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Capítulo 7: Ganas de matar.

Los meses han seguido transcurriendo, realmente no sé cómo mierda aún no me expulsan de la universidad si soy un fastidio total: mis calificaciones ya no son mediocres; son malas, no dejo de meterme en problemas con demás alumnos, no puedo besar a Kimberly sin pensar que es su hermano. Todas las fiestas a la que voy es por pena y voy sólo a golpear, ya no controlo mi ira por nada. Nadie quiere ser mi amigo. Kimberly no deja de comportarse extraño desde ese día que llegó llorando a casa.

Toda la universidad se burla de ella y de mí también en ocasiones, no tengo ni puta idea porqué. Pasamos de ser la chica más popular y su novio idiota, a ser la chica bulleada y su novio idiota que no controla su instinto de agredir a los demás.

Me tienen el sobrenombre de "el enojín", porque soy enano de estatura y suelo estar cabreado cerca de las veinticuatro horas del día, lo único que me sube el ánimo es ver lo lindo que se ve Kirk levantándose por la tarde, asomándose por la ventana cada vez que voy a dejar a Kim a su casa al finalizar las clases.

De verdad que he estado como el reverendo culo en este último tiempo, horrible que sólo una persona que no sea mi pareja, tenga que subirme el ánimo. Ya sea por su sonrisa que me dedica mientras me mira por la ventana, o mi hermosa y sucia imaginación que me da material suficiente para corrérmela de maneras impresionantes.

La frustración está llegando a límites inimaginables, tanto que un yo del pasado seguro se golpea contra la pared al enterarse de lo que me he convertido hoy en día.

Llamé a mi novia porque quería salir con ella al cine y que la pasaría ir a ver antes de la hora de salir porque tuve problemas con mi famlia, bueno, sí, tuve problemas pero sólo era una excusa para ir a su casa y besuquearme con Kirk mientras su hermana se duchaba.

Malo, no, muy malo fue que cuando llegué a su casa, ya estaba arreglada.

- ¿Tan rápido te bañas? -bufé.

- No me bañé, cariño.

- Se nota, hueles mal -dije sin miedo.

- Ohh... -hizo una mueca, algo dolida.

- Podrías darte un baño, no quiero tener que soportar ese horrible olor tuyo.

En el último tiempo me he sentido enfermo, ya no controlo mis emociones. Ni mi acciones ni mis palabras, digo lo que quiero cuando quiero porque quiero. Ugh.

Se ofendió bastante, pero en una actitud sumisa, aceptó y fue al baño para darse una ducha. Yo de manera poco respetuosa entré a la habitación de Kirk, no me sorprendía verlo en pijama, nos saludamos con un pequeño beso en los labios y nos quedamos abrazaditos.

- Te extrañé, cariño -besé su mejilla.

- Y yo a ti -se acurrucó en mis hombros.

- Tenemos que tener una cita... -sugerí- No puedo soportar todo a escondidas.

- ¿Y si terminas mejor con...?

Suspiré.

- Lo haré, sólo necesito algo de tiempo y paciencia para arreglar un par de problemas personales míos.

- Entiendo -me apretujó con cariño-...aunque yo nunca salga de casa ni tenga amigos, ¿qué excusa doy para salir contigo?

- Dile que hay una fiesta, que yo te invité y que tienes el cerebro y edad suficiente para beber con moderación.

- Vale, vale... ¿sugieres que salgamos de noche? 

- Puedes dormir conmigo -besé su mejilla-. El viernes mis padres salen por toda la noche, podemos tener una cita esa misma noche... ¿te parece?

- Vale -sonrió con mucha ternura.

Y ahí empezamos a besarnos con muchas ganas de más. Seguro si hubiera empezado mi romance con él hace un año y medio, en la universidad no pasaría nada de malo, sólo sería un estudiante más del montón y seguro mis arranques de ira serían inexistentes porque ahora mismo más calmado no puedo sentirme. Kirk era el indicado. Era el "perfecto" para mí porque no me traía problemas con nadie, mientras que Kimberly me volvió una persona... horrible, un monstruo estaba hecho por su culpa.

Es verdad que mis arranques de ira y mi violencia descontrolable la tengo de niño, sin embargo, no comenzó a ser un problema como tal desde que comencé a salir con Kimberly, seguro si jamás hubiera tenido una relación con ella, sino con su hermano, todo habría sido diferente.

Llegó el trágico momento de separarnos y fui en dirección al cuarto de Kim, donde estaba ella arreglándose.

- Te ves mucho mejor así.

- Todavía recuerdo cuando me decías que cuando me levantaba despeinada era hermosa...

- Pues las opiniones cambian, ahora te ves mal así y te ves mal ahora.

Hizo una mueca, herida por mis insensibles palabras.

- Vamos saliendo, ¿no? Que no por algo te he hecho gastar todo ese puto tiempo. Y ah, la entrada te la pagas tú que no salí con mucha plata hoy.

- Ok... -cabizbaja salió de su habitación detrás de mí.

Fue una jornada desagradable, ya ni siquiera se puede pasar el rato con ella de manera amistosa porque es una pesada, de la nada se volvió teatrera y hace escándalo por cualquier cosa, se pone a llorar en público, quedo como maltratador.

Joder, que cansino, en serio. Ya me vino la frustración sexual y hoy me quedo sin follar porque Kimberly se enojó conmigo, excelente.

En mi cuarto me maldije un montón de veces, golpeé la almohada en numerosas ocasiones, es que ya no aguantaba más. ¿Qué mierda está sucediendo que no puedo controlar estos impulsos? Quiero matar, a mi mismo o a alguien que se me atraviese en la calle, no sé, pero estoy desesperado, no saben cómo deseo entrar a la universidad sólo para meterme en una pelea violenta sin motivo aparente.

La idea es hacer daño, ¿por qué? Ni yo lo sé, sólo así por una enferma razón puedo calmarme un tanto.

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