Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

IV

Un loco bueno con alas


No entendía que mierda estaba ocurriendo.

Un hombre increíblemente guapo y de lo más extraño había irrumpido de la nada en mi hogar proclamando ser un ángel de la guarda o una estupidez así.

Estaba loquito, eso seguro.

— Creo que está drogado — susurró Denki.

— Yo creo que solo está loco — refuté.

— Quizá esté loco y drogado

— Quizá esté loco, drogado y....

— ¡Silencio! ¡No estoy loco y mucho menos drogado!

— Amigo, puedes llevarte lo que gustes pero por favor no nos lastimes — mi hermano movía las manos de un lado a otro con desesperación.

— ¿Lastimar? — preguntó como si fuera lo más extraño que alguien le pudiese haber dicho. — Yo vengo exclusivamente a la protección de Izuku. Nadie lastimará a nadie mientras yo esté aquí.

Ahí estaba de nuevo.

— ¿Cómo sabes mi nombre? — ya era la segunda o tercera vez que lo escuchaba referirse a mí con tanta familiaridad. Era un detalle que me inquietaba.

Que un loquito en drogas se metiera a la fuerza a mi casa y supiera mi nombre no era una buena señal.

El intruso se limitó a pasear una mano sobre el puente de su nariz con fastidio, como buscando paciencia muy en sus adentros. Luego comenzó a explicarse de nuevo.

— ¿Cuántas veces debo repetir que soy tu ángel de la guarda? — me dijo. — Te conozco desde que tenías días de haber nacido, Izuku. Mi nombre es Shoto.

— Vale, esto se está poniendo raro. Creo qué hay que llamar a la policía.

— Vaya, Denki — me burlé, sarcástico e hiriente. — ¿De casualidad no eres el más listo de tu clase? 

— Oye, no me mires así. Tenía miedo.

— ¡Marca al 911 de una maldita vez!

— Izuku, no está bien maldecir — me sermoneó el extraño. — No es correcto.

¿Qué no era correcto? ¿Qué tonterías me estaba diciendo?

El susto del momento se me estaba pasando, transformándose rápidamente en irritación, mucha irritación.

— ¿Ahora me dirás que los que maldicen se van directo al infierno? — una risita sin nada de gracia me salió de entre los labios. — ¡Denki, por favor llama ya al maldito número!

— Rafael me advirtió que algo como esto sucedería — susurró el intruso. — Dijo que no me creerías hasta que te lo demostrara.

Tras sus extrañas palabras, el loquito comenzó a quitarse la camisa frente a nosotros. Por instinto mi hermano y yo nos detuvimos en seco, observándonos con horror el uno al otro.

Esto se ponía cada vez peor.

El intruso tenía un lindo cuerpo, muy lindo de hecho, pero apostaba que ni a Denki ni a mi nos apetecía formar un trío en aquellas condiciones.

— ¿Qué diablos hace? — Denki me miraba como si yo tuviera una respuesta.

De acuerdo, ese era mi límite. Estaba a punto de volverlo a atacar. Una cosa era meterse a mi casa a intentar robarnos y otra muy distinta era meterse a mi casa a intentar sabrá Dios qué.

Iba a lanzarme contra el con todas mis fuerzas. Ya estaba tomando impulso pero antes de dar el primer paso, se presentó una escena que me dejó muy muy quieto en mi lugar.

El hombre sin su camisa puesta comenzó a flexionarse, abriendo de a poco en poco dos preciosas alas en su espalda desnuda, dejándolas al descubierto, estirándolas hasta hacerlas alcanzar un tamaño que me dejó sin aliento. Era hermoso. Tenían un tamaño y un volumen tan increíble que me sorprendió que no rompieran nada dentro de mi sala de estar.

Simplemente extraordinario.

No tenía palabras para describir lo que presenciar aquello me hizo sentir. Lo que mis vista admiraba era inexplicable.

Por un momento creí que mis ojos estaban a punto de llorar sin mi permiso. Una felicidad confusa recorrió cada parte de mi cuerpo cegándome de calidez. Si, ahí venían las lagrimas, iba a llorar, iba a dejarme abrazar por esa sensación tan hermosa hasta que algo me frenó.

*Poc*

— ¡Kami!

Mi hermano se había desmayado.

Si, Denki Kaminari, señoras y señores.

El momento idóneo para perder la consciencia.

Al menos me había devuelto a la realidad.

— Oye ¿Qué le pasa? — peguntó el de las alas. — ¿Por qué duerme?

— ¿Duerme? — mi voz sonó menos amigable de lo que me habría gustado. — ¡Hay un maldito hombre pájaro en nuestra sala!

