Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

VIII

¿El amor es como el Ajedrez?


— ¿Qué quieres decir? — la extrañeza en mi voz era obvia. No entendía muy bien a que se refería con todo lo que me acababa de soltar. — Déjame ver si entendí.. ¿Insinúas que corromperás mi alma.. haciendo que me enamore de ti?

— Así es — admitió, inflando ligeramente su pecho de orgullo. — Algo fácil y rápido.

De acuerdo..

¿Acababa de escuchar bien o tenía tanta suciedad junta en los oídos que las palabras de ese idiota se deformaban en mis orejas?

No pude evitarlo, me salió solo. Solté un bufido completamente incrédulo, como si fuera la cosa más absurda que había escuchado en días.

¡Es que sí que lo era!

Lancé una segunda pregunta con algo de diversión.

— ¿Y qué pasa si el que se termina enamorando de mi eres tu?

— Por favor.. esto no es Crepúsculo — se burló. — No sé que tonterías hayas visto, escuchado o leído por ahí, pero esto es la realidad, Izuku. No te hagas ideas tan bobas. Ya no tienes trece años.

— Solo era una pregunta — me defendí restándole importancia, encogiéndome de hombros. — Me dió curiosidad, solo eso.

— Pues no necesitas una respuesta porque lo que preguntas es una estupidez. Se basa en un escenario imposible — aseguró levemente irritado. Yo asentí, alzando las manos en señal de rendición.

— Vaaale. Te creo.

Katsuki comenzó a desbordar disgusto. Al parecer no le gustaba que alguien planteara la idea de que el que terminara perdiendo fuese el. Además, mi actitud de Ajá, si. Lo que tú digas, Señor Demonio tampoco me ayudaba mucho a tenerlo contento.

— No, no me crees una mierda — gruñó. — Crees que estoy jugando. Crees que no puedo.

Pues no creía que estuviera jugando, pero tampoco creía que pudiera hacerlo.

— Mira.. — le advertí, cambiando mi tono a uno un poco más serio. — No pienso que esto sea un juego o mucho menos. En serio que creo en tu determinación y todo eso, pero no tienes ninguna oportunidad de lograr algo así, al menos no conmigo. Es simplemente imposible hasta para ti.

— Nada es imposible para mi.

— Pues algo tan tonto como enamorarme si. Conozco mi cuerpo y mis emociones mejor que nadie, créeme que sé a lo que me refiero cuando te digo que NUNCA podría sentir algo positivo hacia ti.

No lo dije con maldad, de hecho hablé de lo más calmado y fui lo más sincero posible. Porque si, una cosa era que aquel caído fuera atractivo como el demonio - literalmente hablando -, pero saber todo su contexto anulaba al instante cualquier rasgo físico que pudiera destacarle.

Ahora que lo veía solo podía sentir un sentimiento de repele.

Katsuki negó ligeramente con la cabeza, soltando un suspiro como si yo fuera muy ingenuo y no supiera de lo que estaba hablando. Me miró como si yo fuera un niño pequeño e iluso que no sabe absolutamente nada de la vida pasando por alto la sabiduría de mi mayor.

— No, Izuku, no lo entiendes — exhaló en un intento por reunir paciencia. — Mira, crees conocerte mejor que nadie. Crees saber que es lo que quiere tu cuerpo y el como es que tus emociones trabajan. Crees saber que es lo que te hace feliz. Crees estar seguro sobre cuál es tu sabor de helado favorito y cuál es el que jamás en tu vida probarías. Crees conocer lo que es el placer, el como se siente tener una erección o el como complacerte a la hora de masturbarte.. pero la verdad es que todo aquello es algo que se queda en eso, en creencias. Únicamente te basas en lo que has probado hasta ahora para darte a ti mismo una respuesta. No puedes saber si serías capaz de hacer esto o aquello si nunca te lo has planteado siquiera.

Por un momento me quedé en blanco.

¿Entonces se suponía que yo no era la persona que todo este tiempo había creído ser? ¿Se suponía que durante estos dieciocho años viviendo conmigo mismo no habían servido de nada y no me conocía solo porque el así lo consideraba?

¿En verdad escuchaba lo que salía de su propia boca?

Era la cosa más estúpida que había oído en meses.

— ¿Sabes que? — intenté no perder la compostura y continuar lo más relajado posible. No quería volver a hacerlo enojar y terminar más humillado de lo que ya me hallaba. — Piensa lo que quieras pensar, Katsuki.

El se quedó en silencio, complacido con aquella respuesta, ignorando el claro tono de sarcasmo pasivo - agresivo que había empleado para soltarla.

Vale, mientras le diera la razón parecía estar bien.

Ya no iba a darle más vueltas al tema, de verdad que no, sin embargo, algo no me cuadró del todo. Una idea me cayó en la mente de pronto y no pude evitar hacer visible mi duda.

— Aunque hay una cosa que no termina de quedarme clara — confesé.

Katsuki me miró con atención e hizo un movimiento con la cabeza invitándome a continuar. Lo hice.

— Si es verdad que tú súper plan es enamorarme y todo eso, no entiendo por qué estás contándomelo. No tiene sentido. Se supone que eres listo ¿No? De ser así ¿Por qué revelarle tu próxima jugada en el tablero a tu competencia directa en la partida de ajedrez?

El caído curvó su boca hacia abajo y alzó los hombros  como diciendo Meh.

— Digamos que puedes compartir tus estrategias con tu competencia si esta es mediocre — explicó. — Es lo mismo por donde lo veas. No importa si te sabes todos mis próximos movimientos, tu juego siempre será más mediocre que el mío.

— El ajedrez no se juega así. Los dos jugadores tienen las mismas posibilidades de ganar moviendo bien sus piezas.

— Entonces veámoslo como que no estamos jugando ajedrez, sino poker — sus ojos me observaron con una fijeza penetrante, chispeando con maldad y con un ligero brillo de diversión. — Y créeme, como yo veo las cosas estoy jugando con Full house y tú apenas con un par de dos.

— Pues se me hace que eres imbécil — debí haberme retractado al instante pero ni siquiera se me pasó por la cabeza el hacerlo. Sin darme cuenta ya no me encontraba conversando con un enviado de Lucifer, sino intentando ganar en una batalla de superioridad con un idiota más, con uno de esos imbéciles como los mismos con los que había tenido que lidiar durante toda mi vida. — Es decir, sería mucho más fácil para ti el fingir hasta tenerme enamorado, ya sabes, sin revelarme nada. Ahora sé que lo que intentes llegar a hacerme creer será falso y no soy tan idiota para caer siendo advertido.

— La verdad es que sería exactamente lo mismo — me explicó con un aire extrañamente tranquilo. — No importa el proceso porque el resultado no cambia en lo absoluto. Mira, solo necesitamos tener sexo consensuado para que tu entrada VIP al infierno esté asegurada. Lo de enamorarte de mi y todo eso sería más como un efecto secundario, un daño colateral. Es lo que provoco con quienes comparto la cama.

— ¿La cama? — arrugué la nariz, asqueado.

— O la mesa, el inodoro, el sofá.. incluso el suelo es una opción en estos casos. Depende de tus gustos.

Okey, ya tenía suficiente.

Katsuki se miraba muy seguro al hablar sobre el tema. Hasta cierto punto me daba un poco de lástima ser yo el que le rompiera la ilusión, pero es que por más que traté no pude evitarlo.

Una carcajada genuina y sonora se me escapó de entre los labios.

¿Qué tontería me acababa de decir?

A él no pareció hacerle tanta gracia como a mi. Rápidamente su expresión cambió de una altiva a uno confundida y de una confundida a una irritada.

— ¿De qué te ríes?

— Lo siento, es que.. — más risas. — Es en serio lo de.. lo de.. — y más y más. — ¿De verdad crees que querré tener sexo contigo?

El no alcanzaba a entender lo disparatado que se oía y aquel detalle era lo mejor, la cereza en el pastel, lo que hacía todo esto aún más absurdo e inverosímil.

— Oh, Izuku — suspiró por lo bajo. — No es que yo lo crea, es que así será. Te aseguro que cuando menos te des cuenta serás tu mismo quien me lo pedirá — su ceño levemente fruncido y ese porte de orgullo hacían sonar sus palabras casi como una promesa, pero yo simplemente no me lo podía tomar en serio.

— ¿Te lo pediré? — sonreí burlón, aplacando de a poco mi risa. — ¿El qué? ¿El que me lleves a tocar el cielo con tu pene?

— En realidad el infierno sería un concepto mucho más adecuado.

Asentí, divertido.

— Escucha, Katsuki — por más que me pareciera realmente hilarante su súper plan, la verdad era que debía dejarle las cosas lo más claras posibles. Inhalé y exhalé antes de retomar mi compostura de siempre. — Quizá todo este rato hayas tenido razón. Quizá yo sea el humano más aburrido en el mundo, así como me lo has estado recalcando estas últimas horas. Quizá mi vida no sea para nada interesante y quizá, solo quizá tenga curiosidad con respecto a muchas cosas — hice una breve pausa. — Pero yo te aseguro que ni el infierno ni tu son una de ellas.

— ¿Ah?

— Déjame ponértelo más fácil. Preferiría darme un tiro yo mismo antes que tener algo contigo.

Su rostro se contrajo en un gesto de confusión. El mío estaba firme, mostrando la seguridad que hasta ahora no había tenido oportunidad de dejar a la vista.

— No lo dices en serio — me dijo.

— Mira, cariño. Ya me hablaste de tus cualidades, ahora déjame hablarte de las mías. Yo nunca miento. Eres muy guapo y eso, pero créeme que necesitarás más que una cara y un cuerpo bonito para conseguir algo de mi que no sea miedo o asco.

Lo había dicho arriesgándome a ser reprendido de nuevo, sin embargo, la reacción que obtuve en cambio no iba por ese lado.

La comisura derecha de Katsuki se alzó en una curva ladina, hambrienta.

— ¿Esto es un reto? — preguntó con un brillo que no le había visto antes bailándole en los ojos, un brillo que a diferencia de todos los demás que me había mostrado hasta hora se sentía mucho más peligroso.

— Puede ser. Tómalo como quieras.

— Perfecto — y su sonrisa se ensanchó. — Espero que no te arrepientas de tus palabras después, Izuku.

Oh, esperaba que el que no se arrepintiera fuera el.

No dijimos más, no necesitábamos hacerlo.

Al final pareció que ambos llegamos a la misma conclusión, decidiendo como mejor cambiar el tema antes de que las cosas se fueran hacia otra dirección.

Después de un rato en silencio, el primero en hablar nuevamente fui yo. Un rato más tarde terminamos platicando de cosas insignificantes durante poco más de dos horas.

Si, el tiempo se pasaba volando cuando tenías frente a ti a un ángel caído, claro, si no le tenías tanto miedo.

Igual me llegó a responder algunas de mis dudas con relación al infierno, aunque nada en específico o muy comprometedor. Sus respuestas respecto a aquel tema eran secas o muy muuuy vagas.

Como había pasado bastante tiempo fuera desde que salimos de la academia, decidí que lo mejor era no regresar en todo el día. Si volvía únicamente alcanzaría a tomar unos treinta minutos de clase y no serviría de nada. Lo mejor que podía hacer era irme directo del restaurante a mi casa, aunque sospechaba que no sería tan fácil librarme de mi verdugo.

Una vez cumplidas las tres horas en aquel lugar, tentado a mi suerte decidí dar el siguiente paso e intenté deshacerme de Katsuki.

— Oye — lo llamé mientras le daba un sorbo al último trago que se había pedido.

— ¿Qué quieres?

— Ya debo irme — no sabía si me funcionaría pero durante todo el rato que llevaba probándolo, el ser directo y actuar con seguridad parecía ser mi mejor opción estando con el. — Pasarla juntos no fue tan malo como creí que sería ¿Sabes? En realidad eres bastante interesante — agregué, porque subirle el ego también era algo que servía.

Katsuki suspiró.

— ¿Soy interesante? — asentí. — Claro, pero no lo suficiente como para quedarte más tiempo conmigo ¿No?

— Tengo otras cosas que hacer — me encogí de hombros. — No te lo tomes tan personal.

— Ajá. Necesitas ir y contarle a tus amigos sobre mi y todo lo que hablamos hoy. Si, lo entiendo.

No se oía molesto, más bien un poco decepcionado.

— ¿Por qué piensas eso?

— Vamos ¿De verdad te parezco tan idiota? Era obvio que en algún momento del día regresarías a tu casa con tu hermano y ese otro imbécil — ¿Tan predecible era? Supongo que si. — No lo negaste — murmuró de pronto.

— ¿Te molesta?

— ¿Debería? — un silencio denso fue lo que obtuvo como respuesta. Katsuki negó con la cabeza soltando una risa sin nada de diversión. — No, la verdad es que tengo dos años para divertirme contigo. Aún no hay prisa. Por hoy puedes irte.

— ¿Entonces desde el principio sabías que iba a volver a mi casa?

— Claro, no creíste que te robaría solo para mi ¿No?— sonrió con burla. — Por favor.. sé que prácticamente no estoy vivo pero es que eso te juro que me mataría de aburrimiento.

— ¿O sea que todo este tiempo iba a volver sano desde el principio? ¿Pude haberte dejado e ido a casa desde mucho antes?

— No precisamente — hizo como que se lo pensaba. — Mira, es real que tengo una misión en donde me han pedido no lastimarte, pero de haber sido necesario lo habría hecho con tal de tener un rato a solas contigo. Mientras las cosas salieran bien, tu regresarías entero a tu casa, de lo contrario.. bueno, otra historia hubiera sido. Así que técnicamente no, no pudiste haberte ido desde el principio.

Vale, tenía sentido.

— Supongo que lo comprendo.

— Bien. Me alegra que no seas estúpido y no tenga que explicártelo dos veces.

De nuevo silencio.

— ¿Entonces..? — comencé una vez más, medio dudoso. — ¿Puedo irme ya?

— Si, fue suficiente por hoy. Toma tus cosas en lo que pago la cuenta, después te acompañaré hasta la academia para que el idiota de tu ángel pase por ti.

— ¿A la academia?

— Si. Si nos vamos ahora podremos llegar a tiempo. Ya sabes, podrás regresar como todos los días después del instituto junto a tu hermano. Ninguno de ellos sabe que estás fuera, creo que piensan que todo el día has estado dentro de la escuela.

— Si, es lo más probable..

— Bueno, yo iré a pagar. Te veré en la salida.

Dicho esto último, Katsuki se incorporó de la mesa, tomó mi mochila - la cual aún no me había dejado tocar - y con los movimientos propios de alguien que ha venido del mismísimo averno, el ángel caído se dió la media vuelta y comenzó a caminar en dirección a la barra del centro en donde atendía una chica preciosa en su caja registradora.

Antes de continuar avanzando y distanciarnos del todo, Katsuki detuvo sus movimientos y giró en su propio eje, observándome.

— Quiero suponer que no necesito advertirte que no deberías intentar nada estúpido; no correr, no gritar, no llamar demasiado la atención a menos que sea para algo divertido. Te dejaré unos segundos y nos veremos de nuevo al otro lado de la puerta.

Su expresión era cautelosa, sus palabras salían con detenimiento.

Asentí. Realmente no planeaba escapar.

Su advertencia solo me dejaba en claro que aunque habíamos pasado horas juntos conversando de lo más normal, él aún no confiaba en mi. Entendible.

Al final, tal como lo pidió seguí sus indicaciones.

Ambos nos vimos nuevamente una vez en la salida del restaurante para caminar juntos de regreso a la academia.

Ninguno de los dos dijo una sola palabra el resto del camino. A mi no me nacía y viendo su cara de pocos amigos supuse que a él tampoco. No me importaba.

Mientras íbamos rumbo al instituto, no pude evitar pensar en lo curioso que había terminado siendo el siervo del Diablo que había venido a corromper mi alma. Había imaginado algo mucho mucho peor. Si las cosas iban a ser siempre como el día de hoy, estaba seguro que llegar al cielo sin trompicones en mi expediente celestial sería la cosa más fácil por la que había tenido que esforzarme en un buen tiempo.

Una sonrisita de suficiencia se me dibujó en el rostro.

Al final llegamos a la academia de lo más normal, bueno, en realidad no pudimos llegar más lejos de la entrada principal. Todo estaba lleno de personas. Por ser la hora en que más alumnos terminaban sus clases y así, había gente de aquí a allá, montones y montones de chicos saliendo del instituto para irse a sus casas o a sus trabajos, cada uno en su propio asunto, algunos junto a sus amigos y algunos haciéndola de solitarios.

Yo estaba intentado ubicarme entre el mar de personas hasta que Katsuki me pellizcó un poco el brazo por detrás.

— ¡Oye! — me quejé.

— ¿Es en serio? ¿Aún no los ves?

— Si los hubiera visto no seguiría aquí.

— Los humanos son tan inútiles..

— Y los demonios tan quejumbrosos..

— ¿Eso que significa?

— Que por favor me dejes buscarlos para poder largarme de aquí.

— Izuku, pero esos idiotas están por allá..

Giré hacia donde su dedo señalaba. En menos de un segundo los divisé a lo lejos.

Automáticamente comencé a caminar, no rápido, no despacio, solo caminar. Como si fuera lo más normal el encontrarse todos los días con un ángel caído, salir a comer con el y después volver a tu instituto para que tu ángel de la guarda te recoja y te lleve a casa.

Ellos aún no se fijaban en mi.

Ambos se hallaban dentro del auto. Shoto en el lado del conductor y Denki en el del copiloto. Mis pasos se frenaron un instante cuando noté el ambiente que los envolvía.

Shoto estaba enojado, furioso. Aún a esa distancia podía darme cuenta de su molestia. Denki parecía bastante preocupado, desesperado incluso. Me di una ligera idea de que era lo que sucedía. Ya se habían dado cuenta que algo no andaba bien conmigo.

De pronto quise correr, quise ir y abrazarlos, gritarles desde ahí: << Aquí estoy. Todo está bien >> pero no hizo falta, unos ojos heterocromáticos se cruzaron con los míos antes de que pudiera hacer algo.

Finalmente Shoto reparó en mi presencia. Su expresión molesta pasó a una en extremo aliviada, sin embargo, tan rápido como mejoró empeoró de golpe.

En un parpadeo su vista se dirigió a la persona detrás de mi. De nuevo su rostro cambió, esta vez a uno mucho más enfadado que el que tenía al principio.

¿Y luego?

Luego..

Todo pasó como en cámara lenta.

Por acto reflejo giré en la misma dirección que apuntaban los ojos del bicolor. Al darme la vuelta me encontré con Katsuki.

El caído le devolvía la mirada a menos de un paso de distancia de mi. Lanzándole una de sus endemoniadas sonrisitas, una de esas llenas de burla y malicia, de arrogancia y diversión.

Era obvio que ninguno iba a ceder ante los orbes del otro y bajar la mirada, así que así, sin despegar la vista de Shoto, Katsuki me tomó suavemente de la mano y me acercó hasta el.

Ni siquiera me dió tiempo de procesar lo que iba a hacer.

De pronto solo sentí sus labios acariciando los míos.

Me besó. Así sin más. El idiota me besó.

Vale, aquí hubo como un pequeño corte en mi cerebro, como si yo fuese un televisor de esos viejos que de un momento a otro pierden la señal de la antena y cambian lo que hay en la pantalla a pura estática y líneas de colores. No sé si lo que acabo de decir tiene sentido, pero así tal cual me sentí.

Solo una cosa fue clara, me separé de golpe de Katsuki.

¿¡Qué mierda le pasaba!?

El mundo dejó de ir en cámara lenta y de nuevo siguió con su abrumador ritmo de siempre.

Miré en dirección al auto.

Mi ángel de la guarda estaba verdaderamente furioso. Podía jurar que en cualquier momento Shoto saldría del vehículo y golpearía al caído hasta sacarle toda la mierda de encima.

Gracias a Dios - literalmente hablando - antes de que la situación escalara a niveles que estaba seguro que no podría controlar siendo un simple mortal, Katsuki me dió un suave empujón hacia enfrente.

— Vamos — susurró al inclinarse en mi oído. — Ve con el, parece que está muy enojado.

Quería no hacerle caso, quería quedarme y darle con todas mis fuerzas en la cara por haberme besado sin mi maldito permiso, pero una de mis más grandes virtudes es que no era un idiota, tenía la capacidad de pensar y elegir con inteligencia. Comprendí de inmediato que esa era mi señal para lárgame de una buena vez. Sin pensarlo dos veces obedecí.

— ¡Adiós, Izuku! — escuché a Katsuki aún detrás de mi. Casi podía saborear el sarcasmo en su estúpida e insinuante voz. — ¡Nos vemos mañana!

En menos de un minuto estuve dentro del auto junto a mi hermano y mi ángel de la guarda.

— ¡Izuku! — Denki parecía estar al borde de un colapso. — ¿Te lastimó? ¿Qué demonios suced...

— Solo arranca, por favor — ignoré a mi hermano. Lo único que quería era irme de ahí. Por alguna razón me sentía muy imbécil, humillado. Para mi sorpresa, Shoto me hizo caso al segundo en que se lo pedí. En un movimiento veloz le dió la vuelta al volante hasta darle vuelta al auto también.

Esto sonará tonto, pero en serio que así me pareció. Como una escena de película cliché, el tiempo se pausó un momento cuando al girar, mi ángel y mi ángel caído cruzaron miradas entre sí, ambos serios y con mucho odio recorriéndoles las venas.

Ambos con miradas que se profesaban lo mismo. Muerte.

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro