Capítulo 5
Junghee.
Ahora que estoy aquí, haciendo el ridículo en la casa de alguien más, no sé por qué pensé que esto era una buena idea. Venir aquí a hacer cosas que no puedo hacer... cosas de las que tengo miedo. Por supuesto que tengo miedo, había obviado completamente el hecho de que él tiene un pene... y que probablemente quiera usarlo en mí. No estaba pensando en que tendríamos sexo real, es decir... ¿Yo quiero tener sexo con Harold? No había pensado en ello pero mi erección al parecer está de acuerdo. Él me dijo que me encargara de ella en el baño pero me negué a pensar en él haciéndome cosas y mi erección desapareció. Ahora estoy encerrado en el baño, intentando no llorar como un imbécil... ¿Cómo Eric pudo ceder por un chico siendo heterosexual? No lo entiendo, yo no puedo hacerlo, es aterrador pero una parte de mí quiere simplemente lanzarse al vacío de ese aterrador sentimiento.
Mi celular suena en mi bolsillo, así que lo saco. Es mi tía, contesto la llamada sorbiendo mi nariz, intentando que mi voz no salga como si he estado llorando por diez minutos en el baño.
—¡Junghee-ah! ¿¡Por qué no me habías llamado!? ¡Estaba preocupada! —exclama en cuanto respondo—. Tuve que pedirle a Taesung que le escribiera a Eric para saber si habías llegado.
—Lo siento mucho, tía, lo olvidé —murmuro rascando mi cabeza—. Perdón, no sé qué me pasa.
—Ah, supongo que te estás divirtiendo con ese chico ¿Cómo se llamaba, Harold? —ella suelta una risa—. No importa ya, pero asegúrate de escribirme, Donnie y yo nos preocupamos, él ya te extraña. Hoy él y Jungho fueron de compras, por ropa, ustedes necesitan más de la que tienen ahora y también cosas para decorar sus respectivos habitaciones ¿Deseas algo en especial? Podría conseguirlo para ti ahora, no tengo nada que hacer, compraremos lo demás cuando vuelvas.
—Um... no lo sé, ¿Tendremos nuestras habitaciones? Yo... no hace falta que compren nada de eso.
—Le vas a romper el corazón a Donnie si le dices eso, Jungho dijo lo mismo y Donnie se puso triste, así que Jungho cedió, ambos se divirtieron.
—¿Ah sí?
—Bueno, él ama a Taesung pero ellos no tienen tantas cosas en común, a pesar de todo, siempre es más divertido para Taesung ir de compras conmigo que con su padre, Donnie pensó que con ustedes tendría más cosas que compartir.
—Tiene sentido, a Taesung solo le gustan las cosas de chica —resoplo—. Yo... de acuerdo, iré de compras con él cuando vuelva.
—Bien, se lo diré, para que vaya apartando el día en su agenda... ¿Cómo la estás pasando, todo bien?
—Sí, tía, gracias por preocuparte.
—¡No te olvides de ver la universidad! Sería bueno que fueras a la misma que Taesung, así alguien podría vigilarlo —ella resopla—. Considéralo.
—Lo haré... um, tía... ¿Mamá no ha llamado?
Hay un silencio incómodo a través de la línea y mis ojos amenazan con volverse llorosos de nuevo, pero intento reprimirlo, sin importar cuánto duela mi garganta. Me trago el sentimiento amargo cuando ella responde—: No Junghee, lo siento... —ella no debería sentirlo, soy yo el que debería disculparse por esperar una cosa tan tonta.
—Bien, gracias, adiós.
Cuelgo lo más rápido que puedo y guardo el celular, lloro un poco más. No debí haber preguntado eso. Odio llorar por estas cosas, mis padres siempre decían que lloraba demasiado en comparación a Jungho, que siempre me estaba quejando, que debía ser fuerte porque la vida iba a golpearme constantemente y que llorar y lamentarse no era una opción. Nunca tan débil como en este momento... y sé que tiene que ver con Harold. Él me hace débil, él presionó en mi algún botón y ahora está pasando. Quisiera odiarlo, pero es que no es su culpa después de todo, es mía por ser de esta manera.
Escucho un golpeteo en la puerta.
—¿Lindura? —Harold dice a través de la madera—. ¿Estás mejor? Te preparé algo.
Me levanto, tomo una gran bocanada de aire mientras limpio mis lágrimas, abro la llave y dejo el agua correr, me lavo las manos y la cara y luego tomo la pequeña toalla a un lado del lavamanos para secar mi cara. Me miro al espejo y asiento antes de abrir la puerta. Él está parado frente a ella con una sonrisa indulgente. Yo doy un paso fuera y cierro la puerta del baño detrás de mí.
—¿Estás más tranquilo? —él pregunta.
—Sí —asiento mirando mis manos, justo ahora no puedo ver hacia su cara—. Lamento las molestias.
—Deja de disculparte, me gusta que estés aquí de cualquier manera.
No sé cómo se las arregla para verse tan cómodo y radiante, me molesta un poco que él esté tan tranquilo y yo no.
—Quiero mostrarte algo —él toma mi mano y me dirige hacia su habitación—. Me preguntaba que sería lo mejor para animar a alguien con un ataque de pánico y recordé lo que mi mamá hacia cuando yo estaba triste o enojado en mi infancia, cuando perdía algún juego, cuando me lastimaba, ella hacía chocolate y galletas y hacía un fuerte para mí en mi habitación.
Él enciende la luz de su habitación mostrando que ha deshecho su cama y hay puesto amarrado una sábana desde el cabezal y la parte contraria de este de la cama hasta la ventana y el escritorio, haciendo una tienda, debajo ha puesto el cobertor mullido de su cama y un montón de almohadas con un par de mantas y algunos peluches que no tengo idea de donde salieron. Yo me río, porque esto es muy gracioso, se supone que él es un hombre adulto pero ha hecho esto e incluso guarda peluches por allí para esta clase de situaciones. Está completamente loco y es tan infantil... Harold es extraño, pero no lo encuentro desagradable.
—Hice chocolate, aunque es del instantáneo, y tengo un montón de galletas diferentes que le robé a Funk ¡Se las devolveré! Así que no te preocupes, también tomé la lata de crema batida de Eric para hacer travesuras, también se la devolveré, es para una emergencia después de todo —apunta hacia el escritorio, donde hay una bandeja con dos tazas humeantes de chocolate con malvaviscos flotando dentro, una lata de crema batida y un muchas galletas en un plato—. Entra.
Se arrodilla en el piso y toma mi mano con una boba sonrisa en su cara. Yo no puedo decirle que no, porque él se tomó la molestia de hacer todo esto para mí y ya le hecho demasiado, así que necesito ceder en esto. Y ese chocolate huele muy bien.
Él pone la bandeja en el suelo a un lado de nosotros una vez que ambos estamos debajo de la sabana. Me acomodo boca abajo con una almohada sobre mi pecho, sintiéndome cálido por un momento. Esto no está tan mal, considerando que hace frío y mi ropa no es realmente muy abrigada, no sabía que haría frío aquí en Berkeley, así que no me molesté en empacar chaquetas. Él me pasa la taza de chocolate. Yo la tomo y doy un sorbo. Está delicioso.
—También quiero que veas esto —él busca en su bolsillo una especie de control pequeño—. En casa, en mi habitación de la infancia, tengo un montón de estrellas que brillan en la oscuridad pegadas a mi techo, aquí no podía poner esas cosas porque no es mi propiedad... pero extrañaba las estrellas, así que compré en Amazon el mejor proyector de estrellas que pude encontrar.
—¿En serio? —alzo las cejas con interés—, quiero ver.
Él me sonríe antes de presionar un botón de su pequeño control. Quedamos a oscuras por un momento, y luego, lentamente sobre nosotros, justo en medio del techo, se van formando hermosas estrellas de diferentes colores, giran alrededor y formas figuras llenado toda la habitación. Más que el cielo, es como si fuera la vía láctea. Es muy hermoso... me hace olvidar por un momento donde estoy y por qué estaba llorando hace unos minutos. Me gusta estar aquí, incluso si es con este chico al que no conozco y que no me conoce, me siento bien en este lugar. Cuando él pasa su mano a través de mi pelo y volteo a verlo descubriendo que me ha estado mirando todo el tiempo, no puedo evitar sentirme como si yo fuera parte del espectáculo. Y no se siente desagradable, el que él me mire.
Siento que quiero que me mire.
—Sé que probablemente todo esto no compensa el que te haya hecho pasar un mal rato hoy —su voz es realmente suave, tanto que me da escalofríos y puedo ver su cara a través de la luz de las estrellas, tenue pero puedo verla—. No sabía qué hacer, nunca me había pasado algo así... no puedo entender lo que sientes, Junghee, pero puedo apoyarte, puedo entender que es difícil, no te voy a juzgar ¿Vale? Aun así me gustas.
—Gracias —susurro antes de dejar caer mi cabeza contra su hombro.
Froto mi mejilla contra él, me acurruco un poco más aspirando ese olor tan suave que desprende su piel. Sí, es su piel. Una combinación de su champú y su piel, todo él huele tan bien, huele como a un lugar cómodo y tranquilo en el que quiero estar siempre. Como este lugar, aquí, mirando las estrellas, acurrucado debajo de una manta; todas las sábanas huelen a él... me gusta. Quiero más de esto, más de él.
No puedo negármelo, no puedo ni quiero, es demasiado tarde ya ¿Qué voy a hacer negándolo, vivir mi vida mintiendo? No puedo, no me gusta mentir, no me gusta la presión y a mis padres no les importo yo o lo que haga con mi vida... si ellos no me quieren ¿Entonces qué importa quién sea? ¿Qué importa con quién esté ahora?
—No me hagas esto —Harold aspira entre dientes, su boca está sobre mi cabello—. Junghee, yo te deseo, voy a tener una erección si te beso y no quiero que vuelvas a enloquecer.
No es porque él tenía una erección, era que yo también tenía una. Tengo una de nuevo y creo... creo que debo aceptarlo de una vez por todas. Lo que sea, sí, me gusta un chico ¡Maldita sea! No puedo decirlo en voz alta pero al menos en mis pensamientos estoy seguro. Puedo besarlo ahora, puedo tocarlo, es lo que quiero... nadie lo tiene que saber si no quiero decírselos.
—Está bien —susurro levantando mi cara hacia la suya—. Bésame.
—No —él voltea su cara y toma con firmeza su taza de chocolate—, p-primero termina tu chocolate ¿Vale? Se va a enfriar.
Resoplo, asintiendo. Probablemente tiene razón, por lo que me concentro en terminar mi chocolate y comer mis galletas untadas con crema batida mientras miro las estrellas. Creo que nunca me había divertido tanto como ahora. Sería bueno tener una pequeña lámpara y un libro que leer, sería muy ideal para poder disfrutar esto, tal vez si él toca la guitarra mientras yo leo no estaría mal... y quisiera conseguir un gato, y desearía que estuviese lloviendo. Creo que la suma de todas esas cosas me haría muy feliz. Puedo soñar, eso es gratis todavía.
Él pasa su dedo a través de labio, yo volteo a mirarlo. Está oscuro pero puedo ver que sus ojos se dirigen a la zona de mi cara donde su pulgar arrastra mi labio inferior hacia abajo. Lo noto tragar con fuerza, su manzana de Adán se mueve y yo suelto un resoplido.
—Dime que está bien que te bese y te toque ahora —murmura él.
—Está bien —yo asiento, con una rapidez vergonzosa.
Él me besa de nuevo.
Mi espalda está contra el piso, mis brazos enredados alrededor de su cuello, sus labios besan los míos mientras su peso presiona sobre mi pecho. Siento el frío en mi abdomen cuando sus manos tocan mi piel debajo de mi camisa. Trato lo mejor que puedo de mantener la calma, él también va muy despacio, me toca como toca a su guitarra; con seguridad, habilidosamente, pero también con cuidado, es delicado... me gusta ser tratado así, me gusta que piense en mí, me gusta el sentimiento de tenerlo enredado a mi alrededor, besándome, pensando en mí ¿Qué pasa conmigo? Yo no tendría que pensar en esas cosas, sin embargo... es todo en lo que puedo pensar ahora.
Me separo un poco de él para tirar de su camisa, él apoya sus manos a ambos lados de mi cuerpo sobre el piso, pero está un poco oscuro así que él toma el control remoto por un segundo y enciende una luz tenue, muy baja pero que me deja ver lo necesario, aunque aún hay estrellas alrededor. Él me ayuda a echar su camisa a un lado, dejándome ver sus abdominales. Él realmente se esfuerza en el gimnasio, eso puedo verlo, y parece comer sano, lo cual es importante... me gustaría tener un cuerpo como ese... pero al mismo tiempo pensar en él de esta manera me enciende un poco. No puedo entenderlo.
Él sisea entre sus dientes.
—¿Te he hecho daño? —interrogo mirándolo, alejando mis manos.
—Me gusta que me toques, me estás provocando demasiado —él se apoya en sus codos esta vez—. Me miras de esa manera ¿Qué quieres que piense? Estoy duro, tanto que me duele.
—Me gusta tu cuerpo —me atrevo a decir mientras paso mis manos a través de sus pectorales—, ¿Podría yo conseguir un cuerpo así? Es mucho trabajo pero... sería lindo.
—Eres lindo y suave, eso me gusta mucho pero puedo ayudarte, si realmente lo quieres —él me sonríe—. Claro, ten en cuenta que necesitas una membrecía en el gimnasio, ir por lo menos tres veces a la semana y comer un poco menos, nada de Tonkatsu ni competencia de acábatelo-antes-de-diez-minutos-y-tu-comida-será-gratis.
—Ugh... —sacudo la cabeza—, no suena bien, paso.
Él ríe, su pecho está pegado al mío y puedo sentirlo vibrar cuando se ríe. Se siente cálido.
—Está bien, me gusta que seas tan suave y lindo... y sería una pena que perdieras tus hermosas y regordetas mejillas.
Pega sus labios a mi mejilla y empieza a besarla, luego toma mi piel entre sus labios y tira de ella, una y otra vez hasta hacerlo con los dientes. Gimo inesperadamente, mis manos se aferran a piel, estoy rasguñando sus hombros sin darme cuenta pero él baja su boca hacia mi cuello y muerde con más fuerza provocando que encaje mis uñas en sus hombros llenos de pecas.
Harold suelta un gemido contra mi cuello.
—Me gusta que hagas eso —susurra—, me gusta que me hagas saber que te afecto tanto.
Muerdo mi labio intentando no soltar ningún ruido inapropiado mientras sus manos quitan mi camisa y él vuelve a besarme. Me mira a los ojos durante un momento, él está pidiéndome permiso para algo. No entiendo para qué hasta que él saca su lengua y lame desde la base de mi cuello hasta mi mandíbula, sacándome un gemido tembloroso. Cubro mi boca con mi mano pero Harold la aleja y empieza a lamer un poco más abajo hasta llegar a mi pecho, intento no dejar salir sonidos lastimeros pero parece imposible cuando él muerde mi pezón haciéndome dar un salto, los escalofríos que recorren mi columna me hacen arrastrar mis uñas por la espalda de Harold hasta que él mismo se queja.
—¡Lo siento! —separo mis manos de él, levantándolas.
—Eso fue caliente —él apoya su barbilla sobre mi abdomen—. Oye... creo que es demasiado pronto para tener sexo, lindura, me gustaría conocerte más antes de eso.
—Sí, también lo creo —muerdo mi labio antes de arrastrar una mano a través del cabello de Harold, tan suave y perfecto—, el sexo es... aterrador.
Su risa vibra contra mi abdomen, él deja un beso sobre la línea de mi pantalón.
—No será aterrador, te va a gustar —me asegura—, pero sabes, realmente quiero hacer algo esta noche.
Arrastra su cuerpo hacia arriba, hasta que estamos cara a cara de nuevo.
—Puedo ayudarte con tu erección y tú puedes ayudarme con la mía, no hay nada de malo en eso... a menos que te dé miedo —propone, su voz es suave y ronca, es letal y un sentimiento desconocido se derrite hacia abajo por mi columna, es algo tan extraño y placentero escucharlo hablar así—. Fácilmente puedo ir al baño y encargarme de mi asunto, pero necesitas decirlo ahora, en serio mi erección me está matando.
—Está bien —yo asiente—, mi entrepierna también duele.
Harold sonríe, dejando su peso caer sobre mí, ambos nos los arreglamos para salir de nuestros pantalones, echándolos a un lado mientras nos besamos. Descubro un nuevo placer en pasar mis manos a través de su pelo mientras él junta nuestros miembros y se frota contra mí. Pensé que cuando por fin esto pasara yo iba a querer salir corriendo, pero la verdad es que solo me siento excitado y muy expuesto, me siento débil en los brazos de Harold pero al mismo tiempo como si no hubiese nada en el mundo fuera de mis posibilidades, como si nada más existiera, de hecho.
Nunca pensé que el sexo fuera así de emocionante... y eso ni siquiera es sexo, pero se siente tan íntimo y tan bien que no puedo imaginar que sea de otra forma. Esto se siente más sexo que las anteriores veces que realmente tuve relaciones sexuales. Realmente no creo que ninguna chica pueda lograr, no ahora, no con él sobre mí haciéndome gritar y ver estrellas con mis ojos cerrados. Es maldito hechicero, quiero detestarlo, pero no puedo, cada vez que me toca me siento más apegado a él y ni siquiera sé quiénes son sus padres o qué estudia.
Tiene razón, necesitamos conocernos mejor.
Por eso mientras ambos estamos acostados en el piso, mirando las estrellas en la oscuridad de nuevo luego terminar, acurrucados porque hace frío, le pregunto cosas acerca de él.
—Soy de Nueva Jersey —dice—, mis padres son hippies ¿Sabes? De los setenta, iban con la onda de la marihuana y Led Zeppelin o lo que sea, muy liberales, se conocieron en Inglaterra, mi padre es de allí y ambos tuvieron este gran romance que desafió a todo el mundo; mamá era una alumna de intercambio con una beca, ella viene de Chile, Latinoamérica, y papá era un niño rico inglés, cuando se graduaron ambos escaparon, vivieron en Gales por un tiempo, luego se mudaron a Estados Unidos, fue difícil, pero después de un buen tiempo me tuvieron a mí y aquí estamos.
—¿Tu mamá tenía una beca para estudiar en una buena escuela y la dejó por tu padre? —frunzo el ceño, pensando en que es una tonta decisión sin importar como lo veas.
—También me lo pregunto, pero sabes, a mamá no le importó —Harold ríe—, ella es feliz, digo, siempre lo fue, tuvo que habérselo cuestionado también en algún momento pero ahora es feliz, supongo que es lo que cuenta.
—No tiene sentido para mí.
—Bueno, estudiar es la base de la vida en muchos aspectos, pero no lo es todo ¿Sabes? —él acaricia mi cabello—, además, ella sí estudió, al venir aquí e incluso cuando ella me tenía, estudió una carrera de su agrado, en cambio, con la beca y la presión de sus padre ella tenía que ser abogada o algo como eso... no le gustaba.
—Entiendo —murmuro pensando en ello—, ¿Ellos aun se aman?
—Muchísimo, a veces me cuestiono si es demasiado... por eso mis expectativas son tan altas, lo que tienen ellos dos es demasiado bueno y no quiero desperdiciar mi vida con alguien que no valga la pena ¿Entiendes?
—Entiendo —trato de subir mi mirada hacia su cara, aunque casi no lo vea—, mis padres se casaron porque... tenían que casarse, digo, se conocieron en el trabajo y luego de un año se casaron.
—¿No tienes más hermanos?
—No, mi mamá no quiso tener más hijos, al parecer pasó por un gran dolor para tenernos.
—Oh, vaya... mi madre decía que no quería tener más hijos porque conmigo era más que suficiente, al parecer fui un error, pero ella me ama aun así.
—Bueno, Junho fue planeado, ya que él es el que nació primero y eso... yo no, ellos querían un solo hijo y resultamos ser dos.
—Ya veo, debió ser una buena sorpresa.
—No lo sé —me encojo de hombros—, nunca hablaron de ello como algo bueno.
—Yo me alegraría —Harold se acomoda sobre la almohada que tenemos debajo para quedar cara a cara—, tener un par de gemelos lindos, eso sería genial, dos por el precio de uno.
—Seguro serás un buen padre algún día, tu esposa será afortunada.
Él ríe con fuerza por alguna razón. No puedo entenderlo, decir que Harold podría tener una esposa a mí solo me ha sentado mal, pero no pude detener el comentario porque no sabía cómo me sentiría al escucharlo.
—Justo ahora, no pienso en tener una esposa —su mano quita del camino mis mechones, pulgar se arrastra por mi mejilla—, solo pienso en si tú pudieras dar a luz, definitivamente me alegraría saber que son más de uno, más de un mini Junghee para mí.
—Estás loco ¿Cómo podría ser eso posible? —lo golpeo en algún lugar del brazo.
—No puede, pero podría casarme contigo aun así.
—¿Qué dices?
—¿No quieres? Piénsalo, seríamos muy felices.
—Estás loco, Harold, eso no puede ser...
—Es legal, claro que puede ser, además, si te casas conmigo no tendrías que hacer tanto papeleo y no podrías ser deportado en caso de meterte en problemas ¿No te parece una buena idea?
—Tonto —lo golpeo de nuevo—, no me voy a car contigo nunca.
—Junghee... —él detiene mi mano con la suya y la aprieta—, ¿Te das cuenta de que esto nunca había pasado? Yo no dudo en tener sexo con alguien cuando puedo conseguirlo, no me gusta eso de hablar sobre nuestros sentimientos, no me gusta llegar a conocer mejor a las personas con las que duermo, ¿Crees que hago fuertes y chocolate y robo galletas a mis compañeros de cuarto para cualquiera? Es verdad que quiero un romance como el de mi padres, un romance épico y desde el momento en que te vi sentí que te quería y ahora no quiero soltarte... me he convencido de que tú eres mi romance épico y aunque me rompas el corazón, voy a estar contigo lo más que pueda.
Quiero decir algo, no quiero ser un idiota y quedarme callado, mucho menos quiero que piense que estoy de acuerdo con todo esto, pero él no me pide una respuesta antes de besarme y acomodarse de nuevo sobre mí. Es bueno que no me dé tiempo de contestar, porque no sé qué demonios decir.
Gracias a las estrellas porque está oscuro aquí, así él no puede verme llorar.
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