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Capítulo 16

Junghee

—¿Estás seguro que tiene sus ojos en Harold? —me pregunta Marilyn a través de la línea mientras yo me miro en el espejo del baño.

—Completamente —respondo con seriedad—. Me miró como Jungho me mira cuando me quedo con la porción más grande de pollo.

—Oh Dios ¿Y qué dice Harold al respecto? —ella interroga, puedo oír a Funky en el fondo hablando sobre algo a lo que ella no le está prestando atención—. ¡Funk, un momento, esto es importante!

—No le he dado la oportunidad de explicarse —ladeó mi boca y me volteo para apoyarme sobre el lavamanos—. Primero estábamos rodeados de gente, no pude preguntar, además, había niños alrededor, le dije que vendría al baño y se ha quedado abajo con su familia... no sé qué pensar, definitivamente no me gusta la actitud de ese niño, me mira como si le hubiese hecho algo malo ¡Y nunca me había molestado tanto que me miren así!

—Es porque sientes que tu territorio está siendo amenazado, he estado ahí, no es bonito —ella afirma, soltando una risa—. Sin embargo, no te dejes llevar por los celos, pueden ser muy tóxicos... yo digo que enfrentes a Harold y le preguntes sobre su relación con el chico.

—Por la manera en que es... estoy seguro de que algo hubo.

—No voy a negarte que es un pensamiento razonable, conozco a Harold y lo mejor es que no haya secretos entre nosotros, la verdad su pasado es comprometedor... pero tú lo conoces mejor ¿No?

—No lo sé, solo he visto lo que él me ha mostrado, pero he escuchado de lo demás y no es muy alentador.

—Es honesto aun así, Funk confía en él como si fuera Dios y Funk es por mucho el ser más paranoico que conozco.

"¿Con quién estás hablando mal de mí? ¿Es mi madre de nuevo?" escucho la voz de Funk en el fondo, ambos decidimos ignorarla al parecer.

—Gracias por las referencias.

—Oye, cuando quieras —ella ríe—. Solo habla con Harold y si el tipo sigue molestándote, llámame por un par de trucos, sé como alejarlas sigilosamente.

Un "¿De qué hablas?" se escucha en el fondo de parte de Funk y Marilyn rápidamente se despide. Yo guardo mi celular y me miro una vez más en el espejo antes de salir de allí. Para mi sorpresa, los niños están parados en la puerta del baño, esperando por mí, me sonríen con sus dientes infantiles como si los hubiese atrapado haciendo algo malo... y ellos se han multiplicado. Ahora hay un niño castaño de no más de un año colgado de la falda de una niña pelirroja de la misma edad de Dalton y otro niño afroamericano que es contemporáneo con Janis. Yo miro alrededor y en el pasillo no hay nadie más, pero puedo escuchar las risas en la planta baja.

—¿Ustedes también ven a los otros niños? —interrogo apuntando a las nuevas adiciones al grupo.

Todos se echan a reír, para ellos todo es un chiste.

—Ellos son Ana —Dalton apunta hacia la pelirroja—, Joshua —luego apunta hacia el niño de color— y Nash, vinieron a jugar, ¿Nos llevas al parque? Harold dijo que podíamos ir contigo.

Yo ruedo los ojos... ese idiota solo quiere tomarme fotos.

—¿El parque está muy lejos? —interrogo cruzándome de brazos.

—Está en el patio —Janis sonríe—. ¡Los abuelos tienen un parque en el patio!

Para tener un solo hijo, los padres de Harold se esforzaron en que esta casa fuera toda una diversión para los niños.

Yo asiento y los dejo guiarme, indiferentemente de cómo el infante menor subió las escaleras, yo debo ayudarlo a bajar y una vez abajo me esperan otro montón de personas a quien no conozco y me rodean como si fuera un regalo de navidad.

—¡Hola! —una mujer pelirroja me llama, muy alegre mientras toma al niño entre mis brazos—. ¡Tú debes ser el novio de Harold, bienvenido! Soy como la hermana mayor de Harold, nos criamos juntos, vivimos al lado ¡Es un gusto conocerte! Martina y James han hablado un montón sobre ti.

—Um... hola, es un placer, soy Junghee —le digo, estrechándole la mano.

