VII
Asesino en masa
De acuerdo ¿Qué estaba pasando?
El enviado del infierno - literalmente hablando - acababa de besar mi mejilla y lo único que escuché después fue un ¿Me extrañaste?
¿Me había vuelto loco definitivamente?
No solo estaba pasmado, estaba pasmado y confundido.
¿Qué mierda..?
— ¿Por qué tan callado? — el caído preguntó cerca de mi oído y una ligera corriente eléctrica me recorrió las cervicales ante aquella pequeña acción.
No me atrevía a darme la vuelta y encararlo. El lo sabía.
Supongo que al final se cansó de esperar. Tras unos segundos en silencio se separó de detrás mío y comenzó a moverse hasta posicionarse enfrente de mi.
Antes de que llegara cerré mis ojos con fuerza casi implorando el volverme invisible. No lo quería ver. No quería estar ahí.
Tenía miedo.
— Oye — me llamó, pero no fui capaz de abrirlos. — Izuku, sé que estar ante un ser tan perfecto como yo puede dejarte sin palabras. Reconozco que una de mis cualidades es la belleza, sin embargo, debo informarte que no soy acreedor en lo absoluto de la paciencia. Por favor, no me hagas enojar y mírame cuando te hablo — esta vez la seriedad en su voz subió dos tonos y comprendí que no podía hacer nada más que asentir.
Yo estaba enteramente asustado, pero aún así obedecí.
Lentamente comencé a abrir los ojos. Tenía miedo de abrirlos de golpe y encontrarme frente a mi al rostro del diablo observándome, no obstante, eso no fue lo que ocurrió.
Lo primero que vi fue su cuello. Katsuki me sacaba media cabeza de altura.
Duré apenas unos segundos observando esa parte. Limitándome a observar los pliegues de su sudadera negra.
Antes me dijo que no era paciente, pero no lo demostró cuando me esperó hasta que estuve listo y a una velocidad tortuosa comencé a alzar mi vista, recorriendo con lentitud lo poco que se apreciaba de su clavícula hasta llegar a sus ojos. Sus preciosos ojos.
— Así me gusta — farfulló cuando finalmente nuestros orbes impactaron.
Ahora tenía una sonrisita dulce en sus labios, la misma que me había mostrado en el parque antes de saber quien realmente era.
Eso me transmitió cierta confianza.. o.. ¿valentía?
— Tu... — comencé a hablar, dubitativo. — ¿Qué.. que quieres de mi?
— ¡Ahí está! ¿Ves como no es tan difícil hablar?
Su sarcasmo me molestó más de lo que debió asustarme. De pronto la adrenalina del momento atacó y en mi desesperación comencé a alzar la voz.
— ¿Qué quieres de mi?
— ¿Eh?
— ¡¿Que qué quieres de mi?! ¡Maldición! — esta vez mi pregunta sonó bastante inquieta, mi voz casi salió a modo de grito.
Spoiler: Nunca le levantes la voz a un ángel caído temperamental e inestable. No seas como yo.
Evidentemente no debí haber hecho aquello. Al instante en que finalicé mi pregunta el rubio se lanzó sobre mi, me tomó por el cuello de la camisa y con un enfado que hasta ahora nunca le había visto me acercó peligrosamente a él, juntando su rostro a centímetros del mío, logrando que mis pies se desprendieran levemente del suelo.
— Escucha, pequeño idiota — escupió con odio. Su sonrisa dulce estaba siendo remplazada en ese momento por un enojo que me dejó helado. — No sé quién mierda crees que eres para hablarme de esa manera, pero mejor apresúrate a aprender modales a no ser que quieras que sea yo quien te los enseñe.
Estuve a punto de volver a cerrar mis ojos por el miedo que me gritaba que debía hacerlo, pero Katsuki no me lo permitió dándome suaves golpes en las mejillas que me mantenían despabilado.
