Parte 11
La plaza del centro estaba llena de vida, un mosaico de colores y voces que clamaban por libertad, igualdad y un futuro mejor para Venezuela. María Corina estaba emocionada, su corazón latía con fuerza mientras se unía a la marcha organizada por su partido político. La energía en el aire era palpable; la gente alzaba pancartas y gritaba consignas, unidas por un propósito común. Pero en medio de ese fervor, había una preocupación constante: Lana, su pareja, aún no había llegado.
Mientras los gritos de la multitud comenzaba a invadir las calles, María Corina sintió una mezcla de adrenalina y responsabilidad. Ella se colocó una camiseta con el lema de la marcha, "¡Venezuela Libre!"; al instante, se encontró rodeada de rostros familiarizados por la lucha y la adversidad, colegas, amigos y desconocidos que compartían una misma causa.
- ¡Hoy estamos aquí para recordar que la lucha no termina hasta que todos sean libres!. - Su voz se elevaba sobre el murmullo. - ¡Venezolanos, alza tu voz!. - gritaba María Corina, su energía contagiosa resonaba entre la multitud. Lana a lo lejos la observaba con orgullo, su corazón lleno de amor por la mujer que tenía a su lado.
Lana, con su cámara en mano, se movía entre la multitud, capturando sonrisas, carteles, y la determinación visible en los rostros de los marchantes. Era su trabajo, pero también una forma de estar cerca de María Corina, de sentir la energía que la rodeaba. Las dos sabían que su historia personal se entrelazaba con la colectiva; cada grito en la calle era un eco de su deseo de justicia y equidad.
Mientras se movía entre la multitud, comenzó a entrevistar. Cada historia que escuchaba era un testimonio de valentía, de amor y de lucha. Una mujer de mediana edad se acercó a ella, con lágrimas en los ojos.
- Mi hijo es parte de la comunidad. - dijo, su voz temblorosa. - Ha sufrido tanto por ser quien es. Estoy aquí para apoyarlo y para que su voz sea escuchada. - Lana la miró con amor, sintiendo la fuerza de su historia.
- Gracias por compartir esto. - dijo Lana, mientras anotaba. - Tu voz es fundamental en esta lucha.
El ambiente era electrizante, pero no tardó en tornarse tenso. A medida que avanzaban, un grupo de contramanifestantes apareció a la vista, con gritos y pancartas en contra de la marcha. María Corina sintió un escalofrío recorrer su espalda; la violencia no era un camino ajeno en la política venezolana, y el temor se instaló. Lana, con su instinto de periodista, se adentró para grabar lo que sucedía.
De repente, un grito desgarrador rompió el aire. María se giró rápidamente hacia la dirección del sonido y vio a un grupo de personas hostigando a alguien. El horror la invadió al darse cuenta de que Lana estaba en el centro de la confrontación. El grupo de agresores se abalanzaba sobre ella, y el pánico se apoderó de María.
- ¿Quién te crees para estar aquí, defendiendo a esos degenerados? - le lanzó uno de los agresores a Lana, su tono despectivo resonando con desprecio. - ¡No tienes lugar en esta marcha!
- Estamos aquí por igualdad y amor! - contestó Valentina otra periodista que estaba cerca de Lana, su voz resonando con firmeza a pesar del miedo que la invadía. - No voy a quedarme callada ante la injusticia.
Cuando María finalmente logró unir fuerzas para atravesar la turbulencia, la encontró en el suelo, con moretones comenzando a emerger en su piel y ojos que reflejaban el terror más profundo.
- ¡Paren! - exclamó, empujando a uno de los hombres que intentaba acercarse más a su pareja.
- No, María, no te involucres. Puede volverse peligroso. - advirtió Valentina, pero María no podía quedarse de brazos cruzados.
- ¿Y qué? ¿Voy a quedarme de brazos cruzados mientras atacan a la persona que amo? - replicó María, sintiendo cómo la frustración se apoderaba en su interior.
La confrontación se intensificó, y en un instante, la violencia estalló. Un grupo de manifestantes a favor de la igualdad se acercó, formando un círculo protector alrededor de ellas dos, enfrentándose a los agresores.
"¡No más odio!
¡El amor vencerá!"
Gritaban, su determinación palpable.
Lana, con la respiración agitada, se giró hacia María, sus ojos llenos de preocupación.
- Debemos salir de aquí. - dijo Lana, su voz salió en un susurro. - No quiero que te lastimen.
Finalmente, la policía llegó, dispersando a los agresores y llevando a María y Lana a un lugar más seguro. A pesar de que el peligro había pasado, el impacto de lo ocurrido aún resonaba en sus corazones.
Al final del día mientras estaban sentadas en el sofá. María Corina abrazó con fuerza a Lana. El llanto de ella rompió el silencio, una mezcla de dolor, miedo y liberación.
- No debió pasarme eso. Solo quería hacer mi trabajo. - decía entre sollozos.
- Lo sé, hermosa. Pero estás bien. Estás a salvo aquí. Te prometo que nunca más permitiré que nadie te haga daño. - respondió María Corina, intentando calmarla. El abrazo se ajustó, y en ese momento se dieron cuenta de que, aunque el mundo fuera hostil, su amor podía ser un refugio.
Las lágrimas de Lana empezaron a disminuir, y poco a poco, la confianza entre las dos comenzó a sanar las heridas. La canción continuaba, penetrando en sus almas, mientras María Corina acariciaba el cabello de Lana suavemente.
- ¿Sabes? - dijo Lana, limpiándose las lágrimas con la mano. - A pesar de lo que pasó hoy, sé que esto tiene que cambiar. No soy la única persona en esta lucha. Es por todos y todas nosotras. - sus palabras eran firmes, y María Corina sintió una oleada de admiración hacia su pareja.
- Exacto, Lana. Hoy hemos visto la crueldad del odio, pero también la fuerza de nuestro amor y de nuestras convicciones. Juntas, somos más fuertes. - respondió María Corina, y en sus ojos chispearon destellos de determinación.
Mientras la noche caía y la lluvia comenzó a golpear suavemente los cristales, las dos mujeres encontraron consuelo en sus brazos, sabiendo que el amor que compartían era un acto de resistencia, una promesa de pelear juntas por la libertad, no solo en su país, sino también en sus corazones.
Quizás la marcha había terminado, pero su lucha apenas comenzaba.
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro