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Capítulo 10+Epílogo: You've been HIT by a Smooth Criminal.

Seguía inquieto. ¿Y si alguien me veía así? Claro que me iban a pillar, ni siquiera escondí la evidencia, dejé el cadáver tirado así como así, igual, no es que yo sea una persona que calcule las cosas, fue algo de azar. Dije que asesinaría el primer idiota que me toque los cojones, y así fue.

En todo caso, ¿cómo fui tan tonto como para no haberlo adivinado? Kimberly no estaría llorando una semana y actuando de forma rara por mucho tiempo, en serio, sólo vi la foto un par de segundos y hala, apuñalada, ¿qué carajo me estaba pasando si yo ya no sentía amor a Kimberly? ¿Acaso es la costumbre de siempre defenderla  base de violencia  y mis ganas de torturar me superaron? Dios, estoy todo manchado y es por culpa de ese idiota que se le ocurre desvanecerse encima mío, ugh, no estoy complacido del todo.

Igual, no sé qué me pasa, siento que no he logrado satisfacer mi deseo, porque fue una muerte demasiado improvisada y casi ni sufrió porque murió al tiro, y eso no me gustó nada. Quería admirar agonía, o sino, mejor ni me molestaba en siquiera cometer un crimen.

La gente me miraba horrorizada a su vez que iba cabizbajo y con un aura sombrío, les causaba terror ver mi ropa de color claro con manchas de un líquido oscuro que era la viva muestra de que asesiné a alguien, igual podía significar que me hicieron una broma con tinta, nadie podía saberlo con exactitud y eso era lo más emocionante.

Al llegar al lugar que Kimberly me citó, se sobresaltó al notar aquel detalle que nadie podía pasar de largo.

- ¡Dios! ¿Qué te pasó?

- Annie, ¿qué quieres? -cambié de tema- ¿Vas a insultar a tu hermano o vas a hablar de que te acostaste con otro y no me lo dijiste?

Se quedó en silencio, impactada.

- Ya maté al hijo de puta que te hizo eso -saqué la cuchilla de manera disimulada-, ahora déjame  matar al feto que tienes ahí...

Y con eso apuñalé de una, ella fue mucho más astuta y gritó por ayuda, se echó para atrás, yo la iba siguiendo mientras retrocedía asustada.

- ¡¿Qué mierda te ha pasado?! ¡Idiota! -se sobó el vientre que empezaba a emerger bastante cantidad de sangre.

- ¡Es tu culpa, maldita zorra! -gruñí y alcé el arma para amenazarla- ¡Déjame asesinarte ahora mismo!

- ¡No! -y se echó a correr, entre lágrimas, algo débil se le veía.

Le salí persiguiendo todo en camino a su casa, en la entrada principal entretanto ella intentaba meter las llaves, logré alcanzarla y salté para clavar el cuchillo en su hombro, ella perdió el equilibrio y cayó junto a mí, logró patearme y levantarse para salir corriendo. 

Tomé aire para darle algo de ventaja, joder, mi condición física es horrible. Bloqueó la puerta, pero no las ventanas. Por ello, una vez teniendo energía, me abalancé para correr por todo el patio y atravesar una ventana, caí al suelo entre todos los vidrios que me cortaban la piel, suspiré y me levanté para seguir con mi fechoría.

Lanzó un enorme grito, mientras sus manos le temblaban, buscando coger el teléfono de la casa, seguro para hacer una denuncia. Prosiguió gritando por ayuda, entonces, sin miedo, hice un movimiento de rápido para rajarle toda la cara con mi arma, al tenerla cegada, apuñalé en el abdomen hasta que cayó de rodillas al suelo sobre la alfombra del living.

Allí seguí desfigurando su rostro con mi cuchilla hasta que decidí acabar con su sufrimiento con más apuñaladas en el pecho, la loca estaba gritando demasiado, no quería llamar demasiado la atención con este caso. Bien.

Ya murió.

La sangre estaba derramada en la pálida alfombra, allí yacía también el cadáver de la persona que acababa de asesinar. Estaba algo inquieto por ese mismo asunto, mis entrañas se revolvían y mi respiración era pesada, resulta que había perdido el control de mi mismo por segunda vez en el día y ya he tenido a una segunda víctima; la primera accidental y ésta intencional. Quizás al no ser la primera, ya no siento ese asombro de experimentación, de horror al oír gritos.

Ya estaba harto, si no moría mi victima, moría yo. Fue una decisión improvisada por mi ira.

- ¿Lars...? -llamó inseguro, de manera tímida una voz familiar entrando a la sala- ¡Oh, dios mío! -gritó tapándose la boca, admiró mis manos ensangrentadas al igual que mi ropa- ¡Lars! ¿Fuiste tú?

- Kirk -murmuré con una sonrisa demencial-, no temas, querido, ven... -acerqué mi mano a su cuerpo, se echó para atrás, impactado.

- ¡Eres un puto loco, aléjate! -exclamó en un estado de shock, sus manos temblaban de manera progresiva, cosa que en un par de segundos, el cuerpo entero le temblara también.

- Kirk, no, cariño... -insistí, desesperándome porque no me hacía caso- Déjame explicarte qué pasó...

El pobre ingenuo reventó en llanto y comenzó a gritar desesperado, pobrecito... Me había costado tanto lograr conseguir su corazón sólo para mí y ahora lo estaba perdiendo, algo debía hacer.

Oh, Kirk, mi hermoso Kirk...

Subió escaleras hasta su habitación, yo hice una mueca, su cuarto no tenía un teléfono ni nada que pudiera comunicarse con el mundo, en caso de cualquier cosa, arranqué de la pared el teléfono del living y lo destrocé en el suelo.

Proseguí caminando con lentitud hasta su cuarto la puerta estaba abierta y admiré que Kirk estaba a punto de suicidarse con una soga alrededor de su cuello.

- ¡No! -rogué con el corazón roto- Kirk, cariño, ¡no lo hagas!

- ¡Si eres capaz de hacerle eso a mi familia, eres capaz de hacerme eso a mí también!

Y con eso, saltó.

Hubo un sonido de quiebre en mi consciencia. Me dejé caer de rodillas al suelo a su vez que me echaba a llorar, poseído por mi propia locura. Me subí a una silla y bajé su cuerpo, traté de reanimarlo. Nada. No había caso.

No podía ser... Lo único que lograba calmar a esta bestia ya no existía, ya no tenía un puto motivo para sentirme bien ni relajarme, no quería vivir en la eterna locura de matar y matar, no lo deseaba y a la vez sí, ya  no podía razonar sin contradecirme con maldad y bondad, ¿qué podía hacer de mi vida en aquellos momentos?

Volví a subir a la silla, ahora para amarrarme a mí en el cuello, no tenía que pensar dos veces el asunto, no quería pudrirme en la cárcel y sufrir violaciones en ese horrible lugar, no quería seguir mi vida con estos estúpidos impulsos que me herían a mí y a los demás.

Por ello, decidí saltar también.

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