Decidí dejar la sorpresa para después. Mi hermano era más importante. Tuve que correr hacia Denki para asegurarme que estuviera bien. 

— ¿Hombre pájaro? — arrugó la nariz antes de corregirme indignado. — Soy un ángel, Izuku.

— Un pájaro o un ángel, a mi me importa un carajo.

— No recuerdo que fueras tan grosero.

— ¿Grosero? Dios, lamento no ser más gentil cuando un extraño con alas irrumpe en mi casa — ironicé. — A la próxima prepararé café ¿Vale? O lo que sea que tomen los pájaros humanos.

— De acuerdo, ya entendí, genio. Mejor déjame ayudarte — por un segundo le entró una racha de sentido común.

El de las alas se acercó hacia nosotros y comenzó a acariciar con suavidad el rostro de mi hermano.

— Oye oye, qué hac...

— Shhhh — me interrumpió. — Mientras aún tenga energía vital, tanto ángeles como caídos podemos despertar a cualquier ser de cualquier sueño — explicó en un susurro tranquilo.

Me limité a observar en silencio. No entendía por qué pero no parecía mentir. De algún modo confiaba en el, de forma extraña pero lo hacía.

Segundos después Denki reaccionó.

— ¿Kami, estás bien? — pregunté una vez que la conciencia pareció regresarle lo suficiente.

— Izu, no me lo vas a creer.. — se quejó restregándose las manos por la cara — Tuve un sueño de lo más raro en donde un hombre con alas venía a la casa y..

Denki calló de golpe al descubrir su rostro y caer en cuenta que nada había sido un sueño. Era real, esto en serio estaba pasando.

— Por favor no te vuelvas a desmayar — mi hermano tragó saliva antes de asentir en silencio. — Bien, creo que ahora me gustaría escuchar el por qué has venido — hablé de nuevo, esta vez dirigiéndome hacia el loco hombre con alas dentro de mi sala.

La peligrosa falta de ruido se hizo presente en mi hogar. Mi casa que siempre parecía tener voces y risas dentro ahora se hallaba callada, en alerta.

Mi hermano y yo ya llevábamos un rato sentados juntos, examinando con asombro y recelo al hombre frente a nosotros. El intruso nos observaba de vuelta.

— Creo que ya es momento — dijo después de un rato en silencio.

¡Al fin!

Denki y yo ni siquiera parpadeamos. Estábamos incluso desesperados por escuchar algo, cualquier explicación.

Yo porque sentía que algo no andaba bien, Denki seguramente por chismoso.

— Escucha, Izuku, no me conoces pero yo a ti si. Mi nombre es Shoto. Soy discípulo de Rafael, elegido como ángel de la guarda por el mismo señor de los cielos en persona para protegerte. Sé que quizá te suene extraño pero he vivido contigo desde que eras un bebé, la diferencia es que lo he hecho en un plano diferente a este, alejado de aquí. Nunca antes había estado en la tierra, de hecho, ningún ángel de la guarda debería hacerlo, solo que han hecho una excepción contigo y me han enviado porque estás en peligro.

— ¿Peligro? — interrumpió Denki.

— Si y no uno común — respondió el tal Shoto antes de girarse de nuevo hacia mi. — Izuku ¿Qué sabes sobre tu familia de sangre?

— Nada.

Mi respuesta salió casi demasiado rápido, pero era verdad. No conocía nada, ni siquiera sabía el nombre de la mujer que me había dado a luz.

— Necesito hablarte de tus padres para que entiendas mejor lo que he venido a hacer aquí ¿Está bien?

¿Qué si estaba bien?

Nunca nadie había tenido respuestas para mi por más que se habían esforzado en dármelas, ni siquiera mis padres adoptivos ¿Y qué? ¿Ahora venía un desconocido y me las ofrecía en bandeja de plata?

Si, estaba bien. Quería saber.

Asentí con toda la firmeza que pude reunir, sin dejar que ninguna otra expresión delatara lo desesperado que en realidad me encontraba por escuchar cualquier información por más pequeña que fuera sobre mi familia de sangre.

— Bien — Shoto continuó. — Para empezar fuiste engendrado por un poderoso hechicero oscuro y una fuerte bruja blanca.

— ¿Bruja? ¿Hechicero? — de nuevo Denki se sumó a la conversación. — ¿Quiere decir que Izuku también tiene magia o algo así?

— En teoría todos los seres humanos poseen magia. Todo se trata sobre energía. Es solo que unos la tienen en mayor y en menor cantidad. Izuku pudo haber sido un erudito en la magia gracias a su herencia. Él pudo haber sido un joven superdotado en la hechicería, sin embargo, como nunca estudió o entrenó ninguna de sus habilidades no le es ni le será posible practicarla tan fuerte como habría podido hacerlo en su momento. Escúchame, Izuku, sé que es difícil pero debes creerme, por legado, tú alma podría llegar a ser tan buena como mala. Podrías ser sin problema un discípulo del cielo o un siervo del averno. Yo vine aquí porqué Dios no es el único que te quiere de su lado.

— ¿Ah? — finalmente hablé. — ¿A que te refieres?

— Si, nos ha llegado información que nos ha hecho tomar medidas más drásticas en el asunto. Uno de nuestros infiltrados en el averno nos notificó que Lucifer le dió orden directa al gran Grigori de enviar a uno de sus ángeles caídos hasta acá con el único fin de corromperte.

— ¿Y cuándo llegará? — Denki parecía más asustado de lo que seguro debía de haber estado yo.

— No lo sabemos, pero no podíamos esperar a que se nos adelantara. Es por eso que me enviaron cuanto antes para prevenir y protegerte.

— ¿Y por qué yo? — repentinamente me sentí atacado. — Quiero decir, estoy muy seguro que no soy la única persona en el mundo que su alma quiere ser corrupta por demonios... entonces.. ¿Por qué yo? ¿Por qué Dios haría todo esto por mi?

— Pues verás, tu madre.. tu madre es alguien bastante conocida en el paraíso.

— ¿Ella vive ahí? — sin poder evitarlo mis ojos se iluminaron, mi pregunta sonó esperanzada muy a mi pesar.

El bicolor únicamente me miró triste.

Conocía esa mirada, era la que la gente ponía antes de decir algo que me rompería el corazón.

— No, Iuzku, ella ya no existe en ninguno de los planos, ni en el cielo, ni en el infierno. Cuando murió al darte a luz se le negó el derecho de poder entrar al edén ya que sin saberlo estuvo con un sirviente de Satanás, de hecho, el fue quien la embarazó. Tú padre fue quien le arrebató su entrada al paraíso, aunque claro, ella no iba a permitir que su alma fuera llevada al averno así que se negó a entrar a ese plano también. Simplemente su esencia desapareció. Lo que intentaba decir es que el recuerdo de ella es bastante conocido entre ángeles y arcángeles. Siempre se ha sabido que Rafael estuvo encariñado con tu madre mientras vivía, también no es ningún secreto que entre todos los humanos tu eres su favorito.

Mi mente estaba a nada de explotar. Era demasiada información la cual aunque no admita me desgarraba. No solo era el hecho de enterarme sobre el pasado de mi familia, también estaba eso de ser el humano favorito de un tal Rafael y lo de que Dios y Lucifer existían, ellos en serio eran reales.

Y ahora resultaba que estaba en peligro.

Un demonio o una mierda de esas venía desde el infierno a toda prisa para agrietar mi alma o algo así.

¡Genial!

Si el bicolor no hubiese tenido esas inmensas alas respaldando su historia lo más probable es que no le habría creído, desde el momento uno habría llamado a la policía. Para mi buena o mala suerte no era así, el tal Shoto si que cargaba con ellas sobre su espalda y la verdad era que yo si le creía.

Solo deseaba echarme a llorar, dormir y al despertar tener el vago recuerdo de que todo había sido una simple pesadilla. Deseaba que esa verdad sobre mis padres no fuese cierta al abrir los ojos por la mañana.

Pero ya no era un niño. Necesitaba poner los pies en la tierra.

— ¿Y qué se supone que debo hacer para no caer en la tentación y ser librado de todo mal? — el sarcasmo era mi propio método de defensa personal. La amargura y el miedo me recorría las venas a partes iguales.

A veces me funcionaba la hostilidad.

— No hay un plan en sí. Todo depende de ti y tus elecciones. Dentro de dos años más al cumplir tus veinte, el contrato celestial de tú primer bautizo quedará anulado. Tu alma se volverá mucho más fácil de manipular y no habrá nada que nosotros podamos hacer con ello. Pero si estoy contigo hasta que eso pase podríamos volver a bautizarte y reforzar tu lazo con Dios para que les sea casi imposible corromperte. Hasta entonces tendríamos dos años para dirigirte hacia el buen camino.

Denki arrugó la nariz.

— ¿Lazo con Dios? ¿Lo harás un monje o algo así?

— No, no se trata de eso. Además tampoco puedo obligar a Izuku a hacer algo que no quiera hacer, todo esto se basará únicamente en sus propias decisiones.

— ¿Entonces te quedarás a vivir en la tierra durante que? ¿Dos años? — esa era una buena pregunta. Muy listo, Kami, muy listo.

— Así es. Residiré con ustedes los humanos hasta asegurarme que el alma de Izuku ya no corra peligro alguno aquí.

Una vez más el incómodo silencio comenzó a hacerse presente en el ambiente. Sabía que ni Kaminari ni yo teníamos idea de qué decir. Tal parecía que no éramos los más indicados para hablar en esta situación.

Mi hermano y yo nos limitamos a esperar y escuchar con atención las próximas palabras que saldrían de la boca del bicolor, casi como una sentencia.

— Bien — finalmente habló después de lo que pareció una eternidad. — Supongo que ambos tienen mucho que procesar. Lo mejor será que vayan a descansar. A partir de ahora las cosas tardarán un poco en volver a ser como antes — Shoto se incorporó y con movimientos elegantemente volvió a doblegar sus preciosas alas detrás de su espaldas, ocultándolas nuevamente con la camisa.

— ¿Tu a dónde irás? — pregunté por acto reflejo, poniéndome de pie también.

El hombre frente a mi por un momento se observó confundido, al parecer ni siquiera el sabía a dónde ir.

— Por favor, al menos quédate aquí. No puedes irte y dejarnos solos, no después de todo lo que has dicho — quizá parecí impulsivo, pero en realidad analicé de pies a cabeza la situación y terminé llegando a la conclusión de que tenerlo con nosotros era lo mejor que podíamos hacer por el momento.

Sus orbes impares me miraron fijamente durante unos segundos hasta que por primera vez en toda la noche me dedicó una sonrisa. Era dulce.

— Me parece perfecto. Podré protegerte mejor si me mantengo lo más cerca posible de ti.

Bien, al menos de eso ya no me tenía que preocupar.

— Te agradezco. Puedes dormir en mi cuarto, tu en la cama y yo en el suelo. O puedes ocupar la habitación entera, yo puedo venir a la sala si así lo prefieres.

— Lo aprecio, pero no gracias. Por favor tu ocupa la cama. Realmente no es nada. Tu bienestar siempre será primero para mi.

Traté de no pensar mucho en sus palabras. Igual quise convencerlo unas dos veces más, aunque en cada una volvió a negarse más amable que en la anterior y tuve que terminar aceptando.

Denki aún parecía pasmado por todo lo que había sucedido hacia apenas uno minutos atrás, y bueno, no era para menos. No decía ni una palabra, solo se quedaba muy quieto mirando a la nada. Después de un rato no soporté más, lo tomé del brazo y me lo llevé directo a su habitación.

— Kami — una vez dentro y alejados del oído del bicolor, lo llamé, pero no respondió. — Kami.. — lo hice de nuevo.

Justo cuando iba a hacerlo por tercera vez mi hermano al fin reaccionó. Lo bueno, sino mi voz le habría llegado acompañada de una cachetada.

— ¿Dios existe? — parecía ido, su voz le salía temblorosa.

— Eso dijo el — traté de que no me temblase a mi.

— ¿Y crees que podamos confiar en todo lo que dice? ¿Cómo estamos seguros que no nos está engañando? — esta vez su rostro me observó directo, dejándome ver en sus ojos una genuina preocupación.

— ¿Kami, viste el tamaño de esas alas? ¿Notaste sus musculos? Quiero decir, sé que no soy la persona más fuerte ni de lejos, pero vamos, tampoco soy ningún enclenque, tu me has visto pelear. Intenté derribarlo y no le hice ni cosquillas. Creo que si realmente quisiera hacernos daño lo habría hecho y ya está.

Mi hermano se limitó a obsérvame en silencio, se veía como si estuviera haciendo un esfuerzo por creerme.

— ¿Confías en el? — me preguntó.

La verdad por mas extraña que fuera era que si, si confiaba en el. No entendía por qué, pero sentía una rara conexión con Shoto por más patético que aquello sonara. Era como si estuviéramos unidos, no sé, no quería pensar en eso tampoco.

— Parece que no tengo otra opción — intenté no responder como tal a su pregunta. — ¿O tu si?

Denki se quedó en silencio de nuevo.

— No creo que haya mucho más que podamos hacer — le dije.

— Tienes razón, solo que... es demasiado... todo fue tan repentino y yo.... olvídalo. Lo siento, lo mejor será descansar y procesar todo esto.

Sonreí.

— Denki, mientras ese tal ángel caído, demonio o lo que sea no se aparezca por aquí.. estoy seguro de que nada malo nos sucederá. Además, yo te protegeré de todo, hasta de Shoto si debo hacerlo, Ya verás, confío en que no nos hará daño tenerlo aquí, será como otro roomie.

— Los roomies normales no suelen tener alas.

— Y los hermanos normales suelen ser por parte de sangre.

— ¿Y eso quiere decir..?

— Que aún siendo de forma adoptiva, tu eres la mejor persona que pudo llegar a ser parte de mi familia — me encogí de hombros. — No importa lo que parezca, las cosas nunca son tan malas como creemos.

No creo que eso lo haya tranquilizado mucho, pero al menos había conseguido sacarle una sonrisa y eso me bastaba.

Sin pensarlo dos veces me acerqué y lo tomé en brazos. A pesar de que Denki era mayor a mi por centímetros, desde siempre había sido el pequeño en nuestra relación. A mi me había tocado hacerla de hermano mayor durante toda mi vida.

Después de otro rato en silencio nos separamos y nos miramos con cariño.

— Por lo menos es guapo — susurró ya mucho más tranquilo.

Tardé un segundo en entender.

— No digas eso, no sabemos si nos puede oír.

— ¿Y qué tiene? No te hagas el que no te diste cuenta. Es muy lindo, casi tanto como yo.

Si, así era mi hermano.

— Bien, buenas noches — claramente a Denki ya se le había pasado su shock del momento. Decidí que ya era suficiente consuelo por esa noche.

Me despedí sin pensarlo mucho y comencé a caminar a la puerta sin darme cuenta de la sonrisa que se me había formado en los labios.

— ¡No lo niegues! — escuché antes de salir y cerrar detrás mío.

— ¡Adiós!

— ¡Amargado!

De nuevo recorrí las escaleras y el pasillo. Deshice todo el camino de vuelta hasta llegar otra vez a mi sala de estar.

Ahí seguía el bicolor, estaba de pie junto a la ventana admirando el inmenso cielo del otro lado. Al verlo de nuevo y llamarlo un sentimiento extraño me recorrió la espina dorsal. De pronto me acordé que era real, que todo esto si estaba pasando.

— Shoto.

— ¿Si?

— Ven, ya es hora de dormir — traté de sonar lo más amigable que pude. La verdad era que no me hacía mucha gracia dormir con alguien a quien acababa de conocer hacia unas tres horas atrás, sin embargo, algo dentro de mi tampoco se sentía tan mal. No mentía cuando decía que confiaba en el. Algo dentro de mi se sentía extrañamente cómodo el estar cerca de aquel hombre.

Quizá tenía algo que ver con todo el rollo de ángel de la guarda y eso.

El contrario me tomó la palabra y los dos comenzamos a caminar, yo por delante claro está, guiándolo hacia la habitación que íbamos a compartir de ahora en más durante los próximos dos años ¡Yuhu! (Nótese el sarcasmo)

En cuanto estuvimos recostados cada uno sobre nuestras camas - la suya era un conjunto de cobijas y almohadas en el suelo - me asomé un poco por debajo de la mía para encontrarme con el.

Shoto me observaba.

— ¿Qué? ¿Qué sucede? — preguntó.

— No es nada... solo... wow... en serio es demasiado que procesar. Me refiero a que Dios y Lucifer existen, realmente existen — lo último me salió por sí solo, muy tenue, casi como un susurro.

— ¿Y eso te asusta?

— Siendo sinceros.. si... bastante.

Sus ojos bicolores comenzaron a sentirse más pesados sobre lo míos. Probablemente debía inquietarme pero el efecto que tenían en mi era todo lo contrario.

Me resultó amigable, comprensivo.

Era casi como si con quien estuviera hablando no fuera prácticamente un extraño al que acababa de conocer y más como si la confianza entre nosotros fuera la misma que la que tenía con mi hermano.

Muy raro, lo sé.

— Izuku... — la voz del mayor me sacó de mi ensoñación. — Mientras yo esté protegiéndote créeme que no hay nada a lo que debas tenerle miedo, ni siquiera al mismo Satán — agregó, dejándome sin palabras. No sabía que responder y algo me decía que él tampoco esperaba una respuesta.

Únicamente asentí con mi cabeza.

El ángel comenzó a cerrar sus ojos indicándome con ese gesto hacer lo mismo.

Ambos necesitaríamos descansar después de todo, al final ya no pude seguir despierto y terminé por perderme profundamente en los brazos de Morfeo.

Mañana sería un nuevo día y estaba seguro que daría inicio a más y más cambios por venir.

¿Quién diría que mi alma sería tan codiciada tanto en el cielo como en el infierno?

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro