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Capítulo 15

Harold.

Realmente está saltando en mi cama y no de la manera en que desearía; está sentado sobre ella, con una sonrisa idiota en su cara, moviéndose de un lado al otro para causar que la cama se sacuda graciosamente. Es tan puro que me duele en el corazón verlo actuar como un niño, justo en el lugar donde pienso hacerle cosas de adultos.

—¡Quisiera una cama así! —él dice, saltando fuera de ella—. Es divertido.

—Puedes venir a balancearte aquí cuando quieras —le guiño el ojo.

—Tienes muchos libros —Junghee se acerca a mi estante en la pared y mira entre todos los títulos pasando la punta de sus dedos sobre los libros—. Mmm, misterio.

—Siempre amé los crímenes —me encojo de hombros, acercándose hacia él.

De repente mira hacia el techo.

—Las estrellas —murmura.

Oh, cierto, le hablé sobre las estrellas en el techo de mi habitación.

—Cuando esté oscuro, brillarán —le digo—. ¿No quieres ponerte cómodo? ¿Quitarte la ropa o algo?

—¿Esa era tu táctica? —él alza las cejas, pasando de mi hacia donde tengo los trofeos de natación que gané alguna vez, las medallas y todo eso—. Supongo que para alguien venir aquí, mirarte siendo todo encantador y ver estos trofeos, la guitarra, los posters de bandas geniales... es bastante atractivo, veo por qué eras popular.

—No era exactamente popular...

—Rey del baile de graduación —él lee la banda que cuelga de un lado de uno de los estantes, encima está la corona dorada que me dieron ese día—. No, solo un poco popular, supongo.

—¿No eras popular en la escuela?

—Iba a estudiar, no a hacer amigos —él rueda los ojos—. Las notas son lo más importante cuando vas a la escuela, debes concentrarte para llevarle buenas notas a tu familia, para asegurar tu futuro, a pesar de todo, aun creo eso.

—Bien, eso es genial... —me acerco a él y tomo su barbilla entre mis manos—, pero yo también era buen estudiante y me gradué con honores... y me divertía como nunca. Mis padres son estrictos y me exigían notas decentes, siempre me tomé mis estudios muy en serio ¿Sabes? pero divertirse y hacer cosas locas y disfrutar de la vida es lo que los adolescentes hacen.

—Mmm —él mira directamente a mis labios y luego se ríe, volviendo su mirada a mis ojos—. ¿Cómo es que terminé con alguien como tú?

—La vida es tan extraña —ruedo los ojos—. Lo que importa es que estás aquí.

—Sí...

Junghee rodea mi cuello con sus brazos y me besa, poniéndose de puntillas para poder alcanzar mis labios. Lo levanto del piso, rodeando su cintura con mi brazo para apoyarlo sobre mi viejo escritorio; él mete sus manos entre mi cabello y empujándome hacia sus labios, profundiza el beso, luego baja sus manos hacia mis glúteos y junta nuestras caderas. Llevo mis labios a su cuello, tomando en un puño su cabello para tirar la puerta hacia atrás. De repente, el timbre suena y levanto la cabeza inmediatamente. Junghee parece estar despertando cuando abre los ojos y me mira con confusión, luego cae en cuenta y me aleja, bajándose del mueble.

—No deben ser tus padres —él dice, volteándose para verse en el espejo y arreglarse el cabello—. ¿No vas a bajar?

—Me pregunto quién puede ser —murmuro yendo hacia la ventana y veo en el camino de entrada un auto estacionado, precisamente una minivan que conozco bastante bien—. Emma —digo, rodando los ojos—. Solo es Emma, la hermana de Gerald.

—¿Por qué vendría aquí? —él me sigue fuera de la habitación, ambos bajamos las escaleras—. ¿Es por el cumpleaños de tu madre?

—Mi familia y la de Gerald son muy cercanas, como si fuéramos familia, a menudo vienen aquí a pasar el rato, Emma es repostera, probablemente vino para ayudar con algo de la fiesta —le explico mientras me dirijo hacia la puerta principal y tomo el pomo—, pero debes prepararte.

—¿Por qué?

Le doy una última mirada y abro la puerta.

—¡Hola, tío Harold! —al instante un niño de ocho años salta sobre mi y trepa como si yo fuera un árbol, no tengo tiempo de reaccionar porque entonces una niña de cuatro años se cuelga de mi pierna gritando "¡Tío Harold!" tan alto como puede—. ¡Qué gusto que estés aquí ¿Podemos jugar con tus cosas?!

Emma, cargando a su último bebé en brazos, se ríe de mi con sorna y cierra la puerta detrás de ella.

—Oh Dios, realmente no los extrañé —mascullo, tratando de dejar al niño mayor en el piso y sacudiéndome a la niña—. Digo, es un gusto verlos... Janis y Dalton, los extrañé tanto.

—Hola, Harold —Emma me sonríe—. ¿Cómo estuvo tu viaje?

—Bien —yo le sonrío de vuelta—. ¿Qué haces aquí? Mamá no está.

—Lo sé —ella asintió, dejando su bolso junto a la entrada.

Le echo un vistazo a Junghee que parece un poco extrañado por todo, aun así él nos sigue de cerca cuando nos dirigimos a la sala, por suerte los niños me han dejado ir y se han sentado a jugar en los sillones. No sé por qué mamá ama a esos mocosos, son un infierno, literalmente la razón de que Gerald odie visitar a sus padres.

—Vine a decorar el pastel y hacer un par de bocadillos para la fiesta de esta tarde, ella dijo que estarías aquí así que vine, no podemos perder tiempo —ella deja al bebé en mis brazos, como si no hubiera tenido suficiente ya.

No lo había conocido en persona; nació apenas hace cuatro meses meses y solo vi las fotos en línea, pero es un bebé hermoso. Emma y su esposo son muy guapos, así que no imagino un bebé suyo que no sea digno de un comercial pero lo que no pueden hacer son niños que tenga un nivel de energía normal. Sin embargo, este chico en mis brazos parece bastante tranquilo mientras chupa su mano como si fuera un dulce.

—Entonces este es... —digo, mirando fijamente al niño.

—Johan —ella responde—. Lindo ¿No?

—Es un nombre algo fuerte para un bebé —murmuro.

—Dejará de ser uno algún día —ella se encoge de hombros.

—¿Qué harás si termina siendo como ese chico de ahí? —le apunto a Junghee, que ha estado tratando de pasar desapercibido todo este tiempo en una esquina—. Si termina siendo tan adorable como él ¿Crees que Johan es buen nombre? No le queda, lo llamaré Arcoíris.

—Tú debes ser el novio de Harold, disculpa que te haya ignorado, no fue mi intención —Emma le da la mano a Junghee esbozando una sonrisa, Junghee la estrecha con su típica expresión neutral—. Los padres de Harold estaban impresionados, ellos hablaron mucho sobre ti... Junghee ¿Verdad?

Él asiente en silencio.

—¡Oh! Lo recordé —Emma sonríe—. Bien ¿Puedo confiar en ustedes para cuidar a los niños mientras estoy en la cocina?

—Sí, claro —Junghee le da una sonrisa servicial.

—¿Qué? —yo la miro—. Oye, pero...

—No seas malo, ellos querían jugar contigo —ella está escapando hacia la cocina—. Niños, pórtense bien con el tío Harold y ¡Adivinen qué! Tienen un tío nuevo, pueden hacerle preguntas ¡No vengan a la cocina! —es lo último que dice.

La pequeña Janis es la primera en llegar hasta Junghee y tomar su mano. Es una niña tan linda pero es un pequeño diablillo, esas dos coletas rubias y esos ojos verdosos esconden tanta maldad, una maldad que ese vestido floreado y lindas zapatillas esconden muy bien.

—¿Por qué eres nuestro tío? —ella le pregunta a Junghee.

—Porque es mi novio, Janis —le digo.

—No estoy hablando contigo, no seas grosero, tío Harold —ella me espeta.

Junghee sonríe.

—Ella me agrada —dice.

Ambos van a sentarse en el sofá, dejándome pasmado de lo adorablemente hostil que fue eso. Junghee se sienta entre ambos niños en el sofá, se ve que está un poco incómodo pero ellos empiezan a hacerle preguntas y de pronto la incomodidad desaparecer y solo es Junghee, contestando preguntas como si estuviera en una entrevista.

—¿Eres chino? —pregunta Dalton.

—Soy coreano —responde Junghee.

—¿Qué es ser coreano? —interroga Janis.

—Significa que soy de Corea, un país, soy de Corea del Sur específicamente.

—¿Cómo América del Sur y América del Norte? —pregunta Dalton.

—Esos son continentes, Corea es solo un país dividido.

—¿Por qué? —Janis pregunta.

—Es complicado —Junghee se encoge de hombros.

—¿Y hablas chino? —interroga Dalton, yo ruedo los ojos.

—Hablo coreano —responde Junghee—. China es totalmente diferente, es otro país.

