CAPÍTULO 14
La oficina de Jem lucía como siempre, sobria y llena de personas dispuestas a manejar mi vida a su antojo.
Mi abuela, como siempre, estaba ubicada en la silla del director, donde tenía control de toda la situación y no perdía de vista a nadie, Jem estaba situado en el enorme sofá, completamente solo mientras que Ash estaba frente a él en uno de los sillones individuales, separado del director solo por la pequeña mesa central, era obvio que el rubio intentaba rehuir la mirada de la que había descubierto, era su madre. Papá estaba sentado junto a Ash en el otro sillón individual, pude notar, lo más lejos posible de Jem. Al entrar, todos se giraron para verme, como esperando ver si me sentaba junto al director, como siempre; en aquella ocasión y queriendo evitar problemas con papá, me senté en el puf frente a la mesa central, de cara a mi abuela, aunque no pude evitar rehuir su mirada.
Por un largo rato nadie dijo nada, el silencio era espectral y parecía que nadie, ni siquiera mi abuela, deseaba romperlo, así que, sin más opción, fui yo quien habló, y cuando lo hice, me sentí como un niñito idiota.
–No estabas allí cuando desperté –refunfuñé con resentimiento hacia Jem, quien me miró con extremo cariño.
–Lo sé, lo lamento, tú... Lilith me citó aquí y....
– ¿Ahora no lo dirás James? –Habló la mujer con voz llena de molestia-. Su abuela, porque, aunque eso no te guste, lo sigo siendo y nada lo cambiará –un fuerte gruñido brotó de los labios de papá, y Lilith lo miró con ira–. ¿Tienes algo que decir, Asmodeus?
– ¡Pero por supuesto que sí! –Estalló mi padre–. ¿Cómo osas llamarte tu abuela después de todo lo que le has hecho? Magnus tenía una vida normal, él era un chico normal antes de que tú lo enredaras en tus líos políticos...
– ¡Magnus jamás ha sido un chico normal! –Contradijo mi abuela con voz autoritaria–. Él nació de la realeza, su destino estuvo marcado desde el momento que embarazaste a mi hija.
– ¡Ella huyó para tener una vida normal! –Gritó papá mirando con odio a mi abuela–. ¡Ella no querría esto para Magnus!
– ¿Cómo lo sabes? ¡Ella ya no está!
– ¡POR TU CULPA! ¡TENÍAS EL PODER DE SALVARLA Y LA IGNORASTE! –Sentenció papá y noté lo mucho que aquello le dolió a mi abuela–. ¡NO TE ATREVAS A LLAMARTE ABUELA DE MAGNUS, CUANDO NO QUISISTE SALVAR SU MADRE! ¡DEJASTE MORIR A TU PROPIA HIJA!
– ¡YA BASTA! –Grité molesto y los dos se callaron inmediatamente, mirándome sorprendidos–. ¿Para esto me citaron aquí? ¿Para discutir? Bueno pues, háganlo, pero yo me voy, Alexander me necesita –espeté poniéndome en pie.
– ¡MAGNUS BANE, NO SEAS INSOLENTE Y SIÉNTATE! –Ordenó mi abuela.
– ¡NO LO GRITES! –Demandó papá furioso.
– ¿Van a seguir? –Pregunté lleno de irritación–. Me quedaré solo si dejan de discutir y me dicen de una vez por toda, porqué estoy aquí en lugar de acompañar a mi novio.
–Magnus, cariño, cálmate –musitó Jem mirándome con tristeza, y solo por él decidí sentarme–. Lilith, Magnus tiene razón, él debería estar junto con Alec, sé que a los dos los hará sentir mejor, así que por favor...
Mi abuela chasqueó la lengua y nuevamente el silencio se extendió por un buen rato, antes de que ella asintiera.
–Magnus, lo que has hecho es realmente estúpido, ¿sabes en qué situación has metido, no solo a toda mi nación, sino también a mí? Ahora todos piensan que soy una mujerzuela que engañó al rey de Edom, teniendo una aventurilla con Valentine.
– ¿Y no es así, su majestad? –Solté con amargura lanzándole la peor de mis miradas.
– ¡Respétame Magnus Bane! –Demandó molesta, pero antes de que papá le gritara de nuevo, lo hice yo.
– ¡El respeto es algo que se gana! –Vociferé–. Legítimo o no, Ash es quien debe reinar, no yo...
–Magnus –habló por primera vez el chico, mirándome con súplica–. Yo puedo... no quiero...
–Lo sé, y lo siento, pero yo tampoco...
–Pero...
–Hijo –papá habló con voz suave y llena de afecto–. Tu madre huyó de este mundo no sólo para salvarse... sino también para salvarte –papá miró de reojo a mi abuela antes de fijarse nuevamente en mí–. Hay algo que nadie sabe... ni siquiera James... cuando tu madre y yo decidimos casarnos, ella ya estaba embarazada de ti... ella quería ocultarte de todo esto para que fueras libre.
–Tu padre tiene razón –apoyó Jem mirándome con el mismo afecto que papá–. Y es tu decisión, sé que quieres salvar a Ash de todo esto, tu corazón es tan grande, que sacrificarías tu libertad para dársela a alguien a quien ni siquiera conoces –el director miró al rubio, que parecía triste de no ser apoyado por nadie–. Y lo siento, sé que eres el hermano de Bethari, y si ella hubiera sabido de tu existencia, te hubiera amado y liberado de este oscuro destino, y al igual que Magnus, ella no pensaría dos veces antes de sacrificar su libertad por ti... pero la verdad es que ella no te conoció, y amaba a su hijo, yo amo a su hijo, y si él no quiere reinar, no es justo que lo haga solo por ti –Jem se acercó a mí para tomar una de mis manos y acunarla entre las suyas–. Si no quieres hacerlo Magnus, no tienes por qué, sé libre cariño, es lo que te mereces.
Aquellas palabras me desconcertaron. Todo este tiempo pensé que era responsabilidad mía reinar, pero ahí estaban, mis dos grandes y amorosos padres me apoyaban en cualquier decisión que tomara.
Abrí la boca para responder, para decir que cedía mi corona a Ash, y que, si él no quería, ya no era problema mío... pero algo me detuvo.
– ¿Ser rey? No, yo no, nunca. Alexander, no sé cómo manejar mi vida, ¿y esperan que maneje mi propia nación?
–Bueno Magnus, esta es una decisión muy importante, yo mismo tardé años en tomar la mía, y aun así sabía que mi reino estaría bien en manos de Isabelle...
–Pero yo no quiero ser rey...
–Magnus, ni siquiera te has adaptado a la idea de que eres un príncipe, creo que debes pensarlo muy bien, no tomes una decisión de la que te puedas arrepentir.
–Pero tú rechazaste el título.
–Sí, y te lo digo de nuevo, tardé años en llegar a esa decisión, por favor, al menos piénsalo.
– ¿Magnus? –Habló papá con delicadeza–. Magnus, hijo, no tengas miedo.
–No tengo miedo –hablé sin pensar, y me sorprendió lo enserio que decía aquello.
– ¿Entonces? ¿Qué harás? –Preguntó mi abuela con seriedad.
–No lo sé –respondí sin más–. No quiero tomar una decisión de la cual me pueda arrepentir... y no podré tomar ninguna decisión sin que Alexander esté presente.
–Pero... –mi abuela me miró con incredulidad–. El chico está en coma, podrían pasar meses... incluso años antes de que...
–Entonces supongo que Ash tendrá que aceptar...
–No quiero, y no lo haré –sentenció el rubio con gran determinación, tanta, que noté lo mucho que se parecía a mi abuela–. Tendrán lista mi carta de renuncia a la corona. Sé que puedo renunciar. Y lo haré oficialmente.
–Perfecto –soltó mi abuela con sarcasmo y amargura–. ¿Y qué pasará si ninguno de los dos acepta? ¿Y qué pasará si después de que Alexander despierte, Magnus decide que definitivamente no quiere ser rey? Peor aún, ¿y si Alexander nunca...?
–Lo hará –corté en seco–. Alexander es más fuerte de lo que das crédito, él estará bien, y cuando esté a mi lado, tomaré mi decisión. Es todo lo que puedo ofrecer, si no te sirve...
–Supongo que no tengo opción –soltó mi abuela con resentimiento antes de asentir–. Pero tengo reglas –sentenció y yo reí con amargura.
–Por supuesto que las tienes –refunfuñé–. ¿Qué?
–Seguirás mirando tus clases de monarquía, porque si aceptas, necesitas estar preparado –asentí, era algo lógico–. Y actuarás como el príncipe que eres, renuncies o no, siempre pertenecerás a la familia real, necesitamos cuidar la poca imagen que nos queda –asentí de nuevo, igual estaría encerrado en Idris, así que no tendría muchas oportunidades de hacer quedar mal a la realeza–. Tomarás clases de etiqueta, considerando que tu actitud ya nos ha puesto en ridículo como familia –demandó; aquello lo odiaba, pero le había dado razones suficientes como para que eso fuera necesario, así que a regañadientes asentí –. Y Hodge se irá conmigo...
Una risa amarga inundó la habitación, y me sorprendí por la mirada tan oscura que Jem le lanzaba a mi abuela.
–Eso jamás –declaró el director–. ¿Qué? ¿Tienes miedo que revele algo? ¿Quizá que el secuestro de Ragnor y el asesinato de Tessa fue idea tuya? Claro que te entregaremos a tu vasallo, pero justo después de interrogarlo.
–No James, no tengo miedo, y no sé de qué rayos hablas, no tengo nada que ver con el secuestro del amigo de mi nieto, ni de la muerte de su amiga, así como no entiendo a qué te refieres con que es mi vasallo –gruñó mi abuela, pero tanto el director como yo nos dimos cuenta que no estaba siendo del todo sincera–. Pero seré yo quien lo interrogue.
–No –hablé yo–. Si esa es una condición necesaria, entonces tomaré una decisión ya, así me arrepienta, y te juro que no te gustará en lo absoluto –declaré con seriedad–. Pero Hodge no se irá de aquí hasta que yo diga que pueda hacerlo.
Jem me miró con orgullo, pero papá no estaba nada contento de aquella charla, supuse que él hubiera preferido que rechazara el título, pero esta vez la decisión era mía. Ash se veía bastante aliviado de liberarse de todo este problema, mientras que mi abuela no lucía para nada feliz. Sonreí complacido al notar su debate interno, era claro que no tenía el control en esta situación y eso le molestaba en demasía.
–Bien –habló por fin–. Hodge se quedará, pero cuando acaben con él, tendrán que entregarlo.
–No lo haría de otra forma –aseguré mientras me ponía en pie antes de ver a Jem–. Supongo que, si eso es todo, Jem y yo nos retiramos, tenemos una rata que interrogar. Padre, Ash –me despedí con un asentimiento antes de ver a mi abuela–. Su majestad –solté con veneno al tiempo que hacía una exagerada y burlona reverencia antes de retirarme de la oficina.
En aquel momento juro que me sentía tan poderoso...
...y aquello me gustó más de lo que quería admitir.
Sé que es algo corto, por lo que mañana o pasado subiré el siguiente capítulo, en lugar de esperar una semana. Espero que les guste.
Les amo infinitamente mucho.
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro