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2.

Voten y comenten mucho. Marquen las faltas de ortografía pliss.

.

Regresar a la casa donde creció a veces le parecía nostálgico, pero eso desaparecía en cuanto su padre comenzaba a hablar y lo único que quería era regresar a la comodidad de su propia casa.

Es por eso que cada que recibía una llamada de su madre invitándolo a comer pensaba demasiado su respuesta.

Igualmente nunca podía decirle que no a su linda madre, ella no tenía la culpa de que tuviera una relación de mierda con su papá.

No era tan malo, pero a Harry le encantaba dramatizar las cosas.

Cómo también le encantaba el pay que Sarah preparaba exclusivamente por petición de él.

Estaba sentado en la cocina viendo a su progenitora ir de un lado a otro preparando la comida, se había ofrecido a ayudarle pero ella se negó y lo obligó a sentarse, hasta lo llevo del brazo y puso frente a él una rebanada de ese delicioso pay de fresa. Ella hablaba mucho, siempre tenía algo que contarle, y él siempre estaba dispuesto a escucharla.

Alegaba que era una comida importante por que vendría un socio de Miles y su familia, al parecer se hicieron amigos y el alfa no tardó en presumir lo rica que era la comida de su omega, lo que terminó en una invitación a su hogar. Y como una buena familia, Harry debía estar ahí.

-Pero cuéntame, amor, ¿Cómo va el trabajo? Yo ya hablé mucho de mi y ni siquiera te pregunté cómo iba todo.- miró a su hijo con una mueca de disculpa.

Harry sonrió dulcemente y contestó:- No hay problema, me gusta escucharte. Y bien, todo está yendo bien, solo aumentó un poco las últimas semanas.

No le gustaba mucho hablar de su trabajo, no era algo que le entusiasmara y por eso es que resumía todo a un simple: "Si, esta todo bien".

-Eso es bueno, cariño.- le sonrió.- ¿Cómo está Niall? Hace tiempo que no lo veo.

-Hum, bien, está saliendo con alguien recientemente, no me ha querido presentar por qué no sabe si es seguro.- corta un poco del postre y lo lleva a su boca. Ve a su madre asentir y darse vuelta para volver a lo suyo.

-¿Y tú?- pregunta casualmente.

-¿Yo?

-Si, ¿No sales con nadie?

-Nop.

-Okey.- ella sonríe con seguridad.

Y Harry es observador o simplemente conoce muy bien a Sarah.

-Mamá.- advierte.

-¿Sí?- dice.

Ella ni siquiera lo mira, sigue en lo suyo pero puede sentir la mirada de su cachorro en la nuca. Para el alfa, era obvio que algo le está ocultando.

Nunca le ha ocultado algo, ni siquiera cuando su padre tenía planeado llevarlo a una escuela de alfas, ella se lo dijo inmediatamente bajo estrictas órdenes de Miles de guardar el secreto. Lo iban a llevar a la fuerza si se negaba.

Pero ahora siente que algo va mal por qué su madre no lo está mirando, está en silencio y hay algo que no le quiere decir.

Entonces su cabeza empieza a trabajar y de repente lo está intuyendo.

-Dime que la estúpida cena no es para presentarme algún estúpido omega.- dice con dureza. Se arrepiente de su tono al instante cuando Sarah voltea a verlo con el ceño fruncido.

-Edward, analiza bien con quién estás hablando, soy tu madre.- él asiente y murmura un bajo 'perdón'. Entonces ella suspira y toma asiento frente a su hijo.- Cariño, me preocupas.

-¿Por qué? Yo estoy perfectamente bien.- cruza los brazos a la altura de su pecho y se recarga en el respaldar.

-No lo estás. Necesitas a alguien que esté a tu lado, amor.

-Estoy bien, no me ha pasado nada ni me pasará, no necesito a nadie.

La omega decide terminar con la conversación porque no quiere discutir con su hijo, al menos no tan pronto.

Pasan las siguientes horas hablando de cosas sin sentido, cosas que han hecho a Harry olvidar el mal rato y sus teorías sobre el plan de su padre.

Pero entonces el último llega y junto a él vienen más personas. Sarah le pide a Harry que le ayude a preparar la mesa, tienen una amena plática cuando también le ayuda a tomar varias copas de la cocineta. Cuando van de vuelta al comedor, se encuentran con Miles y las otras personas.

Son una pareja y al parecer sus hijos, una niña pequeña y otro chico más grande, como en sus veintes.

Claro.

Por supuesto que estaban tratando de conseguirle una pareja. No hubo siquiera necesidad de que se lo dijeran directamente, con una sonrisa coqueta de parte del omega hacia su persona, lo supo. También supo que el chico sabía a lo que venía, estaba claro que ya le habían hablado de él.

