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CAPÍTULO 17














El lugar era todo un caos, pero yo solo escuchaba aquellas voces de fondo, mientras que Jem me arrastraba lejos, fuera del salón de computadoras, por los pasillos, hasta que por fin llegamos a su oficina.

El director me sentó en el sofá y colocó una calidad mantita sobre mis hombros, justo antes de estrujarme entre sus brazos y susurrarme suaves palabras de aliento; yo sentía que miraba todo aquel desastre a través de un grueso vidrio, donde las voces eran borrosas y yo solo era un espectador. Jem siguió meciéndome entre sus brazos por un largo rato, las palabras poco a poco se fueron aclarando y su calidez me llenó lentamente.

–Tranquilo mi niño, estoy contigo, nada malo te pasará, todo está bien Magnus –escuché claramente y yo lo miré con tristeza antes de lanzar un fuerte sollozo.

Cubrí mi boca con mis manos, pero más gemidos escaparon. Sentí como mis ojos se inundaban en lágrimas y lloré... lloré por un largo rato, lloré hasta que sentí que no podía respirar y mi pecho comenzó a doler. Jem me permitió llorar en su pecho mientras acariciaba delicadamente mi cabello, lloré hasta que sentí que no podía más. Cuando mi director se percató que ya estaba controlando, me retiró delicadamente las lágrimas de mis mejillas y me besó la frente.

–Todo está bien Magnus, ya todo está bien, no te hará nada malo, él no te lastimará...

–No soy yo el que me preocupa... él... su lengua... él se...se...se mató...

–Lo sé, lo sé, no debiste ver eso. ¡Maldición! No debí permitirte hablar con él. Lo siento tanto mi niño, todo va a estar bien –Jem me besó la coronilla del cabello mientras me estrujaba entre sus brazos–. Solo fue una maldita pérdida de tiempo, no dijo nada y...

–Espera –interrumpí con voz temerosa, y Jem me miró confundido.

– ¿Qué pasa cariño?

–Es que él sí... él no... no entendí... no entendí lo que me dijo, pero habló...

– ¿¡Qué te dijo!? –Presionó Jem, tomándome por los hombros y dándome una fuerte sacudida, pero al percatarse de lo que había hecho, me quitó rápidamente las manos de encima y me miró avergonzado–. Lo siento Magnus, es que... si no quieres hablar, me imagino que...

–Él me aseguró que no estaba trabajando ni para Lilith, ni para Valentine –interrumpí abruptamente y Jem me miró con incredulidad.

–Eso es imposible, ¿entonces por qué...?

–Leviatán –solté–. Estaba como loco, me dijo que nos mataría a todos, que inundaría a Idris con sangre, que decoraría las paredes de palacio con nuestras cabezas. Es él la persona que me quiere muerto. Leviatán.

–Pero... no entiendo, ¿quién es? Magnus, es imposible, te dijo mentiras, jamás he escuchado ese nombre.

–No sé... –musité entristecido–. No sé, no sé, no sé –solté completamente desesperado mientras unas nuevas lágrimas escapaban de mis ojos, al parecer todavía no me había secado. Jem me abrazó contra su pecho y acarició delicadamente mi cabello.

–No entiendo que pasa Magnus, ese nombre... no... no me suena.

–Y lo peor es que no puedo confiar en nadie....

– ¿No confías en mí? –Preguntó completamente sorprendido.

–No me refiero a eso, es decir... tenemos un nombre, bien, pero ¿qué haremos nosotros con él? Si tú no lo conoces, entonces, ¿quién...?

–Puede que Lilith –sugirió Jem y yo negué con fervor.

–No confío en ella.

–Pero si es verdad que Hodge no trabaja para ella...

–Igual sigo sin confiar, oculto la existencia de Ash y es una bruja, ¿qué haremos ahora? Al menos tenemos un nombre, pero...

Dos toques en la puerta nos interrumpieron, Jem se puso de pie rápidamente y dejó entrar a Isabelle junto con Livvy y Ty, las dos chicas parecían afligidas, el joven por otro lado solo parecía realmente cansado.

– ¿Qué pasa Isabelle? –Preguntó el director–. ¿Algún problema... extra?

–No –respondió mi cuñada, pero luego suspiró pesadamente–. Sí... bueno, no sé...

– ¿Qué pasó? –Preguntó Jem confundido.

–Lo encontramos –respondió Ty mirando con curiosidad la oficina de Jem.

– ¿A qué te refieres? –Sonsacó el director.

–Papá y mamá pillaron a Max investigando sobre Hodge, al parecer entraron en su habitación cuando estaba analizando en la foto y hablando con algunos contactos para saber si alguien lo conocía... miraron la foto del hombre y... ¿Jem puedo hacerte una pregunta?

–Sí, ¿qué pasa Isabelle?

– ¿Mamá y papá hace cuánto no hablan con los maestros de la escuela? –Preguntó casi rabiosa y dolida.

–Oh vamos Izzy, son personas ocupadas, la verdad es que llevan dos años sin interesarse mucho... la última vez que se vieron interesados fue cuando contratamos a Hodge...

– ¿Y ellos no lo entrevistaron? Creí que era un requisito el ser aprobado por toda la junta.

–Lo es... pero no lo hicieron, no realmente. Al escuchar su nombre lo aprobaron. Dijeron que era un buen sujeto.

–Sí, se nota –refunfuñé molesto mientras me servía un trago del wiski de Jem; éste me miró con reproche, pero no mencionó nada sobre ello.

–Y probablemente lo es... o lo era, ¿quién sabe?

– ¿A qué te refieres Izzy? –Escudriñé ahora más interesado.

–El hombre de la foto no es Hodge Starkweather, ellos siempre creyeron que era él, pero supongo que nunca lo habían visto por la escuela... y por supuesto esa rata suicida se cuidó muy bien de que ellos no se lo encontraran por ahí –espetó la chica con molestia.

–Ahora entiendo porque se perdía en los bailes... siempre estaba ocupado en las reuniones de consejo... no quería que Maryse y Robert lo vieran... –musitó Jem pensativo.

–Isabelle, no entiendo a qué quieres llegar –refunfuñé frustrado.

–Él no es Hodge Starkweather –soltó Ty con irritación, como si estuviera aburrido de darle tantas vueltas al asunto.

Yo me puse en pie bruscamente y miré al chico con desesperación.

– ¿¡Qué!? ¿¡A qué te refieres!?

Ty me miró con fastidio y abrió la boca para, probablemente, decirme que era un idiota, pero fue su hermana quien habló.

–Él no es Hodge Starkweather –repitió Livvy con paciencia–. Se hizo llamar así probablemente para que los Lightwood lo aceptaran sin dudar.

–Mamá habló conmigo por teléfono...

– ¿Tienen teléfono? –Pregunté asombrado, aquello era información nueva, creí que el único con ese derecho era Jem, y aquel aparato reposaba encima de su escritorio; Isabelle continuó ignorándome completamente.

–Me dijo que ese no era Hodge, ella lo conoce, él estudio en Idris con ellos.

– ¿Entonces qué pasó con el Hodge original y quién es el de la foto? –Quiso saber Jem, y parecía bastante atónito por la sorpresa.

–Mamá y papá no saben qué pasó con él, así que ya hablaron con unos investigadores, lo van a buscar y esperan que esté bien.

– ¿Y quién es el sujeto entonces? –Volvió a preguntar Jem.

Livvy nos tendió una foto de Hodge... o bueno, de la persona con la cual había hablado hace media hora. Se veía tan diferente... tenía el cabello cortado con un estilo militar, la mirada hostil que me había dirigido... no había nada amable en él. Llevaba un traje oscuro y sus labios estaban fruncidos en una mueca horripilante.

–Se llamaba Samuel Blackburn, al parecer trabajaba de guardaespaldas de Lilith, fue uno de sus hombres de confianza –respondió Isabelle.

– ¿Y qué pasó? –Pregunté sirviéndome un segundo trago de licor; esta vez Jem sí se atrevió a arrebatármelo mientras me miraba molesto.

–Tuvieron un problema, al parecer estaba filtrando información de Lilith a un enemigo de ella.

– ¿Quién? –Pregunté interesado, dejando de pelear con Jem por el trago–. ¿Leviatán?

– ¿Qué? ¿Leviatán? No... no sé, mamá y papá nunca lo supieron –respondió mi cuñada mientras se tiraba a un sofá–. Lilith jamás quiso comentarles, ¿quién es ese Leviatán? –Preguntó confundida.

Yo miré a Jem con tristeza.

–Te lo dije, en esa perra sádica no se puede confiar, ella sabe más de lo que dice.

Jem suspiró pesadamente, me entregó el trago y escondió su rostro entre sus manos.

–Tenías razón –dijo con voz ahogada mientras se sentaba–. ¿Y entonces qué vamos a hacer?

–La única que tiene información es mi abuela, y es obvio que no la va a soltar.

–No estés tan seguro, Magnus, las cosas no son tan sencillas –refunfuñó él antes de beber directamente de la botella.

– ¿Qué haremos? –Pregunté confundido; el director miró con cansancio a Ty.

–Dirígete hacia los dormitorios de los chicos y llama a Ash. Despiértalo y dile que venga inmediatamente.

– ¿Qué excusa le daré por despertarlo a esta hora? Estoy seguro que no le gustará.

–Dile que tiene que venir a redactar su carta de renuncia a la corona, aún no lo ha hecho, es hora de hacerlo oficial –Jem me miró con seriedad–. Y tú también lo harás.

– ¿En serio? –Curioseé sorprendido–. ¿Lo haré?

–Sí, si Lilith no dice la verdad, entonces mañana se harán públicas, y si es verdad lo que dijo Hodge, o Samuel, o como se llame y hay otro heredero a la corona qué Lilith detesta, que sea él quien reine. La decisión será de tu abuela. Es hora de enfrentarla, o nos dice la verdad, o nos ahogaremos en nuestra propia sangre –decretó el director.

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