Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

VI

No bajes la guardia


<< Katsuki >> había dicho Shoto.

— ¡Si si si! — no necesitaba escucharlo dos veces para estar seguro. — ¡Es el! ¡Ese es su nombre!

— ¿Cómo lo sabes? ¿Te lo dijo?

— Si. Me preguntó el mío y después.. no sé, solo me dijo el suyo también — Shoto enarcó una ceja. Algo no le cuadraba. — ¿Podrías decirme que significa? Quiero decir ¿Por qué es tan importante todo esto de los nombres.

Su espalda se tensó ante mi pregunta. Estaba claro que le incomodaba hablar del tema pero no era algo que a estas alturas pudiera evitar. Al final se explicó, tenía qué.

— Verás, los caídos en general suelen saber los nombres de sus víctimas desde antes de siquiera acercárseles, sin embargo, cuando la misma víctima es quien se los hace saber de manera directa.. pues es raro. Nunca he terminado de entender cómo o por qué, pero sé que se crea un vínculo extraño entre ambos. Quizá sea una conexión débil y no sirva de mucho como tal, pero créeme, es lo suficientemente fuerte como para poder ubicarte más fácil en tiempo y espacio.

— ¿Perdón?

— Como escuchas. Se vuelven más perceptivos. El caído al que le digas tú nombre puede percibir más intensamente desde tú ubicación hasta tus propias emociones, aunque claro, algunas veces no es tan preciso. Todo depende de cuanta conexión tengas con el o de qué tan poderoso sea él caído. Igual mientras más esté cerca de ti (y no hablo geográficamente) su vínculo contigo se fortalecerá.

— ¿Y qué hay de mi? — me salió más a modo de graznido que otra cosa. — Yo también sé su nombre ¿Eso no me da fuerza sobre el o algo?

— Eso solo funciona con los demonios — me miró como si hubiera dicho una total estupidez, como si la respuesta a mi pregunta fuera tan tan obvia como sumar dos más dos en la primaria. — Ya te expliqué que estás criaturas son diferentes. Así que no. Tu no posees nada realmente fuerte sobre el. Únicamente puedes invocarlo así que te recomiendo que procures no decir su nombre mientras piensas mucho en Katsuki porque posiblemente aparecerá frente a ti y no será bonito.

Genial, el único poder que tenía sobre el demonio que me buscaba y del cual quería alejarme lo más que me fuera posible era que este apareciera al instante si lo pensaba mucho ¡Que suerte!

— Aunque es extraño — continuó Shoto. — No entiendo porque te diría su nombre. No consigue nada con eso más que alertarte.

No era ningún cobarde, tampoco era de los que se asustaban fácil, pero justo ahora tenía miedo, en verdad estaba nervioso, de hecho, era la primera vez que lograba sentirme así con el tema de ese tal ángel caído en todos los días previos a su aparición.

Igual no era ningún llorón, pero en momentos así necesitaba desahogarme. Gracias al cielo, antes de hacer el ridículo y tirarme al piso a berrear, alguien más se unió a nuestra conversación entrando a la sala.

— Oigan ¿Por qué hacen tanto ruido? — un adormilado Denki salió del pasillo. — La resaca de por sí lastima como el carajo pero sus voces lo hacen todo aún peor — venía despeinado, frotándose los ojos mientras un rastro de baba seca escurría por su mentón.

— ¡Kami!

Después de todo no pude aguantar más y me lancé corriendo hasta él para abrazarlo.

Sabía que nuestra rutina consistía en que él fuera el llorón y yo el adulto de confianza, pero en ese momento necesitaba sentir los brazos de mi hermano alrededor de mi haciéndome sentir protegido.

Denki se despabiló de golpe por el agarre tan repentino y al instante me correspondió el gesto, enteramente sorprendido.

— ¿I-Izu? ¿Qué pasó? ¿Estás bien? — se escuchó asustado.

— Lo vi.. yo lo vi.. — aunque intentaba hacerme el fuerte la mayor parte del tiempo, la verdad era que llevaba rato sintiéndome débil, tanto que al final no pude contenerme más y las lágrimas comenzaron a brotar con mi hermano abrazándome. Era patético, pero no podía evitarlo.

— ¿A quién viste?

Katsuki — respondió Shoto en mi lugar.

Escuchar ese nombre realmente me provocaba escalofríos, aunque intenté que no se me notara tanto.

— ¿Katsuki?

— Si. Me temo que Lucifer ya ha decidido enviar a su siervo.

Kaminari ladeó un poco la cabeza. Era claro que no comprendía muy bien lo que sucedía. Duró así unos segundos más hasta captar la situación.

De pronto su expresión se volvió inquieta.

— ¡Izu! ¿En dónde? ¿Qué pasó? — bruscamente me separó de su lado, tomándome por los hombros.

— Yo.. me encontré con él hace unos minutos mientras hacía ejercicio.

— ¿Pero cómo? ¿Te dijo algo? ¿Qué te hizo?

— No lo sé. El solo.. se acercó a mi y era tan lindo que.. en realidad no creí...

Shoto caminó hacia mi un poco más hasta tomarme del brazo, acto seguido me atrajo suavemente hacia el separándome del rubio.

— Izu, tranquilo. Denki, lo mejor será no bombardearlo con más preguntas de las necesarias. Démosle un respiro ¿Si?

— De acuerdo pero..

— ¿Por qué mejor no nos preparas un té helado?

— ¿Ah?

— Si, anda. Yo acompañaré a Izuku a la sala. Necesita relajarse para que pueda contarme lo que sucedió.

Mi ángel de la guarda comenzó a guiarme hasta el sofá mientras dejaba solo a mi hermano con cara de ¿Eh?

Minutos después, ya con nuestras bebidas en mano, me dispuse a hablar con mi hermano y mi ángel de la guarda sobre todo el asunto.

— Vale, pues ya me faltaba poco para terminar mi ejercicio. En verdad solo me quedaban unas dos vueltas más por hacer cuando alguien me habló — expliqué. — Era un hombre bastante guapo. Juro que en ningún momento pasó por mi cabeza todo el tema de Dios y Satanás. Simplemente creí que era una persona común y corriente, como yo.

Shoto y Denki se limitaban a observarme y prestarme atención.

— Dijo que yo era un chico lindo o algo así. Me preguntó mi nombre y cuando le respondí me dijo el suyo. Al final solo se despidió y se alejó.

— ¿Así como así? — cuestionó Kaminari.

— Si. Hasta a mi se me hizo rara esa parte, pero no le di importancia. Se portó amable y todo pasó tan rápido que ni siquiera me dió tiempo de pensarlo de más.

— Sigo creyendo que es bastante extraño que te haya dicho su nombre. No sé qué gana con haberlo hecho — agregó Shoto. — Si se te acercó tanto seguro me olió en ti, y bueno, de ser ese el caso es obvio que el sabía que yo lo olería también. El sabía que tendríamos esta conversación y entonces, no sé. Es casi como si solo te hubiera dicho su nombre para asustarte o para anunciar su presencia.

— ¿Por qué querría hacer algo así? — preguntó mi hermano.

— En realidad no lo entiendo. Las historias que se cuentan sobre el gran Grigori y sus siervos son increíbles. He escuchado que el ángel caído Katsuki es de los más maliciosos que sirven en su círculo. Además lo he visto a distancia, aunque bueno, nunca he tenido la oportunidad de conocerlo físicamente. La verdad es que no puedo dar una opinión confiable sobre su forma de ser.

Escuchar lo que Shoto decía era suficiente por el momento para mantenerme callado y quieto en mi sitio.

— Aún así, no es ningún secreto que Katsuki es un caído fuerte y hermoso. Se sabe que es de carácter demasiado explosivo y narcisista. Siempre está en busca de poder. Al parecer nunca está satisfecho. Es un ser cruel, manipulador, egoísta, orgulloso, posesivo e impaciente.. y sinceramente, la verdad es que no encuentro alguna razón para que un caído así te advierta sobre su llegada.

De acuerdo, iba a morir, estaba decidido.

Quizá no se me veía por fuera, pero internamente me carcomían los nervios de tal forma que estaba a punto de lanzarme por la ventana para acabar con mi sufrimiento y ahorrarnos todo este teatrito que se venía.

Escuchar tantos adjetivos negativos sobre alguien que específicamente venía del averno a atosigarme y a llevarse mi alma no era lo mejor para un domingo por la mañana.

— Izu... — me llamó suavemente mi ángel de la guarda al percibir lo afectado que me estaba poniendo, cosa no tan común en mi.

Le observé más no respondí. Seguía procesando.

— Sé que estás asustado, pero no deberías. Yo estoy aquí contigo y mientras así sea, te prometo que nada ni nadie podrá hacerte daño. También soy fuerte y soy de los buenos ¿Sabes?

Quería creerle, de verdad que si. Pero algo me decía que Katsuki no se daría por vencido tan fácil.

Lunes 9:30 am.

Ayer prácticamente durante todo el día desde temprano estuve en compañía de Denki y Shoto, juntos los tres encerrados en casa.

Después de que me lograra tranquilizar casi por completo por todo el tema del ángel caído, al final nada pasó a mayores.

Ahora íbamos camino al instituto. Mi hermano, mi protector y yo veníamos en el auto que nuestros padres nos habían regalado a Denki y a mi la navidad pasada. Lamentablemente, Shoto únicamente nos acompañaba para dejarnos en la entrada como lo había hecho durante el pasado mes.

El no podía quedarse con nosotros en el transcurso de las clases, así que solo regresaba a casa y a la hora de la salida volvía de nuevo por nosotros. Casi parecía un padre soltero, uno que aprendió a conducir bastante rápido.

Los tres veníamos platicando sobre banalidades y en cuanto llegamos a la facultad el bicolor nos despidió.

Denki fue el primero en bajar del auto e ir hasta las puertas en donde lo esperaban unos amigos, mientras que yo antes de seguirlo me quedé unos segundos más porque parecía que Shoto quería decirme algo.

— Izuku..— comenzó en un tono más serio de lo normal.

— ¿Qué sucede?

— Cuídate mucho. Mantente al pendiente y no bajes por nada la guardia.

— ¿A que viene esto?

— El ya se apareció. Puede ponerse en contacto contigo en cualquier momento, incluso no me sorprendería si lo hiciera aquí, en tú instituto.

Ni siquiera lo había pensado. Creía que el estar rodeado de gente lo mantendría alejado. De pronto me sentí estúpido.

— Yo voy a protegerte, pero necesito que seas fuerte e inteligente ¿de acuerdo?

— Vale.

— Bien. Ahora ve a estudiar.

Y así como así, me bajé del auto y me despedí con la mano hasta verlo salir del estacionamiento.

— ¡Izuuu! — escuché a mi hermano junto a nuestros amigos a unos quince metros de mi.

Yo reaccioné virando hacia ellos y corriendo para unírmeles. Una vez estando juntos nos dirigimos hasta nuestras aulas.

No quería perder más tiempo pensando en algo en lo que seguramente ni siquiera valía la pena pensar.

A pesar de que todos teníamos la misma edad y éramos de primer año en la universidad, la academia nos dividía con personas de tres o hasta seis años mayores en diferentes grupos.

Para mi mala suerte yo únicamente compartía unas dos clases a la semana con Mina y ninguna con nuestros otros amigos, aunque más bien eran mis conocidos. Yo solo los conocía por mi hermano, eran las mismas personas con las que casi siempre se iba de fiesta.

En mi caso y aunque sonara como el típico nerd asocial (lo cual por cierto no era) yo solía enfocarme mucho más en mis estudios, no porque fuera un sabelotodo insufrible o algo, sino porque quería que mis padres se sintieran orgullosos de mi.

Si, ser el hijo adoptivo te deja con ciertos traumas..

Aunque claro, también tenía mis compañeros cercanos; Mirio, Iida, Momo, etc. Gente que si bien no eran mis amigos, la verdad les tenía confianza y frecuentaba en muchas ocasiones con ellos.

Cuando los demás se fueron juntos, yo me despedí y terminé quedándome solo en mi aula.

Estuve así duramente unos minutos debido a que Iida y Momo se encontraban conversando y no los quise interrumpir, mientras que del otro lado Mirio reía junto a sus mejores amigos, Tamaki y Nejire.

Yo me limité a tomar asiento en silencio casi al final del aula en donde quedaban los pocos lugares disponibles. Después me puse a repiquetear un dedo sobre mi rodilla esperando a que el profesor Aizawa apareciera e iniciara con su clase.

No debía tardar.

Al pasar unos minutos éste entró al aula, pero no lo hizo solo, venía acompañado del director, quien era dueño de la escuela.

Automáticamente todos los demás guardaron silencio y procedieron a sentarse en sus respectivos asientos.

— Bien, buenos días, chicos — habló indiferente el mayor.

— Buenos días — se escuchó al unísono la voz de todos con notable desgano escolar.

— Disculpen la demora. El señor Nezu y yo estábamos atendiendo un asunto académico. De hecho, el director les tiene noticias sobre eso.

— Gracias. Shota — se añadió a la conversación el antes nombrado. — ¡Muy buenos días, jóvenes! Como su profesor les acaba de informar, les tengo noticias y muy importantes por cierto — soltó con aire alegre el dueño de la institución. — ¡Pasa, por favor! — y dió la orden hacia afuera del salón.

MIERDA.

— Chicos, el es el joven Katsuki Bakugo, su nuevo compañero de carrera — agregó. — Sabemos que es algo tarde y las clases comenzaron hace unos meses, pero cierta cantidad de dinero ha sido donada por la familia Bakugo, presentándonos una oferta que sencillamente no pudimos rechazar. Por eso hoy Katsuki se integra a este grupo.

— Confiamos en que no le será difícil adaptarse. Sus cartas de recomendación son bastante buenas — Aizawa fue quien habló esta vez.

Yo no sabía qué hacer, literalmente.

Me encontraba atónito desde mi asiento sin ser capaz de mover siquiera un solo músculo del cuerpo, de hecho, dudaba que pudiera aunque sea cruzar una simple mirada con él, por lo que intenté no hacer por nada del mundo contacto visual.

"Bien joven Bakugo, tome asiento. Esperamos que la academia sea de su agrado" fue lo último que escuché, después comencé a sentir la mirada carmesí aproximándose hasta mi.

Continuaba con la cabeza agachada, no obstante, aún así podía percibir como el mayor pasaba a tan solo centímetros de mi lado y se sentaba justo detrás mío.

Su ojos posados en mi nuca eran casi como agujas y mi corazón comenzaba a acelerarse.

No creía poder continuar hasta el descanso así, sintiendo terror en cada movimiento.

De pronto escuché a las personas murmurar.

"Que guapo es"

"¿Tendrá novia?"

"¿De donde vendrá?"

"Me gusta el nuevo"

Etc, etc. Decían y se preguntaban todo tipo de tonterías sin saber la verdad, sin saber lo que yo.

Ese chico divino que los estaba cautivado con la mirada en realidad era peor que un demonio. Venía del mismísimo infierno únicamente a hacerme daño.

Al final las clases comenzaron y me resigné.

Me hallaba tan asustado que preferí quedarme así y esperar hasta la hora del almuerzo para tomar mis cosas y correr hasta toparme con Denki.

— Solo serán unas horas — traté de convencerme a mi mismo intentando no girar y encontrarme con el. — Mientras no lo vea no pasa nada — me repetía una y otra y otra vez durante el transcurso del día

Después de un tiempo el profesor comenzó a guardar ciertos libros.

Esa era mi señal.

— Bien. Pueden retirarse a su descanso — aseguró antes de salir del aula.

Yo tomé mis cosas las cuales ya había guardado desde antes. Solo quería irme y encontrarme con Shoto o con Kami para sentirme a salvo. Era lo único que pedía.

Como ocho chicas estaban sobre la razón de mi desesperación, todas intentaban sacarle platica rodeando su asiento, algo que agradecía pues me daba cierto tiempo, cierta ventaja.

Estaba a punto de salir, por poco y en verdad lo conseguía, pero tristemente al destino le gusta jugar sucio y claramente un simple humano como yo no era capaz de ganarle a un poderoso ángel como el.

— Izuku — la misma voz de hacía días atrás en el parque resonó dentro del salón de clases y por poco me hizo estremecer.

Sentí como las chicas se extrañaban pues el en ningún momento les había prestado atención. Las estaba ignorando.

Di un pequeño respingo involuntario desde donde me encontraba y acto seguido me quedé inmóvil. De pronto ni siquiera podía pensar con claridad.

— Necesito hablar a solas con el. Váyanse — pidió indiferente con su tono rasposo. Ellas sin decir una sola palabra obedecieron.

Estaba seguro que también se habían sentido intimidadas.

Salieron una tras otra y cuando la última cruzó la puerta terminó cerrando esta misma, sin saberlo dejándome a mi suerte a solas con aquel ángel caído, posiblemente firmando mi sentencia de muerte.

Un silencio mortífero comenzó a reinar sobre el aula.

Yo aún no era capaz de darme la vuelta y encararlo.

Únicamente continuaba en la misma posición en la que me había quedado al ser llamado anteriormente por el.

Estaba esperando lo peor, quizá hasta esperaba que me matara en el momento. Solo pedía que ojalá se diera prisa y terminara de una buena vez conmigo y mi pobre alma, no obstante, lo que sucedió no fue en lo absoluto lo que tenía en mente.

De la nada sentí como se acercaba por detrás, pero contrario a todo, en vez de lastimarme, unos suaves labios besaron mi mejilla derecha.

— Izuku ¿Me extrañaste? — preguntó coqueteo, bastante cerca de mi oído.

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro