09‹Hi, Kitty›
ROGER TAYLOR.
Trabajar arduamente para planear una cita no era algo típico en mi, así que hacerlo esta vez me parecía sumamente extraño.
Aquella chica que había llamado mi atención desde que la vi por primera vez en aquel bar, a punto de golpear a una rubia; había aceptado salir conmigo.
Me sentía realmente orgulloso gracias a mi ego de macho dominante; y es que en efecto, jamás había tenido problemas en conseguir salir con una chica.
Pero cuando se trataba de Angelique, la sola mencion de su nombre me originaba cosquilleos en ciertas partes de mi cuerpo, y si. Se que es realmente muy pronto para sentir algo más que solo atracción física.
Realmente nunca se han preguntado ¿Existe él amor a primera vista? Porque para ser sincero conmigo mismo, no. Nunca lo eh hecho, ya que esta bastante claro para mi que eso no existe.
Los sentimientos son estados que se albergan en el lado perdedor del corazón, y es que todos nos enamoramos, a todos nos rompen él corazón alguna vez; pero se considera una desventaja preocuparse por eso.
Así que si, me encuentro preparando una sencilla cita para la chica que me atrae, ya que no soy nada extravagante como mi querido amigo y realmente pienso que la mexicana es bastante sencilla y elegante.
Una vez terminada mi operacion, camino directo a ducharme. Él agua caliente de la regadera hace que la tensión desaparezca poco a poco de mis músculos, causando un verdadero momento de relajación para él estrés que cargaba encima.
Una vez fuera de la ducha, tome mi ropa que ya se encontraba en mi cama y me vestí rápidamente. Me observé en él espejo, ordené un poco mi cabello y sonreí. Estaba perfecto, como siempre.
Por último me coloque un poco de colonia y salí directo a la sala, lugar donde se encontraban mis amigos.
—¿Ah donde tan arreglado, señor elegante? — preguntó un bromista Brian.
— Que le importa señor puddle — respondí, torciendo los ojos. La estruendosa risa de Freddie, resonó por toda la habitación.
Ocasionando que ambos posaramos la mirada en él.
— ¿Que? — preguntó encogiéndose de hombros — me pareció gracioso el hecho de que te llamara puddle, lo siento Bri.
— Ay dios — dije colocándome mi abrigo encima — solamente estoy perdiendo tiempo con ustedes.
— Si claro, no querrás dejar esperando a tu cita. — dijo May, burlón.
Sabía perfectamente con quien saldría esta noche, y solo intentaba fastidiarme con Freddie.
— ¿Quien es tu cita, Rog? — la pregunta que no quería que fuera formulada, salió de los labios de mi amigo. Pude escuchar a Brian burlarse mientras yo cerraba los ojos y los apretaba fuertemente.
— Es una amiga, Fred — mentí, evité mirarlo a los ojos, él podría sacarme toda la verdad en cuestión de segundos.
— Si claro, una amiga.
— Si bueno, ya me voy. Nos vemos luego.
Salí rápidamente de ahí, pero antes de que abriera la puerta recordé algo.
Corrí a mi habitación en busca de aquellas cosillas, busqué en los cajones junto a mi cama y no encontré nada. Me maldije internamente.
Bajé con suma delicadeza para acercarme a Fred y susurrarle al oído.
— Fred — él asintió levemente en respuesta, sin retirar la mirada de él televisor. — De casualidad — jugueteé un poco con mis dedos — ¿Tienes condones? — él moreno sonrió pícaramente.
— Anda picaron, claro que si tengo — se puso de pie, seguido me dio un golpesito en el hombro. — Iré por ellos.
Corrió escaleras arriba en busca de los preservativos.
—¿En serio eres tan iluso para creer que tendrás oportunidad de acostarte con Angelique? — preguntó Brian.
— Callate — dije observando a las escaleras — ¿Que no entiendes el hecho de que no quiero que Fred se enteré?
—Cuando hagas daño a su amiga se va a enterar, y te ira peor.
Ya no pude responder porque un animado Freddie llegó con dos preservativos en la mano.
— ¿Soló dos? — pregunté sonriendo de lado.
— Si, solo te alcanzara para dos rounds, animal.
Seguido me guiño un ojo y tomó de nuevo su asiento en el sofá.
Listo por fin, salí de nuestro apartamento y me dirigí al de Angelique.
La tensión en mi auto era sumamente palpable y es que realmente aún no podía comprender el porque mierda me encontraba tan nervioso.
Con mi mente hecha una maraña de pensamientos inestables, llegue rápidamente al apartamento de la morena. Ya me sabía él camino al derecho y al revés.
Subí rápidamente las escaleras, una vez en el piso de mi cita; las puntas de mis dedos comenzaron a cosquillear, suspire y con todos los putos nervios del mundo, toqué.
Unos tiernos pasitos se escucharon detrás de la puerta, esta se abrió dejando ver a una perfecta Angelique. Vestida elegantemente y con una enorme sonrisa en su rostro.
— Hola preciosa — fue lo único que pude decir, los nervios me carcomían poco a poco a tal grado que no podía hacerle un maldito cumplido.
Angie bajó la mirada por unos segundos.
— Hola — se acercó a mi y beso mi mejilla, quedandose ahí por un par de segundos más de lo debido, acción que disfrute demasiado. — Pasa, ya casi término de arreglarme. Estaré lista en un momento.
Dicho esto salió disparada hacia su habitación, yo sonreí y mordí mi labio, Dios como disfrutaría esto.
Ella lucía espectacularmente bella y me había dejado totalmente sorprendido. Seguros después apareció con su bolso en mano.
—¿Nos vamos? — yo asentó eufórico.
Le cedí el paso y bajamos juntos hasta mi coche, le abrí la puerta amablemente. Una vez dentro, lo puse en marcha.
—¿Ah donde iremos? — preguntó algo curiosa.
— Es secreto, calla — le guiñe un ojo y pude observar como se sonrojaba, tratando de evitar mi mirada.
En todo el camino no intercambiamos palabra alguna, tal vez lo que ambos necesitábamos eran un par de copas de más para soltarnos un poco.
Una calle antes de llegar al restaurante donde la llevaría, me tocó un semáforo en rojo.
Torcí los ojos, odiaba el rojo.
Giré mi mirada hacia Angelique y noté que ella me observaba a mi.
Mi corazón latió fuertemente, asustándome.
— Estas preciosa — Sonreí de lado, por fin le había dicho un cumplido.
— Tu igual — reí tontamente — es decir, que te ves muy guapo.
Seguí riendo sin poder evitarlo, después ella me acompañó. Su risa era la cosa más tierna que había escuchado en toda mi jodida vida.
Mientras nos reíamos, me incliné un poco hacia ella, quedando nuestros rostros a escasos centímetros de distancia.
La morena al observar nuestra cercanía, se paralizo, al igual que yo. Así que tome la iniciativa, aún no se porque razón me sentía tan idiota. Me sentía un completo principiante, cosa que me parece sumamente extraña. Había ligado con un montón de chicas ya, no entendía porque esta mujer me ponía tan nervioso.
Tomé su mentón con mi pulgar, acercándola delicadamente a mi, nuestros labios ya estaban a unos cuantos centímetros de rozarse pero él jodido semáforo cambio.
Un claxon detrás de nosotros resonó fuertemente en nuestros oídos.
Ambos nos exaltamos y yo retome él volante para seguir él camino hacia el restaurante.
Una vez aparcado el coche, salí corriendo de mi asiento para ayudarla a bajar.
Ya dentro del establecimiento, ordenamos nuestra comida. Mi acompañante prefirió comer ensalada mientras yo ordenaba algo de lasagna.
Una vez que las copas de vino tinto, aparecieron en nuestro campo de visión; la morena se mostró más alegre y eufórica.
Sonreí ligeramente, pero mi entrecejo se fruncio cuando recordé que aún no nos presentabamos formalmente. Extendí mi mano en medio de la mesa, ella me observó curiosa.
—Aún no nos presentamos oficialmente, cariño — ella formó una “o” con sus labios — Mi nombre es Roger Taylor, poco ortodoxo, perspicaz y egocéntrico baterista de una banda ahora llamada “Queen”. Sumamente guapo desde nacimiento y un galán desde tiempos inmemorables.
Ella río, sin poder evitarlo. Tomó mi mano y la estrecho fuertemente.
— Mucho gusto señor Taylor, mi nombre es Angelique Gonzalez; tímida y callada estudiante de diseño gráfico, mexicana de nacimiento — ambos reímos en sincronía — y morena de fuego desde tiempos inmemorables.
Una vez terminada su presentación, soltó mi mano. Se colocó un mechón de cabello detrás de la oreja y me sonrió tiernamente.
Realmente me quede anonadado frente a sus finos y delicados movimientos.
—¿Estas bien? — preguntó mientras me observaba fijamente.
No. No estoy bien, como le explicó que estoy así de estúpido gracias a ella.
— Si — pestañee varias veces — estoy perfectamente. Ahora comamos que esta lasagna se ve estupenda.
***
Después de un montón de copas encima y un estómago lleno. Decidimos ir de regreso a casa, no sin antes llevarla a donde se supone la llevaría después de la cena.
Un pequeño parque a unos cuantos metros del establecimiento donde cenamos, preferí ir a pie.
Una vez en él bonito lugar, caminamos hacia una pequeña laguna que adornaba el pasto verde y húmedo.
Nos acercamos lentamente a ella, podía sentir unas pequeñas punzadas en mis dedos, producto del alcohol.
—¿Angie? — la llamé, ella posó su distraída mirada en mí. Sonrió inquisitivamente y suspiro.
—¿Si, Rog? — me acerque un poco a ella. Las luces que adornaban él parque resaltaban los hermosos ojos verdes de la morena, sonreí inconscientemente.
A este punto me estaba acostumbrando un poco a pensar cursilerías, nada propias de mi.
— Disfrute mucho esta noche.
— Yo igual, no eres nada comparado a la imagen que tenía sobre ti.
No se como se supone que debería de tomar eso, asentí levemente.
— Tomaré eso como un cumplido. — ella asintió.
— Lo es.
Temerosa, acerco su mano poco a poco hacia mi rostro, mientras yo observaba cada uno de sus cautelosos movimientos. Su pulgar se posó sobre mi labio inferior y quitó un poco de lo que supuse eran restos de lasagna. Mis labios se quedaron entre abiertos, nuestras miradas conectaron por unos momentos.
Mordisqueó un poco su labio inferior, llevándose un poco de colorete entre sus dientes.
Mi corazón «y algo más» comenzaron a palpitar instantáneamente, los vellos detrás de mi nuca se erizaron súbitamente.
Tomé su mano, múltiples vibraciones recorrieron mi cuerpo, estaba realmente asustado.
La puta madre no puedo dejar de respirar entre cortado, espero y ella no lo note.
Su mano se posó sobre mi pecho y sonrió. Lo había notado, carajo. Soy un débil Roger Taylor ahora.
Su mirada pasó de estar compenetrada con la mía, a observar un punto más allá de mi, fruncí él entrecejo cuando su rostro derrochó una expresión de terror puro.
De pronto y sin más, me abrazó. Colocó sus brazos alrededor de mi cuello y nos dio media vuelta, dándome vista completa a lo que segundos antes ella estaba observando.
— No me sueltes, por favor — pidió con la voz entre cortada. Aquel hombre que hizo que Angie se asustara, estaba tomando camino hacia nosotros.
— ¿Quien es ese tipo Angie? — pregunté delicadamente.
Ella negó repetidas veces, suspiró profundamente y apretó mi abrigo con sus manos.
— Es mi padrastro — no comprendí en él momento él porque le tenía tanto miedo a su padre, sin embargo cuando aquel tipo llego a nosotros y la llamó.
Supe de inmediato él porque la morena estaba tan aterrorizada.
— Hola gatita, papi ya vino por ti.
Ahre, sólo diré que las amo alv <3
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