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13. ‹He paid with blood, yes, he did›








ROGER TAYLOR










Mis uñas se enterraban en las palmas de mis manos con fervor, la música del auto no ayudaba a calmar mi ira, realmente no lo hacia.
El camino se volvía cada vez más largo a mi parecer, sabía perfectamente que estábamos a un par de minutos de arribar a aquella estación pero aún así no podia dejar de sentirme bastante ansioso.
La situación sobrepasaba los limites de mi cordura y mi tranquilidad mental.
Observar a Angie a través del espejo retrovisor me partía él corazón, mi pobre preciosa estaba destrozada; y es que aquel hombre le había arrebatado de nuevo todo lo que ella había construido, la estabilidad mental y la seguridad que ella había forjado en si.

May, Mercury y Deacon se encontraban esparcidos en el auto, mi mejor amigo abrazaba a la morena como si así pudiera protegerla de cualquier cosa, pero evidentemente, de lo que teníamos que protegerla no lo habíamos logrado.
Nuestros intentos por salvarla fueron en vano, cuando llegamos a su encuentro ya estaba destrozada.

Él aire en el ambiente podría ser cortado con facilidad, debido a la tensión con la que era cubierto, sin embargo ésta se dispersó cuando la estación de policía apareció en nuestro campo de visión.
Mis puños se apretaron en las piernas de mi pantalón, mientras observaba a May estacionar el auto.
Una vez colocado con perfección y sincronía, abrí la puerta, suspire pesadamente y salí del auto para ayudar a Angie.
Una vez todos fuera, tomé su mano y le di un fuerte apretón, seguidamente nos encaminamos hacia aquel establecimiento.

No estaba seguro de si ella estaba temblando o era yo, o quizás, eran nuestras vibraciones que se juntaban y no podía descifrar cual es cual.
Sin embargo, una vez que entramos a la estación, los nervios abandonaron mi cuerpo y la adrenalina me golpeó.
Acudimos a la recepción y nos indicaron a donde debíamos de dirigirnos, una vez ahí, nos acercamos con el detective Allen quien era el encargado de nuestro caso.

—Chicos... — nos saludó a cada uno — ¿Como te sientes, cariño? — cuestionó a Angie, ésta sólo asintió levemente encogiéndose de hombros.

Mi corazón se contrajo sutilmente al observar la inhibición de la que era víctima.

— ¿Y bien? — pregunté bastante ansioso — ¿Donde esta él?

Allen fruncio el entrecejo, dubitativo.

— Esta adentro... — señaló, hacia una ventana de cristal templado, pude identificarla como la sala de interrogatorio — De igual forma, no creo que sea buena idea que Angelique lo vea.

Sonreí, aquella era mi oportunidad.

— Yo lo haré... — las miradas de todos se posaron en mi, inevitablemente — Aquella noche, cuando buscó a Angie por primera vez, lo ví, vi su rostro.

— Me estas diciendo que antes del ataque ¿Ustedes ya habían tenido un encuentro con él? — preguntó incrédulo mientras se cruzaba de brazos.

— Si, así es. — hablé yo, no sin antes acariciar levemente el torso de la mano de la morena — Y creo que es mejor que nos dejemos de rodeos e ir al grano, oficial.

— Está bien, está bien — asintió euforicamente — Vamos allá, venga conmigo, Taylor.

Una vez dichas aquellas palabras, observé a Angie por unos segundos, y sonreí.

— Todo estará bien, preciosa. Eres una mujer muy fuerte y saldrás de esta. Ese idiota va a recibir lo que merece por hacerle daño a la mujer más perfecta que he conocido... — tome su terso rostro entre mis manos y observé su belleza pura — Dios, eres hermosa... — sonreí famélico, y sin dudas, sin dilación, la besé.

La besé porque tal vez era él único beso que le daría, la bese porque estaba comenzando a sentir cosas que no debía, la besé y me fascino, estaba seguro de que así sería, pero no me imaginé que sentiría el cielo mismo de sólo besar sus suaves labios, ella no se negó, no se apartó, me correspondió de la misma manera, con amor, no con deseo.
No había otro lugar donde quisiera estar, sus suaves labios se acababan de convertir en mi perdición, sin saberlo.
Estos se movían al compás uno del otro, me atreví a que mi lengua se inmiscuyera y ella la dejo pasar, gustosa.
Por un momento, los sonidos de alrededor desaparecieron y el latido de mi corazón hizo eco en mis oídos.

Las vibraciones que albergaban nuestros cuerpos ya no eran de nerviosismo, si no más bien de placer, y no, no me refiero al sexual.

Pero inevitablemente, la realidad nos golpeó cuando sentí una larga mano posarse en mi hombro, tuvimos que separarnos ante las atentas miradas de aquellos curiosos espectadores, la mano de Brian seguía ahí, apoyándome.
Les dedique una última mirada, y sin más preámbulos, entre.
Allen me cedió él paso y cerró la puerta detrás de mí, quedando sólo en la habitación junto con aquel bastardo.
Mi mirada se posó en él, lucía sucio pero aún así lograba expresar perversidad y morbo a todo lo que da.
Me acerqué intentando mostrarme dubitativo, sin embargo, me encontraba ansioso por golpearlo hasta más no poder.
Tomé asiento frente a él, las esposas postradas en la mesa lo mantenían preso, no podía moverse.

— Hola niño bonito... — la sonrisa que se formó en su rostro, era una burlona. — ... ¿Has regresado por lo que me faltó darte ese día?

Sonreí, él tipo no tenía idea.

— Tengo muchas dudas en mi cabeza, pero solo quiero que me aclares una.  — dije ignorando sus estúpidas palabras.

Él asintió levemente, esperando a que hablara.

— ¿Cual es tú punto débil? — me incline un poco hacia adelante, mostrándome ansioso, él bufó.

— ¿Para que quieres saber eso?

— Por lo que estoy a punto de hacer, maldito cobarde.

Y sin más, me levante de aquella silla y la tomé, corrí hacia la puerta y la atranque, asegurándome de que me diera el tiempo suficiente para hacer aquello a lo que había venido.

Los golpes en la puerta comenzaron a resonar en mis oídos, los gritos de mis amigos se dejaban oír por toda la habitación, sin embargo, estaba dispuesto a ignorarlos.
Me acerqué a él mientras escuchaba su ridícula risa, una vez frente a frente, lo tome del cuello de la estúpida camisa que vestía.

— Mierda — gruñó mientras lo observaba con asco — ¿Que te dio esa zorra para que seas capaz de hacer esto por ella? — me cuestionó — Oh espera, ya te la cogiste ¿No? Si que lo hace bien.

— ¡Eres un maldito! — y sin más, le ateste un golpe en la nariz, debido a que las esposas lo sostenían a la mesa, él infeliz estaba de rodillas ante mí, la silla en la que antes estaba sentado había desaparecido hacia una esquina.

Caminé hacia ella y la tomé, asestándola inmediatamente en su espalda.
Él hombre gritó fuertemente, él dolor era evidente en su aguda voz, pero eso no me impediría molerlo a golpes, él no se tocó el corazón cuando abuso de Angelique de aquella manera tan bestial, tan asquerosa, profanó su integridad y le importó un carajo.

—¡Eres un maldito cerdo! — una patada en el estómago fue mi siguiente movimiento, sin miedo, sin dudarlo.

— ¡Me duele, idiota! — gritó hacia a mi, tomé su cabello y lo estire bruscamente.

— ¡Callate! ¡Eso es lo que ella sentía mientras la estabas violando!

Un par de patadas más hicieron que escupiera sangre por la boca, y por un momento me sentí tan sádico al sentir placer debido a eso.

— Pídele perdón, mierda. — le exigí, con su cabello en mi mano — Mira él cristal y pídele perdón.

Lo arrastre hacia el cristal, y lo posicióne enfrente de este, la puerta aún seguía retumbando debido a los intentos fallidos por abrirla.

— ¡Pídele perdón! — realmente no me di cuenta cuando las esposas se separaron de la mesa y evidentemente él tampoco, gracias al dolor.

— Pe-perdón... — escupió sangre con sus palabras.

— Hazlo bien, pendejo.

— ¡Perdón Angie! Perdoname por el daño que te hice.

Sabía muy bien que ella lo estaba observando a través del enorme cristal.

— ¡La jodiste, imbécil! Le jodiste la vida y ahora yo te la voy a joder a ti.

Y lo golpeé de nuevo, una y otra vez, sin parar.
La adrenalina apoderó mi cuerpo y el deseo de venganza mi mente, ahora él estaba pagando por lo que le hizo a la chica más dulce que he conocido.
Ninguna niña, joven o mujer se merece aquello, él que les roben su integridad, él que las ultrajen de una manera bestial y profanen su inocencia, nadie se lo merecía, nadie.

— ¡Eres una mierda! — grité una vez que aquel “hombre” yacía en el suelo, recostado sobre un charco de sangre. — Él mundo debería de estar lleno de personas puras, no de mierdas como tú.

Y justo cuando estaba a punto de golpearlo en la cabeza, unas manos en mi cintura me detuvieron.
Unas suaves y delicadas manos me sostuvieron, suspire cuando me di cuenta de que Angelique estaba detrás de mí, con su frente recargada en mi espalda.

— Ya Roger, basta. — me pidió, pude sentir como mi camisa se mojaba poco a poco, la morena estaba llorando y sabía perfectamente él porque.

— Taylor... — la voz de Allen se escuchó a mis espaldas.

Lo ignoré, pero mi destino ahora, era obvio.

— Acompañame — de pronto, las manos de Angelique ya no me sostenían, y ahora eran las de Allen, que tomaban las mías. Él frío metal de las esposas se hizo presente en mis muñecas, cerré mis ojos fuertemente, estaba deshecho, pero satisfecho.

Allen me arrastró fuertemente hacia la salida de la sala de interrogatorio, debido a su brusquedad abrí mis ojos, observando a mis amigos bastante preocupados, y a una Angelique agobiada.
Le dedique una sonrisa tranquilizadora a la morena y a mis amigos, ese idiota había pagado con sangre.

Había pagado lo que muchos enfermos de mierda no habían saldado, había vengado a todas aquellas víctimas a quienes la justicia no las había apoyado.
Había vengado hoy a muchas mujeres inocentes y había saldado cuentas con un montón de abusadores.
Me sentía satisfecho, aquél idiota pagó con sangre, tal y como se lo prometí a Freddie.
Sin importarme él que ahora mismo me estaban metiendo a una celda asquerosa con unos tipos con olor a mierda.
Pero si, me había vengado y eso lo ameritaba.










Ahre siksi, hace siglos no actualizaba sorry.
Ahhh espero y les gustara siksi.

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