—¿Por qué todos ustedes se parecen? —Janis pregunta—. Mi mamá tiene un amigo de China y él se parece mucho a ti.

—Bueno, no lo sé, es cuestión de genes —Junghee se encoge de hombros—. No tengo una explicación, nunca me lo pregunté porque para mí... no es así, no todos nos parecemos.

—Fuiste grosera —Dalton le dice a Janis.

—¡Lo siento! —ella se disculpa inmediatamente con una cara de preocupación.

—No me ofendiste —Junghee sonríe.

—¿Qué es eso? —Dalton mira entonces hacia un lugar en el piso—. ¡Algo peludo se mueve debajo del sillón! —él literalmente salta del sofá hacia el sillón del frente y mete su mano debajo de este para alcanzar a Panqueque que se había estado escondiendo—. ¡Es un gatito, mira Janis, es un gatito!

Janis se arrodilla junto a él y ambos empiezan a acariciarlo repitiendo una y otra vez lo lindo que es.

—¿De quién es? —pregunta Janis.

—Nuestro —respondo—. Es de Junghee y mío, se llama Panqueque.

Dalton y Janis explotan en una risa al escuchar el nombre, pero ambos empezaron a decir lo lindo que era Panqueque y entonces Junghee sonrió y se sentó en el piso a hablar con ellos. Solo porque quería ver esa clase de escena, me acerco a él y dejo al bebé en sus brazos, inmediatamente subo las escaleras para ir por mi cámara, dejándolo con una expresión de confusión en el rostro. Cuando vuelvo, él está meciendo al bebé sobre su pierna mientras habla con los niños que sostienen a Panqueque, yo tomo una foto de este hermoso momento y me quedo mirándola largo tiempo, queriendo guardarla en mi corazón. Se ve tan puro, rodeado de más pureza, niños, bebés y animales adorables... creo que voy a morir.

—¿Y te vas a casar con el tío Harold? —interroga Janis—. ¿Puedo llevar los anillos?

—Um, no vamos a casarnos —responde Junghee.

—¿Por qué no? ¿No amas al tío Harold? —Dalton ladea la cabeza—. Yo creo que él te ama.

—¿Por qué lo dices? —Junghee ladea la cabeza también.

—Hace tiempo, él besó a nuestro niñero, Simon ¿Recuerdas, tío Harold? Te vimos besándolo en los labios.

Ellos me miran fijamente, yo sonrío, casi sudando frío.

—Um... sí —mascullo—. Eso fue... fue una broma.

—Le dijimos a mamá que era su novio —continúa Dalton—, pero él se enojó y dijo que no tenía novio.

—El tío Harold dijo que él nunca tendría novio o novia —dice Janis, concentrada en jugar con Panqueque—, pero ahora eres su novio... él debe quererte mucho ¿No?

—Lo hiciste cambiar de opinión —Dalton dice—. Entonces él te ama... y se van a casar.

Junghee se sonroja y para esconderlo, mira hacia a sus manos y se ríe.

—Pero es muy pronto —dice—, somos muy jóvenes.

—¿Entonces se casarán luego? —interroga Janis con emoción—. Cuando sean más grandes.

—No lo sé, todo depende —Junghee se encoge de hombros—. Te mantendré informada.

Sonrío encantado por esta conversación tan absurdamente linda.

Luego de un rato, Emma nos llama para avisar que ha hecho un par de bocadillos para que probemos y nos deja entrar a la cocina. Junghee se sienta con los niños en la mesa del comedor, aun mece a Johan en sus brazos, quien se está quedando dormido y los niños siguen haciéndole preguntas de todo tipo. Desde que le gusta comer hasta donde queda Asia. Es tan encantador que tengo que ponerme en la barra a tomarles fotos porque la escena es demasiado buena para no documentarla.

—¿Ya me puedo reír de ti? —me pregunta Emma con una ceja levantada mientras bate merengue en un tazón.

Yo la miro, alzando una ceja.

—No me mires así —ella ríe—. Fuiste tú el que dijiste que presentarles una pareja a tus padres era innecesario, que no serías capaz de encontrar un amor como el de ellos... y aquí estamos, tal vez seis o cinco años después y estás totalmente enamorado de ese chico.

—¿Puedes culparme? Es hermoso —le digo, apuntándolo.

—Es un chico, común y corriente para mí, con lindas mejillas sí, pero es solo un chico —dice ella, poniendo una mano sobre mi hombro mientras que con la otra sostiene el tazón—. Ese filtro a través del que lo ves es a lo que todos se refieren, grandísimo idiota, y no debiste hablar tan pronto porque ahora te ves mucho más patético de lo que decías que yo lo era cuando conocí a mi marido.

—No me arrepiento —me encojo de hombros.

Ella rueda los ojos.

—No puedo esperar a que se te pase —ríe graciosamente—. Créeme, llegará un día en que estarás sentado a su lado, viéndolo con la mascarilla verde en la cara mientras ve los deportes y tu hija le pintas las uñas y pensarás... "era tan estúpido por este tipo"... y si tienes suerte como yo, pensarás que él valió la pena.

—Sí, lo sé, me estoy preparando mentalmente... espera ¿Howard usa mascarillas? —interrogo, riéndome porque me imagino al gran y temible esposo de Emma usando una mascarilla y resulta tan gracioso.

—A él le gusta su piel suave... y a mí también —ella levanta la barbilla—. Deberías probarlo, tu piel está reseca.

—Tiene razón —dice Junghee acercándose a mí con el bebé en sus brazos—. Tienes buena piel, pero no es suficiente, necesitas exfoliarla y humectarla.

—¿También usas mascarillas? —alzo las cejas.

—Jungho y yo tomamos la costumbre de Taesung —él se encoge de hombros—. Realmente funciona.

—¿Ves? —Emma replica mientras deja el tazón a un lado para tomar a Johan que está dormido en los brazos de Junghee—. Lo pondré a dormir en el sofá —dice ella, llevándose al niño.

Junghee me mira fijamente y sonríe, apoyando sus codos sobre el mesón. Parece un poco coqueto.

Yo me inclino y lo beso en los labios.

—Iugh —dicen los niños, tapándose los ojos y riendo—. Son igual a papá y mamá.

—Ugh, vamos a tener que casarnos —digo, rodando los ojos—. Bueno, que remedio ¿Cuándo quieres que sea?

Él me golpea en el hombro.

—No seas idiota —niega con la cabeza antes de que lo tome en mis brazos para rodearlo y apretarlo—. Ya basta, Harold —dice, cuando empiezo a hacerle cosquillas.

Él se retuerce en mis brazos y se mueve hasta que empieza a reír sin control y los niños ríen mientras nos miran. Junghee intenta escapar pero lo abrazo con fuerza y lo aprieto para impedírselo, llenando su mejilla con besos mientras pueda, antes de que me golpee con toda la fuerza que le queda para liberarse. Tengo que aprovechar los momentos en los que estamos en público, en privado él puede ponerse violento y puede enojarse.

—Harold... —alguien dice mi nombre e inmediatamente me detengo porque conozco esa voz—. Hola.

—Matthew...—susurro, mirando al chico que mantiene la sonrisa forzada y está parado junto a la puerta.

Es el hermanito de Gerald y el chico que me ha perseguido desde la secundaria... esto no será bueno. Él mira a Junghee como ha mirado a todos los chicos que han ocupado el lugar en el que él quisiera estar; como un rival al que hay que derrotar. Lo conozco demasiado bien, he vivido años tratando de evitar que me confiese sus sentimientos pero varios de mis amantes han conocido sus verdaderos colores... como Simon, el pobre niñero que nada tenía culpa. Él es justo como los hijos de Emma, adorable... solo por el exterior.

—¡Tío Matt, tienes que conocer al novio de Harold! —exclama Dalton—. Es coreano.

—Y ellos se van a casar cuando sean grandes —acota Janis.

—Vaya, que sorpresa —Matthew sostiene esa sonrisa falsa.

Da varios pasos al frente y extiende su mano hacia Junghee.

—Es un gusto conocerte —dice.

—Igual —la voz de Junghee no sale como es usual, él suena como cuando me rechazaba las primeras veces... hostil—. Mi nombre es Junghee.

—Bienvenido —dice Matthew.

—Gracias —Junghee se sienta sobre mi pierna—. Me he sentido muy bienvenido.

—Pensé que tú... —Matt me mira entonces—, no hacías estas cosas.

—Las cosas cambiaron —digo, intentando no mirarlo a los ojos.

—¿Por qué? —él pregunta como si fuera algo casual.

—Porque soy especial —Junghee responde antes de que pueda decir nada y se acurruca contra mí—. ¿No?

Él levanta su mirada y no puedo evitar soltar un—: Sí —con aire soñador.

Oigo como Matthew resopla, lo veo asentir y luego él se voltea para hablar con los niños.

Creo que todo está bien, pero cuando volteo a mirar a Junghee, él ha cambiado su expresión a una tétrica y me está mirando fijamente.

Trago grueso.

Tal vez mi gatito adorable no es tan adorable después de todo.

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