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[5]

Cuando Jungkook despertó a la mañana siguiente, se levantó con desgano para continuar con la misma rutina de todos los días.

Entró al baño, para lavarse los dientes y darse una ducha.

Verse la cara en el espejo no ayudó de mucho, porque bajo sus párpados dos grandes manchas oscuras le adornaban, tenía los ojos rojos, y su pómulo derecho más hinchado de lo normal por el golpe recibido el dia de ayer.

No se había puesto nada, ya que se había dormido llorando, y por eso la hinchazón y el color morado en su pómulo se miraban horrible.

Ojala pudiera faltar a clases, pero si sus padres se enteraban podría recibir una regañada de dos horas y media y, realmente, no quería tener una disputa con ellos. Estaba harto de complacerlos, los miraba muy pocas veces en esa gran casa de dos pisos, llena de objetos lujosos, con dos empleadas que venían día por medio para limpiarla, pero finalmente, todo eso no llenaba el vacío que Jungkook sentía por la falta de amor y comprensión que en un momento buscó de su familia.

Fue a uno de los principales colegios importantes de su ciudad y entró a esa buena universidad, por ellos, se inscribió en la carrera de derecho para seguir los mismos pasos de ambos y pudiesen sentirse orgullosos de él, pero ni si quiera demostraron algo de alegría cuando les dijo que había quedado en primera opción, con una de las mejores notas de admisión.

Suspiró, no importaba lo que hiciera, ellos nunca estarían satisfechos, quizá se lo merecía por todo lo que causó en esos dos últimos años antes de entrar a la universidad. Pero de todas formas le dolía, y su corazón se apachurraba cada vez que se sentía poca cosa por no cumplir las expectativas que tenían de él.

Limpió las lágrimas que se resbalaban por su mejilla, se metió a la tina aún llenándose con agua caliente, e intentó relajarse, pero falló sin mucho esfuerzo, pues su cabeza se colmó de pensamientos relacionados a Kim Taehyung, recordando así que, hoy se suponía debía de presentarse al partido, donde fue invitado por él.

Pero no quería.

Más bien, no debía.

Había sido muy iluso al dejarse llevar por todos esos sentimientos tan bonitos que Taehyung le generaba, solo con verlo era suficiente para que todo el exterior dejara de existir y en su mundo no hubiera otras personas más que ellos dos...

Pero esa no era la verdadera realidad.

En su mundo todo se manejaba de una manera distinta y él solo era una marioneta que existía gracias a lo que los demás decían, a lo que sus padres decían.

El encuentro con aquel hombre se lo dejó más claro que el agua, su mundo se vendría abajo como si de un castillo de cartas se tratara al hacer un mal movimiento.

Y Jungkook no quería aceptarlo, pero al final de dia, era un cobarde.

Tan, tan cobarde que, cada intento por querer sentirse libre, por querer escapar de su oscura realidad, por querer cortar las cuerdas que hacían los movimientos para decidir lo que tenía que realizar en su vida, estos nunca daban resultado, eran un intento fallido, pues siempre daba cinco pasos en retroceso por cada uno hacia adelante, alejándose poco a poco de su meta y objetivo.

Y por eso aquel hombre que vio ayer lo tenía en sus manos, sabía sus debilidades, sabía cómo jugar las cartas para salir siempre victorioso.

Así que no vería más a Kim Taehyung, todavía podía cortar esos lazos amistosos que se estaban construyendo, todavía no era muy tarde para que, hacerlo parte de su tragedia pudiera evitarse.

Porque si Taehyung se involucraba en su vida, era muy probable que los dos salieran lastimados.

Sí, no se relacionaría más con él.

Pero que equivocado estaba.

Taehyung lo había alcanzado en cuestión de segundos, estuvo tratando de evitarlo toda la mañana, había tenido suerte hasta que sus miradas se toparon en ese bendito pasillo. El pánico que le generó fue absurdamente abrumador, y de la única manera en que pudo reaccionar fue la de salir corriendo a toda velocidad, así como si un conejo acabara de ver a un león.

—¿Por qué corres Jeon Jung Kook? —Escuchó esa voz grave demasiado cerca, Taehyung lo había tomado del ante brazo y hecho girar hacia su dirección. Tenía su entrecejo fruncido y sus labios en una línea recta, parecía enojado.— ¿Por qué huyes de mí? ¿Por qué estás tan asustado como para salir corriendo de esa manera?

No lo demostraba, pero aquella forma en que Taehyung lo estaba mirando le decía a grandes voces que lo había herido, que ignorarlo le hacía daño. Jungkook solo atinó a bajar su cabeza, no sabía qué decir, ni cómo reaccionar, nada tenía excusa realmente para su manera de actuar.

O al menos, no una que fuera completamente hetero-normal.

Sintió la mano de Taehyung tocar su barbilla, haciendo que volviese a levantar la mirada. Esta vez la expresión que él tenía en su cara era mucho menos tensa.

Jungkook quiso ignorar ese acto, ese toque, pero era imposible si todo su cuerpo reaccionaba como si un cable de electricidad estuviera haciendo cortocircuito en su sistema.

—¿Hice algo malo ayer? ¿He dicho algo que te incomodara? Porque eso es lo que siento, pensé que eran ideas tontas mías, pero el que salieras corriendo me lo confirma. ¿Puedo saberlo? ¿Me puedes decir, por favor?

Era devastador escucharlo preguntarle aquello, cuando sabía que Taehyung no tenía culpa de absolutamente nada. El nudo en la garganta que se le estaba formando a Jungkook estaba empezando incomodarle, sin embargo, si lo dejaba salir de su boca era muy seguro que se convertiría en llanto, y no quería llorar, no delante de él, no de la única persona que por momentos hacía su mundo mucho mejor, mucho más tranquilo.

Se quedó en silencio, con su labio inferior temblando, sintiendo sus ojos llorosos. Ambos aun mirándose, ambos sin apartar la mirada el uno del otro.

Entonces en un movimiento sintió su cuerpo ser jalado por Taehyung y los brazos de él enrollarse a su alrededor. Lo estaba abrazando, él lo estaba abrazando.

Su cara se aplastó en su pecho y otra vez esa fragancia masculina, como a madera combinada con menta, estaba recorriendo sus fosas nasales. Si antes algo había hecho cortocircuito dentro de su cuerpo, ahora se sentía como una explosión catastrófica, haciendo que su corazón palpitara con tanta fuerza, que seguro traspasaba su pecho, haciendo que Taehyung también lo sintiera.

Y no supo cuántos segundos fueron, no supo si fueron minutos, pero se sintió bien, se sintió como si un lugar seguro estuviera comenzando a construirse en los brazos de Taehyung. Se sintió como si allí junto a él, nada malo podía pasarle.

—¿P-por qué, Hyung? —preguntó, inseguro, aún sin recomponerse de lo que estaba sucediendo, todavía sin separarse por completo del cuerpo de Taehyung.— ¿Por qué me abrazas?

—Fueron tus ojos —contestó él—, tus ojos me decían que debía de hacerlo, que debía de abrazarte.

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