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Seokjin caminaba felizmente por las calles de Seúl, iba camino a su restaurante favorito, acababa de despedirse de Yoongi y Jimin y ahora sentía que no había comido en diez años.
Acababa de comer hace una hora.
Pero sin pensar en eso, entró al local con una sonrisa plasmada en su rostro y se acercó al mostrador.
— Jinnie, hace tiempo no venías. — Le saludó la chica.
— El trabajo me ha estado consumiendo, Tzuyu. — le explicó. — Pero ahora mi agenda está tranquila, mi jefe salió por el fin de semana y me dio vacaciones.
— Oh, te lo mereces, Jin. Vi la publicidad que hiciste con una marca de maquillaje, fue excelente y compré los iluminadores que-
— Por favor intente de nuevo, debe de ser un error. — Una voz conocida interrumpió la plática entre Jin y la chica.
— Ah, mierda... — Murmuró Jin al ver al dueño de esa voz.
— Si lo intento de nuevo su tarjeta se va a bloquear, señor. — Le explicó otro chico con algo de pena.
— No entiendo que pasa... — Namjoon peinó su cabello hacia atrás y apretó sus ojos, no notó cuando alguien se paró a su lado.
— Ten la mía, debe de pasar sin problemas. — Namjoon abrió los ojos al instante en el que escuchó esa voz para después ver como el chico tomaba la tarjeta.
— ¿Qué haces? — Le preguntó, mirando al mayor con el ceño fruncido.
— Salvo tu trasero, poste de luz. — Namjoon rodó los ojos.
— Ya está, muchas gracias por su compra. — Agradeció el chico, devolviendo la tarjeta de crédito.
— Gracias, no era necesario. — Murmuró el menor. — Te lo pagaré en cuanto arregle este problema.
— No hace falta, esta bien. — Le restó importancia. — No sabía que te gustaban estos lugares.
— ¿Porqué? — Jin se dirigió a una mesa al lado de un ventanal, siendo seguido por Namjoon.
— Tienes cara de ir a lugares caros todas las noches para comer langosta o algo así, no creí que te gustaran las simples cafeterías.
— Eso es prejuicioso. Y no es verdad.
— Bueno, tu carácter no ayuda a pensar en algo mejor, ¿Sabes? — Namjoon agachó la cabeza.
— Me quiero disculpar contigo. — Jin se sorprendió al escuchar eso.
— ¿Disculparte? — Preguntó con asombro.
— Te he tratado mal desde que nos conocemos... Y nuestros padres son socios y amigos de siempre, no quiero que ellos tengan problema por esto.
— Ah, entiendo. Te disculpas porque no quieres que mis padres se enteren que tratas mal a sus hijos para que no rompan contacto con tus papás. — Concluyó Jin y el menor negó rápidamente.
— N-No, nada de eso, hyung. Solo no les quiero seguir causando problemas a nadie. — Jin relajó su expresión al ver arrepentimiento en los ojos de Namjoon.
— ¿Sabes? Creo que tu a penas sabes de mi, pero... Yo sé de ti desde hace mucho tiempo. — Namjoon frunció el ceño, Jin tomó una servilleta y comenzó a jugar en ella.
— ¿Cómo?
— Mis padres siempre me llevaban a casa de tus papás cuando era jóven. — Explicó. — En una de sus tantas cenas de negocios te vi pasar corriendo por el pasillo de tu casa. — Recordó, mientras una sonrisa nacia en sus labios. — El señor Kim nos contaba que eres muy inteligente, y siempre presumía tus logros. Tu graduación, tu primer lugar en el concurso de robótica en China, tu diploma de honor por ser el primer lugar de generación en la universidad...
— Wow... no sabía nada de eso. — Le dijo sorprendido.
— ¿Cómo lo sabrías? Nunca estabas ahí cuando nosotros íbamos o se juntaban en casa de mis padres.
— Nunca me ha gustado mucho ese tipo de reuniones, hyung.
— Logré notarlo. — Le dijo levantándose de su lugar cuando Tzuyu lo llamó. — Es la primera vez que hablamos por más de diez minutos sin decirnos "Idiota" el uno al otro.
— Tienes razón. — Le dijo Namjoon mientras reía y presumía de sus hoyuelos.
— Espero que podamos volver a hablar de esta forma, Nam. — Le sonrió. — Nos vemos.
— Hasta luego, hyung. — Se despidió, mirando al mayor a acercarse con la chica para tomar una bolsa de papel y después, salir del local.
Namjoon se quedó un rato rebobinado la conversación con Seokjin, le sorprendía cuanto sabía el mayor de él sin siquiera conocerse ni haberse visto frente a frente y de alguna manera, lo hizo sentirse especial.
Se paró de la mesa y cuando estuvo por irse, su mirada cayó en la servilleta con la que Jin estuvo jugando. Por curiosidad, la tomó y se sorprendió al ver que había algo escrito en ella.
Ese día que te vi tuve el deseo de conocerte, espero que pueda cumplir ese sueño. Llámame.
‐ Jin.
Y Namjoon guardó el número anotado en la servilleta sin dudarlo ni un momento.
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