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Capítulo 2

Todos los espectadores estaban fuera del auditorio, y la mayoría de comentarios eran respecto a la recién presentación de Naruto, y otros dejaban ver lo obvio de su falta hacia la partitura del compositor. A lo lejos vieron cómo Naruto se iba acercando a ellos, cargando el violín igual a cuando habían llegado. Se le veía más feliz que antes.

—Joven Namikaze, los resultados estarán en el panel en media hora, los jueces deben de terminar las calificaciones. —le avisó una mujer antes de que siquiera los tres chicos pudiesen dirigirse la palabra.

—Ah, no se preocupe por eso. No me importa la calificación. 

Los tres presentes, ambos jóvenes y la mujer encargada, se sorprendieron ante tal comentario. Se supone que es una competencia, y todos los participantes ansían ver su nota final, ¿qué ocurría con ese chico? La mujer adulta solo sonrió algo confundida y se retiró en busca de los demás participantes.

Sasuke aún no procesaba la falta de interés ante el resultado de una competencia, ¿entonces qué hacía ahí si no le importaba? ¿Qué es lo que busca? Desde niño siempre le dijeron que si no quedaba en primer lugar, no valía nada.

—¿Qué tal te pareció? —la voz del rubio lo sacó de su pensamiento.

—Bueno... —¿cómo describir un acto como ese?

—¿Te gustó? —su voz salió con algo de temor, algo que en un principio Sasuke no supo interpretar.

—Una presentación que recibiera tantos aplausos no es cualquier cosa. —decidió mirar hacia las ventanas.

—Tomaré eso como un sí. —volvió a sonreír. —¿Qué hay de ti, Sakura?

—¡¿Bromeas?! ¿Por qué no me habías contado que sabías tocar tan bien un violín?

—Bueno... tengo uno que otro secreto. —soltó una risa.

Siendo que Naruto no tenía ningún interés en su calificación, pues el mismo Sasuke supuso que él mismo sabía que cometió una gran falta en una competencia, decidieron irse. La tarde empezaba a caer, por lo que lo mejor era regresar cada quien a su casa, ya sabía que nuevamente estaría solo...

(. . .) 

Al siguiente día en el instituto, en la hora libre, Sasuke estaba dentro del salón de música; se suponía que seguiría con el trabajo que Sakura le había interrumpido el día anterior, por lo que no entendía qué hacía repasando la Sonata de Violín No. 8, comparándola con la forma en que Naruto la interpretó, buscando las alteraciones en cada frase.

—Sasuke... —dejó las partituras y se centró en Sakura, quien iba entrando al salón con dos sándwiches en las manos. —¿Llegará el día que no estés aquí encerrado?

—Tengo que terminar el trabajo. —aceptó el pequeño aperitivo, ambos se sentaron en el suelo.

—Te ves algo disperso... ¡Ya sé! ¿Estás pensando en la chica que te gusta? —le golpeó suavemente con el codo.

—¿Qué dices? Sabes que no me gusta nadie.

De alguna forma, aquello la hizo sentir aliviada. El celular de Sasuke vibró en señal de que había recibido un mensaje, lo que llamó su atención, pues no suele hablar con demasiadas personas como para recibir un mensaje a esas horas. Era de un número que no tiene registrado, y solo lo invitaban a una cafetería cerca del instituto después de clases, dejando la dirección que debía de seguir para encontrarse.

—¿Sucede algo?

Sasuke volvió a guardar su celular, solo ignoraría el mensaje.

—No, para nada.

No niega que el resto de la jornada estuvo pensando en la persona que le envió ese mensaje, no es que le importe demasiado, pero vamos, no todos los días recibes un mensaje anónimo de alguien que quiere ir contigo a una cafetería. Dependiendo de la perspectiva con la que se vea, puede ser emocionante o muy perturbador, y para Sasuke no era ni una ni otra. Sabe que suele ser muchas veces el tema de conversación entre las chicas, probablemente se trata de alguna de ellas. No tenía que llegar a su casa a ninguna hora, por lo que reunirse con esa persona no estaría de más. 

Solo tuvo que esperar a que las clases terminaran y salió de la institución. Tuvo que darle una pequeña excusa a Sakura para no caminar juntos hasta sus respectivas casas, y como era de esperarse, ella le molestó con decirle que tendría una cita con alguna chica. Pues la verdad no estaba del todo seguro de ello. Solo se despidieron y fue hacia la entrada trasera del recinto. Esperó encontrar alguna chica vistiendo el uniforme, pero solo era el mismo chico de ayer.

—Si viniste. —estaba apoyado en un árbol, la tarde ya empezaba a caer. Los colores del cielo eran hermosos. —Debo admitir que estaba seguro que no vendrías, ¿quién hace caso a un mensaje de un desconocido? —soltó una pequeña risa.

—¿Cómo conseguiste mi número? —se acercó a Naruto, verle con el mismo uniforme le hizo sentir como una persona despistada. Ambos están en el mismo instituto y nunca se percató de ello, nunca le vio por ningún pasillo, o simplemente confirma que no se concentra en las personas que le rodean. 

—Se lo pedí a Sakura, ¿no te dijo nada? —el pelinegro negó, ya después hablaría con ella sobre darle su número a personas desconocidas. —¡Bien! ¿Aceptarás mi invitación?

—¿A qué se debe?

—No todos los días se conoce a alguien con el mismo gusto musical. Tengo mis amigos, pero ve y háblales de música... —llevó ambas manos detrás de su nuca, alzando la mirada para contemplar el cielo. —Ni siquiera con mis padres, me apoyaron en todo esto de querer ser violinista, pero de igual manera no es como que pueda tener una conversación con ellos. 

—Ya veo...

No le conocía, por lo cual no sabe cómo manejar una conversación casual con él. Naruto sigue siendo demasiado carismático para alguien como él, no duda que en cualquier momento se aburra de su monotonía y simplemente volverán a ser dos extraños. Solo Sakura sabe lidiar con él, es decir, se conocen desde los seis años.

Se adentraron en una cafetería bastante acogedora, Naruto se pidió un chocolate caliente y un postre, mientras que Sasuke solo un café amargo, nunca fue un amante de las cosas dulces. 

—¡Hace mucho quería venir aquí! —el rubio se dejó caer en la silla, siempre pasaba al frente de este lugar cada vez que iba rumbo a su casa, podía ver los postres en exhibición desde la ventana. —¿Será que los postres saben igual de bien a como se ven?

Ya no sabía si le preguntaba a él o era de las típicas personas que hablan consigo mismas en voz alta, cual sea de las dos opciones, no sabe qué responder. Miró hacia el mostrador, a la espera de que volviera a aparecer la misma chica con sus pedidos. Apoyó su mentón sobre la mano, viéndose sorprendido por una melodía que se empezaba a emitir en el lugar; él y Naruto dirigieron sus miradas hacia un par de niñas que estaba tocando un piano.

—Oh, creí era solo de decoración, pero en verdad funciona. —la canción era simple, sin ningún acorde. —Ese piano es... alegre, es como si sonriera. —Sasuke le miró de reojo, antes de volver a enfocarse en el instrumento.

—No creo que sea tan alegre, el agua nunca debe de estar cerca de un piano, pero este tiene flores frescas encima.

Ignoró la mirada de Naruto, solo notó que el chico se acercó a las niñas. No le prestó atención a la conversación que entabló con ellas; ya se venía acercando la camarera con ambos pedidos. Agradeció y dio un sorbo a su café, no era tan amargo como suele gustarle.

—Oh, eso es Mozart, ¿no? —Naruto se posicionó a un lado del piano, las dos pequeñas le sonrieron con inocencia.

—¡Sí! Aprendí esta canción en mis clases de piano, pero aún no puedo tocarla bien.

—Se ve que es bastante difícil. —se cruzó de brazos, las dos niñas se miraron entre sí y asintieron.

—¿Sabes tocar piano? —preguntó la otra, tenía su cabello atado con dos colitas, además del vestido que la hacía ver adorable.

—Yo no... ¡ah, pero aquel chico es un increíble pianista! —señaló a Sasuke, a lo que las dos niñas se emocionaron de verle y corrieron hacia su asiento.

—¡¿De verdad?! —Sasuke primero miró a una y después en la otra, para mirar a Naruto de último con el ceño fruncido. —¿Nos enseñas a tocar?

—¡Por favor!

—Yo no...

—¡Por supuesto que acepta! Se ve como un completo amargado pero es muy amistoso, y estará feliz de ayudarlas. —los dos enfrentaron sus miradas. De no estar esas niñas presentes habría respondido a esas palabras, pero no quería desilusionarlas, menos con la mirada que tenían.

—Está bien.

Cada una le tomó una mano, casi arrastrándolo hacia el piano. Una se sentó, la otra se quedó al lado de Naruto y Sasuke se posicionó al lado de la pequeña que tocaría la canción con él. La niña haría el acompañamiento mientras que él tocaría la melodía principal, algo realmente sencillo, se trataba de Twinkle Twinkle Little Star. Naruto se encargó de entonarla.

Twinkle twinkle little star. How I wonder what you are. Up above the world so high. Like a diamond in the sky. Twinkle twinkle little star. How I wonder what you are. 

Sasuke acabó por dejarse llevar en la canción, recordando cuando la tocaba teniendo casi la misma edad que esa niña. Subió la dificultad de la canción, con una sola mano fue capaz de llevarla a otro nivel, dejando asombrada a la niña y algunas personas que gozaban de la presentación improvisada. El mismo Naruto sonrió satisfecho. 

En solo un segundo Sasuke dejó de tocar, fue como si sus memorias del pasado lo hubiesen vuelto atar a unas cadenas para devolverlo al fondo del océano. Solo por un par de minutos se sintió libre. Las dos niñas le miraron confundidas, al igual que podía sentir el resto de miradas encima. Su mano derecha, la cual usó para tocar las teclas, temblaba; Naruto no pudo pasar eso por alto, al igual que tampoco pudo ignorar el sentirse solo un poco culpable.

—Lo siento... —se alejó de esos tres y regresó a su mesa, solo quería agarrar sus cosas e irse, no podía volver a ver ese piano, y literal iba a estar a tan solo unos siete pasos de sí.

(. . .)

Al salir de la cafetería, fueron a un parque que estaba tan solo cruzando la calle. El viento hacía volar algunas hojas de los árboles, eran los únicos en ese sector, ambos sentados con sus espaldas apoyadas en un árbol. Un pequeño gato negro se les acercó en busca de afecto.

—¿De verdad dejaste el piano por un bien? —por un momento Sasuke pensó que Sakura le había hablado de algo a Naruto. —Fuiste el ganador de la competencia de piano estudiantil hace unos años, el ganador más joven. Tenías una técnica precisa y se veía que eras muy disciplinado, recuerdo haber escuchado que te decían "metrónomo humano". Tuviste el privilegio de presentarte en una orquesta a los ocho años.

—¿Investigaste sobre mí?

—Cualquier músico de nuestra generación sabe sobre ti. Muchos te admiran, pero cada día me esfuerzo para poder tener los mismos reconocimientos que tú. —más bien, a veces consideraba a Sasuke como su única competencia. —¿Por qué renunciaste?

El rostro de Sasuke mostró algo de angustia.

—No puedo escuchar el sonido del piano.

—¡¿Qué?! ¡Pero tocaste en el café!

—Puedo escucharlo en un principio. —aclaró mirando hacia el cielo. —Pero entre más pasa tiempo, entre más me concentro en la presentación... siento como si estuviera en el mar. Es mi música la que no puedo escuchar, lo tomo como un castigo.

—¡Ah! ¡Desde que te conocí te ves demasiado pesimista cuando hablas de música! —le tomó por el cuello de la camisa, acercándolo más a su rostro. —¡Si no puedes hacerlo entonces mínimo inténtalo! ¡¿Acaso no has intentado morder una vara como hacía Beethoven?! Si es que no puedes mover tus manos, ¡entonces toca con los pies! ¡Y si no tienes suficientes dedos, entonces usa tu nariz!

—¿Me ves cara de Mozart o qué? —se soltó del agarre frunciendo el ceño, ¿quién se creía ese idiota para tratarle así? Por un segundo pensó en irse.

—Puedes ser pesimista o un desastre en lo que haces, ¡pero debes seguir tocando! Así es como nosotros salimos adelante.

—Será así para ti. —se levantó del suelo, no quería llegar tarde a su casa. Mínimo iba a despedirse.

—Tomé una decisión. —Naruto le interrumpió justo cuando iba a dar media vuelta para despedirse, aún así le miró. —Voy a anotarte como mi acompañante, el público votó por mí en la ronda de ayer, así que califiqué para la segunda.

—¿Acaso escuchaste una sola cosa de lo que dije? NO puedo hacerlo.

—¡Ya lo decidí! Vas a tocar conmigo en esta ronda.

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