[3]
Estaba sonriendo de oreja cuando iba saliendo de la Universidad después de su exhausta jornada, hoy posiblemente había sido el mejor dia de su vida. Había hablado por más de quince minutos con Kim Taehyung y este no mentía cuando decía que podían ser cercanos si así él lo quisiese.
Y querer era una palabra diminuta que no podría describir por completo el deseo desesperante que sentía Jungkook por pasar un poco más de tiempo con Taehyung, podría ser un poco exagerado, pero básicamente era como el sueño que cualquier persona quisiese cumplir con su crush. Y a él se le estaba cumpliendo.
Bendito el día en que decidió llamarse tonto por sentarse bajo aquel árbol para recibir ese pelotazo en su cabeza, pues eso había llevado a que esta tarde Taehyung lo invitase a un partido de futbol para mañana a la hora de almuerzo. Y eso solo hacía que su corazón latiera con más fuerza, gozoso y eufórico.
De pronto el momento de alegría se esfumó en un milisegundo cuando levantó su vista hacia el frente.
Dicen que la juventud está para disfrutarse, que se pueden cometer errores, ya que estos todavía pueden estar a tiempo de enmendarse, de superarse, que después de todo se puede seguir adelante, pues finalmente es experiencia lo que estás ganando.
Ojala hubiera sido así para Jungkook, ojalá todos sus errores fueran posibles de enmendarse, él pensaba que en la universidad todo sería diferente, que todo lo vivido en sus últimos dos años de secundaria podrían superarse con más facilidad.
Pero se había equivocado, aquellos recuerdos lo seguían atormentando, aquella culpa hacía sentir su corazón pesado, y aquel hombre que lo esperaba una cuadra más adelante, con la espalda recostada en una de las paredes de la casa que se ubicaba en la esquina de la calle, estaba para recordárselo constantemente.
Se acercó con cautela, sintiendo como su respiración aumentaba, como sus piernas perdían fuerza y cada paso se le hacía pesado. Tragó fuerte cuando ya se encontró posicionado frente al hombre, este le regaló una sonrisa cínica, estirando su mano a su vez.
—¿Trajiste el dinero? —preguntó, mientras comenzó a golpear el suelo con su pie derecho, impaciente.
—Será la úl-ultima vez —dijo, inseguro, maldiciéndose internamente por titubear.
—¿Cómo?
—Que será la última vez —elevó mucho más el tono, sacando de su bolso un sobre con cuatrocientos mil wones.
El hombre rio con fuerza, escupiendo saliva, algunas gotas cayeron en el rostro de Jungkook, que se limpió de inmediato con desagrado.
—Dijiste lo mismo hace dos meses. ¿Sabes lo que pasará si dejas de pasarme dinero no? Después de todo no seré yo quién vivirá debajo de un puente —se burló, arrebatándole de las manos el sobre con dinero.
—Les diré —dijo Jungkook, apretando sus manos, convirtiéndolas en puños, la furia inundando su sistema.— Ellos entenderán, lo harán y ya no podrás manipularme más. ¡Pronto me desharé de ti, del maldito pasado que nos ata! —gritó, de pronto sintiendo sus ojos llorosos.
Inspiró con fuerza, intentando convencerse de que aquello que salía de su boca de verdad sería cierto. Quiso pasar al lado del hombre, por lo que no se dio cuenta en qué momento llegó el puñetazo justo en su pómulo, haciéndolo retroceder, gimiendo de sorpresa y dolor.
—No seas imbécil —el hombre dijo con ironía—. No tienes las agallas para hacerlo, sabes que ellos te repudiarán, ya te detestan. No necesitas agregarles algo más para que aumenten su odio hacia ti —lo agarró de la camiseta, sacudiéndole, como si con eso pudiera hacerlo entrar en razón.
Jungkook posicionó sus manos encima de las del hombre para que lo soltara.
—In Yeop —susurró el hombre, haciendo que el cuerpo de Jungkook se paralizara al escuchar ese nombre—. ¿Quieres terminar como él? ¿Acaso no sabes de quien fue la culpa?
Jungkook reaccionó, negando con su cabeza varias veces, dejando que las lagrimas corrieran por su rostro.
—¡No fue mi culpa! ¡no lo fue! ¡Ya suéltame, suéltame, hijo de perra! —gritó, haciendo la mayor fuerza posible para soltarse, cuando lo logró salió corriendo, sintiendo su estomago revuelto, su pecho adolorido por su respiración inconstante.
—¡Te veo el próximo mes, Jeon Jungkook! —fue lo ultimo que escuchó del hombre.
No se detuvo y tampoco se dio cuenta del momento en que llegó a su casa, pasando a su cuarto, donde tiró la mochila para seguidamente arrinconarse en su cama, enrollando sus piernas y seguir llorando.
Él odiaba su vida.
Él odiaba sentirse de esa manera.
Él odiaba que los hombres le gustasen.
Y odiaba saber que alguien había muerto por su culpa.
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