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01. ‹Don't worry about it, darling›

VOL. IPURE SOULS SAGA

Para Angelique no fue fácil establecerse en Inglaterra, una tierra completamente diferente a cuanto a tradiciones y costumbres nos referimos.
Pero si se ponia a analizar seriamente su situación, se daba cuenta que era la mejor decisión que había tomado en años.
Y es que en México no tendría las oportunidades que posiblemente se le presentarían en tierras inglesas.
Mientras la pelinegra observaba sus manos detenidamente, el hombre que le abría la puerta daba un fuerte azotón a la pared detrás de esta; haciendo a Angelique exaltarse inmediatamente.
Él no tan amable hombre, caminó a paso seguro hacia el interior del departamento, seguido de la mujer que esperaba impaciente porque aquel regordete se marchase.

—Bien...— habló él castaño mientras recorría cada habitación del departamento desalineado en el que se encontraban —... él baño esta por allá...— señaló hacia algún lado del lugar — la cocina por allá...— seguía señalando, pero ahora sin quitar la mirada de los ojos de Angelique —... y tú habitación más allá, al fondo. Si tú quieres... — la escrutinio severamente —... podemos estrenarla.

La cara de disgusto de la pelinegra podía ser visible metros más allá.

— Que desagradable... — dijo más para si misma, desafortunadamente aquel hombre la escuchó.

— ¿Disculpa? — la mujer soltó de un golpazo su maleta en el suelo, tal vez preparándose para cualquier cosa que pudiera pasar.
Retrocedió unos cuantos pasos cuando observo que el castaño avanzó hacia ella.

— Qué ... qué amable eres, pero declinaré tú oferta por el momento. — Ella levantó las manos en frente de su pecho, esperando que el se abalanzara sobre ella para detenerlo. Aquel hombre respondió con un simple gruñido.

– Me largo, maldita mexicana de mierda.

Él hombre paso por su lado, golpeando su hombro bruscamente; ocasionándole una caída estrepitosa hacia él frío suelo.
Una mueca de dolor se dejo ver sobre su rostro, unas cuantas lágrimas amenazaban con salir de sus ojos, y es que este tipo de situaciones le ponían sumamente mal.
De solo recordar aquellos terribles hechos de hace algunos años, le daban escalofríos.
Agradecía mentalmente de que nadie podía verla en aquella denigrante situación.
Se puso de pie a como pudo, para así tomar su maleta y encaminarse hacia su habitación, la tiró encima de la enorme cama y suspiró.

—Hoy sera un día largo, Angelique, — dijo para si misma —... manos a la obra.




Después de horas de colocar toda su ropa en los  cajones del pequeñisimo armario que contenía aquella habitación, decidió dar un paseo por las amplias calles de Londres.
La noche ya había llegado, y con ella el montón de jóvenes alocados caminando por las calles en busca de alguna diversión, tal vez de esas que te hacen olvidar que hiciste la noche anterior, o tal vez una simple charla sobre literatura o música; quien lo sabría pensó ella.
Los jóvenes extravagantes de este país eran tan impredecibles, en lo poco que llevaba en la cuidad ya se había topado con varias calamidades de las que prefería no recordar.

Pero desafortunadamente ella no estaba en condiciones para divertirse, si bien tenía el dinero suficiente para solventar la universidad por un par de meses, tenía que encontrar un trabajo lo más rápido posible.
Así que mientras caminaba en aquella obscura pero transitada calle, observaba minuciosamente todos los establecimientos donde tal vez necesitaban algún empleado.

—¡Hey Michael! — Escuchó a alguien gritar detrás de ella, se sobresaltó un poco pero al darse cuenta que era un chico de su misma edad que se dirigía a otro completamente igual, se relajó un poco. — ¡Vayamos a ver a Smile, hermano! Tengo ganas de escuchar buena música.

Aquel otro chico asintió fervientemente antes de que los dos jóvenes salieran disparados corriendo hacia quien sabe donde.

—¿Smile? — Fue lo que dijo antes de toparse con aquel letrero brillante que colgaba de un llamativo estante bien decorado, nada mal para ser un bar de mala muerte.

“Se solicita mesera” rezaba en aquel letrero, torció los ojos en un gesto cansado, sabía perfectamente sobre que tipo de trabajo se trataba, pero pensándolo bien; no tenia otra opción. Y es que ya llevaba horas caminando por aquellas húmedas calles, que los pies le pesaban de tal cansancio.
Así que suspiró profundamente y caminó hacia la puerta de aquel establecimiento.

Solo basto unos minutos para que aquel tipo de rostro despabilado, le cediera el trabajo, indicándole que comenzaría la noche siguiente. Salió disparada lo más rápido que pudo de ahí, el olor a alcohol y tabaco era sumamente fuerte.
Algunas otras drogas también se podían oler en el ambiente, pero algo más repugnante reinaba en aquel lugar, él asqueroso olor de hombres teniendo sexo con aquellas chicas que bailaban en aquellas improvisadas mesas, hace unos minutos atrás.
Cuando se encontraba en la calle, se quedó unos minutos de pie frente al bar, procesando de todo lo que sería parte el día de mañana. Y las lágrimas salieron sin oposición alguna, y es que su día no podía ir peor.

Pero era algo de lo que ya se esperaba, al viajar a otro país sin el mínimo consentimiento de sus padres, que también le han prohibido regresar no sin antes haber triunfado, así como ella lo prometió.

Sus manos se pocisionaron en su rostro, ocultando sus lágrimas negras, gracias al poco maquillaje que llevaba.
Sin tomar precaución alguna en su caminar, dio un par de pasos bruscamente, pero no pudo escuchar a aquel hombre que iba caminando por su lado.
Así que sin poder evitarlo, ambos cayeron al suelo bruscamente, soltando un sonoro quejido al mismo tiempo.

— ¡Auch! — Gritó el chico mientras se tocaba su pierna izquierda.

Angelique le observó abruptamente avergonzada. Se puso de pie rápidamente y le tendió la mano al chico, aquel la aceptó gustoso, no sin antes regalarle una rápida sonrisa a la pelinegra.

— En serio lo siento. — Dijo en un tono de voz agudo.

— Oh, no te preocupes querida... — Hizo un gesto desalineado con las manos —... no fue para tanto, tal vez sólo una costilla rota o que se arruine mi perfecta voz; pero nada más.

Angelique no supo como interpretar aquello, así que acercó sus labios a la mejilla del chico y le dio un pequeño beso, sutil pero lleno de pena.

— Lo siento, de nuevo...— rió sarcásticamente —... hoy si que he tenido un día de mierda. Creo que Inglaterra no es para mi.

— Extranjera, es obvio; tu acento te delata.

Ella sonrió débilmente.

— Lo notaste.

— Se nota a kilómetros, americana no eres. — Ella negó divertida.

— Dios no, América no es para mi.

— Creí que Inglaterra tampoco ¿Entonces que es para ti? — Preguntó curioso, ante el extraño comportamiento de la chica.

— Quien sabe... — dijo intentando sonar divertida —... una tumba bajo tres metros de asfalto, tal vez eso sería para mi.

El chico se exaltó ante la brusquedad de la chica; y de pronto su mente hizo clic.

— Mi nombre es Freddie... Freddie Bulsara — extendió la mano hacia la morena.

— Angelique Gonzalez. — Dijo con una alegre sonrisa.

— ¡Mexicana, claro! — Gritó aquel intrépido chico. — En ese caso, Angie; querida. ¿Te gustaría venir conmigo a ver a una buena banda tocar tan estupendamente como siempre?

La chica rió ante la espontaneidad del chico, estaba dispuesta a negar la oferta, pero por un momento creyó que sería algún tipo de alivio para ella.

— Me encantaría, Freddie.

Él moreno sonrió alegremente, entusiasmado porque la joven mexicana pudiese observar lo maravillosa que era su banda favorita.

— Entonces vamos, te encantarán.

Extendió su brazo para que ella lo tomara, y así lo hizo; caminaban al compás uno del otro. Angelique se disponía a contarle su pequeña historia al moreno cuando su peor pesadilla se posó frente a sus ojos; la figura de un hombre de pie a unos metros de ella  observándola con desasosiego: su padrastro la había encontrado, y fue tan fácil para él, que la pobre mujer se sentía meramente estúpida.










¡admiren a Rosherina!

Repito, dont judge me jsjsjsj

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