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Capítulo 3: Nervios que empeoran todo.

Me desperté, desnudo y sobre mi pecho, una persona estaba recostada. Moví, alarmado, la sábana y al ver tetas me tranquilicé. 

Era Kimberly, excelente.

Suspiré mucho más tranquilo, ¿cómo no? Por un momento vino a mi mente la alocada idea de que me haya confundido otra vez y le hice el amor al Hammett equivocado. Digo... Si el otro aceptó el beso, ¿hubiera aceptado la follada también?

No, esperen, ¿por qué me estoy preguntando eso? Ugh, no.

Sexo heterosexual. Cien por ciento heterosexual.

Lo primero que le dije al amor de mi vida cuando despertó, fue:

- ¿Por qué no me dijiste antes de que tenías un hermano?

Lo siento, el "buenos días, princesa" puede esperar para otro día.

- Creo que eso no es algo muy importante que influya en nuestra relación, ¿o sí? -frunció el ceño.

- Es que me dijiste que eras hija única...

- No me llevo muy bien con ese narcisista, ¿vale? -suspiró- Y conociéndote a ti, suponía  que te ibas a poner paranoico creyendo que a él le importa nuestra relación cuando ni siquiera le importo yo o mamá.

- Oh, entiendo... -hice una mueca, sintiéndome demasiado culpable al respecto.

- Chicos... -abrió la puerta de la habitación mi suegra, me puso rojo de vergüenza, esperando que no me odiara por hacer... lo que hice anoche- Buenos días -sonrió como si nada-. A desayunar, ya está servido.

Y con eso se retiró. Miré a Kimberly, con una expresión facial de confusión.

- Ya sabe que no soy virgen de hace rato, y no le importa eso siempre y cuando nos protejamos -explicó.

Me acordé de un pequeñito detalle que me hizo alarmar demasiado.

- Y como sé que borracho ni sacarte la ropa puedes, siempre tengo pastillas en caso de que se te olvide ponerte otra cosa.

- Ah, sí... -sonreí nervioso- Lo siento.

- No es nada -sonrió con calidez y se levantó de la cama-. Mejor vistámonos rápido para ir a comer, ¿sí?

Asentí y comenzamos a vestirnos, luego bajamos a desayunar y ahí estaba él. Sentado, como siempre, en el lado más apartado de la mesa, cabizbajo y comiendo a la rápida, pero a la vez siendo muy educado. Cuando me vio, noté que sus mejillas se sonrojaron bastante, no lo niego, me pasó lo mismo, tuve que taparme la cara de manera disimulada mientras comía para que no se notara tanto. El chico me miraba, luego yo le miraba y él volteaba a ver su plato o veía hacia el lado.

Me llamó mucho la atención que comiera ensalada de desayuno, y no bacon como nosotros, ¿sería vegano? Vaya... Pensaba en pedirle disculpas por lo ocurrido, ¿cómo no? Si parece que también lo recuerda, no le vi beber nada de alcohol y sólo iba a la cocina para sacar comida y cocacola con suerte, para después ir a encerrarse a su cuarto. Seguro se siente igual de arrepentido igual que yo.

Nunca me sentí más incómodo en mi vida, ni siquiera en los más grandes exámenes que he tenido que dar, tenía miedo también de que Kim se percatara del extraño ambiente entre los dos.

Cuando la hora de desayunar finalizó, todos salimos de la mesa y yo pretendía irme a casa cuando...

- Cariño, si quieres te acompaño -sugirió mi novia, a lo que tuve una idea brillante.

- Um, claro -acepté con una sonrisa radiante-. Pero podrías ir a darte una ducha primero, digo... Por lo de anoche -forcé una sonrisa, esperando no haberla ofendido.

- Vale -contestó algo borde.

Se dio media vuelta y partió a arreglarse, bien, ahora era de que yo actuara por mi cuenta. Caminé con nervios hacia el cuarto de Kirk y toqué a su puerta, al rato vino a abrir y se sorprendió al verme.

- Este... oye, ¿puedo hablar contigo un rato? -se le notaba demasiado nervioso, más que yo.

- Ah, claro... ¿acerca de qué? -forzó una sonrisa nerviosa, las manos le temblaban además.

- De -hice una mueca-... lo que pasó ayer, o sea, anoche. 

- ¿En la fiesta? -asentí- Oh...

- Yo... -rasqué mi nuca, miré al suelo porque me daba cosa mirarlo a los ojos- Lo siento mucho, no quería besarte, digo... ¡Lo hice! Pero fue un error, la cosa es que estaba muy ebrio... -comencé a hablar demasiado rápido- ¡Y te pareces demasiado a tu hermana! Es que... Son tan iguales, te confundí y te besé por error, tú no hiciste nada por apartarme de encima y seguí, ¡lo siento mucho!

- Um, entiendo... ya me han dicho antes que me parezco a mi hermana -rió de manera incómoda- No pasa nada...

- Espero que eso no te ofenda de que hasta parecen gemelos -hice también una risa incómoda-. Digo, tu hermana es guapa, tan guapa como tú, claro.

Excelente, la he cagado el doble.

- ¿Um? -sus mejillas se pusieron totalmente rojas en apenas unos segundos, mierda.

- Ah, nada, nada... Eh, ¡olvídalo! 

Y con eso, salí corriendo, mierda, bajé escaleras como pude y me senté en un sillón del living, demasiado impaciente para irme luego, joder, no quiero regresar a esta puta casa y pasar vergüenza de nuevo.

A los quince minutos bajó las escaleras Kimberly ya bien arreglada, viéndose hermosa, pero no sentía que se veía tan hermosa como antes, me refiero a que sentimentalmente yo no la veía tan hermosa como antes, eso no me agradaba...

Mi mente sólo pensaba en aquel chico de cabello rizado que comparte lazos sanguíneos con mi pareja, ¿por qué tanta curiosidad por saber acerca de él? ¿Por qué será tan tímido y reservado? Me gustaría conocerle un poco más, pero no en un mal sentido...

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