Con una mierda. Pensó.

-Ella es mi dulce esposa, Sarah.- presentó a la mujer, quién amablemente se acercó a saludar.- Y él es mi hijo Harry.

A regañadientes se acercó, tendió su mano para saludar, la niña le sonrió dulcemente mientras batía las pestañas con la cabeza inclinada hacia arriba y decía:

-Eres muy grande.- le regaló una linda sonrisa genuina y asintió en acuerdo con ella.

Al momento de saludar al chico, este apretó su mano y ladeo una sonrisa coqueta, se alejó luego de unos segundos cuando no vio indicios de ser soltado.

Para su suerte, la cena fue bastante bien, respondía con educación a las preguntas que la pareja le hacía y a las de la pequeña Madison, era una niña muy curiosa.

Pero su suerte le duró muy poco, las preguntas incómodas comenzaron a llegar y él quería salir corriendo de ahí.

Tuvo que soportar horas de preguntas y comentarios estúpidos, a su padre con sugerencias hacia Elliott, el hijo de los amigos de Miles. Fue todo un martirio, Sarah lo miraba disculpándose, nunca creyó que su madre se prestaría a esas cosas, estaba tan incómodo.

Tuvo que irse antes, ya que no se sentía bien, tenía un dolor de cabeza que hacía sentir su cuerpo pesado.

Al llegar a la seguridad de su casa, y con un horrible calor creciendo dentro de él, se despojó de su ropa con desesperación. Fue al baño y llenó la tina que pocas veces usaba, se metió al agua fría para calmar el infierno en que se convirtió su cuerpo.

Tal vez debería hacerle caso a Niall y conseguir a alguien que le ayudara con su celo, a una de esas empresas especializadas en esas situaciones. Pero no lo haría ésta vez, ya sería para la próxima.

Solo esperaba que ésta vez no se desmayara a medio celo.

                                 °•°•°

Así que, varios días después cuando despertó con una toalla en la frente y unos ojos azules mirándolo con preocupación, supo que sus deseos no fueron concedidos.

-Esto no es normal.- exclamó el chico con el ceño fruncido.

-Dejalo, no pasa nada, no creo que sea grave.- respondió con la voz ronca aún tumbado en la cama.

-Es que... No puedo dejarlo, conozco a muchas personas, de diferentes castas y no creo que para ellos sea normal que en pleno celo te desmayes de dolor, ¡Yo soy un alfa y nunca me ha pasado!.- trató de explicarse.- No voy a dejarlo pasar, Harry. Irás a un doctor quieras o no. Yo mismo te haré la cita.

-Niall, no es...

-Cállate, ya dije. Buscaré un doctor e iré a prepararte algo de comer.- lo siguiente fue salir de la habitación de su amigo.

El rizado se quedó acostado en su cama, le costaba un poco moverse, el cuerpo lo sentía pesado, los músculos le dolían junto con la mandíbula y la cabeza, estaba hecho un desastre.

Los últimos tres días de su vida fueron horribles.

Una hora después, con todo el esfuerzo que pudo reunir, salió de la cama, tomó un buen baño y bajó a su cocina donde Niall ya tenía preparado todo el almuerzo.

-Tu cita será el martes a las 10.- le informó viendo su móvil.

-No puedo, ese día debo trabajar como cualquier otro.- respondió con fastidio.

-Pues entonces pides un permiso.

-Niall.- gruñó.

-Harry.- le gruñó de vuelta.

Ambos se desafiaron con la mirada, uno de ellos con instinto protector y el otro con instinto defensivo.

Por naturaleza, ninguno quería ceder ante otro alfa, ambos sabían que ésto no era por desafiarse y tal vez ese fue el motivo por el cual Niall se apartó primero.

-Escucha Harry, me preocupa tu salud.

-Estoy...

-¡No estás bien!- interrumpió.- Lo sabes ¿Por qué te niegas a aceptarlo?- miró a su amigo quien mantenía la cabeza gacha, iba a volver hablar pero Harry lo hizo primero.

-Los verdaderos alfas no... No son...

-Saca esa mierda de tu sistema.- exclamó firme.- no se que ibas a decir y no me interesa saberlo si es un comentario prehistórico. Somos humanos también, no somos malditas máquinas. Tenemos derecho a estar mal.

Desconocía por completo esa mentalidad de su mejor amigo, se conocían desde hace años y jamás le oyó un comentario así. Y nunca se le pasó por la cabeza, porque Harry era lo que se podía decir un alfa moderno, sin machismos, nada que tuviera que ver con ese tipo de temas.

-¿Quién te dijo eso, Harry?- el rizado tardo en contestar.

