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Capítulo 5: Infidelidad lujuriosa.

Lo siento, no podía resistirme. Cada día de mi miserable día no podía sacar de mi mente el recuerdo de los suaves labios partidos de Kirk. Adoraba pensar que podía poseerlo a él y sólo a él porque es solitario, nadie iba a hacerle daño estando bajo mi poder, podríamos estar tranquilos y no acosados por los pervertidos de mi universidad. Yo lo abrazaría y le entregaría el afecto que tanto necesita, porque las personas solitarias lo necesitan...

Kirk se había convertido en mi fantasía.

Kimberly... Um, era adorable, claro, la quería mucho, sin embargo, no me sentía tan feliz como antes, como que todo cambió desde que conocí a su adorable hermano que me estaba poniendo loco, loco en un sentido muy bueno de la palabra.

Creo que me mantuve un mes y medio o tal vez dos inmerso en profundas fantasías con ese chico, hasta que ya no di más. Tenía que hacerlas realidad de alguna que otra forma o al menos insinuarle mis maliciosas intenciones y que me diera el plantón de una vez.

Las últimas dos asignaturas me las salté para irme de la universidad, sí, me fugué de clases, lo siento, ya no resistía, no me controlaba, camino a casa de Kimberly, me fui ideando una excusa estúpida para ir en un horario de clases y para quedarme un ratito. Tenía mucho miedo porque podía meterme en graves problemas, la adrenalina está a tope en mi ser como nunca antes.

- Lars, querido, ¿qué haces aquí? -consultaba preocupada mi suegra.

- Con mis padres tuvimos que hacer unas negligencias, el problema es que nos separamos para luego yo irme a casa pero se me perdieron las llaves y no podré entrar a casa hasta que mis padre regresen más tarde.

- Oh, ¿llevas mucho rato deambulando? -negué- Pasa, pasa... Siéntate en el living y siéntete como en tu casa, Kimberly no debería demorarse mucho en llegar, ya son las últimas horas de clase, pronto llegará a casa.

- Muchas gracias -me incliné un poco para demostrar respeto y entré a la residencia.

La mujer pasó directo a la cocina para seguir cocinando y yo de manera sigilosa, subí las escaleras para charlar del asunto con mi deseo prohibido.

- ¿Qué haces aquí? -dijo algo sacado de onda- ¿Y qué quieres? -no sonaba molesto del todo, parecía más bien como si fingiera molestarse cuando no era así. Cosa muy curiosa.

- Pues vine a hablar contigo, espero que no te moleste. Si es así, dímelo pero espero que huir de la universidad con un enorme strike  al menos me haya valido la pena.

Hizo una mueca.

- ¿Viniste para sólo hablarme? -asentí- Debe ser algo importante...

- ¿Me dejas pasar? Es algo privado...

- Oh, vale... 

Entramos a su habitación y cerró su habitación con seguro, me sentí algo inseguro por eso, ¿acaso se esperaba lo que yo iba a decir o hacer?

- He pensado en ti, ¿sabes? He pensado demasiado en ti aunque no nos hemos visto de hace meses casi -admití al fin, se sorprendió bastante.

- ¿E-en serio? ¿Y por qué? ¿Hay algún motivo en específico...?

- Me preocupa saber tan poco de ti, quiero conocerte.

Sus mejillas agarraron calor con fuerza, trató de cubrirse la cara con su pelo largo y rizado, negué y le pedí que me mirara mientras me hablara, era la única manera para saber si mentía o no.

- ¿Y qu-qué quieres que te cuente? Mi vida es demasiado aburrida: estudiar, leer, y dormir...

- Pues cuéntame de eso -coloqué mi brazo rodeando sus hombros para entrar en mayor confianza.

Muchas de mis hipótesis eran ciertas, el chico sufrió abuso escolar tanto como en el colegio como en la universidad y se prepara para el examen que decidirá si el próximo año viajará a Japón para unirse a la industria de los vídeo-juegos desde el área matemática binaria. EL chico de verdad tenía un talento nato, sin embargo, de cien vacantes para ese único puesto, se sentía muy inseguro y quería hacer de todo para irse lejos de gente que pudiera molestar. Me explicó que quizás Japón no sea como se ve en el Anime, pero al menos son personas de mente abierta y más respetuosas que aquí. Le di la razón en eso.

De verdad parecía que el chico necesitaba desahogarse, nunca le vi hablar tanto, era una persona muy agradable. No es tan malo como lo pinta su hermana, de hecho, las ganas por querer protegerlo aumentaban, tenerlo bajo mi poder y mis redes, Dios, el deseo aumentaba cada segundo, Kimberly podía esperar, si no hacía algo ahora, explotaría de peor manera.

Empecé a acercarme a su rostro a medida de que me hablaba, hubo un momento en que se detuvo y su mirada se posó en mis labios, miré los suyos y me relamí.

- ¿Puedo hacer una prueba contigo? -asintió de manera nerviosa, sin despegar su mirada de encima, eso me emocionaba más.

- ¿Qué cosa?

Me alejé de su rostro para comenzar la prueba:

- Di: "el techo es azul".

- Pero si es blanco...

- Por eso, dilo.

- El techo es azul -hizo una pequeña mueca disimulada que borró de inmediato.

- Ahora di: "el techo es blanco".

- El techo es blanco -no hizo la mueca, no puso ningún tono extraño en su voz, más bien, era su voz normal.

- Ahora respóndeme con toda sinceridad: ¿Te gustan los hombres?

Frunció el ceño y respondió:

- No -hizo la leve mueca que no puedo borrar.

Sonreí de lado y aproveché de robarle un beso.

No lo evitó, no me corrió la cara, se quedó quieto y aceptó, coloqué mis manos en sus caderas y lo apegué más a mi cuerpo, entretanto yo profundizaba la pasión del beso, de manera sorprendente, aceptó de manera tímida el gesto. 

Finalmente nos separamos y lo abracé con todas mis fuerzas, me acerqué para susurrar levemente en su oído:

- Te tengo ganas, ¿vale?

- Lars... -musitó- No debemos...

- Lo sé, Kim me matará, pero necesitaba hablar contigo de ésto. Y veo que te sientes de la misma manera, ¿o no?

- Sí, te quiero -confesó, acurrucándose en mis hombros-. Desde hace un año, te espiaba desde la ventana cuando dejabas a Kim frente a la casa. Pero no quiero problemas...

Quedé algo sacado de onda.

- ¿Dices que te gusto y me llevas acosando de hace tiempo? -asintió- Oh... Wow, no me lo esperaba.

- No quiero problemas, Lars... -insistió- Aunque creo que estamos en las mismas...

- ¿Puedes ser mi amante? -nos separamos del abrazo.

- ¿Eh? -se impresionó por esa sugerencia.

- Quiero seguir pensando sobre mis sentimientos hacia ti, no sé qué son con exactitud... ¿me ayudarías a descifrarlo? -asintió- Vale...

Y volvimos a abrazarnos, charlamos un poco, lo que valía era el abrazo lleno de calor que nos dimos. Pasamos muucho rato encerrados en su cuarto en aquella posición, hasta quedarnos dormidos sobre su cama.

Nos despertamos porque oímos a alguien llorar y a mi suegra consolando a ese alguien, nos levantamos muy alarmados para ver qué pasaba, Kimberly estaba devastada, era bastante tarde, llegó una hora y media tarde a casa y al parecer, llegó llorando.

Me dejaron a solas con ella para consolarla y hablar del tema, sin embargo, no me quiso decir nada de lo que pasó, simplemente dijo que necesitó de mi paranoia para haberla defendido. Creo que no fue tan buena idea haberme fugado de la universidad, digo, la pasé bien en fraternidad mientras mi novia sufría no sé qué cosa que no me quiere contar, me hace sentir culpable de algo que no hice.

Estoy confundido y rabeado a la vez.

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