Capítulo 15 Final
Gabe y Sam subían las escaleras hacia el cuarto de Gabriel. Los dos adolescentes estaban calientes, nerviosos y enamorados. Gabriel notaba detrás el de él la mirada de Sam, quien venía dispuesto a hacerle el amor. Minutos antes, en el mismo rellano de su puerta, Sam le había dicho que le gustó el beso de la piscina, que estaba poco menos que loco por él y quería que le diese una oportunidad. Gabriel tuvo que ir a la cocina a echarse agua porque no se creía la semejante suerte que poseía.
Una vez en el cuarto, Sammy lo revisaba mientras Gabriel buscaba los condones:
-… Es mi primera vez con un chico.- anunció Sam.
Gabriel se giró y lo miro con un poco de dulzura, cualquier chico gay hubiera vendido su alma al diablo por estar con Sam Winchester:
-No te preocupes, creo que no es muy difícil. Estoy… mojado ya.
Sammy sonrió, se acercó a Gabriel y lo abrazo:
-Quiero que me guíes en todo momento, por favor.
Gabe soltó un suspiro, madre mía, Sam Winchester, si fuera por él, se quedarían eternamente en la cama formando uno con sus cuerpos:
-Te voy a pedir una cosilla Sam.
-Lo que quieras.
“ Empezamos bien” penso Gabriel:
-Por favor, déjame decirle a la tal Ruby la estupenda y sexual noticia de que prefieres una polla antes de lo que tenga ella abajo.
Sam no pudo evitar reír y entre risas acepto, quería ver esa escena. Y ahora sí, los dos jóvenes se fundieron en la cama llenando la habitación ( que se les quedaba pequeña ) de besos, suspiros y gemidos, creando una unión perfecta entre dos seres que se desean.
Dean Winchester miraba la espalda desnuda de Castiel Novak sobre la cama que unas horas atrás, le había quitado la virginidad y la inocencia. Había telefoneado a casa para decir que esa noche dormía fuera y le agradó la noticia de que su hermano pequeño también había telefoneado a sus padres para darle el mismo aviso, solo que horas antes de que él, maldito Sammy, hasta en eso era más rápido que Dean.
Miraba la espalda de piel blanca de Cass, llena ahora de claros signos de mordeduras, chupetones y arañazos. Si Dean cerraba los ojos podían escuchar los gemidos de Castiel bajo él, rogándole más y más.
Tras el incidente de la biblioteca, los dos se arrastraron hacia un motel no muy lejano de allí, conocido por los jóvenes para encuentros sexuales. Dean había pagado una habitación y se precipitaron a ella. Se arrancaron la ropa en cuestión de segundos y bajo el cálido atardecer que se veía en la ventana, se abrazaron y se besaron como habían deseado desde que se conocieron. Para Dean, la piel de Cass era tocar el cielo, bueno, en sí, tocar a Castiel era subir al cielo. Estaban recostándose en la cama cuando Cass, todo rojo le dijo la maravilla de frase:
-Es mi primera vez, sé bueno conmigo.
Eso hizo que Dean aumentará sus ganas de empotrarse lo en la cama y queredlo más. Se lo prometió, que lo haría lo mejor pudiese para que tuviera un buen recuerdo. Uno de los muchos que compartirían en el futuro.
La primera hora, como los dos chicos eran primerizos, empezaron poco a poco, pero a la hora siguiente, Castiel ya era empotrado contra la pared mientras gemía fuertemente y pidiendo más. E incluso estuvo encima de Dean, mientras esté lo agarraba de la cadera mientras Cass se movía arriba y abajo. Perdieron la cuenta de las veces que lo hicieron, de los besos, de los calurosos abrazos y de las palabras que resonaban en sus cabezas pidiendo más y más amor.
Ambos habian sido marcados por el otro y lucían en su cuerpo signos de esta calurosa guerra. Y eso era lo que miraba Dean en la espalda de Castiel, sus signos de posesión sexual. Lo habían marcado todo aquel lugar donde había llegado, pero Cass también había echo lo mismo con él. Las marcas de los arañazos de Castiel iban desde los hombros hasta el final de la espalda de Dean.
Dean de los rasco un poco, con crema se irían pronto y no habría problema. Vio que Cass empezaba a despertarse y miradle.
Esos ojos azules lo habían observado en todas esas magníficas horas de sexo y Dean justo era lo primero que veía. Castiel hizo la misma hazaña que su nuevo novio, telefonear a casa, no hubo problema.
Se acercó a Dean y se abrazaron dándose calor mutuo, un calor especial entre ambos, mientras se volvían a comer la boca y volvían a respirar agítadamente.
Los ojos verdes de Dean Winchester, volvieron a brillar como aquella mañana de instituto, solo que ahora brillaban por una mejor causa y es que ahora, sus ojos podían reflejar el color azul de una mirada que lo acompañaría para toda su vida.
💙 Fin 💙
Dar mil gracias a todas las personas que han seguido esta historia y mis más sinceras disculpas por tardar tanto en terminarla.
Espero que fuera de vuestro agrado. Un millon de besos y amor.
Marina 💙
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