-Miles.- respondió encogiéndose de hombros.

-¿Qué? ¿Miles?

-Aunque no lo creas tiene tendencias retrogradas. Y soy su único hijo alfa, ¿Qué creés que me tocaba, eh?- dijo con ironía.

-Bueno, ¿Y te has creído toda esa estupidez?- entrecerró los ojos aún mirándolo.

-Últimamente.

-¿Cómo, últimamente?

-¿Ahora eres psicólogo?

-De ser necesario lo seré.

-En ese caso está mal darle terapia a un conocido. ¿No sabías eso?- tomó un sorbo a su café.

-Estas evadiendo.- miró a su amigo encogerse de hombros.- está bien si no me lo quieres decir, igual irás a esa cita y veré si te consigo una para que vayas a terapia.

-¿Qué mierda, Niall?

-Necesito que te saques esas ideologías tontas de la cabeza, no es bueno para ti. Ni para la humanidad.- se levantó con su plato en las manos y fue a la cocina, volvió y miró a su amigo.

-No se que pasa, nunca he dejado que sus comentarios me afecten, Sarah no lo permitiría pero...- se pasó las manos por el rostro con frustración.- no deja de joder con que ya es tiempo de que forme una familia y que debería tomar mi puesto en su maldita empresa como su maldito heredero.

Niall se acercó y paso un brazo sobre los hombros de Harry, lo acerco a su pecho y comenzó a acariciar sus rizos húmedos.

-No sabía que así de mal estaba la situación de la familia. No tienes que hacerlo si no quieres, Harry.- explicó con calma.

-Lo sé.

Se quedaron unos minutos así, les recordaba a cuando ambos iban a la universidad y Harry se iba de casa de sus padres al departamento de Niall cada vez que peleaba con Miles.

El hombre tenía sus cosas buenas, era cariñoso y atento a su familia, jamás se aprovechó de su casta para controlar a sus hijos o esposa. Sin embargo, aún tenía ideologías retrogradas, quería inculcarle los mismos valores a su hijo alfa que le enseñaron a él: casarse, un lazo, formar una familia y en su caso, seguir los pasos de su padre en la empresa familiar.

A Harry no le gustaba la idea de dirigir una empresa, no le gustaban las finanzas, la administración. No le gustaba ser jefe.

A él le gustaban las flores y todo sobre ellas. Habría sido feliz si hubiera estudiado la carrera de Botánica. Amaba con locura las plantas y su funcionamiento.

Pero también amaba a su padre y una demostración de eso era su licenciatura en administración y su muy infeliz puesto de trabajo en una empresa ajena a la de Miles.

La paga era muy buena, no podía negarlo y su puesto era reflejo de su buen desempeño, porque a pesar de que odiaba su profesión no iba a hacer su trabajo mal, de él dependía otro montón de gente.

-Si quieres puedo acompañarte a la cita.- le sugirió el alfa rubio sacándolo de sus pensamientos.

-Ah, sí. Estaría bien.- se retiró del pecho ajeno y le sonrió. Recibiendo a cambio otra sonrisa deslumbrante de dientes blancos.

                                 •°•°•

-No lo puedo creer.

-Yo si, te hace falta amigo, hace bastante tiempo que no lo haces. Estoy seguro.- sacó una barrita de chocolate de su chaqueta y le ofreció a Harry quien negó.

-Es que... ¿Si quiera es legal?

-Es simple, Harry. Solo te hace falta follar, le has negado necesidades primarias a tu alfa.

Harry hizo una mueca, siguió caminando por el estacionamiento hasta llegar a su auto.

Acababan de salir de su cita y por muy extraño que parezca su receta médica tenía escrito en garabatos: *al menos una actividad sexual a la semana durante un mes en la espera de la siguiente cita.

Entonces, ¿Solo necesitaba sexo?

Pero no era todo, porque en palabras médicas y profesionales, su alfa carecía de necesidades básicas, una de ellas era procrear, lo cual no era demasiado explícito. También le recetaron píldoras con hormonas alfa para su celo, ayudarían a que no fueran tan fuertes si es que no quería pasarlo acompañado.

Programaron una siguiente cita dentro de un mes para saber su diagnóstico a la reacción de su alfa a las relaciones sexuales, a partir de ahí se procesaría su caso.

Al estar dentro del coche y en marcha, pensó con más profundidad en como haría eso del sexo si no conocía a nadie.

Podría llamar a esa agencia especial y contratar a alguien... ¡Por Dios, no!

Suena horrible y aún así no cree funcionar a la presión, le va más lo improvisado y al contratar a alguien lo sentiría como muy planeado.