Entonces alguien más se acerca; es una chica afroamericana seguida de un hombre moreno y alto.

—¡Vaya, que guapo es, Harold! —exclama ella.

Harold viene en mi dirección y yo suspiro aliviado de verlo, no puedo soportar tener a tanta gente a mí alrededor. No es que ellos no me agraden aun así, pero prefiero a personas más pequeñas, como los niños, aquí todo el mundo es más alto que yo y eso es un poco intimidante.

Harold me rodea con sus brazos y le sonríe a los demás, empezando a presentarme; y luego empiezan a hacer preguntas que trato de contestar amablemente. Y finalmente, luego de un rato, los niños se las arreglan para llevarme al parque. No es como que es mejor, puedo sentir la mirada de todos a través de la ventana de la cocina que da hacia el patio. Los niños se divierten por lo menos y me jalan de aquí para allá queriendo que les preste atención a todos al mismo tiempo.

Harold solo me toma fotos como si esto fuera un set y yo un modelo.

—¿Puedes subir a la cima del tobogán y sentarte con Nash en tus piernas? Eso sería adorable —dice Harold, apuntándome con la cámara.

—No haré eso —digo, tomando a Nash en mis brazos—. Ya basta, deja de tomarme fotos, es vergonzoso.

—Nop, la luz allí es perfecta, quédate quieto —él se agacha antes de tomar otro par de fotografías de mi y Nash mientras el viento nos da en la cara—. Me alegra haber pertenecido al club de fotografía, sabía que rendiría frutos algún día.

—¿Entraste pensando en que serviría para esto?

—No, realmente pensé que podría tomar fotos eróticas.

—Tío Harold ¿Qué son fotos eróticas? —pregunta Janis colgándose de la camiseta de Harold, yo abro los ojos de par en par.

—Pregúntale a tu papi, tu mami le manda de esas de vez en cuando —responde él.

—¡Harold! —yo exclamo y luego miro a Janis—. ¡No le preguntes nada, Janis, no lo escuches!

—¿Por qué, qué es? —ella me mira ladeando la cabeza.

—Porque... porque... son cosas que solo los adultos pueden saber, debes esperar —le digo, mirando a Harold con el ceño fruncido—. Y tú tío Harold no hablaba en serio.

Ella está a punto de decir algo más pero justo en ese instante la madre de Harold aparece con una bandeja llena de paletas de helado para todos. Los niños salen corriendo a tomar algunas antes de reunirse en el arenero y hacer un círculo cuando la madre de Harold les advierte que no corran con las paletas o las dejarán caer. Ella luego se acerca a nosotros.

—Una media paleta para Nash —ella le entrega al pequeño en mis brazos una paleta considerablemente más pequeña que la de los demás y él la toma antes de irse a los brazos de ella—. Sí, ven conmigo, el tío Junghee comerá una paleta también, toma una Junghee —ella apunta hacia la bandeja que ha dejado encima de la mesa de jardín.

—Oh... gracias —digo, antes de caminar hacia allí.

—¿Y para mí no hay? —Harold hace un puchero.

—Tráela tú mismo —su madre lo mira con una sonrisa—. Junghee es el invitado.

Mamáaaa —Harold se queja antes de que ella lo golpee en la cabeza, él se apresura hacia adentro.

Yo me siento en una de las sillas alrededor de la mesa de jardín y la madre de Harold me sigue y se sienta con Nash en sus piernas a mi lado. Yo lo sonrío y luego volteo a mirar a los niños.

—Eres bueno con ellos —me dice ella de repente—. ¿Tienes sobrinos o primos pequeños?

—Algo así —digo—. Simplemente crecí con un montón de niños, todos ellos eran mis primos, todos vivíamos en la misma casa.

—Oh... eso suena un poco desastroso —suelta con una risa—. ¿Planeas volver a Corea, Junghee?

Yo la miro, con la paleta entre los labios y de pronto hay un peso en mi estómago que me recuerda que no he oído nada de mis padres en un buen tiempo y que Jungho está enojado conmigo. Vivo aquí ahora... ¿Pero voy a volver? ¿Los voy a volver a ver? ¿Querrán volver a verme? ¿Por qué no puede ser tan fácil como Harold viene a visitar a su familia cada vez que hay un evento importante? A veces me pregunto ¿Qué hice para merecer esta situación familiar tan jodida?

—No lo sé —respondo—. Supongo que algún día.

—¿Qué hay de tus padres? —ella interroga.

—Es complicado —respondo, levantándome de la silla—. Si me disculpa, iré a ver donde está Harold.

—Oh, está bien.

Probablemente eso salió muy cortante, supongo que tendré que disculparme luego. Ella no tiene la culpa de que la situación con mis padres sea delicada, no tendría por qué saberlo. Así que vuelvo adentro y termino mi paleta en la cocina, donde no hay nadie por los momentos. Me quede allí durante un rato, oyendo la conversación que están teniendo en la sala. Realmente no están hablando de nada que me interese, pero es mejor que volver al patio. Sin embargo, apenas acabo mi helado, aparece Matthew con la bandeja en una mano y me mira, con una sonrisa falsa que no me hace nada feliz.

—Así que aquí estás ¿Escondiéndote? —pregunta mientras pone la bandeja a un lado del fregadero y se pone a lavar los platos.

—No —respondo.

Hay un incómodo silencio antes de que él diga—: Entonces... cuéntame ¿Cómo es salir con Harold?

Aprieto mis labios y lo miro con los ojos entrecerrados, él está de espaldas, pero estoy seguro de que sabe exactamente cuál es mi reacción a esa pregunta. Precisamente a él le gustaría saber esa respuesta.

—Es genial —digo, cruzándome de brazos—. No tenemos mucho tiempo juntos, pero está yendo bien, es muy tierno y lindo conmigo.

Él suelta una risa cínica y luego se voltea a mirarme.

—Lo siento —dice mientras alcanza una toalla para secarse las manos—. Es difícil creer eso de Harold, lo conozco desde de hace tanto y siempre fue el tipo de ser despreocupado con sus amantes, supongo que... será cuestión de tiempo, tal vez, si tienes suerte tal vez funcione.

—¿Quién sabe? —me encojo de hombros y me doy la vuelta—. Tal vez no lo conoces tan bien como tú crees.

Escucho como él ríe de nuevo y luego el sonido de algo siendo golpeado contra la mesa, volteo a verlo. Su puño está apretado sobre la mesa y él me sonríe forzosamente, como si quisiera saltar a través de la cocina hacia mi cara. Y por fin entiendo a Taesung aquella noche en la que empezó una pelea con la chica rubia, cuando amenazan con meterse en el territorio en el que tú mandas, es necesario salir a defenderse.

—Realmente estás arriesgando tu corazón aquí, te lo dice alguien que ha visto sufrir a más de uno por Harold, no deberías dejarte llevar, solo te lo advierto —espeta él, notándose un poco tenso—. Es decir... deberías considerar el estar yendo tan rápido, Harold nunca había hecho algo como esto y es sospechoso.

—¿Estás tratando de convencerte? —alzo mi ceja—. Mira, no sé que tendrán o tuvieron tú y Harold pero acaba ahora, está conmigo y fin de la discusión, no voy a jugar juegos de niños contigo, no me gusta cuando alguien pretende saber más que yo y quiere venir a darme consejos cuando no sabe absolutamente nada de lo que habla.

—Pero sí lo sé, lo conozco desde que éramos niños —Matthew se cruza de brazos y me da una mirada sombría—. Te va a dejar, como a cualquier otro...

—¿Y qué exactamente consigues tú de eso? —interrogo, igualando su pose.

—Pues no lo sé, depende de Harold... lo he esperado por mucho tiempo, ya va siendo hora de que se dé cuenta.

—Claro —ruedo los ojos—. Típico amor de la infancia... niño, si no funcionó antes ¿Qué te hace pensar que lo hará ahora?

—Es solo porque me veía como su hermano...

—Sí, de repente se le va a olvidar que eres como su hermano, buena suerte borrándole la memoria —espeto, antes de apuntarlo con un dedo—. No te interpongas en mi camino, niño, porque no soy adorable como todos creen, voy a darte una lección y no lo verás venir, ve abandonando tus sueños con Harold ¿Entiendes? ¡Madura! Y consíguete tu propio hombre, este... es mío.

Antes de que pueda decir cualquier cosa, salgo de la cocina y le sonrío a las personas en la sala. Ellos me sonríen de vuelta y me incluyen en la conversación. Eventualmente Harold encuentra su camino hacia mí mientras los demás hablan y aprovecho que está alrededor de mi para susurrarle al oído "¿Podemos ir arriba? Pero... sin que nadie se dé cuenta" con toda la intención de ser provocativo. Él me mira con las pupilas dilatándosele y asiente. Él sube primero sin llamar demasiado la atención y cinco minutos después aprovecho que todos están sumergidos en una conversación profunda para subir también.

Harold me espera en su habitación, sin su cabeza, listo para atacarme en cuanto entro por la puerta, pero lo detengo, golpeándolo con el borde de mi mano abierta justo en el cuello. Él suelta un quejido de dolor y yo lo empujo fuera del camino para sentarme en la silla de su escritorio y mirarlo desde allí con la cabeza ladeada, escudriñándolo por largos segundos en los que él baja su cabeza y mira alrededor, como si buscar la causa de mi actitud.

—Quiero que me expliques algo...

—Mierda.

—Exactamente... ¿Cuál es tu relación con el chico Matthew?

—¿Qué?

—Lo haré corto y fácil; ¿Follaron alguna vez?

—¡No! ¡Absolutamente no!

—Bien, entonces explica por qué actúa como si tuviera algún derecho sobre ti.

Él echa su cabeza hacia atrás y deja salir un gruñido, luego camina hacia la cama y toma su camiseta para ponérsela.

—Matthew ha estado enamorado de mi desde... no sé, ¿La preparatoria? —él se encoge de hombros—. Ha tenido ese enamoramiento conmigo desde hace mucho y... tal vez se hizo una película, pero no es mi culpa... no tanto.

—Explica ese no tanto.

—Bueno, tal vez sí fui su primer beso... —él se rasca la nuca—. Tal vez, no lo sé.

—¿Y...?

—Y... tal vez sí, le dije que era especial pero que no podíamos estar juntos porque el hermano de mi mejor amigo y que era prohibido... le di su primer beso y le dije que sería nuestro secreto ¡Pero no lo entiendes! Se me confesó de manera muy linda y Gerald no me perdonaría que lo hiciera llorar, es la luz de sus ojos ¡Tenía que inventar algo! —exclama él, cruzándose de brazos para verme con preocupación—. No fue lo mejor, alimenté su fantasía y desde entonces, cada vez que conoce a alguien con quien me he acostado, él lo destruye y lo trata mal... Gerald igual terminó culpándome de haber creado un monstruo de su hermanito, así que todo fue en vano.

—Ya veo... —digo, levantándome de nuevo para encarar a Harold—. La cosa es... que Matthew no es el único monstruo ¿Entiendes?

—Yo...

—No me gusta —espeto—. No me gusta cuando la gente cree que puede quitarme del camino tan fácil, Harold, odio que la gente me mire por debajo de su hombro, detesto cuando creen que pueden jugar conmigo... no me interesa que sea el hermano de Gerald, si cree que puede ganarme, se va a llevar una gran sorpresa.

—No tienes que pelear con él, sabes que nada de lo que diga es cierto y que yo te quiero a ti —él coloca sus manos alrededor de mi rostro y se inclina para besar mis labios—. No tienes que derrotar a nadie, no hay nadie a quien encarar... estás aquí porque eres especial, no hay más que decir.

—Yo sé eso —espeto.

—Oh —Harold baja sus manos—. Okay.

—Pero él no, necesita un recordatorio y voy a dárselo.

—Sabes... —él acaricia mi mandíbula con la punta de sus dedos—, eres tan sexy cuando te pones hostil, me recuerda a cuando nos conocimos.

Respiro hondo y le doy una última mirada, porque sé que no es el momento para ponernos calientes. De pronto la puerta de la habitación se abre lentamente y miro a los niños asomarse uno debajo del otro. Harold me mira y yo lo miro de vuelta antes de decir—: Niños, ataquen a su tío Harold ¡Sobre él, ya!

—¡No! —Harold exclama pero es demasiado tarde.

Ellos empiezan a gritar y se lanzan uno por uno sobre Harold quien se arrodilla en el suelo y finge ser un hombre caído.

Miro la escena sonriendo y pienso en que es tan linda.

Harold no es el único que debería estar tomando fotos. 

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