Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

XI

Mentiroso uno y Mentiroso dos


— Responde, cariño — Katsuki veía a mi compañera como sí concentrándose lo suficiente pudiera hacerla desaparecer. Me habría resultado gracioso de no haber sido por lo que había dicho antes de eso. — ¿Lo entiendes o no?

Kinoko asintió con movimientos torpes, bastante asustada hasta para mirarme. Con la vergüenza en sus ojos se disculpó y salió corriendo del lugar tan pronto que ni siquiera pude intervenir.

¿En serio esto acababa de pasar?

Sin mucha prisa giré en dirección a Katsuki, intentado reunir paciencia de alguna parte muy en el fondo de mi.

Él estaba de pie a menos de un metro a mi derecha, viendo por donde se había ido Kinoko con una cara de verdadera novia celosa, de perro cuidando su hueso, como si en serio le estuvieran intentado quitar algo y él estuviera marcando su territorio con ese ceño fruncido y pose en alerta.

Después giré hacia mi hermano y cruzamos miradas.

Hasta el momento Denki no había dicho nada, solo observaba a su alrededor con un No entiendo lo que está pasando marcado en grande sobre su frente. Normal, considerando que era la primera vez que el veía y escuchaba a Katsuki.

— ¡Por fin se fue! — suspiró aliviado mi ángel caído personal. — En serio que chica tan más molesta.

— Eres un imbécil — fue todo lo que pude responder.

— ¿Ah? — me enarcó una ceja con recelo. — ¿De qué hablas? ¿En verdad querías estar de pareja con ella?

— No, pero iba a decirle que si para no hacerla sentir mal.

— Pues mejor, te ahorre la mentira, amorcito.

— ¿Amorcito? — puse una mueca. — A ver a ver ¿Que es todo esto? Para empezar ¿Podrías explicarme por qué andas por ahí diciéndole a las personas que soy tu novio?

— Bueno, pues cuando tienes a una pareja del género masculino así se le dice; novio. No tiene tanta ciencia en realidad — se encogió de hombros.

— Ah, vale ¿Y se podría saber desde cuando soy tu pareja del género masculino? O sea, desde cuando somos novios porque yo ni enterado.

— Desde nuestro beso de ayer.

Katsuki me estaba volviendo loco, en serio. Cada vez me era más difícil no reventarle la cara de un buen puñetazo, aunque dudaba seriamente que algún golpe mío pudiera hacerle la gran cosa.

— No, no somos nada — le aclaré con fuerza. — Por si se te olvida te recuerdo que no tienes poder sobre mi y mi cuerpo, así que te recomiendo que me dejes en paz si no quieres faltar a tus propias reglas.

— ¿Sobre tu cuerpo? — soltó una carcajada sonora como si de verdad le hubiese hecho gracia, como si yo en serio le hubiese contado un buen chiste. — ¿Qué dices?

Aquello me hizo titubear.

— Si.. — traté de que la voz no me fallara pero ¿Por qué se burlaba? ¿No era cierto? ¿Me había equivocado en algo? — Tu no tienes poder sobre mi — le recordé, sonando mucho menos seguro de lo que me habría gustado.

— Pero decir que eres mi novio no es obligarte a nada, tampoco es meterme con tu cuerpo ¿O acaso te toqué? — una sonrisa asquerosamente burlona se le acentuó en el rostro. — Ya va, puedes decirle que no a mis besos pero no puedes hacer nada con mis palabras. Si digo que eres mi novio no estoy rompiendo ninguna regla, solo estoy siendo lo de siempre, un maldito mentiroso.

Tenía sentido.

Mientras estaba ocupado repasando sus palabras, Katsuki comenzó a acercarse de forma gradual hasta quedar sentado justo a mi otro lado.

Era cierto, no estaba rompiendo ninguna de sus reglas, solo estaba haciendo algo que día a día se hace tanto en la tierra como en el infierno; mentir.

— Mira, Izuku, mejor no lo pienses tanto — me dijo en un tono cariñoso. — ¿Por qué no aprovechas que me tienes aquí y que soy solo tuyo? — no me di cuenta de la cercanía entre ambos hasta que su mano empezó a repartir suaves caricias sobre la mía.

Sus ojos fijos en mi, el roce cálido en mi piel y la idea de que Katsuki tenía razón y no estaba faltando a ninguna de sus reglas, todo aquello junto se mezcló y me relentizó el cerebro momentáneamente.

Sin aviso, el caído se inclinó hacia enfrente tanto que pude sentir su respiración chocar contra mis mejillas. Unos centímetros más y nuestros labios se tocarían.

Me encontraba como en piloto automático, aún estaba procesando no solo lo que creía que iba a suceder, sino todo en general. Por unos segundos no me moví, genuinamente pensé que me iba a besar pero aún así no me moví. Me quedé en mi sitio, muy muy quieto.

Gracias a Dios - o a Lucifer en este caso - cuando sus labios estuvieron a punto de rozar los míos, Katsuki se detuvo antes de llegar.

Lo analicé confundido por no haber recibido su boca como segundos antes creí que lo haría. Sin embargo, el ya no me miraba a mi. Sus ojos estaban puestos en la persona detrás mío, observándole atentamente. De hecho, pude avistar claramente el rastro de caos en sus ojos mientras le observaba, como si viéndolo con atención pudiera presenciar en su retina todo el caos que le pasaba por la cabeza, las muchas ideas que le recogían a cien por hora el cerebro para entretenerse, por más peligrosas que fueran. El problema era que esas ideas no estaban reservadas para mi y aquello me hizo despertar de mi extraño trance y poner los pies en la tierra.

— Vaya, Kaminari. Es un gusto.

No, no a el.

De inmediato me cambió la expresión. Todos los músculos de mi cuerpo se tensaron al escuchar la voz del caído hablarle con esa nota filosa a mi hermano.

Lo busqué, giré y me encontré con Denki a mi otro lado, tan tan cerca de mi que me hizo temblar al ser consiente de lo tan tan cerca que yo estaba de Katsuki.

Denki se encontraba ahí, observando al caído con los ojos bien abiertos. Por un instante me alarmé al verlo temblar levemente en algunas partes de su cuerpo. Se veía atemorizado y en realidad no podía culparlo, la primera vez que yo había estado cerca de Katsuki casi me había meado encima del susto.

— Oye, hombre ¿No hablas? — Katsuki le entrecerró los ojos, de nuevo sin recibir respuesta por su parte. — Que extraño, juraría que eres el típico chico molesto que platica hasta por el trasero.

Denki continuó en silencio, recorriéndolo con miedo de arriba a abajo.

Me jodía mucho verlo así.

— Kami — lo llamé por lo bajo, intentado de algún modo transmitirle parte de mi calma. — Kami, vamos.

Lentamente y con cierto temblor, sus ojos se fueron despegando de la figura del caído hasta cruzarse con los míos. Finalmente habló, apenas en un hilo de voz.

— Izu, ¿El es?

— Katsuki. A tus servicios, cuñadito — se presentó a sí mismo el ser del averno.

— Escucha, Denki, no le tengas miedo. No puede hacernos daño. Recuerda lo que dijo Shoto.

— Tch tch tch — me interrumpió el muy idiota. — Creo que estás un poco confundido, Izuku, más bien no puedo hacerte daño a ti, pero a él.. — señaló con una sonrisa llena de malicia a mi hermano. — No sé, sería una pena que un auto pierda el control a eso de las tres de la mañana cuando Kaminari sale de un club con sus amigos y termine arrollado de una forma tan espantosa y cruel que al final ni siquiera puedan reconocer los restos de la persona bajo los neumáticos. Toda una tragedia ¿Verdad?

Denki tragó saliva.

— No serías capaz — le reté con todo el odio que pude reunir. Una cosa era meterse conmigo y otra con mi familia. Existían límites, límites que simplemente no podía tolerar.

— ¿Y por qué crees que no? — pero por su tono no parecía estar solo intentado hacerme enojar, no no no, el que estaba molesto era él y quería desquitarse conmigo, algo más peligroso aún. — ¿Qué te hace pensar que no dudaría ni un segundo en asesinar a quienes amas si me molestas de más?

El odio en su voz era tan palpable como el odio en la mía. Ya no había diversión en su cara, solo maldad, maldad y molestia, ambas dirigidas exclusivamente hacia mi.

— No lo harás porque te juro que si le pones un solo dedo encima o si algo le pasa y no hay a quien culpar, me meteré directamente en un recinto de monjes y encomendaré toda mi vida a Dios solo por ti. Seguro que tus jefes no estarían muy contentos sabiendo que a quien han mandado a corromperme ha terminado siendo la causa de que me meta en un monasterio.

— Mmm — Katsuki hizo amago de pensárselo, cambiando una vez más su actitud de forma tan repentina que parecía anormal. — Tienes razón, yo no lastimaría a nadie de tu familia — aseguró mucho más lindo y amistoso. — Quiero decir ¿Qué clase de novio sería si hiciera algo así?

— Que no somos novios, grábatelo — le gruñí. — Y hablo en serio, Katsuki. Tu tocas a mi hermano y yo te haré la vida imposible. Si tengo que cortarte el pene o las alas lo haré, no me importa si lo hago en este siglo o en el que viene, pero ten una cosa muy clara, entre tu y yo, yo soy aún más perfeccionista y rencoroso.

Hasta a mi me había sorprendido lo firme que había sonado, tan tan decidido que yo de haber sido él me la habría pensado más de dos veces.

El caído me observó un momento. Un brillo de curiosidad le bailó en los ojos, ensanchándole una sonrisa.

— Ahora ya vete — continué. — Quiero separarme de ti aunque sea en la hora del descanso.

— Pero yo quiero estar junto a ti hasta en la hora del descanso.

— Escucha ¿Qué mas quieres de mi? — estaba casándome mucho más de lo normal. — ¿No tienes suficiente con hacerme la vida más fea allá en clase?

— Ya te lo dije, cariño. Solo quiero que la pasemos bien. No tienes porque tratarme así — su tonito de falsa tristeza me hacía querer vomitar. — No entiendo porque eres tan malo conmigo cuando yo solo quiero eso, que seas feliz.

— Desde ya puedes ahorrarte tus jueguitos.

— No estoy jugando — su voz sonó tres notas más seria. — También necesito pasarla bien, yo también quiero divertirme.

Vale, eso tenía más sentido.

Me lo pensé, me lo pensé mucho porque lo único que quería era algo de paz para mi hermano. Al final suspiré, resignándome a lo que de momento parecía mi mejor opción.

— Por favor déjame  — pedí, intentado reunir la paciencia suficiente para no explotar ahí mismo. — Mira, ahora quiero estar con Denki, solos los dos. Después.. después en clase tú y yo podemos ponernos de acuerdo sobre lo del proyecto.

— ¿El proyecto?

— Si, alejaste a Kinoko porque estaríamos juntos ¿No? Quizá podríamos encontrar alguna manera de divertirnos mientras trabajamos en el.

El rostro de Katsuki se le iluminó en un parpadeo, aunque nada bueno podía venir de esa expresión. Sus ojos le brillaron con una chispa juguetona y su sonrisa se acentuó en una curva traviesa.

En menos de un segundo ya estaba incorporándose del asiento.

— Vaaale — puso las manos en señal de rendición, sin siquiera intentar ocultar lo contento que aquella idea lo ponía. — Me parece un buen trato — no me gustaba nada esa palabra viniendo de él; trato. Por el momento preferí no pensar mucho en ella. — Te dejo. Nos vemos terminando el descanso.

Antes de irse en un movimiento rápido se inclinó y me besó la mejilla.

— ¡Puajjj! — me limpié con el dorso de la mano poniéndole cara de asco. — ¡Te dije que nada de besos!

— No, dijiste que no querías besos en los labios. Lo especificaste así — me aclaró con una sonrisita ladina. — Además, no finjas conmigo porque recuerda que sé lo que sientes en realidad, y vamos, tú sabes que lo estabas esperando más que yo.

¿Acaso insinuaba que..?

Genial, se había ido. Me había dejado con las palabras en mi boca y el sentimiento de vergüenza en mi cara.

Ahora debía encarar a mi hermano. Debía verlo a los ojos después de.. lo que sea que haya sido ese teatrito de Katsuki. Y mierda, no quería no quería no quería.

— Izuku — como si Denki pudiera leerme el pensamiento me llamó a mi otro lado, haciéndome imposible hacer como que nada había pasado.

Únicamente atiné a girarme, poniendo una carita de tonto como; ¿Mmm? ¿Yo? ¿Me hablas a mi?

— ¿En serio era el? — al menos ya no estaba tan tenso. Denki se veía mucho más relajado ya.

— Es un idiota ¿No?

— No parece un idiota. En realidad se ve muy listo.

— Pues para mi si se ve como un idiota ¡Y no uno cualquiera, eh! Uno de los grandes.

Sonrió, aunque la sonrisa no llegó a sus ojos.

Ver a mi hermano de ese modo me hacía sentir como la peor persona del mundo. Gracias a mi, Denki, el chico más lleno de vida sobre todo el planeta estaba ahora apagado, como muerto.

Por un instante solo pude sentir rabia, rabia hacia Lucifer y todo lo relacionado a él. Después solo sentí tristeza, tanta pero tanta tristeza que mi pecho comenzó a doler.

— Oye — intenté hablar.

— ¿Si?

— Por favor no tengas miedo. Te prometo que si Dios no nos puede proteger, entonces yo lo haré. No sé cómo pero en serio lo haré. Nunca te he fallado, no lo empezaré a hacer ahora.

Denki enarcó una ceja, mirándome confundido. Después pareció como que por fin entendía y sonrió de una forma tan bonita que el dolor en mi pecho se detuvo un momento.

— Eres increíble — me dijo. — Aún crees que tengo miedo por mi.

— ¿Eh?

— Izuku, eres mi hermano. Te amo más que nadie en este mundo. Por quien tengo miedo es por ti.

Silencio. Como pocas veces en mi vida no supe que decir.

Solo una cosa me era clara, Denki Kaminari había sido el mejor hermano que podía haberme tocado. Si, mi madre se había ido, pero estaba seguro que se había encargado de dejarme en buenas manos, las manos de aquel niño rubio de cinco años que me hacía reír hasta que la panza me dolía, que me hacía compañía en los días lluviosos y que me daba los mejores abrazos cuando más los necesitaba.

Mi hermano y yo estuvimos juntos lo que restó del descanso. Cuando terminó, cada uno nos dirigimos a nuestras aulas a continuar con las clases.

Una vez dentro de Socioemocionales, lo único que quería era volver a salir por la puerta y largarme de ahí.

— Bien, espero que hayan aprovechado para pensar con quien harán su proyecto. En orden pueden irse presentando de dos en dos frente a la pizarra — indicó la señorita Nemuri. — Empecemos con Ibara y su pareja, después ellos elegirán quienes continúan y así sucesivamente con los que vayan pasando.

Mientras Ibara e Itsuka se dirigían hacia el frente, por inercia yo giré hacia el chico detrás de mi.

Katsuki estaba ahí, arrogante y burlón como siempre, viéndome directamente con otra de esas estúpidas y atractivas sonrisas ladinas adornándole la cara de diablillo que tenía.

Internamente me reprendí unas ciento diez veces por haber aceptado a pasar tiempo con el, aunque fuera por un proyecto escolar, igual significaba que le había dado un permiso, un permiso muy pequeño pero un permiso al fin y al cabo.

Continuábamos mirándonos.

No lo pensé mucho, como niño pequeño de esos que aún van al parque a subirse a los columpios, le saqué la lengua en señal universal de Me caes mal. Como respuesta, el me sacó la suya.

Si, que maduros.

Volví mi vista enfrente, con la cabeza bien en alto a pesar de haber hecho algo digno de preescolar.

Después de unos minutos, cuando ya se habían presentado unos siete personas, Iida, quien estaba en la pizarra junto a su pareja, me llamó. Dijo mi nombre.

No quise darle muchas vueltas al asunto. Mientras más rápido termináramos mucho mejor. Sin pensarlo me puse de pie y comencé a caminar hacia al frente. Podía sentir a Katsuki siguiéndome por detrás.

Para mi sorpresa yo no fui quien dijo la primer palabra. El ángel caído habló antes de que yo siquiera pudiera abrir la boca.

— Katsuki Bakugo. Es un gusto — se presentó con seriedad. — Mi pareja en el proyecto será Izuku Midoriya, mi novio — y en un gesto rápido alzó su mano atrayendo mi cabeza hacia su hombro, receloso de todos.

Perfecto. Lo que hacía falta.

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro