Let me see ur eyes just once
🐍3680 palabras
🐍Hyunin
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En un mundo de Dioses griegos, mounstros, angeles, demonios y criaturas mitológicas existía un chico, para ser específicos, el hijo de Medusa.
Medusa era una mujer, hija de Forcis y Ceto, Ella era diferente a las demás gorgonas, era la única mortal y la más bella de estas.
Con su belleza Medusa fue capaz de deslumbrar a mil y un hombres, entre estos, a Poseidón el rey de los mares, al verse enamorado de ella la sedujo en el Palacio de Atenea.
La ira de la Diosa de la guerra fue tan grande que su reacción inmediata fue castigar a Medusa, convirtiéndola en un ser igual que sus hermanas, Esteno y Euriale. Ambas mounstros, manos metálicas y colmillos afilados y unos hermosos ojos que emitían una luz y quien los miraba quedaba petrificado.
Atenea se vió también se vio celosa de la hermosa cabellera que poseía la mortal, por lo que convirtió sus cabellos en serpientes.
Medusa se sentía fatal, ningún hombre, persona o incluso cosa quería acercarse a ella por miedo a terminar siendo de piedra.
Hasta que llegó él, él único hombre que no se fijó en el exterior de la mujer, logrando tocar el fondo de su corazón de piedra.
Yang Hongseok.
Medusa lo conoció años despues que fue desterrada, el hombre era un ángel, literalmente.
Cuando Yang conoció a Medusa la vio con lentes y un turbante, salieron durante años, la mujer le confesó el porque siempre llevaba esas prendas puestas, pensando que el castaño se alejaría, pero no fue así, el le pidió que fuera la verdadera Medusa con él, que la amaría sin importar que.
Medusa encontró confianza en sí misma, todo gracias a Hongseok, el le enseñó que la verdadera belleza es la del interior, algo que muy pocas personas sabían apreciar.
Ambos jóvenes se casaron y tuvieron un hijo, de nombre Yang Jeongin, el pequeño Jeongin no contaba con los dientes afilados ni las serpientes en su cabeza.
Pero si había heredado los hermosos ojos de su madre, de un hermoso color verdoso, ambos parecían dos preciosas esmeraldas, incluso tenían el mismo brillo, al igual que sus ojos, su cabello era de un tono verdoso, dándole un toque sexy al chico.
También, gracias a los genes de su padre, Jeongin tenía una belleza increíble, labios de un color rosa natural, nariz pequeña y perfilada, pómulos un poco sobresalientes y una mandíbula recta, casi como su padre.
Jeongin era el digno hijo de un ángel, sus encantos sobrepasan los límites, hasta parecía el hijo de un mismísimo Dios.
Y ahí entraba Hwang Hyunjin, hijo de Afrodita la diosa del amor, el chico era de pelinegro, labios grandes y rojos, un bonito lunar bajo uno de sus ojos.
Hwang era uno de los tantos hijos de la Diosa, siendo este el más hermoso de todos.
El padre de Hwang no se sabe quién es, se dice que es de un simple mortal así como todos los hijos de la Diosa, la mayoría vienen de distintos genes, pero eso era lo que menos importa ahora.
Jeongin sentía algún tipo de flechazo al mayor, como casi todas las personas que tenían el placer de conocerlo.
Hyunjin no sabía nada sobre amor, nunca había tenido alguna pareja, ni dado su primer beso, era un inexperto en el amor.
Jeongin y el mayor eran algo cercanos, se habían saludado un par de veces en la escuela, pero nunca intercambiaban palabra alguna.
Ambos tenían amigos en común, Minho era el hijo de un demonio, y mejor amigo de el menor, Jisung era novio de Minho, hijo de un ángel y mejor amigo de el pelinegro.
Ahora mismo el grupo de cuatro chicos se encontraba en el enorme patio de la institución, la parejita charlando felizmente mientras los otros dos chicos se daban un par de miradas -Jeongin tras los lentes de sol que traía-,el menor apartando la mirada constantemente cuando veía que el contrario lo miraba, con un sonrojo en las mejillas, el mayor con una sonrisa, ante lo tierno que era el peliverde.
- Tu cabello es lindo - Jeongin levantó la mirada por inercia, encontrado al mayor con su mirada fija en él.
Jeongin se señaló a si mismo, bastante confundido a decir verdad, él no era de recibir cumplidos. Hyunjin asintió, sonriendo, las mejillas del menor se encendieron por milésima en el día.
— G-gracias — murmuró bajito — t-tu cabello i-igual es lindo — el menor levantó su mano, señalando con su dedo indice el cabello negro del mayor.
Hyunjin sonrió nuevamente, se acercó un poco a Yang y acomodó un poco sus hebras verdes. Minho carraspeo tras los dos, como el amigo celoso que era, le lanzó una mirada asesina a Hwang.
Hyunjin separó su mano con una sonrisa nerviosa, Jisung se rio frente a él mientras le decía a su novio.
— No seas tan malo con Hyunjinnie, Honnie — le dijo el de mejillas regordetas.
— Era broma Hyunjinnie — el mayor sonrió de forma terrorífica para el pelinegro, dándole un golpe en el hombro.
Hyunjin se froto la zona adolorida, Jeongin reía por la mueca de este, seguía viéndose lindo incluso quejándose.
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Hyunjin iba caminando por los pasillos de la institución, todos los que lo veían suspiraban y le saludaban, esperando tener respuesta alguna por parte de Hwang.
Hyunjin no era arrogante, simplemente no saludaba a las personas que lo querian por su belleza, estaba harto de eso. El único chico que no lo admiraba por su belleza era Jisung, el entendía perfectamente al mayor.
Jeongin iba cruzando distraído por el pasillo, checando algunos apuntes en su libreta.
Hwang divisó su característica cabellera verde, así que se acercó con una sonrisa.
— Hey Jeongin — saludó llegando a su lado.
— H-hola Hyunjin — respondió el menor algo cohibido por la presencia del hijo de la diosa del amor.
— ¿A donde vas? — preguntó sonriendo, agachando un poco su rostro para el el contrario.
— Iba a buscar a M-minho — respondió con algo de dificultad, el montón de libros que traía hacía todo un poco más difícil.
— Mira, que casualidad, yo estoy buscando a Jisung — mintió el mayor, la verdad era que quería pasar un rato con el menor, nisiquiera sabía por que, solo sentía esa enorme necesidad — te ayudo, anda.
El pelinegro tomó un poco de los libros del menor sonriendole, Jeongin se sonrojo por el acto.
— G-gracias — murmuró el peliverde.
Comenzaron a caminar por la institución en busca de sus amigos, el mayor haciéndole múltiples preguntas y el menor respondiendo lo necesario, demasiado tímido.
Primero pasaron frente al casillero del menor para que guardará los libros que traía en manos.
Cuando terminaron se dispusieron a buscar a sus amigos, llendo de un lado para otro, sin obtener resultados.
Ya algo cansados, decidieron ir a la cafetería por algo de tomar.
— ¿Quieres algo en específico? — preguntó el mayor.
— Lo que sea está bien — respondió el peliverde.
Cuando obtuvieron sus bebidas decidieron descansar afuera.
— ¿Alguna vez te has quitado los lentes? — preguntó el pelinegro.
— N-no cuando nací convertí al doctor en piedra, y desde entonces no me los he quitado — explicó el menor, tomando un poco de la bebida que el mayor le regaló.
— ¿No te gustaría ver el mundo sin esos lentes? — volvió a preguntar.
— Claro que me gustaría, pero convertiría cualquier cosa en piedra — respondió cabizbajo.
— Debe ser difícil — comentó el pelinegro al aire.
— Lo es — admitió el menor, mirando la bebida entre sus manos.
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Jeongin y Hyunjin se hacían más unidos conforme el tiempo pasaba, cuando Minho y Jisung se juntaban ellos se pegaban a sus amigos para ver al contrario.
Uno de esos tantos días, Hyunjin le regaló otros lentes de sol al menor cuando este le dijo que tenía los mismos desde niño.
Jeongin los aceptó gustoso, cuando llegó a casa y abrió el estuche donde estos venían notó que tenían pequeñas serpientes verdes en cada esquina, y también notó una pequeña pegatina de corazon junto a una de estás. El peliverde cerró los ojos mientras se quitaba los viejos y dañados lentes de sol, colocándose los nuevos, viendo como combinaban con su cabello.
Jeongin sonrió, las lágrimas acumulandose en sus ojos, nunca nadie había tenido ese lindo detalle con él y se sentía tan feliz que esa persona fuera Hyunjin.
Cuando Jeongin llegó al día siguiente a la institución se lanzó sobre el mayor, rodeando su cuerpo con sus brazos
El hijo de Afrodita le correspondió el abrazo sorprendido, pero eso no impidió que lo disfrutara, apretando levemente al menor entre sus brazos.
Cuando Jeongin se separó de Hwang sus mejillas estaban sonrojadas, y una sonrisa sobre su rostro.
— Te quedan muy bien — halagó el pelinegro sonriendo.
— Gracias, son muy lindos — el menor había dejado aún lado la timidez, con Hyunjin se sentía capaz de ser él mismo.
— Tu los haces ver lindos — respondió el del lunar, acariciando la mejilla de Jeongin con una de sus manos.
Jeongin sonrió como tonto, lo que alguna vez creyó que solo pasaría en sus sueños estaba pasando en ese instante.
Ahora no solo Yang era el que sentía el flechazo por el otro.
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— Hyunjinnn~ — gritaba el menor mientras corría rápidamente por el pasillo.
— Jeonginnn~ — respondió el alto sonriendo, abrazando al menor cuando se tiró sobre él.
Hyunjin sonrió como tonto, Jeongin el estaba haciendo sentir todo en lo que su madre era experta, y eso lo emocionaba, Jeongin le provocaba lo que algunos llamaban "mariposas en el estomago" pero el no lo sentía así, sentía como si Águilas fueran, no suena tan romántico pero así lo sentía Hwang.
Jeongin estaba igual o peor que el mayor, Hyunjin era tan dulce con él, siempre le recordaba lo lindo que era.
Aún no eran novios, nisiquiera se habían confesado, pero no necesitaban hacerlo para demostrar lo que sentían por el contrario.
— Te quiero — dijo el menor de repente.
—Yo igual te quiero — Hyunjin estaba sonriendo lo más que podía, sus ojos siendo dos medias lunas, su perfecta hilera de dientes blancos reluciendo.
— Yo igual te quiero Hyunjinnie — Minho llegó tras el menor, sorprendiendo a ambos.
— H-hola Minho — saludó el pelinegro nervioso.
— ¿Has visto a HanJi? — preguntó el mayor, con la sonrisa siniestra de siempre.
— Aula — señaló Hwang tras él.
— Gracias Hyunjinnie — dijo sonriendo — le diré a mi padre que no te lleve al infierno cuando mueras — soltó una risa que causó que la piel de Hwang se erizara.
Jeongin veía todo con una sonrisa, el cariño que Minho mostraba era... único.
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Jeongin tenía pensado decirle sobre sus sentimientos a Hyunjin, tenía un regalo que el mismo hizo y se lo daría al mayor, estaba muy nervioso, no sabía si iba a ser correspondido, y menos tratándose del hijo de Afrodita, que tenía miles de personas tras suyo.
Tomó aire y se acercó sonriendo al mayor.
— Hola, Hyunjin — saludó tras el mayor.
El pelinegro se giró emocionado al escuchar la voz de su chico favorito.
— Hola, Innie — saludó con el apodo que le había puesto semanas atrás.
— ¿Podríamos hablar en el patio a la salida? — preguntó sin borrar su sonrisa.
Hyunjin asintió rápidamente mientras el timbre sonaba, anunciando la entrada a clases.
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Jeongin estaba esperando al mayor con el regalo que tenía para el en manos, era algo pesado y sus dedos comenzaban a doler por solo sostenerlos con ellos.
El hijo de Medusa creyó que el mayor ya no llegaría, así que se levantó de la banca donde se había sentado y comenzó a caminar lejos de ese lugar.
Cuando había caminado un par de metros escuchó un grito a su espalda.
— ¡Innie! — era la voz de Hwang.
El peliverde volteó rápidamente, encontrando al mayor con sus hebras negras alborotadas. Al parecer había corrido para llegar a tiempo.
Jeongin se lanzó corriendo hacía el, siendo atrapado en el aire por Hyunjin, quien sonreía tontamente.
— Tengo que decirte algo — dijeron ambos.
— Tu primero — volvieron a repetir, los dos sonriendo por la coincidencia.
— Al mismo tiempo — dijo el peliverde — uno... —
— Dos... — continuó el mayor.
— Tres... — dijeron ambos.
— Me gustas — dijo el menor.
— Te amo — Hwang sonrió.
Jeongin sonrió cuando proceso lo que el mayor dijo, sonriendo como tonto a los segundos.
— ¿En serio? — preguntó el menor.
Hwang asintió, Jeongin se lanzó nuevalenre a sus brazos mientras sacaba el regalo que había ocultado tras su espalda.
Era una rosa convertida en piedra.
El mayor estaba sorprendido, apesar de ser de piedra la rosa conservaba su belleza, sus pétalos seguían viéndose delicados y el tallo aún se sentía suave.
— El día que la flor se marchite dejarás de gustarme — dijo con seguridad el menor.
El pelinegro igual sacó algo, solo que del bolsillo de su pantalón, una pequeña cajita en donde había un anillo de plata, eran dos pequeñas serpiertes formando un corazón con sus cabezas, muy bonito a decir verdad.
— ¿Q-quieres ser mi novio? — preguntó Hwang de repente.
Jeongin abrió los ojos, el solo esperaba confesar sus sentimientos, pero sin duda esto era mucho mejor.
El peliverde asintió emocionado, y se lanzó por cuarta vez en el día a los brazos de su ahora novio.
Que bonito sonaba llamarlo de esa manera.
Hyunjin le colocó el anillo a Jeongin, este admirando lo bonito que era.
— Algún día será uno de compromiso — dijo el mayor sonriendo como tonto, las "aguilas" volando en su estómago.
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La relación de Hwang y Yang se basaba en cariño, besitos y más cariño.
Cuando los demás estudiantes se enteraron del amorio entre el hijo de Medusa y el hijo de la diosa del amor, comenzaron las constantes burlar hacía el peliverde, celosos de no poder estar en el lugar de él.
Jeongin amenazaba de convertirlos en piedra si seguían molestando, hasta que ese día llegó, un grupo de demonios molestaba al menor, empujandolo de un lado a otro, los lentes de estos cayendo al suelo, Jeongin abrió los ojos y se encontró con la imagen atemorizada de uno de estos.
Los ojos de Jeongin eran simplemente preciosos, pero no podía ser perfecto, cada parte del cuerpo del chico dejó de moverse, convirtiéndose en completa piedra en cuestión de segundos, su mirada atemorizada quedó plasmada, sus boca abierta de sorpresa.
Los otros demonios miraron horrorizado al menor, diciendo que era un monstruo cuando el no tenía la culpa de nada, solo de amar.
Los chicos se fueron corriendo de ahí, antes de que Yang los "atacara" nuevamente.
Jeongin se tiró en el suelo, con los ojos cerrados y haciéndose bolita.
Solo pasaron un par de minutos, que para el menor parwxieron horas, hasta que Hyunjin llegara, vio los lentes en el suelo, el chico petrificado y Jeongin hecho bolita.
Tomó rápidamente los lentes y se puso de cuclillas frente a su novio, colocándole los lentes.
— Mi amor, soy yo, Hyunjin — Hwang intentó tranquilizarlo — ya puedes abrir los ojos mi vida.
— No Hyunjin, soy un monstruo — se dijo así mismo.
Hyunjin soltó un bufido indignado, Jeongin no era ningún monstruo, era una persona como cualquier otra.
— Amor, tu no eres ningún monstruo — Hyunjin levantó el rostro del menor con ambas manos — Eres Yang Jeongin, hijo de Medusa y un ángel, la persona más linda en este jodido mundo — besó sus labios rápidamente.
Jeongin se sorprendió ante el beso, abriendo levtamenre sus ojos, viendo atraves del cristal de estos.
— Te amo — dijo Jeongin devolviendole el beso a su novio.
— Yo más, mi bello ángel — el mayor correspondió el beso.
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La escuela había organizado una obra de teatro, Jeongin y Hyunjin serían los principales, los cuales representaban un par de personas enamoradas pero su relación se ve afectada por diferentes problemas, los cuales logran solucionar y terminan con un tierno beso.
La obra era el día de hoy.
Jeongin se encontraba muy nervioso, ya todo estaba listo y faltaban menos de cinco minutos para empezar con todo.
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La obra estaba cerca del final, solo faltaba el beso y esta daría por finalizada.
Jeongin se acercó lentamente a Hyunjin, diciendo cada linea a la perfección.
Hyunjin respondió con lo que tenía memorizado.
Jeongin se acercaba cada vez más, todos los espectadores atentos a la obra.
Hyunjin tomó a Jeongin del brazo, atrayendolo rápidamente hasta su cuerpo, comenzando a besarlo con pasión, que entre tanta, no notaron que los lentes del menor se habían caído.
Cuando se separaron aún no abrían los ojos, Hyunjin fue el primero en hacerlo, una lágrima escapando de su ojo.
Lo siguiente pasó en cámara lenta, Jeongin abrió lentamente los ojos, encontrándose con la mirada del pelinegro.
La boca del hijo de la Diosa del amor se abrió con sorpresa.
Frente a él estaban los ojos que tanto había ansiado ver, justo como dos pequeñas esmeraldas, un brillo especial en estos.
Jeongin reaccionó demasiado tarde, y no pudo cerrar los ojos de vuelta.
Hyunjin se sentía como si estuviera hechizado, iba a decirle algo al menor pero de pronto sus piernas comenzarán a tornarse de color y volverse duras como la piedra.
Jeongin miraba todo aterrorizado, no podía estar pasando, no ahora que se sentía feliz y pensaba que nadie podría arruinar su felicidad.
Pero lo terminó haciendo el mismo.
La piedra ya había llegado hasta la cintura del mayor, este miraba a Jeongin, pero ya no había temor, había cariño.
— Esto no es culpa tuya, ¿Sí? — preguntó sonriendo aunque todo le doliera — Te amo — logró murmurar antes que la piedra se extendiera sobre su rostro, quedando en su lugar una estatua con una lágrima corriendo sobre su rostro, la cual igual quedó de piedra.
Todos los espectadores comenzaron a aplaudir, creyendo que todo era parte de la obra, Jeongin se dejó caer en el suelo mientras el telón era cerrado, sollozando por haber perdido al amor de su vida en algo tan tonto como una obra de teatro.
Jeongin se aferró al pecho de piedra de su novio, sollozando sobre esta.
— No, no, no — negaba repetidamente, pidiendo que todo fuera un mal sueño y cuando despertara y regresara a la escuela Hyunjin lo recibiría con un beso y un abrazo como todos los días.
Pero no fue así.
Todos los de producción se acercaron a el y le colocaron rápidamente los lentes, evitando otro posible accidente.
Lo levantaron del suelo mientras tomaban la figura de piedra y la llevaban a otro lado.
— ¡A donde lo llevan, déjenme con él! — gritaba el peliverde, intentando soltarse de los brazos que lo sostenían.
Dejaron a Jeongin en un aula aparte para que se "tranquilizara" algo que sería totalmente imposible viendo las circunstancias.
Jeongin comenzó a golpear la puerta con impotencia, no quería estar ahi dentro, quería estar junto a su novio.
Algo que quizá nunca se cumpliría...
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Jeongin salió al patio de su casa, yendo al mismo lugar de todos los días, cuando reconoció el arco de plantas y flores sonrió, sentandose frente al lugar, admirando la estatua frente a él.
Seguía exactamente igual que ese día, con solo pensar en eso los ojos del menor se cristalizaron.
— Te extraño — comenzó a decirle — se que dijiste que esto no es culpa mía, pero no puedo evitar sentirme culpable — sorbio su nariz — Minho igual te extraña, bueno, más que nada la mueca de horror que ponías al verle, pero de alguna forma lo hace — soltó una risa.
Jeongin escuchó pasos tras él, se dio la vuelta y ahí vio a su tía, Euralie, una pequeña sonrisa en sus labios.
Desde que habían decapitado a su madre, después de su nacimiento, el había quedado bajo el cuidado de su tía.
— ¿Otra ves aquí Jeongin? — preguntó la mayor.
Jeongin simplemente asintió con una sonrisa triste.
— Entra a casa — le ordenó.
Jeongin hizo lo pedido, se levantó lentamente del suelo dándole una última mirada a la estatua, el pequeño collar con el dije de corazón colgando de su cuello.
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Jeongin estaba en su habitación apunto de dormise, desde que eso pasó no hacía más que dormir, ver la estatua de su novio hablar con el por horas y volver a dormir.
Cuando el cansancio lo estaba consumiendo unos golpes en la puerta resonaron.
— Jeongin, tienes visitas — anunció su tia al otro lado de la puerta.
El peliverde se levantó confundido, Minho había ido a visitarlo esa mañana y había llegado junto a Jisung, nadie más podría estar visitandolo.
Caminó lentamente hasta el salón, al entrar lo primero que vio fue una cabellra negra, reconociendola al instante.
— H-hyunjin — murmuró con miedo.
Miedo a que todo fuera un sueño y el mayor no estuviera frente a él, sonriendole como solía hacerle.
Jeongin se acercó a él, tocando su rostro con una de sus manos, viendo que el tacto era posible.
— No es un sueño mi amor — dijo el mayor.
Jeongin comenzó a llorar fuertemente, abrazando al mayor del pecho.
— P-pero, ¿cómo? — preguntó sorprendido — t-tú —
— Si, yo era una estatua — asintió levemente.
— P-pero no hay ninguna cura para eso... — murmuró el peliverde.
— Si la hay, piensa bien — le dijo Hwang.
El menor abrió su boca.
— La sangre de mi madre... — murmuró el chico.
Hyunjin asintió sonriendo.
— Exacto, por lo que me explicaron apenas "desperté" — hizo comillas — no pudieron regresarme antes por que Atenea se hacía la dura, pero después de tanto rogarle, aquí estamos.
Jeongin seguía sin creerlo, tenía al mayor frente a él.
El peliverde reaccionó cuando sintió los lentes de sol ser removidos.
— ¡No!, ¿estás loco? ¿quieres ser una estatua por el resto de tu vida? — preguntó tomando los lentes.
— Confía en mí — le dijo en un susurro su novio.
Jeongin se dejó llevar, cerrando los ojos fuertemente.
Cuando los lentes fueron removidos por completo abrió los ojos con miendo, encontrándose con los ojos del mayor sobre los suyos.
Jeongin estaba aún más sorprendido, Hyunjin no se convertía en piedra.
— ¿C-comó? —
— La sangre de tu madre, al entrar a mi adn, me hace inmune a convertirme en piedra — explicó lentamente el alto.
Jeongin asintió con una sonrisa, lanzándose sobre su novio como era costumbre.
— Ahora podré ver tus hermosos ojos por el resto de mi vida — Hyujin beso los labios de su novio después de tanto tiempo.
Fin...
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Hasta aquí el one shot del día de hoy
Investigue bastante para hacer esto bien, y espero haya servido de algo.
El final iba a ser tráfico pero m contuve bdidjs
No lo revisé pq es MUY largo.
Espero les haya gustado, nos leemos en otra historia ♡
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