CAPÍTULO 3
Capítulo dedicado especialmente a sad_iced_coffee, espero que te guste mucho, como a mi me encantan tus comentarios <3
-Quiero volver a Alacante ‒me quejé tirándome en uno de los sofás que estaba frente a la chimenea en la sala de descanso de la academia.
-Por favor, no ha sido tan pesado ‒se burló Alec a mi lado y yo me giré para verlo con una ceja arqueada.
Mi novio se veía tan agotado como yo mismo me sentía. Habíamos estado todo el día moviendo muebles, pintando paredes y ordenando libros. Era agotador.
-Me duele todo el cuerpo ‒proseguí quejumbroso.
- ¿Ah sí? ‒Inquirió Ragnor tirándose en el suelo frente a mí. Al parecer aquella alfombra le pareció lo suficientemente cómoda como para reposar allí‒. ¿Dónde, exactamente?
-No lo sé ‒musité con cansancio‒. Piensa en una parte del cuerpo. Allí me duele ‒aseguré.
Alec resopló e intentó reír, pero incluso aquello pareció agotador.
-Eso no es nada, después de esto tenemos... ‒mi novio miró a nuestro alrededor. Las clases aún no habían empezado, faltaban un par de semanas, así que la academia no tenía tantos estudiantes, pero aun así era mejor asegurarse que no hubiera nadie escuchándonos. Sin importar que no había nadie a nuestro alrededor, Alec habló con voz baja, apenas audible para Ragnor y para mí‒. Tenemos que ir al comedor, cenar, descansar un poco y luego reunirnos con los demás donde Jem lo ha indicado.
-Aún no sé cómo llegar ‒señalé‒. Jem se negó a decírmelo.
-Eso es porque cree que Alexander y tú se darán lote allí ‒se burló Ragnor‒. Así que alguien pasará por nosotros.
- ¿Quién? ‒Pregunté sinceramente curioso.
-No lo sé ‒respondió Ragnor y en realidad parecía sincero‒. Jem mencionó un nombre, pero la verdad es que no le he tomado importancia.
-Así que tendremos que esperar ‒finalicé resignado mientras me encogía de hombros; Alec repitió aquel gesto.
Ragnor no lo sabía y no sería yo quién le contara porque Jem no confiaba plenamente un lugar escondido a Alec y a mí. Por supuesto, el incidente de la piscina, más a todas las veces que nos fugamos juntos, sumado a la intromisión de su oficina que había resultado en el conocimiento de, posiblemente su más oscuro secreto, sólo había conseguido que el director de la academia no nos confiara más lugares a Alec y a mí donde pudiéramos escondernos para hacer travesuras. Aun así, me resultaba sumamente ofensivo que después de todo lo sucedido el trimestre pasado, siguieran sin confiar en mí del todo. Pero no podía quejarme, y no porque no quisiera, sino porque le había prometido mi abuela acatar todas y cada una de las reglas de Jem, por más ridículas e insignificantes que a mí me parecieran, lastimosamente había perdido la confianza de Jem y de mi abuela en lo que se refería a andar con Alec juntos por la academia después del toque de queda. Con desánimo me pregunté si algún día la recuperaría.
-Bueno, como sea ‒gruñó Ragnor incorporándose‒. Por más que deseo estar tirado y descansar hasta que vuelva a sentir los músculos de mi cuerpo, tenemos que ir a cenar.
-Necesitamos recuperarnos, eso es verdad ‒señaló Alec mientras, al igual que Ragnor, se incorporaba y me tendía la mano, la cual tomé alegremente. Alec tiró de mí hasta que nuestros pechos chocaron y mi hermoso novio tomó mi rostro entre sus manos para besarme la frente‒. Con algo de comida y con mucha suerte, podremos estar recuperados para el entrenamiento de esta noche. Jem tiene razón, el verdadero juego apenas comienza.
-Y tenemos que estar listos cuando la guerra se desate ‒aseguró Ragnor antes de dirigirse hacia la salida de la salita.
(╯◕_◕)╯
-Alexander –llamé con cansancio, mi novio sólo soltó un gruñido mientras me abrazaba con más fuerza contra su pecho. Los dos estábamos durmiendo abrazados, en un cálido y completamente reconfortante nido de cobijas del cual ninguno de los dos quería salir–. Alexander –volví a repetir en medio de un gruñido–. Alexander, por favor abre la puerta –casi supliqué al escuchar los golpes que llamaban a mí habitación.
- ¿Por qué no abres tú? –Se quejó mi novio.
-Alexander lo haría, pero me tienes estrangulado –refunfuñé sonriendo.
Una ronca y musical risa se escapó de los labios del ojiazul antes de deshacer el abrazo para luego incorporarse.
- ¿Y te quejas? –Preguntó Alec.
-Para nada –aseguré haciéndome bolita bajo las cobijas–. Pero llevan tocando esa puerta mucho tiempo y no me dejan dormir.
Alec asintió y se dirigió a la puerta, descalzo, con el cabello completamente revuelto y sin camisa, que sexy se veía. Cuando abrió la puerta, noté como sus hombros se tensaban.
- ¿Qué quieres? –Lo escuché preguntar con fastidio.
- ¿Cómo qué que quiero? ¿Es que no ven qué hora es? ¡Debemos darnos prisa, nos están esperando! Además, llevo tocando la puerta más de diez minutos y ninguno de los dos atendió, ¿qué se supone que estaban haciendo? No, alto –una voz que no pude reconocer, habló con ira apenas contenida–. En realidad, no me interesa, tienen un minuto para alistarse o me marcharé sin ustedes... y le diré a Jem que no están interesados en asistir.
Un torrente de maldiciones se escapó de los labios de mi preciado ángel.
- ¡Maldición! Dame un segundo –Alec ni siquiera se molestó en que el otro hablara, simplemente le cerró la puerta en la cara y se giró hacia mí–. Magnus, tenemos que marcharnos.
- ¿Qué? No –Gruñí cubriendo mi cabeza con las cobijas–. Claro que no.
-Magnus, tenemos la reunión con Jem y los demás, ¿lo has olvidado? Porque la verdad, yo sí.
- ¡Maldición! –Casi grité mientras me ponía en pie. Los dos corrimos rápidamente por la habitación para abrir el clóset.
La ropa de los dos se encontraba allí, había sido así desde el trimestre pasado, puesto que, o Alec se quedaba en mi habitación, o yo en la suya, así que decidimos que tendría que haber ropa de ambos en las dos habitaciones para cambiarnos.
Alec y yo tomamos la ropa más deportiva que encontramos para vestirnos rápidamente y abrimos la puerta para reunirnos con Raphael, para nuestra sorpresa, Ragnor ya se encontraba completamente listo, hablando alegremente con el chico. Aquello me sorprendió y una punzada de celos hizo doler mi pecho.
Ragnor seguía siendo mi mejor amigo, pero después de su secuestro, después de... todo lo que le había sucedido, el chico había cambiado completamente. Parecía nunca poder estar feliz, nunca poder bromear. Antes de que todo aquello ocurriera, me sentía completamente orgulloso de que Ragnor pudiera ser quién era conmigo. Ante el mundo, Ragnor era completamente serio y amargado, incluso un poco desagradable, pero yo sabía la verdad; Ragnor era completamente divertido, o al menos lo era conmigo.
Era.
Yo siempre me había enorgullecido de que Ragnor mostrara su mejor lado conmigo, pues era una de las pocas personas que gozaba ese privilegio.
Era.
Después de todo lo ocurrido y tras recuperar a Ragnor, pocas eran las veces en la que yo lo había visto sonreír y bromear... y más pocas veces habían sucedido conmigo. A veces me preguntaba si en el fondo Ragnor me culpaba por todo lo que le había sucedido... y es que, en todo caso de que fuera así, él tenía toda la razón. Otras veces, me preguntaba si nuestra amistad volvería a ser la misma. Cuando había estado en el hospital del instituto, Ragnor se había comportado como el hermano que siempre había sido, pero una vez me encontré mejor, Ragnor pareció más frío y distante, cosa que nunca había sucedido.
Ahora, ver a Ragnor conversar tan amenamente con un extraño como era Raphael Santiago, me hizo sentir una ráfaga de celos y de rabia contra aquel idiota.
¿Quién era él para hacer reír a mi Ragnor?
¿Pero qué demonios le estaba sucediendo?
¿Quién demonios se creía él?
Al percatarse de la presencia de nosotros, Raphael le susurró algo en el oído a Ragnor, quien alzó la mirada hacia Alec y yo; sus mejillas estaban levemente sonrojadas. ¿¡POR QUÉ SE SONROJABA CON RAPHAEL? Quién, por cierto, se acercó a Alec y lo miró con irritación.
-Tienen suerte que Ragnor apareciera y me dijera que Magnus se tarda mucho en cambiarse, o sino no los hubiera esperado. Mis órdenes son llevarlos al lugar, puntualmente, y vamos muy retrasados –Raphael, de sus bolsillos, sacó dos bandanas oscuras y nos las tendió a Alec y a mí; las tomamos confundidos.
- ¿Qué es esto? –Pregunté mirando, con irritación, al contrario.
-Tienen que cubrirse los ojos, son órdenes de Jem, no pueden conocer el camino.
- ¿¡Qué!? ¿¡Esto es una broma!? –Protestó mi Garbancito completamente fastidiado–. Jem ya está exagerando.
- ¿Es en serio? –El tono de Raphael estaba lleno de frialdad–. ¿Lo está haciendo? ¿Después de todo lo sucedido? –Preguntó Raphael arqueando una de sus perfectas cejas de niño rico y mimado.
Alec estuvo a punto de abrir la boca para responderle a Raphael, pero yo posé mi mano en su hombro y negué. No dejaría que el idiota de Raphael nos hiciera sentir avergonzados por nuestras travesuras.
-Vamos Garbancito –hablé con la misma frialdad que había utilizado Raphael–. No vale la pena, simplemente hagámoslo y terminemos con esta estupidez –espeté mientras miraba con cólera a Raphael, que ni siquiera se inmutó al ver mi expresión llena de resentimiento. Raphael esperó, no tan pacientemente, a que mi novio y yo termináramos de ponernos las bandanas en los ojos–. Supongo que Ragnor también necesita una –solté con amargura.
-Por supuesto que no –respondió Raphael tomándome del brazo para arrastrarme por el camino. Quise decirle que se alejara, pero tampoco quería tropezar y arruinar mi bello rostro–. Yo confío en él, y al parecer Jem también, así qué andando, y por favor, ¿puedes cerrar el pico?
Yo inmediatamente abrí mi boca para responder, pero esta vez fue Alec quién me interrumpió.
-Magnus, por favor, sólo obedece, vamos tarde y tú mismo lo has dicho, no vale la pena.
Mi Garbancito tenía razón, por lo cual yo solo alcé mi cabeza con dignidad y me dejé arrastrar por el chico, pero definitivamente no me agradaba Raphael Santiago.
Él había entrado en mi lista negra.
Por fin habíamos llegado, pero me sentía demasiado nervioso, por lo cual, tras tomar una profunda respiración, giré el pomo tan pronto como Raphael nos abrió la puerta oculta en medio de la oscuridad. Había sido una larga caminata y ni siquiera sabía qué camino habíamos tomado para llegar, Raphael me dijo que él se encargaría de escoltarnos a nuestra habitación una vez la reunión acabara. Genial, como en una ruta escolar, irían a recogernos y nos dejarían en frente de la habitación para que no hiciéramos ninguna travesura.
Eliminando todos aquellos pensamientos negativos, entré en la oscura sala apenas iluminada por un par de lámparas que con gran esfuerzo me permitían distinguir quienes se encontraban allí; en realidad no me sorprendió ver a los presentes.
Jem estaba hablando en un rincón con Will Herondale, Luke Garroway y Hodge Starkweather. Sentadas en un gigantesco tatami mientras se estiraban, se encontraban Isabelle y Clary; Jace y Simon estaban al otro extremo de la habitación junto a unos lockers mientras parecían cambiarse a una ropa que parecía realmente cómoda.
- ¿Qué es esto? –Preguntó Alec y parecía tan confundido como yo mismo me sentía.
-Esta es la sala de entrenamiento, de estrategia y reunión. Nos veremos cuatro noches a la semana aquí para entrenar y enterarnos de cómo avanza la guerra.
- ¿La guerra? –Pregunté con sorna–. Esto suena como si nos estuvieran entrenando para luchar.
Raphael arqueó las cejas mientras me miraba despectivamente; en aquel momento me sentí diminuto.
-Y debemos hacerlo, probablemente no te guste esto, pero si hubiéramos estado entrenados... –Raphael tragó grueso–. Si Tessa hubiese estado entrenada, ella estaría ahora con nosotros, pero no lo está, y Jem no volverá a permitir que ninguno de nosotros caiga en batalla. Ahora diríjanse a los lockers, encontrarán ropa lo suficientemente cómoda, sé que intentaron... –Raphael me miró de arriba hacia abajo y arrugó la nariz–. Supongo, venirse preparados, pero en los lockers encontrarán ropa adecuada para la situación, así que alístense, por su culpa estamos retrasados.
Yo rodé los ojos alistándome para responderle a Raphael como se lo merecía, pero antes que pudiera hacerlo, Ragnor y Alec me tomaron de los brazos y me arrastraron hacia los lockers, interrumpiendo mi respuesta, pero Raphael no se salvaría, ya pronto cruzaría con él, las merecidas palabras que tenía pendiente.
Rápidamente Ragnor, mi Garbancito y yo nos pusimos la ropa que se encontraba en los lockers que tenían nuestros respectivos nombres. Por más que odiara admitirlo, Raphael tenía razón, la ropa era bastante cómoda y calentita.
-No tienes de qué avergonzarte –habló Raphael con suavidad y yo me giré para verlo. El moreno estaba sentado junto a Ragnor y pasaba uno de sus dedos delicadamente sobre una de las muñecas de Ragnor, allí donde aún se encontraban las marcas de las esposas que había tenido mi mejor amigo–. Las cicatrices son señales de guerra, y tú eres un superviviente, no tienes por qué avergonzarte de ello –musitó Raphael con suavidad–. Siéntete orgulloso de haber sido lo suficientemente fuerte como para vivir. Estas marcas son tan hermosas como tú.
Noté como Ragnor se sonrojaba levemente y le daba una tímida sonrisa a Raphael, quién la aceptó complacido y se puso de pie para alejarse de nosotros. Me alegraba que hiciera sentir bien a Ragnor, pero yo debía hacerlo, lo que le había sucedido a mi mejor amigo había sido toda mi culpa, Raphael no tenía por qué entrometerse en ello; furioso, até con rapidez los cordones de mis zapatos y me dirigí hacia el centro de la sala, acompañado de mi mejor amigo y mi Garbancito. Ya todos nos estaban esperando.
-Gracias por honrarnos con su presencia chicos –soltó Luke con un tanto de amargura.
-Pero si no es mucha molestia –le siguió Jem–. ¿Creen que puedan presentarse más puntualmente? Por supuesto, sólo si pueden –añadió rápidamente con rebosante sarcasmo; fruncí el ceño.
-Lo siento, la verdad es que no recordábamos la reunión de esta noche –admití a regañadientes–. Y nos hemos quedado dormidos.
-Qué gran ejemplo de responsabilidad me estás dando hermanito –soltó Isabelle con burla y yo me giré para fulminarla con la mirada, la chica me guiño un ojo y me dio una encantadora sonrisa, yo rodé los ojos. Era imposible enojarse con ella, por más que quisiera.
-Como sea chicos, por favor tomen asiento –indicó Jem notablemente molesto mientras señalaba el tatami–. Y bienvenidos, se preguntarán porque estamos aquí.
-Sí, algo como eso –admití y Jem asintió.
-Después de la catástrofe ocurrida en el baile y... –el director tragó grueso–. Y tras la pérdida de Theresa Gray, hemos decidido que es hora de prepararnos. Nuestro enemigo va en serio, está dispuesto a todo, incluso a pasar por encima de quién sea sólo para conseguir lo que quiere.
- ¿Nuestro enemigo? –Pregunté sorprendido–. Así que ya sabemos de quién se trata.
Jem le dio una extraña mirada a Raphael, una que no pude identificar, ¿me había perdido de algo? Al parecer nadie más se dio cuenta de ello, lo cual se me hizo aún más extraño.
-No –Jem habló con lentitud–. La verdad no, Magnus, aún seguimos sin identificar de quién se trata. Lilith ha trabajado muchísimo, pero todavía no hemos podido encontrar al responsable.
- ¡Vaya estupidez! –Solté furioso y noté como Alec me miró preocupado–. Nos estamos preparando para un enemigo que ni siquiera conocemos, ¿quieren enfrentarlo? ¡Pero ni siquiera sabemos de quién se trata! ¡Estamos perdiendo el tiempo!
-Magnus... –comenzó mi novio, pero yo chasqueé la lengua.
-Magnus nada, Ragnor fue secuestrado. ¡Casi lo matan! Igual que a mí, pero nosotros tuvimos suerte, Tessa no la tuvo –toda la ira que había guardado todo este tiempo se acumuló y estalló en el momento menos indicado–. ¡Es una estupidez! Estamos aquí, sin hacer nada mientras los culpables están afuera, probablemente, ideando un plan para seguir acabando con nuestras vidas y...
- ¡Ya basta! –Hodge habló con dureza y era la primera vez que lo veía tan enojado–. No más Magnus Bane, ¿crees que a nosotros no nos afectó? No fue sólo una alumna, nosotros vimos a Tessa crecer, nos dolió su pérdida. No era simplemente una alumna más de Idris, era parte de una gran familia. De nuestra familia –Hodge se acercó a mí con rapidez y pude notar como sus ojos estaban cristalizados–. No puedes juzgarnos tan duro, puede que no estemos avanzando mucho, pero al menos intentamos hacer algo. ¿¡Qué quieres que hagamos!? ¿¡Que nos rindamos!?
-Por supuesto que no...
- ¡Excelente! Entonces no te quejes, perdimos a Tessa, pero no queremos perder a los demás. Todos nosotros, cada uno de los que se encuentra aquí sentado, e incluso los que están allá afuera, sin saber lo que sucede dentro de la academia, son parte de nuestra familia. De la familia de La academia Idris, y estamos desprotegidos. No podemos confiar en todos, hay un infiltrado, pero si al menos unos pocos podemos entrenarnos para ayudar, lo haremos, así que basta de parlotear y pongámonos en acción –ahora la voz de Hodge se alzó aún más, era obvio que esperaba que todos los presentes lo escucháramos a la perfección–. Empezaremos con una carrera. Irán al claro corriendo y volverán a este lugar.
- ¿Y qué hay para el ganador? –Preguntó Jace a mi lado, tenía una sonrisa egocéntrica, era obvio que esperaba ser quien llegara primero.
-Nada –soltó Jem–. Pero el último sí tendrá un castigo.
- ¿Un castigo? –Pregunté preocupado mientras miraba a mi alrededor
Alec practicaba una gran cantidad de artes marciales, sus piernas eran largas y delgadas, lo había visto correr, era obvio que él no perdería. Isabelle también había corrido a mi lado... y en tacones, tenía una excelente resistencia física. No conocía mucho a Jace, pero sabía que practicaba deportes, al igual que Alec, aquella confianza no era en vano. Will, por otro lado, tenía la misma educación que los Lightwood. Raphael era hijo de un soldado y según tenía entendido, también era un excelente deportista. Por supuesto, el último lugar se debatía entre Clary, Ragnor y yo. Me preocupé, no sabía cuál era el castigo, pero por la sonrisa malévola que tenía Luke en sus labios, intuí que no era nada bueno.
-Ya se determinará el castigo –soltó el maestro Garroway y yo tragué grueso–. Todos en pie, porque la carrera empieza ahora.
- ¿Qué? –Pregunté aterrado, pero ya todos estaban saliendo de la habitación.
Por supuesto, los maestros se quedaban esperándonos, no tuve tiempo ni siquiera de reaccionar cuando Alec me tomó del brazo y me arrastró fuera de la habitación. No tenía ni siquiera idea dónde me encontraba ni hacia donde saldría, no lo sabía, pero simplemente seguí a Raphael.
¡Maldición!
Sí que era veloz, me costó mucho no perderlo de vista, pero lo seguí, lo seguí por los pasillos oscuros hasta atravesar la gran puerta del edificio y emprender mi camino.
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