— Solo estoy aquí para divertirnos, Izuku. Vine para cumplir tus deseos más ocultos y para ayudarte a que puedas conocerte a ti mismo también — prosiguió. Su tono de molestia fue descendiendo gradualmente hasta que quedó más en uno de ligera irritación. — No vine a lastimarte porque lamentablemente esas no fueron las órdenes que recibí. Peeero, tienes que saber que si no te comportas conmigo y continúas actuando así, haciéndome perder la paciencia o no sé, simplemente enfureciéndome como ahora, bueno, pues no me importaría romperte algunos huesos para que aprendas a no volverlo a hacer — explicó soltándome brusco de su agarre.
Genial, cuando nuevamente me dejó sobre el suelo me encontraba igual o peor de asustado. Era un maldito cobarde.
Únicamente atiné a asentir torpemente y quedarme en silencio. Obediente y sumiso.
— Mientras tu te comportes bien conmigo, yo me comportaré mejor contigo, Izuku. Estoy seguro que si te dejas llevar la pasaremos realmente bien — una vez más su semblante cambió velozmente de uno que estaba totalmente a la defensiva a uno enteramente lindo y dulce.
No lo entendía.
Era un giro total de ciento ochenta grados en su actitud que podía desubicar a cualquiera.
Como era de esperarse, un silencio incómodo se formó segundos después y ciertamente yo no fui capaz de romper con el inicialmente.
Había optado por aguardar su próxima acción o en su defecto su próxima orden hacia mi, rezando internamente por que todo terminara cuanto antes para poder escapar.
Pero al ver que no decía o hacía nada, supuse que después de todo valía la pena tomar la iniciativa.
No sé de dónde saqué el valor para volver a hablar.
— Está bien.. — comencé tanteando el terreno. Cuando vi que su sonrisa dulce seguía sobre sus labios lo tomé como una invitación para continuar. — Creo que.. yo ya.. debería irme.
Sin embargo, tan rápido como terminé mi oración, la curva en sus labios se desvaneció una vez más, enarcó una ceja y puso los ojos en blanco.
— Eres taaan aburrido — se quejó. — Pero de acuerdo. Si quieres irte entonces vámonos.
— ¿Eh?
— Por favor, no estás sordo — el rubio me quitó el maletín con mis cosas y comenzó a cargarlo el mismo. Acto seguido - y por alguna extraña razón - me dió un pequeño pellizco apenas perceptible en el brazo y se dirigió a la puerta del salón.
Yo continuaba asustado, más aún porque ahora comprendía lo que sucedía.. el quería ir conmigo.
El estar con el no era una buena señal, debía correr. Al menos el salir del aula era otra oportunidad. Nada podía ser peor que quedarnos solos.
Después de meditarlo unos segundos me limité a obedecerlo una vez más y tras pasar saliva obligué a mis piernas a moverse y me dispuse a seguirlo.
Carajo.. Me iba a matar, eso seguro..
•
Una vez que estuvimos fuera del salón de clases, como una cubeta helada cayéndome encima pude sentir las miradas juzgadoras sobre nosotros.
Tanto chicos como chicas murmuraban cosas que no lograba escuchar del todo, pero que estaba seguro de que no eran para nada buenas.
Antes de comenzar a caminar y alejarnos de ahí, alguien se acercó a unos metros y nos detuvo en seco.
— ¡Katsuki! — lo llamó entre la multitud. — Ese es tú nombre ¿Cierto? — preguntó una linda mujer de pie a nuestro lado.
— ¿Se te ofrece algo?
Era preciosa, realmente muy bonita y con un cuerpo espectacular. De por sí sus jeans ajustados ya resaltaban sus curvas, pero el escote que llevaba le favorecía muchísimo más.
Creo que incluso me sonrojé cuando dió unos cuantos pasos y quedó de pie justo a nuestro lado.
Demasiado cerca...
Sin embargo, a diferencia mía, Katsuki ni siquiera se inmutó. El rubio se limitaba a mirarla con indiferencia y en ningún momento señaló querer prestarle atención a su pecho - el cual parecía que ella quería ponerle en la cara -.
La mujer esbozó una sonrisa boba y cuando vió que al menos a mi me tenía en donde quería, continuó segura de sí con su coqueteo hacia el ángel caído.
— Mi nombre es Camie. Es un placer — se presentó alegremente. — Pues verás, como eres nuevo en la facultad y todo eso, creí que sería buena idea venir a saludar. Soy parte de la mesa del consejo estudiantil. Yo puedo ayudarte en lo que gustes, ya sabes.. mostrarte la institución, presentarte a gente importante y quizá hasta darte una mano con los trabajos y proyectos que se te dificulten. No sé si estés disponible ahora, de ser así podríamos ir a comer y así te termino de ex...
— No me interesa — le cortó en seco.
— ¿D-disculpa?
— ¿C-como? — tartamudeé yo.
¿La estaba rechazando?
— Lo que oíste. Izuku ya se encargará de mostrarme todo a su tiempo. Tu puedes ir a tontear con cualquier otro por ahí.
Tanto la chica como los demás presentes que observaban la escena se quedaron atónitos.
¿Qué tan ciego debías ser para rechazar a alguien tan linda? ¿O que tan idiota tenías que estar para hacerlo de una forma tan grosera?
— Bueno, pues con permiso. Izuku, vámonos — sin darme tiempo a reaccionar, Katsuki me tomó de la mano y comenzó a arrastrarme con el.
Yo lo seguí sin oponerme mucho. No quería hacerlo enojar.
•
En cuanto nos alejamos lo más que pudimos de la gente, ambos nos detuvimos al final de un enorme pasillo en donde no transitaba casi nadie, lo cual patéticamente volvió a hacerme sentir nervioso.
— Bien.. — cuestionó tras inspeccionar que no había personas cerca. — ¿Entonces qué es lo que quieres hacer?
— ¿E-eh?
— Antes que nada quita tu cara de por favor no me mates. Ya te dije que no lo haré... aún.
— ¿A-aún?
— En serio, me estás poniendo de los nervios con esa actitud de perrito asustado.
— Perdón..
— Escucha, llevo poco menos de un mes siguiéndote y estudiándote a lo lejos. Sé perfectamente que en los descansos vas con el idiota de tú hermano, con tus aburridos compañeros o a una biblioteca a leer como el matado que eres. Por lo que desde ahora te aviso que no haremos ninguna de esas cosas. Solo te lo preguntaré una vez más ¿Qué es lo que quieres hacer?
— Amm.... yo.. yo no lo...
— Vamos, ya te pedí por las buenas que quites esa estúpida actitud ¿Tengo que hacerlo por las malas? — el tono en su voz comenzaba a sonar irritado de nuevo. — No es tan difícil. Solo cálmate y decide rápido o si no terminaremos haciendo lo que yo quiera y te aseguro que probablemente no te gustará.
Me detuve a pensarlo mejor.
Lo más seguro era que Denki estaba en uno de los pisos de abajo junto a sus amigos sin siquiera ser consiente de lo que pasaba conmigo, y bueno, Shoto no vendría a buscarme si no hasta dentro de unas horas.. eso a menos que le llamara.
La idea vino a mi mente de pronto.
Podía hacerlo.. podía tomar mi teléfono y llamarle a mi ángel de la guarda. Solo necesitaba marcar unos cuantos números y todo terminaría ¿Verdad?
Esa parecía mi mejor opción, si.
¿En donde estaba mi telef...?
Mi maletín. Mi teléfono estaba dentro del maletín que Katsuki tenía en sus manos. Únicamente tenía que acercarme y tomarlo.
— Ni se te ocurra — espetó el rubio directamente, sacándome de mi ensoñación.
— ¿Ah?
— No te daré tus cosas hasta que terminemos. Y si intentas tomarlas sin mi permiso créeme que te irá muy mal.
— ¿Pero como..?
El mayor suspiró con fastidio.
— Vale. Supongo que tú ángel ya te lo ha de haber dicho. Nunca debes decirle tú nombre por cuenta propia a un caído.
Ah..
— Puedo sentir algunas de tus emociones, Izuku. Así que si piensas hacer algo para escapar.. procura no ponerte muy nervioso antes de hacerlo. Te delatas tu solito.
Genial. Ahí iba mi único rayo de esperanza.
Una vez más el miedo y la desesperación volvieron a atacarme. Me sentía cada vez más y más asfixiado, pero no deje que eso me venciera.
Recordé fragmentos que el caído me había dicho antes y comencé a analizar mejor la situación. Pensando en otro plan para poder salir con vida de esto.
Piensa piensa..
"No vengo a lastimarte" Esas habían sido sus palabras.
Entonces solo tenía que obedecerlo ¿No?
Si lo hacía, si hacía lo que me pedía.. con suerte nada malo me pasaría.
Si aguantaba hasta la tarde, Shoto podría encontrarme ¿Cierto?
De pronto lo supe. Tras meditar velozmente la situación lo comprendí.
Tenía un plan y para cumplirlo tenía que dejar de lado mi miedo.
Debía obedecerlo.
Debía ganar tiempo.
Sin más, tomé una fuerte bocanada de aire, me agarré bien las bolas y me dispuse a salir vivo de ahí.
— Bueno... — comencé, dubitativo. — Tengo hambre. Podemos ir a almorzar a la cafetería — le propuse con lo primero que se me vino a la mente.
Cualquier cosa era mejor que seguir solos.
Sin embargo, rápidamente me dejó en claro que mi idea no era una opción.
— No — negó tal cual.
— ¿No?
— No.
— Pero ¿Por qué? — Katsuki se encogió de hombros. — Tu dijiste que lo que yo quisiera — le recordé.
— Si y supuse que quedaba explicito que hablaba de algo no TAN aburrido — explicó poniendo los ojos en blanco. — No sé, quizá saltarnos las clases e irnos a un club. Podríamos escaparnos a otro estado unos días o si lo prefieres irnos directo a un motel.
¿Motel?
Que idiota.
Mi cara de asco debió haber sido obvia porque después de unos segundos en silencio el mayor resopló resignado.
— Vale, o si quieres no. Solo estoy dando algunas ideas que se me acaban de ocurrir.
— Pues que creativo — contesté sarcástico, olvidándome por un segundo de con quien me encontraba.
El caído rápidamente me lanzó una mirada asesina y por acto reflejo me encogí en mi lugar.
— Yo no te veo proponiendo nada mejor, Izuku.
Porque no quería. Lo único que deseaba era dejarlo ahí e irme corriendo a mi casa.
— Es que no lo sé — dije en cambio. — La verdad es que en serio tengo hambre.
El aguardó un momento y sin dar explicaciones dió la media vuelta y comenzó a alejarse.
— Bien.
— ¿Bien?
— Siempre se empieza con algo — explicó haciendo una seña con la cabeza para que lo siguiera. — Vamos a un restaurante.
Aprovechando que no me veía no pude evitar rodar los ojos.
— No tengo todo el día. Muévete — dijo mientras seguía caminando.
Y sin más, mis piernas avanzaron detrás.
•
De acuerdo. Para empezar, cuando el caído dijo que iríamos a un restaurante a comer.. no me imaginaba aquello.
Ambos nos encontrábamos sentados en un lugar un poco.. distinto por decirlo de alguna manera.
El rubio tenía unos gustos extraños.
Después de nuestra amena plática en los pasillos de la facultad, Katsuki me llevó en un auto negro precioso (el cual por cierto aún no entiendo cómo y de dónde es que lo consiguió) a almorzar a un sitio a unos veinte minutos de ahí.
El lugar estaba bien. Era amplio y limpio.
Lo único que me era un poco incómodo fue el hecho de que todas y cada una de las meseras usaban un atuendo de mucama bastante alejado a un uniforme común.
Era tan.. chico y.. ajustado..
Me hizo pregúntame seriamente si trabajar en esas condiciones era siquiera legal.
Intenté apartar mi mirada de sus traseros, piernas y escotes lo más que me fuera posible. No quería parecer un degenerado como el resto de los que se veían almorzando en aquel lugar.
¿No pudimos ir a un sitio más normal?
— Bien, habla — el caído nuevamente rompió con otro silencio entre nosotros. Sentado frente a mi, observándome con esa mirada de en cualquier momento te voy a comer y lo voy a disfrutar.
Parecíamos un gato y un ratón. Claro, el siendo el depredador y yo siendo la presa.
No quería responderle, así que no lo hice.
Prefería hablar solo cuando fuese estrictamente necesario. Mientras menos le dijera mejor.
Además, aún continuaba asustado, no servía de nada negarlo. Y bueno, no era como que cuando alguien me amenazaba de muerte automáticamente me ponía a platicarle de mi día.
Así que el aguardó.
Y aguardó..
Y aguardooo..
Creo que ya habíamos dejado en claro que la paciencia no era una de sus virtudes.
— Aghhh — se quejó sonoramente después de un rato en el que quedamos en silencio otra vez. — En serio, Izuku, me estás cansando con esa actitud. Entiende de una vez que no voy a matarte.
No pude evitar arrugar la nariz.
— Solo estoy aquí para divertirnos — prosiguió. — Pero no puedo hacerlo si todo el maldito tiempo desconfías hasta de tu propia sombra.
Eso me había pegado.
¿Qué no desconfiara de él? ¡Con que cara se atrevía!
— ¿Y qué esperas de mi? — las palabras me salieron molestas y confusas a partes iguales.
De un momento a otro la irritación comenzó a crecer en mi estómago.
— Es que no puedo. Literalmente me secuestraste para traerme a este lugar lleno de chicas semidesnudas. No actúes como si de pronto vayamos a ser amigos.
— Mierda, Izuku.. haces ver todo tan mal..
— Solo digo la verdad.
— De acuerdo, dejemos algo en claro, si te traje aquí es porque tú querías ir a comer ¿Lo olvidas? — empezó a hablar con un tonito cansado, como ese que un profesor usa cuando ya te ha explicado tres veces el mismo tema y tu sigues sin entender. — Bien puedo "secuestrarte" como tanto dices llevándote a algún lugar abandonado para arrancarte los dedos uno por uno hasta que me supliques, hasta que ya no lo toleres más y termines ofreciéndome tu alma a cambio de detenerme para así técnicamente cumplir con mi maldita misión y poder regresar al infierno.
Vale, esto último me había dejado sin palabras.
La irritación nuevamente comenzó a ser sustituida por el estado actual de miedo que Katsuki me provocaba.
— Sin embargo — continuó el. — Estás aquí ¿Secuestrado? Si, pero en un jodido restaurante de buena calidad, almorzando comida deliciosa y viendo a lindas chicas caminar de aquí allá tratándote como a un rey. Dime, Izuku ¿Me equivoqué al hacerle caso a mi jefe? Porque el me pidió que no te lastimara, pero estoy seguro que mi castigo no será tan grande si solo te arranco los pulgares.
Estaba asustado, demasiado, pero si lo pesaba mejor.. ciertamente tenía un buen punto.
Hasta el momento no me había lastimado como sabía que podía hacerlo, únicamente me había traído a un buen lugar y quería conversar.
Necesitaba tranquilizarme y seguirle la corriente si quería salir vivo de aquello.
Solo debía fingir que todo estaba bien.
Tras armarme de valor, finalmente acepté lo que debía hacer.
— Está bien — intenté que mi voz se escuchara lo menos afectada posible. — Escucha, mentiría si digo que no tengo miedo, lo hago. Soy un simple humano, pero estoy seguro que puedo hacer mi mejor esfuerzo para divertirme contigo. Quizá solo empezamos mal.
Sabía que había sonado convincente, lo confirmé cuando el rubio me echó una rápida mirada de arriba a abajo y sonrió con esa asquerosa boca burlona.
— Bien, continúa — dijo, curvando aún más sus labios en una línea ladina y arrogante.
— Entonces... hola, soy Izuku.
Mi plan era sencillo; fingir, irme de ahí en cuanto tuviera oportunidad y en el proceso aprender lo más que me fuera posible.
Podía con eso. Podía con eso y más.
— Hola, Izuku — me correspondió de inmediato. — Yo soy Katsuki.
Como lo imaginé, no fue difícil convencerlo. Ahora solo debía mantenerlo así, siguiéndome la corriente.
Busqué rápidamente con que continuar la conversación.
— Bueno, Katsuki.. pues.. cuéntame por qué venimos a este lugar. No lo sé. Pudimos haber ido a cualquier otro sitio, uno con menos.. mujeres — solté lo primero que me vino a la mente.
Íbamos bien.
— ¿Ah? ¿Qué tienen las mujeres? — su sonrisa se pausó y en cambio formó una mueca. — No me digas que no te gustan.
Me encogí de hombros.
— Si, pero es extraño, solo digo.
— ¿Extraño? Más extraño sería ir a un lugar con hombres. O dime ¿Es acaso eso lo que prefieres? — preguntó cambiando ahora a otra sonrisa, solo que esta era una insinuante, provocativa, malvada, muy peligrosa.
Debió haber obtenido un resultado que le gustó, porque de pronto la ensanchó y como si hubiera captado su atención, se inclinó en su asiento para quedar más cerca de mi.
Un brillo juguetón le bailó en los ojos.
Inevitablemente me puse nervioso, aunque hice mi mejor esfuerzo por ocultarlo, claro.
— No es así — me excusé velozmente. — Quiero decir, me gustan las mujeres.. aunque bueno, no es como que no me gusten los hombres. Digo, nunca he estado con nadie así que no sé muy bien por cuál debería de inclinarme, pero...
— Eres tan patético — me interrumpió y acto seguido soltó una carcajada sonora e irritante.
Idiota.
—Perdón, pero eres muy predecible — agregó.
— Cállate.
— Wow — puso una cara de sorpresa descaradamente falsa. — El virgen curioso se está enojando. Hazte una paja y desahógate por allá.
— ¿Y qué hay de ti, eh? — le ataqué molesto. — ¿Te gustan los hombres o por qué tanto énfasis?
Su sonrisa se fue apagando gradualmente hasta que quedó mayormente serio.
— ¿Por qué coqueteas conmigo? — agregué.
Y con eso se detuvo totalmente, observándome fijo.
El brillo en sus ojos aumentó, solo que más engañoso que antes. Ahora su mirada era la de un auténtico demonio, uno altivo y muy atractivo.
— Vamos, Izuku. Ambos sabemos que eres inteligente. Se supone que eres de los más listos en tu clase ¿Y aún así no logras descifrarlo?
Enarqué una ceja.
No estaba entendiendo.
— ¿Sabes que es lo único que ha podido destruir no solo a personas si no a imperios enteros? — cuestionó con repentina seriedad. Yo únicamente me limité a negar con la cabeza, prestándole atención. — La respuesta es el amor, Izuku — explicó finalmente.
— ¿El amor?
— Así es. Dicen que esa mierda es más fuerte que nada, y si te soy sincero, eso es algo que me molesta. Yo no creo que algo tan estúpido como eso exista y si lo hace entonces me desagrada. La idea de que un sentimiento pueda llegar a ser el mayor asesino en masa de la historia me hace querer vomitar.
Claro que no le agradaba, la mueca de asco me lo dejó en claro.
Continuó.
— Personalmente no siento nada por nadie. Nunca alguien ha podido ser suficiente como para poder pertenecerme en ese sentido y claramente yo jamás podré pertenecerle a alguien de igual forma — hizo una pausa, pensando. — Pero una cosa es amar y otra muy diferente es desear. Sinceramente soy viejo y mentiría si dijera que no me he divertido todas estas décadas. La verdad es que he venido aquí a la tierra en muchas otras ocasiones y casi en todas he aprovechado la oportunidad para hacerlo con quien me de la gana. No me interesa si son mujeres u hombres, al final sexo es sexo. Todos son lo mismo, se reducen a simples cuerpos y almas. Tener un pene o una vagina me tiene sin cuidado, mientras sepas gemir, para mi es suficiente.
No sabía cómo era posible, pero juraría que su mirada se hizo más pesada de pronto.
— Izuku, tu no eres feo, pero en lo absoluto eres mi tipo, aún así podría comportarme contigo como sé que en el fondo quieres que me comporte. Yo podría satisfacerte y hacerte de mí las veces que yo quiera sin que te des cuenta. Solo es cuestión de tiempo. Al final, de una u otra forma tú alma será mía porque ni siquiera el humano más puro se resiste a lo único que no solo ha logrado destruir personas, si no a imperios enteros, al mayor asesino en masa de la historia.
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro