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Capítulo 1: La familia Hammett.

La sangre estaba derramada en la pálida alfombra, allí yacía también el cadáver de la persona que acababa de asesinar. Estaba algo inquieto por ese mismo asunto, mis entrañas se revolvían y mi respiración era pesada, resulta que había perdido el control de mi mismo por segunda vez en el día y ya he tenido a una segunda víctima; la primera accidental y ésta intencional. Quizás al no ser la primera, ya no siento ese asombro de experimentación, de horror al oír gritos.

Ya estaba harto, si no moría mi victima, moría yo. Fue una decisión improvisada por mi ira.

- ¿Lars...? -llamó inseguro, de manera tímida una voz familiar entrando a la sala- ¡Oh, dios mío! -gritó tapándose la boca, admiró mis manos ensangrentadas al igual que mi ropa- ¡Lars! ¿Fuiste tú?

- Kirk -murmuré con una sonrisa demencial-, no temas, querido, ven... -acerqué mi mano a su cuerpo, se echó para atrás, impactado.

- ¡Eres un puto loco, aléjate! -exclamó en un estado de shock, sus manos temblaban de manera progresiva, cosa que en un par de segundos, el cuerpo entero le temblara también.

- Kirk, no, cariño... -insistí, desesperándome porque no me hacía caso- Déjame explicarte qué pasó...

El pobre ingenuo reventó en llanto y comenzó a gritar desesperado, pobrecito... Me había costado tanto lograr conseguir su corazón sólo para mí y ahora lo estaba perdiendo, algo debía hacer.

Oh, Kirk, mi hermoso Kirk...

...

- Kim, ¿estás segura que es hoy y no mañana? -consulté con una sonrisa nerviosa.

- Lars, mi amor, ¿no me digas que te olvidaste? -mi novia hizo un puchero demasiado adorable, no pude evitar sentir pena por ello.

- Olvidé bañarme -aclaré-. No más tengo algo de miedo, eso es todo.

- ¡No tienes del qué temer! -me abrazó por detrás y yo cerré mi casillero, le dejé la llave- Mi familia es agradable, ¡te gustará conocerla!

- ¿Ahora mismo, después de clases? -ella asintió, mi estómago se revolvió- Vale, Kim, ¿me acompañas al kiosco a comprar algo de comer para el camino?

- Pero si te vas a quedar a almorzar...

- Los nervios me hacen tener el doble de hambre -argumenté-. Vamos -cogí su mano y sonrió enseñando unos hoyuelos bellísmos.

Kimberly Hammett para mi (y muchos más, por desgracia) podría ser la mujer perfecta, la ideal para cualquier hombre; dotada de belleza con su larga y suave cabellera rizada de color negro; piel morena y perfectamente cuidada; ojos cafés llenos de brillo; pestañas largas; una figura esbelta con una curvas de infarto. Una chica muy dulce, amable; se preocupa siempre por los demás sobre si misma, siempre busca ayudar, de muy buenas calificaciones, inteligente a más no poder... Me considero un hombre afortunado por tenerla a mi lado.

Porque yo... Lars Ulrich, un universitario y compañero de clase de mi novia, calificaciones más o menos mediocres, son buenas cuando mi novia me ayuda a estudiar. Estudio gratis porque gané una beca, tengo una buena familia que me mima de vez en cuando, aunque soy bastante vago y torpe. Dicen que hablo mucho y que me voy por las ramas, quizás eso sea cierto, no estoy seguro. Digamos que Kim se merece algo mejor que yo, porque soy caca comparado a semejante diosa griega bajada del Olimpo.

Compré comida que me fui comiendo como cerdo entretanto ambos caminábamos de la mano en dirección a su casa, la conocía desde fuera no más, nunca había entrado. Hoy iba a conocer a mi suegra tras llevar un año con cuatro meses de relación con mi chica. Siempre me dio miedo conocerla por lo torpe que soy y que por eso a Kim le prohíban salir conmigo o algo de ese estilo.

Su familia, igual que la mía, son de bastante dinero así que las propiedades son enormes. Caminamos hasta la entrada a lo que es la casa en sí tras recorrer tanto patio, admiré a la mujer que trajo a la vida a quién yo más amo. Ya entiendo porque de chica a Kim la molestaban con que era adoptada, si su mamá no se le parece en nada. Es rubia y de piel amarilla, lógico porque es filipina. Teñida debe ser aunque no hay rastros de que se alise el pelo y si es así, no le quedaría tan liso si tuviera el pelo tan rizado como Kimberly.

Y su padre supuestamente era irlándes y blanquito, rubiecito. Ajá... Mejor ni lo menciono porque su muerte sigue afectando a mi novia aunque hayan pasado unos diez años, más o menos.

Saludé a la mujer de manera formal y me dejó pasar, advirtió que el almuerzo estaba casi listo, que dejáramos nuestras cosas en el living y que pasáramos a la mesa para comer. Di un enorme salto al oír un grito de la mujer hacia las escaleras:

- ¡Kirk! ¡Baja almorzar!

- ¡Ya voy! -contestó una voz masculina, me asusté un poco.

- Kim... -susurré con una mueca.

- Es Kirk, mi hermano mayor -comentó con una gran sonrisa... ¿forzada?.

- ¿He-hermano mayor? -titubeé- No me va a castrar, ¿cierto?

- No es el típico hermanito que sobreprotege a su familia, a pesar de que sea el hombre de la casa... Es un marica -abrí los ojos anonadado porque ella no suele decir malas palabras-. Con suerte te saludará y regresará a su cuarto para estudiar o leer sus cómics ñoños.

- Um, entonces no le importará que no seas virgen o que tengas novio -negó, suspiré en alivio-. Que bien.

El chico bajó las escaleras y se sorprendió al verme, se le veían unas ojeras tremendas. No lo culpo, yo igual me sorprendí al verlo, digo... ¡Es Kimberly pero sin tetas! Y con un buen aguijón entremedio de las piernas, pero de cara y pelo es exactamente igual. Muy tímido, se acercó a mí y con una sonrisa forzada dijo casi en un susurro "hola" y estrechamos manos, le devolví el saludo.

Kim le explicó que yo era su novio y pareció no darle mucha importancia al tema, simplemente se sentó en el lugar más apartado de la mesa, quedándose calladito. Al rato llegó mi suegra para servir la comida y se sentó también para que todos disfrutemos del almuerzo.

Sabía muy bien, la verdad. Entre medio de la comida, había una pequeña charla entre mi novia, mi suegra y yo. Acerca de nuestra relación, la universidad, hasta que salió el tema del cumpleaños de Kimberly que sería dentro de poco. Su cumpleaños número veintiuno. Acepté en querer ayudar en la fiesta que se hará el mismo día Viernes por la noche de su cumpleaños.

- Supongo que tú también ayudarás, ¿no es cierto, Kirk? -el chico rodó los ojos tras esa frase de su madre- Es el cumpleaños de la mayoría de edad de tu hermanita, vamos, ella también ayudó en tu cumpleaños número veintiuno.

- Pero yo no quise hacer una fiesta a lo loco con alcohol, de hecho, ni siquiera lo celebré. Kim sólo ayudó con los regalos. No sería algo justo que yo haga algo mucho más grande de lo que hizo ella.

- Oh, vamos, no seas amargado, por último ayuda a poner la decoración y recibe a los invitados y de ahí te vas a acostar.

- Está bien... -bufó de mala gana.

Aunque Kimberly sea muy estudiosa, adora irse de fiesta. Igual que yo, digo, de ahí nos conocimos. Sólo que ella no es una guarrilla de pacotilla, sabe divertirse sin ser vulgar.

- Pero no podré estudiar ni leer por la música con alto volumen -se quejó.

- Kirk, cariño mío, no todo es tu examen para trabajar en el extranjero, puedes tomarte un descanso un ratito.

- Um, vale...

Juro que no entiendo. ¿Cómo alguien puede tener la cabeza tan rallada con el estudio? Yo no podría, estudio cinco minutos y ya se me funde el cerebro. Seguimos charlando de otros temas hasta que la madre de Kim retiró los platos, de inmediato Kirk se levantó y corrió escaleras arriba para encerrarse a su cuarto. Me llamaba mucho la atención ese tipo tan misterioso, es como si ocultaba algo a cada rato. No sé, me daba curiosidad.

Al rato Kim y yo nos pusimos a charlar acerca de proyectos de la Universidad, cosas melosas, entre otros temas. No saben lo ansioso que estoy por el asunto de la fiesta, porque estamos planificando un megaevento para pasarla al máximo.

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