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𝐎𝟒 𓍼 ⊹ ˚. this is halloween


CHAPTER FOUR
This is Halloween.

Para la hora del almuerzo en esa escuela Leighton se quería sentar junto a Miguel aunque eso significara compartir con sus otros amigos un tanto peculiares, pero Samantha LaRusso había sido tan insistente que fuera con Yasmine, Moon y ella que le dijo que sí para que la dejara tranquila. Entonces ahí estaba, mirando su aburrida comida que no era necesario probar aquella ensalada para saber que a pesar de todos los condimentos seguía estando desabrida. Le sorprendía como Yasmine parecía disfrutar tal plato, acompañado con una botella de agua le era suficiente para considerar eso un almuerzo decente.

Miró de reojo a Moon sentada junto a la rubia, esta le sonrió de la nada y Anderson hizo lo mismo sin razón. A Leighton le agradaba la dulce y pacifista castaña que siempre tenía datos sobre la astrología que a Leigh le terminaba por interesar ya que en ese grupo no se hablaba de más cosas fuera de chicos y estética física. Ni la misma Anderson sabía cómo había soportado más de una semana juntándose con ese grupo, tampoco lograba entender cómo eran las más populares, Moon era alguna clase de equilibrio espiritual que la ayudaba a soportar aquellas aburridas charlas en donde le preguntaban qué era lo más costoso que llevaba en su cartera o cómo lo hacía para ser delgada.

Lo bueno era que en ese almuerzo la directora de la escuela había aprovechado la convocatoria para darles una charla. Leighton estaba completamente agradecida de aquello ya que eso significaba que todos tenían la obligación de quedarse callados.

──El acoso cibernético no es broma, enviarle un mensaje a cruel a alguien por internet puede ser igual de cruel que decírselo a la cara ──hablaba la mujer sosteniendo el micrófono cerca de su boca para que el sonido se escuchara claro por los parlantes que había en las esquinas del comedor──. No mencionaré nombres, pero el otro día una madre me llamó porque su hijo lloraba luego de que un grupo de chicos se burlaran de él por su deformidad facial en línea.

Al parecer la intención de arreglar un problema lo llevó a hacerlo más grande. No era necesario llevar años en esa escuela para saber que ese "caso anónimo" era respecto a Eli Moskowitz, al cual todos voltearon a mirar y murmurar, incluso las chicas de la misma mesa de Anderson aprovecharon la oportunidad de volver a burlarse del chico. El adolescente se sonrojó de la vergüenza, se encorvó con la intención de hacerse pequeño o mejor desaparecer odiando a su madre por hacer la llamada que tanto le pidió que no hiciera, sin embargo, no servía de nada su enojo cuando a cada segundo los cuchicheos malintencionados se escuchaban más fuerte.

──Pero hoy nuestro objetivo es hacer que la escuela sea un espacio seguro para nuestros estudiantes.

Leighton lo quedó observando cayendo en el mismo juego, sentía pena por el tal Eli, pero al parecer eran pocos los estudiantes que compartían su pensamiento.

──Una cosa más. Mientras esperamos el baile de Halloween, asegurémonos que nuestros disfraces sean culturalmente sensibles, por ejemplo, en lugar de una enfermera sensual, podrían disfrazarse de un empleado de hospital de género neutro.

La sola idea de tener que disfrazarse le disgustaba, nunca fue fanática de eso, prueba de ello era que cada vez que la invitaban a un cumpleaños o celebración con temática de disfraces asistía vistiendo su ropa habitual acompañado de una sencilla diadema con orejas de Minnie Mouse. Pero al parecer en ese colegio les emocionaba bastante el evento porque los jóvenes no tardaron en ponerse de acuerdo qué llevaría cada uno.

──Hola. Tengo una gran idea para nuestro disfraz ──volteó Aisha Robinson hacia Sam con una sonrisa y emoción en sus palabras──. Pensaba ir de sodio y tú, de cloruro. Entonces cuando pregunten qué somos, haremos esto── se volvió a buscar el salero de su propia mesa para darle vuelta dejando salir la sal, terminando la idea soltando unas risas por lo brillante que se escuchaba.

──¿Qué es, una tonta broma secreta que tienen?── interrumpió la chica rubia molesta con las chicas por no entender.

──Es química ──explicó Leighton de manera tan obvia que automáticamente se convirtió en una ofensa──. Lo vimos la semana pasada.

──Lo sé, Leighton. Estaba bromeando.

──De hecho nos disfrazaremos como porristas de los Lakers ──explicó Samantha apenada por declinar. Aisha entendió que era un no y bajó la mirada decepcionada, LaRusso no quería dañar los sentimientos de su amiga──. Quizás podríamos pedir otro.

──Son talla única, lo que parece ser publicidad engañosa ──agregó Yasmine mirando a Robinson de arriba a abajo de la manera más sugerente posible.

El último comentario fue suficiente para dejar claro el punto que Aisha Robinson no estaba invitada a formar parte del grupo. La chica se dio la vuelta a su mesa con la decepción en su mirada que su amiga Samantha la haya dejado de lado solo para encajar, Sam se dio cuenta de lo hiriente que había sido Yas y su semblante se puso serio mientras que una semilla de culpa crecía al darse cuenta que quizás no estaba haciendo las cosas bien. Dramas de amistades de ese lado, mientras que el mayor problema de Leighton era que no quería usar un corto traje de animadora.

──Nadie me preguntó si estaba de acuerdo con la idea ──habló la pelirroja mordiendo su manzana.

──¿Qué problema hay con ello? ──preguntó Yasmine con una ceja alzada, al parecer no le era de su agrado ser cuestionada

──Es básico, quizás ──respondió Anderson desinteresada del tema.

──¡Tonterías! ──exclamó Moon con una sonrisa de emoción en su rostro──. Son bellísimos, ya vas a ver que seremos las más sexys de la fiesta.
















Quién diría que, en menos de dos meses en Los Angeles, Leighton Anderson se encontraría rompiendo tablas en un dojo que solo contaba con dos alumnos. Ya llevaba casi cuatro semanas asistiendo a las lecciones en Cobra Kai, a ese punto Johnny Lawrence parecía haberse tragado sus palabras desde la vez que la pelirroja puso un pie en el lugar y ahora parecía que cada vez era mejor que la sesión anterior.

En el fondo, Leigh sabía que la decisión de bajarse del auto y enfrentarse a un hombre con pensamientos machistas fue de las mejores cosas que podía hacer. Antes de Cobra Kai, llegaba temprano a su casa a acostarse en su cama a mirar el techo lamentando el día que sus padres la arrastraron a esa ciudad, se la pasaba revisando los perfiles de sus amigos que se veían felices en cada salida que documentaban y compartían en sus redes sociales. Sin embargo, cuando se encontraba golpeando el saco de entrenamiento se olvidaba de todo soltando lo mejor que tenía.

──¡Patea más alto, Anderson! ──gritaba Johnny convencido que su alumna podía dar más, pero sus golpes de pierna habían perdido altura de la nada. Lo único que le pidió fue lograr partir una delgada lámina de madera, y que no la dejaría irse hasta que lo hiciera──. ¿Qué fue eso, cabeza de zanahoria?

La adolescente se llevó sus manos a la cabeza soltando un pequeño grito de frustración.

──Que injusto, ¿por qué yo no estoy rompiendo tablas? ──intervino Miguel molesto de solo estar enterando con el muñeco.

──Porque todavía no están al mismo nivel. Anderson tiene años de ventaja que de poco sirvió, parece que se le olvidó todo y ahora no sabe dar una pata alta decente ──la regañó al final. Miguel puso los ojos en blanco, él quería saber pelear como lo hacía su compañera y nunca lo iba a lograr si su sensei no le prestaba atención──. Sigue con lo que te pedí, o tampoco podrás irte.
     
──Si no nos deja salir lo denunciaré por secuestro ──amenazó Leighton tratando de golpear el objeto sin éxito.

──Lástima que no te creo ──respondió Lawrence ignorando su respuesta. La pelirroja rodó los ojos y acomodó sus manos en la cadera para tomar un poco de aire, sus piernas comenzaban a doler, sobre todo en el lugar donde había sufrido la lesión──. Vamos, no puedes dejar que una maldita tabla te gane, Anderson. Sería decepcionante hasta para ti.

──¿Puedo tomarme solo cinco minutos?

──Claro que no, vuelve ahora mismo ──le ordenó Johnny, aunque la adolescente no parecía prestarle atención ya que seguía bebiendo agua de su botella, por lo que esta vez fue más duro──. ¡Rompe la miserable tabla y deja de comportarte como una perdedora!

El dojo quedó en silencio absoluto, incluso Miguel se detuvo en seco al escuchar por primera vez a su sensei gritar de esa manera. Leighton cerró el agua, tomó aire y volvió al centro de la colchoneta, corrió directo donde el hombre sostenía la dichosa lámina de madera entre sus manos. La pelirroja se paró en frente, analizando el golpe, Johnny tenía razón, no había manera que una delgada tabla le ganara, entonces con toda su fuerza lanzó un puñetazo recto de la manera correcta para no destrozarse la mano en el intento.

El objeto se partió en dos en cosa de segundos, su sensei la observó con seriedad antes de lanzar los trozos madera al suelo.

──¿Qué demonios fue eso? ──interrogó sin poder creerlo.

 ──¿Qué? Lo hice ──respondió Leighton parada derecha y ambas manos atrás.

──No de la manera que te pedí ──la regañó más enojado que antes. Leighton frente a él tenía la vista perdida, Díaz sentía la tensión del lugar, pero sabía que no tenía que intervenir──. He visto de lo que eres capaz, te jactas de tu experiencia y tu talento, pero te comportas como una novata que no sabe dar una patada.

──No soy una novata.

──¿¡Y qué fue eso!? ──le gritó a la chica que no se inmutó al saber perfectamente que había fallado──. En Cobra Kai la palabra no puedo está prohibida. Deja de limitarte porque no vas a llegar a ningún lado.

──Gracias por la lección, sensei ──murmuró ella irónicamente sin importarle si Johnny la llegaba a escuchar.

──¿Quieres una lección? ──preguntó Lawrence volviéndose a mirarla con dureza, parándose frente a la pelirroja──. Deja de pelear como una chica.

Un suspiro de pura frustración salió de su boca, la estudiante aguantó su rabia tragando en seco y asintió sin ganas. Cualquiera que la conociera un mínimo sabía que no estaba de acuerdo con las palabras de su sensei, pero también sabía acatar los rangos existentes en un dojo.

──Puedes retirarte.

Leighton procedió a irse no sin antes despedirse de su maestro con un sensei ni rei, demostrando respeto. La chica tomó su bolso para ir directo al pequeño baño en donde se cambió de ropa recordando cada una de las palabras de Johnny Lawrence. Se miró en el espejo, su rostro sudado por el entrenamiento, arregló su largo cabello desordenado para tener una presentación decente, sin embargo, cuando cerró los ojos no pudo evitar recordar vívidamente esa competencia internacional cuando por un mal movimiento la hizo terminar en el hospital por dos meses en estado grave por el desgarro que la condenó a un retiro temprano.

Una llamada entró a su teléfono, Leigh rodó los ojos sin entender por qué sus padres se estaban comportando tan aprehensivos con ella, aunque se llevó una sorpresa al ver que se trataba de Matthew. Las últimas semanas el contacto entre la pareja había disminuido cada vez más a solo mensajes por WhatsApp, por lo que a ese punto le parecía extraño que le llamara tan temprano ya que se había acostumbrado a hablar con él en la noche antes de dormir.

De un salto volvió al presente, tomó el teléfono en sus manos pensando si era buena responderle. Estuvo a punto de dejarlo sonar, pero tuvo piedad por su relación y contestó.

──¿Matthew? ──la pelirroja abrió la conversación en modo de pregunta──. ¿Qué sucede?

──¿Por qué? ──se rio su novio por la reacción de su chica──. Solo quería hablar contigo, Leigh.

──¿Qué pasa, Anderson? ──los golpes en la puerta la asustaron, era Johnny el que estaba afuera preocupado por la demora de su alumna, aunque quizás no se lo expresaba de la mejor manera──. No me digas que estás llorando.

──Ahora mismo estoy ocupada, Matt. Podemos conversar más tarde, te llamo en un rato ── dijo Anderson guardando las cosas en su bolso otra vez. La verdad después del episodio que acababa de tener con su sensei, no tenía ganas de charlar con nadie──. Disculpa.

El silencio que se formó entre los dos fue incómodo por describirlo de alguna manera, el pesado suspiro de Jones le hizo saber a su novia que no le pareció la idea.

──Está bien. Como quieras ──accedió Matthew cambiando por completo su tono de voz alegre a uno más serio que hizo sentir mal a Leighton──. Cuídate, adiós.

En cosa de segundos Leigh guardó su teléfono en el bolsillo de su pantalón. Se dio un último vistazo para comprobar a través del reflejo que su rostro estuviera maquillado, cuando se percató que era así fue a abrir, encontrándose nuevamente con Johnny esperándola.

──¿Hola, acosador? ──soltó ella con el ceño fruncido sin salir todavía.

──¿Por qué ustedes las mujeres se demoran tanto? ──cuestionó Johnny caminando por el dojo.

──¿Por qué ustedes los hombres preguntan estupideces? ──imitó Leighton en voz alta y lanzando su cabeza hacia atrás.

Miguel estaba sentado en el piso, a él no le importaba cambiarse de atuendo después de las lecciones ya que vivía a menos de cinco minutos de distancia, por lo que ahora solo se estaba poniendo sus zapatos. Anderson se quedó mirándolo un segundo sabiendo que ese chico realmente se estaba esforzando por superarse, le parecía una buena persona, aunque tenía que admitir que no habían tenido la oportunidad de conocerlo mejor más allá de lo que eran las clases en Cobra Kai, en donde su mayor contacto era intentar derribarse.

──¿Qué te pasa? ──le preguntó el chico con una sonrisa al darse cuenta que la pelirroja se le había quedado mirando──. ¿Todo bien?

──Sobreviví y eso a veces es suficiente ──contestó con naturalidad──. ¿Nos vamos? Te invito unos helados, tengo ganas de unos desde que salimos de la escuela.

──¡Excelente! ──se puso de pie en un salto haciéndole gracia a la pelirroja──. En el centro comercial hay una heladería que es espectacular.

──Esperen ustedes dos, esta noche los llevaré al baile y buscaremos más estudiantes ──informó Lawrence──. Así que espero que tengan buenos disfraces.

──¿Es necesario? ──preguntó la adolescente.

──Claro que es necesario, hay que reclutar más estudiantes ──respondió el hombre ganándose una mala mirada de su estudiante──. Vas a ir Anderson, y no me digas que tienes planes porque estoy seguro que no tienes amigos.

Antes de que llegara a decir algo, Miguel intervino antes que se pusieran a discutir otra vez. Él era el encargado de llevar la paz en el dojo.

──Miren esto ──intervino Díaz. Sacó de su bolso algo que Leighton en un principio pensó que era una manta, aunque se sorprendió cuando de pronto se dio cuenta que tenía mangas e incluso una extraña máscara con dos orificios chuecos y también una boca para respirar. Todo con distintos tipos de telas que nada combinaban ni tenía sentido.

──¿Eres un fantasma? ──preguntó Lawrence con el ceño fruncido.

──O un ladrón ──agregó la pelirroja con el mismo tono de confusión.

──Es mi disfraz de Halloween. Lo hizo mi abuela ── explicó acomodándose aquel traje──. Primero era Deadpool, después El Hombre Araña... y luego un superhéroe genérico.

Johnny bufó con decepcionado, después le habló a Leigh: ──¿Y tú?

──Animadora genérica.

El sensei del dojo soltó una risa irónica.

──No puede ser que los únicos dos alumnos de vayan a usar los trajes más ridículos de la noche ──habló el hombre con las manos en la cadera y negando──. Necesitan ser rudos, ¿entienden?

──¿Qué tiene en mente, sensei?




















A las nueve de la noche el gimnasio del All Valley High School estaba por completo equipado para una fiesta de escuela, la música electrónica hacía que los estudiantes bailaran con euforia ante el ritmo. Los colores abundaban en los vestuarios, unos más originales y elaborados que otros, también había variedades respecto a los estilos ya que no todos habían seguido los consejos de la directora les dio en la tarde.

Las luces oscuras contrastaban perfecto con el ambiente de noche de brujas, lámparas colgantes le daban un toque más elaborado a la fiesta y múltiples decoraciones propias de Halloween en lugares al azar terminaban de cerrar la temática del baile. Al parecer, si se habían esforzado en armar un sitio decente porque hasta un DJ se estaba encargando de la música, eso sí, nada obsceno que pudiese llegar a perturbar la mente de los adolescentes.
     
A ese punto el grupo de Yasmine, Moon y Samantha habían dado por hecho la ausencia de Leighton Anderson. Ninguna de las tres chicas se preocupó por aquello o tan sólo darse el tiempo de confirmar la asistencia de la pelirroja ya que desde el primer segundo Leigh hizo saber que no le emocionaba para nada la idea de ir, sobre todo de animadora de los Lakers. Sin embargo, mientras se divertían en el centro de la pista de baile, la líder del grupo no pudo evitar detenerse un momento al no creer lo que estaban viendo sus ojos en ese minuto.

──Espera un segundo, ¿esa es Leighton? ──preguntó Yasmine a Samantha.

──No puede ser ──soltó LaRusso entre risas al ver a la pelirroja a lo lejos.

La máquina de humo que habían puesto en la salida de emergencia lograba crear el efecto de cortina de donde empezaba a surgir una silueta que parecía conocida. Su largo cabello caía en suaves ondas brillantes que rebotaban a cada paso que daba. El traje era una locura en cuanto a detalles, totalmente color negro de cuero con diversas texturas, ajustado a su cuerpo haciendo de este una silueta perfecta gracias al cinturón que rodeaba su cintura terminando en un formidable reloj de arena metálico color rojo. En cada pierna traía una correa que sostenía pistolas de utilería falsas y sus muñecas eran rodeadas por brazaletes mientras que sus manos vestían guantes sin dedos reluciendo sus uñas a juego con el conjunto.

──Creo que me enamoré ──balbuceó Demitri Alexopoulos en una de las esquinas del gimnasio en compañía de Eli y Miguel que había llegado unos minutos atrás.

Leighton Joy pasó de largo haciendo que el trío tenga que doblar el cuello para seguirle el paso a lo lejos. Sus botas bajas hasta las rodillas traían un sutil taco, le había costado lo suyo dar con algo en lo que se sintiera cómoda y que además le gustara, porque se negaba rotundamente a usar un corto traje que sólo cubría su trasero, fue así como sin pensarlo mucho terminó consiguiendo el traje de Natasha Romanoff. 

──Creo que llegué ──dijo Anderson con una sonrisa. Sus labios ya no eran del color rojo intenso que acostumbraba a usar, en esta ocasión optó por el mismo color pero más oscuro y en tono mate──. ¿A qué hora termina esto?

──Dijimos que vendríamos de animadoras, Leighton ──la regañó Yasmine molesta que no esté a juego con el grupo, sin embargo, lo que más le molestaba era que llevaba un disfraz mucho mejor que los que había escogido──. Ni siquiera sé de qué te vestiste.

──¿Me estás diciendo que no conoces a la Viuda Negra? ──suspiró con las manos en la cintura──. La espía rusa, ¿Marvel? ¿nada? ──la rubia la miró casi con asco──. Bueno, ¿dónde está la comida?

No se iba a quedar a seguir con la charla, mucho menos a lidiar con la mirada de Yas. Se dio la vuelta para buscar algún rostro conocido entre tanta gente, al estar todos disfrazados era complicado reconocer a alguien entre la multitud, hasta que en una de las esquinas del gimnasio vio el disfraz de esqueleto que el sensei Lawrence le pasó a Miguel para evitar que su estudiante usara una sábana en la cabeza en la fiesta. Junto a él había un chico vestido como doctor, y el otro como alguna clase de mago extraño que Leigh no supo entender a la primera.

──Hola ──saludó la adolescente sin ánimo. Miguel fue el único que le correspondió con un ademán, mientras que sus otros dos amigos no podía creer que nuevamente Leighton esté hablando con ellos──. ¿Se quedarán aquí toda la fiesta?

──No hay mucho que hacer tampoco ──respondió Díaz, después miró otra vez el disfraz que traía su compañera──. Te queda bien, no dijiste que te vestirías de... no puede ser, ¿cómo se llamaba?

──La Viuda Negra ──intervino Eli hablando con una mascarilla que le cubría la mitad del rostro──. E-ese es su símbolo── señaló el cinturón de Anderson.

──Me alegra saber que hay alguien con cultura ──Leighton asintió──. ¿Y tú eres un doctor?

──Cirujano plástico ──le explicó de inmediato con timidez, sin poder sostenerle la mirada toda la frase porque a pesar que Anderson parecía estar hablándole amablemente, le seguía intimidando──. Arreglo labios.

──Oh, genial ──respondió la pelirroja para después señalar con un dedo a Demitri e intentar adivinar de qué estaba disfrazado──. ¿Hechicero?

──¿Hechicero? Oh, por favor ──repitió con ironía. Leighton alzó una ceja sin comprender qué le hacía tanta gracia──. Soy un Nigromante, ¿acaso no viste The Amulet?

La chica abrió la boca para decir algo, sin embargo, seguía igual de confundida, miró a Miguel a ver si él sabía algo, pero al parecer los dos estaban igual de perdidos. Entonces Leighton siguió la conversación prefiriendo ignorar las palabras de Demitri para conversar con su compañero de dojo.

──No puedo creer que hayas entrado en ese diminuto traje.

──Hiciste un excelente trabajo con el maquillaje ──sonrió Miguel.

──No es para tanto, era sencillo ──comentó restándole importancia. Con los brazos cruzados miró hacia la barra de comida, estaba hambrienta desde la tarde porque después del entrenamiento no se había vuelto alimentar, desde lejos pudo observar que había variedad de cosas que sentía que la llamaba. No dudó ni un segundo más en abandonar la charla para ir a curiosear──. Tengo que ir a comprobar si el ponche de frutas tiene alcohol porque si no es así me voy a sentir muy decepcionada.

──Te veo el sábado ──agregó al final Miguel y ella asintió.

──¿Adiós? ──se despidió Demitri Alexopoulos con extrañeza. Sin lugar a dudas que el traje de la Viuda Negra le quedaba a la perfección, por lo que se le hacía complicado dejar de mirar a la pelirroja──. Espera un segundo, Miguel, ¿le dijiste te veo el sábado? No me digas que sales con esa chica...

──Claro que no ──negó el chico vestido de esqueleto soltando una risilla antes de agregar──. Es mi compañera en el dojo, también es alumna de Cobra Kai.

──¿Leighton hace karate? ──se animó a preguntar Moskowitz sin poder contener su curiosidad.

──Si fuera por estar con ella, yo me inscribo ──balbuceó ganándose una mala mirada por parte de Miguel──. Hasta dejaría que me golpeara donde quiera.

──No te hagas ilusiones, amigo, porque Anderson te ganaría tres veces antes de que toques es suelo ──advirtió Díaz palmeando la espalda del otro muchacho que lo observó con el ceño fruncido──. Te lo digo por experiencia, no tiene piedad con los novatos.















Se llevó el vaso a la boca para darle un sorbo a la bebida, malas noticias para ella cuando solo se encontró con un simple ponche con sabor a frutas. Pero tampoco desaprovechó la oportunidad de comer un par de cosas que allí había, miraba su teléfono mientras de reojo contaba cuántas chicas habían vestidas de la reina Daenerys Targaryen a la vez que intentaba dar con un número exacto, revisaba todas las respuestas y reacciones que había recibido su publicación hace solo unos minutos, los comentarios haciendo alusión a lo hermosa que se veía usando el disfraz. Incluso se llevó una sorpresa cuando sus amigas de Nueva York le dejaron amorosos comentarios asegurando que la extrañaban demasiado, lo cual le hacía gracia leer ya que ninguna de ellas se ha dignado en responder sus mensajes de hace más de casi tres semanas.

──Perras hipócritas ──susurró apagando la pantalla.

 ──¡Vamos Leigh! Tienes el mejor traje de toda la fiesta y estás aquí perdiendo el tiempo mirando tu teléfono ──la regañó Moon tomando su mano y arrastrándola hacia el centro de la pista de baile. Anderson ponía un poco de resistencia, pero al tratarse de la única del grupo que le caía bien, accedió a ir con el resto de las chicas──. ¡Chicos, miren quién está aquí!

Un grupo de personas que no conocía la recibieron, la música parecía sonar más fuerte en ese momento donde se dejó llevar por el ánimo de toda esa gente. No era su lugar favorito, mucho menos estaba acompañada de sus mejores amigos ni se sentía cómoda compartiendo con ellos, pero por unos minutos se dio la licencia de no ser la Leighton de siempre ya que quizás se merecía una licencia para ser una adolescente que disfruta de la fiesta de su escuela. Se pasó un rato bailando junto al grupo donde la verdad si se divirtió más de lo que creyó, Samantha la animaba y estaba contenta de ver a la pelirroja en otra faceta más simpática ya que durante meses LaRusso era la que más se esforzaba de integrar a Anderson en el grupo, aunque a veces Yasmine parecía ponerle más atención a la chica nueva que a ella.

Creía que era una ilusión, pero efectivamente era Daniel LaRusso quien estaba de pie junto a la directora de la escuela. Estuvo a punto de preguntarle a Sam qué rayos hacía su padre vigilando a los chicos, aunque después se arrepintió de aquello ya que quizás terminaría avergonzándola, por lo que mejor siguió disfrutando con el resto. 

A un lado de la pelirroja estaba Kyler, el chico se había disfrazado de pirata. Había intentado cruzar un par de palabras con Leighton con buena disposición para arreglar las cosas de forma pacífica y madura, pero Anderson no tenía reparo en hacerle saber de la forma más obvia que su presencia no era grata para ella a tal punto que cuando este le saludó, la chica lo ignoró pasando por su lado de la manera más humillante posible. En pocas palabras no lo soportaba, ni tampoco se iba a arruinar la vida por su existencia. 

El tiempo pasó demasiado rápido para su gusto, sin darse cuenta ya había estado varios minutos danzando, riendo, perdiendo el tiempo, hasta Yasmine hizo un live en su cuenta para presumir lo que sea que estaban haciendo en ese momento en el gimnasio. Anderson se había sacado demasiada selfies con su celular que terminaba subiendo solo para que los otros crean que esas eran sus verdaderas amistades, desde lejos a Miguel Díaz se le hacía extraño ver a su compañera de karate sonreír tanto, la mayoría del tiempo era demasiado seria a tal punto que terminaba concluyendo que lo odiaba en secreto. 

──¡Voy por comida! ──exclamó Leigh, Moon asintió a la vez que bailaba con un chico que la pelirroja jamás había visto en sus meses estudiando en la escuela. 

Caminó entre la gente intentando no chocar con nadie, aunque se le hizo complicado porque en ese momento todos estaban disfrutando en la pista de baile y no eran precisamente considerados con el de al lado. Cuando Anderson logró salir con vida e ilesa del montón fue directo a la barra donde quedaban menos cosas que servirse, tomó un vaso de agua que bebió en cosa de segundos al sentir su garganta seca, más un bocadillo salado para saciar su hambre, aunque en el fondo deseaba un trago como los que servían en el Encino Oaks. De pronto una sonrisa se formó en su rostro al reconocer a Aisha a unos metros de distancia, Robinson ya la había visto por lo que al hacer contacto visual entre ambas, se saludaron a la distancia con una sonrisa entonces fue Leighton la que se acercó a la adolescente que vestía de negro con una polera que resaltaba el símbolo químico del sodio en la tabla periódica.

──Hey, me gusta ──saludó Anderson señalando la vestimenta sencilla de la otta chica.

──El tuyo está genial ──le dijo Aisha observando los detalles de la tela del disfraz de Leighton──. El mío no tiene sentido sin el cloruro.

──Yo también podría quejarme que Miguel no aceptó vestirse del Capitán América ──se burló la pelirroja mirando de reojo a Díaz, Eli y Demetri abandonar el gimnasio por la salida ya que no se atrevieron a invitar a nadie a bailar. Leigh después se volvió a la otra chica para seguir conversando──. El sodio es un asesino silencioso.

──Con o sin disfraz, jamás nadie se metería contigo ──agregó Robinson de forma obvia, sin embargo Leighton frunció el ceño al no entender a qué se refería──. Vamos, desde que llegaste a la escuela perteneces al grupo de chicas P.B.M, nadie se atreve a tan solo cruzarse con ustedes.

──¿P.B.M?

──Populares, bonitas y millonarias.

──Suena a culto ──habló Anderson soltando una risa para no sonar tan dura con sus palabras. Se sirvió otro vaso de ponche antes de seguir charlando con Aisha──. La verdad que al principio creí que sería mucho más difícil.

── Porque eres linda.

Leighton la quedó observando con seriedad al no saber tomarse el último comentario, prefirió no decir nada, aunque en el fondo si le había molestado.

──Cuando estudiaba en Nueva York me costó adaptarme, admito que quizás no fui la mejor persona, pero tampoco creo que merezco que me pongan etiquetas sin conocerme, pero al parecer en esta escuela es demasiado común ──admitió Leighton dándole un largo sorbo a su vaso, por su parte, Aisha se quedó en silencio procesando las palabras de la chica que en el fondo tenía un poco de razón──. Supongo que gracias por el cumplido.

──Lo siento, no me refería a eso.

──Que Samantha no te hable como antes no significa que sea culpa de Moon, Yasmine o mucho menos mía ──soltó de repente la pelirroja con una naturalidad qué dejó descolocada a Robinson──. Ella es la que decidió, la gente puede hacer cosas desesperadas por encajar. No te gastes odiando al resto.

Aisha se quedó en silencio tomándose un segundo en medio del baile para pensar un momento en las palabras de Leighton, quien se alejó caminando nuevamente con el grupo de las populares, bonitas y millonarias. Lamentablemente no le duró mucho la reflexión ya que de un momento a otro tanto su teléfono como el de los demás estudiantes presentes comenzaron a recibir notificaciones con pocos segundos de diferencia, incluso el celular de Anderson también vibró cuando le llegó ese vídeo que no esperaba ni que tampoco le fue grato de ver.

──¿Qué es esto? ──susurró disgustada.

Se trataba de un vídeo en donde Aisha Robinson era la única protagonista, la habían filmado mientras comía como cualquier otra persona, pero por ser ella era causa de burla. Con efectos de edición le pusieron orejas y nariz de cerdo con un texto en la parte inferior que Leighton no se dio el tiempo de leer porque para ella no valía la pena.

Las risas en grupo se hicieron presentes al igual que los incómodos cuchicheos entre los estudiantes que se burlaban de la chica. Aisha dio un par de pasos atrás sintiéndose cada vez más pequeña, se sentía juzgada, y lo peor era que parecía que su dolor les servía como un combustible para las carcajadas de los otros. Todos sabían quién había sido la responsable de la divulgación de aquel vídeo, Yasmine la observaba a la distancia con una ceja alzada demostrado superioridad sin decir ninguna palabra.

Aisha salió corriendo en mitad de la fiesta bajo la mirada del resto de adolescentes. Leighton miró a Yasmine, luego a Samantha que hace poco volvió de haber estado con su novio después de que su padre los interrumpiera pensando mal de ambos. LaRusso se quedó quieta, sintiendo lástima por su amiga, sin embargo, no se animó a ir tras ella por temor a la reacción de su nuevo grupo.

──¿Este es la forma de divertirse que tienen ustedes? ──susurró cerca de Sam. La castaña se volteó hacia Anderson que esperaba su respuesta──. No sé qué sigo haciendo acá.

Dicho lo último, Leighton tomó camino en dirección a la salida pese a los constantes llamados de Yasmine que se quedara. En el fondo no pensaba volver.


















La nostalgia invadió a Johnny Lawrence no pisaba aquella escuela desde hace más de treinta años. No era tan distinta a como lo recordaba, los pasillos le traían recuerdos de su difícil juventud que prefería dejar atrás. Había decidido llevar a sus únicos dos alumnos a la fiesta, por lo que aprovechó de colarse en las instalaciones de la preparatoria para colgar volantes en las paredes promocionando la apertura del dojo de Cobra Kai.

Justo estaba pensando en Anderson y Díaz en ese momento, tenían que dar una buena reputación y era muy complicado que Leighton accediera a sonreír, la única razón por la que soportaba a la chica en el dojo era por aquel talento en el karate, se le notaba que practicó la gran parte de su vida ya que lo demostraba en cada entrenamiento, tenía un potencial único. Por otro lado, Miguel era todo lo contrario, todavía no estaba al nivel de su compañera, sin embargo siempre terminaba obedeciendo a lo que su sensei le pidiese por más loco que sea.

Mientras Lawrence pegaba uno de sus volantes en un casillero cualquiera, a un par de metros, Anderson buscaba a Aisha Robinson después del horrible incidente ocurrido en el gimnasio.

──¿Leighton? ──preguntó Johnny al reconocer el cabello de zanahoria de su alumna. Anderson detuvo su caminata con sorpresa de escuchar su nombre, mucho más de percatarse que era su sensei quien se encontraba allí.

──¿Sensei? ──frunció el ceño──. ¿Qué hace aquí?

Él alzó los volantes que traía en la mano como respuesta.

──¿Puedo saber de qué estás vestida? ──la miró de arriba a abajo tratando de encontrarle sentido al traje──. ¿Policía? ¿Ninja?

──Viuda Negra.

──¿No es eso una araña? ──le preguntó sin entender──. ¿Eres el hombre araña?

──¡No! Es la espía rusa ──contestó obvia, aunque su sensei tenía la expresión de estar recibiendo clases de física avanzada── ¿Marvel? ¿Cómics? ¿En serio, nada? ¿Scarlett Johansson?

──Claro, Scarlett Johansson. No te pareces en nada a ella ──dijo pegando otro papel a un par de metros de distancia──. Admito que suena mucho más rudo que un ratón con orejas.

Su conversación fue interrumpida por los gritos de un grupo de chicos que salían del baño de hombre. Parecía estar celebrando algo, sin percatarse de la presencia de Johnny y Leighton procedieron a dirigirse al gimnasio donde la fiesta continuaba mejor que nunca.

──¡Eso fue brutal! ──exclamó uno emocionado. Eran tres adolescentes disfrazados de piratas, trajes que la pelirroja pudo reconocer con facilidad.

──¡Fracturaste a Réa, Ky! ──gritó el otro dándole palmadas de felicitaciones a Kyler.

Anderson y Lawrence se miraron entre ellos sabiendo que estaban pensando lo mismo, aquel apodo les era familiar, y cómo no si fue el primer día en que se conocieron.

A Leigh no le importó en lo absoluto que se tratara del baño de hombres, sin permiso entró seguida de su sensei. Gracias al destino no se encontraba nadie porque hubiese puesto el grito en el cielo de ver a una mujer ahí. Ambos siguieron su camino sin dar con pistas de Díaz, parecía que aquel lugar se encontraba vacío, sin embargo, el corazón de Anderson latía cada vez más rápido cuando un mal presentimiento invadía su cuerpo a cada paso que daba.

Y esa vez no se equivocó, porque cuando llegaron a los vestidores en el piso se encontraba Miguel Díaz, retorciéndose del dolor después de haber recibido una paliza minutos atrás. Lawrence lo quedó observando pasándose una mano por el rostro de frustración, mientras que Leighton no dudó en prestarle ayuda tirándose de rodillas al suelo sin importarle que su disfraz se arruinara.

── Miguel, ¿me puedes oír? ──le llamó tomando el rostro de su compañero. Tenía sangre en su labio, un moretón en la mejilla y su ojo hinchado──. ¿Qué sucedió?

──¿Leighton? ──balbuceó con dificultad──. ¿Qué haces aquí?

──Estás en el infierno ──respondió Johnny.

──¿Puedes ponerte de pie? ──volvió a preguntar ignorando las palabras de Lawrence que jamás se imaginó ver a la chica preocupada por alguien que no fuera ella misma, pero ahí estaba, ocupándose de su compañero tratando de ayudarle y de alguna manera esa actitud cambió un tanto la perspectiva que Johnny tenía sobre Anderson──. Miguel, dime algo── se volvió a mirar a su sensei con temor en sus ojos──. Parece que se desmayó.

──No... estoy aquí ──volvió a balbucear el adolescente──. Me duele todo, maldición.

La chica acarició el cabello de su compañero y una sonrisa de alivio se dibujó en su rostro sintiendo su corazón calmarse. Miguel abrió los ojos poco a poco encontrándose con Leigh, sintiéndose seguro junto a ella.
     
──Quédate con el sensei, yo vuelvo en un momento ──se puso de pie rápido. Pasó por el lado de Johnny no sin antes darle unas últimas palabras── Llévelo a casa... o al hospital, es mejor prevenir alguna fractura. Por favor.

Sin esperar respuesta emprendió rumbo hacia la salida con la mirada fija en frente y su mente nublada en una sola idea. Aunque no llegó muy lejos cuando la mano de Johnny Lawrence tomó su brazo con fuerza obligándola a detenerse con brusquedad.

──¿Dónde crees que vas?

──Kyler, ¿no es obvio? ──confesó sin pensarlo dos veces, llena de rabia y ganas de buscar venganza──. ¿Acaso ese idiota cree que puede meterse con Miguel y nadie va a hacerle nada?

El hombre negó rodando los ojos:── ¿Y qué piensas hacer, Anderson? ¿Romperle las piernas e ir a la correccional de menores?

La pelirroja se quedó en silencio, cayendo en cuenta que su plan era estúpido, solamente guiado por la rabia de ver a Díaz herido. No podía dejar que Kyler se saliese con la suya, era una total injusticia, y al mismo tiempo tampoco sabía en qué jodido momento se había involucrado tanto con Miguel Díaz a tal punto de arriesgarse a defenderlo.

──¿Y qué sugiere? ──se rindió.

──Ayúdame a llevarlo hasta el auto ──le ordenó Johnny, escogiendo de manera inconsciente sus palabras──. Primero hay que ayudar a tu amigo.

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