

«Olvide que todo esto paso al día siguiente.»

JiMin se estremeció cuando se dió cuenta de que la idea lo perturbaba más de lo que lo tranquilizaba.

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