O tal vez podría quedar con la señorita del departamento de diseño que le ha estado coqueteando e invitando a salir...

¡Claro que no!

No le daría falsas esperanzas a la pobre mujer, además no le atrae ni siquiera de esa manera.

Probablemente debería dejar fluir las cosas, a fin de cuentas Harry era como un imán, atraía a las personas como si fuera la última gota de agua en el desierto.

-Creí que me iba a recetar un montón de medicamentos. Y solo fue... Eso

-Bueno, tiene un poco de sentido si lo piensas bien.- miró a Harry un segundo antes de volver la vista a la carretera.- sería como una prueba, ver cómo reaccionó tu cuerpo después del tratamiento.- sonrió. Escuchó la risita que soltó Harry.

-Bueno, supongo que sí tiene algo de sentido.- de encogió de hombros.

-¿Vamos por pizza? Luego a tu casa.

-¿Mi casa? ¿Por qué la tuya no?

-Me gusta tu casa.- giró en una calle, a unos metros podía divisar la pizzería.- Recuérdame por qué no vivimos juntos.

-Eres muy ordenado, no te gusta la tierra y eso es lo único que hay en la mía. Además de tu vida sexualmente activa, no creo sentirme cómodo viendo alfas desfilar cada fin de semana por la casa.

-Oh Harry, ¿pero quién dijo que viviríamos en casa?- miró a su amigo con una sonrisa burlona.- Yo no llevaría a mis alfas a casa, ¿crees que sería seguro para ambos? Algunos son muy intensos.- entró al estacionamiento y en seguida aparcó.

-¿No los llevas a tu casa?- salieron para caminar hacia el local.

-No. Siempre al hotel.

Entraron al lugar enseguida inhalando el aroma característico del pepperoni y el queso. Harry asintió sonriendo de lado y se acercó a la barra murmurando un bajo: "inteligente".

                                 •°•°•

Eran casi las 8 de la noche cuando el omega ingresó al establecimiento, el aroma le hizo agua la boca y con entusiasmo se acercó a la fila a hacer su pedido.

Acarició su enorme barriga de ocho meses y medio suavemente mientras avanzaba y cuánto más se acercaba podía sentir la anticipación de tener una mordida de la pizza deliciosa degustando en su boca.

Al no tener alfa y con Liam trabajando, debía conseguir sus antojos por si mismo. Excepto por los antojos de madrugada, su amigo se había ofrecido a conseguirlos cuando los tuviera pero Louis se negaba, llegaba lo suficientemente cansado después de un largo día de operaciones y cosas médicas para levantarse a mitad de la noche y conseguirle un capricho.

Pronto pidió su orden a la señorita de la barra y fue a sentarse a una de las mesas.

Sintió un movimiento en el vientre seguido de un dolor no tan doloroso. Llevó su mano para masajear la zona y tratar de calmar a su cachorro.

-Ya está bebé, pronto llegará nuestra comida.

Tan rápido como termino de hablar, su celular vibró en la mesa, al levantarlo y desbloquearlo observó el mensaje que el alfa le había dejado.

De Liam: "Sé dónde esás, estoy viendote por la ventana."

Jadeó y miró hacia un lado y efectivamente, ahí estaba Liam con una expresión seria negando con la cabeza. Le sonrió inocente, lo observó suspirar y caminar a la entrada.

-Sabes que no puedes comer éstas cosas.- le reprendió en cuanto estuvo sentado frente a él.

-Una vez no hace daño. De todos modos, ¿Cómo supiste que estaba aquí?

-Paso por aquí todos los días de camino a casa, no fue difícil reconocerte.

-Debes mantener la vista en la carretera, no en lo que está a su alrededor.- dijo rodando los ojos.

-Y tu debes decirme cada vez que sales, estás en fechas de posible parto es peligroso que estés solo.- siguió regañando a su amigo. Una de las empleadas llegó con la orden del omega y pudo jurar que sus ojos azules se iluminaron al ver la caja ser dejada en la mesa.

-No pasó nada, Liam.

El ojimiel suspiró de nuevo con una pequeña sonrisa cariñosa apareciendo en su rostro.

                                •°•°•

Ocho horas más tarde se registró el nacimiento de una pequeña cachorra llamada Aimée Tomlinson.

Liam rió con la cara sonrojada, pequeñas gotas de agua en las esquinas de sus ojos y la bebé en sus brazos por el comentario de su mejor amigo:

"Tienes una buena puntería, Liam."


                                 •°•°•

Y este sería más o menos un vistazo a la vida de H.

¿Cómo les va pareciendo? ¿Hay dudas?

Eso es todo, nos vemos en el próximo capítulo;)

Sin más:

All the love, Pau. Xx.

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