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but now i hate it

estoy escribiendo bajo la influencia de uno de los puntos más bajos de mi vida, siento si se siente oscuro, aburrido y melancólico. no sé cómo cambiar el tono porque así es como me siento :c



La intensidad duró lo mismo que un incendio, tardó tanto en apagarse que consumió muchísimo de él, y seguramente también de Renjun. Ignoraron el caos y se centraron en las llamas y el calor ardiendo en sus pechos. Se aferraron a la fugaz promesa de un amor siempre joven, siempre vivo, siempre intenso.

Jeno conocía cada rincón de Renjun, cada lunar, cada cicatriz y cada zona erógena que llevaba al muchacho a abandonar leves suspiros y jadeos a su nombre a lo largo de toda la habitación en sombras.

Sin embargo, Jeno nunca se había sentido tan enamorado en aquella ocasión que, de nuevo y como en muchas otras veces más, Renjun le concedió el deseo del romance alocado, quizás un poco hedonista. Tenía poco que ambos acababan de cumplir los diecinueve y las posibilidades comenzaban a abrirse para ambos. Estaban ansiosos por más, siendo ambiciosos y poco reflexivos.

Aquel día, las cosas habían funcionado para Jeno.

—Jeno —llamó sus madre desde el comedor.

—¿Qué pasa? Estoy algo ocupado —dijo revisando una vez más el texto frente a él, sin embargo las palabras se resbalaban de su mente sin lograr comprender mucho de lo que estaba leyendo.

—Ven, por favor —insistió una vez más su madre y Jeno no tuvo más remedio que ir. Suspiró, diciéndose a sí mismo que un poco de distracción le vendría bien.

Bajó las escaleras en un pequeño trote, yendo a donde su madre se encontraba. Su cabeza dolía y tenía sed. Una expresión de confusión se formó en su cara cuando vio una pequeña maleta de gimnasio a los pies de su madre y otra de viaje en el hombro de su padre.

—¿Qué... sucede? —preguntó caminando lentamente a la mesa.

—Ya sabes que nuestro jefe es un completo incompetente —comenzó su padre, dándole una breve mirada a su esposa, quien asintió en acuerdo—. Por esa misma razón nos llamaron de último minuto de la oficina, tendremos que ir a Incheon a dirigir una campaña de publicidad que nuestro jefe no pudo llevar —el tono de su padre le indicó que estaba molesto.

—Nos iremos hoy y regresaremos para el miércoles en la tarde, más o menos —explicó su madre con ese característico tono suave y dócil—. Dejaré algunas reglas establecidas, Jeno —el muchacho asintió—. Puedes invitar a tus amigos, pero avísame antes y no todos los días. Sábado o viernes está bien. No metas a nadie, sé que sabes a qué me refiero. Y prepárate comida decente. Te dejaremos dinero, pero no te rendirá para comprarte pizza y refresco todos los días. No fiestas y nada de alcohol en exceso. Un par de cervezas nada más está bien —Jeno apretó los labios, sabiendo que probablemente la mitad de esas reglas las estaría rompiendo al minuto en que sus padres se alejaran en el taxi hacia el aeropuerto.

—Estaremos en el Grand Hyatt, habitación 271 en caso de que necesites algo o haya alguna emergencia, ¿de acuerdo? —agregó su padre.

—Está bien —respondió de la manera más calmada que pudo, tratando de disimular su emoción y las ganas de salir corriendo a llamar a Renjun.

—Bien, nos vemos el miércoles, cariño —se despidió su madre y un par de segundos después estaba solo.

Sacó el celular de su bolsillo y tecleó un número que de sabía de memoria. No tuvo que esperar nada antes de que su persona favorita respondiera.

—Tengo casa sola, ¿quieres quedarte a dormir?

Media hora después tenía a Renjun tocando el timbre de su casa. Una sonrisa resplandeció en el rostro de ambos ante la visión del otro.

—Se siente bien entrar por la puerta de vez en cuando —dijo Renjun con algo de ironía, dejando un suave beso en sus labios mientras ingresaba a la casa y deslizaba la mochila lejos de su hombro.

Los padres de Jeno desconocían por completo la existencia de Renjun. Usualmente el chico se escabullía por su ventana o entraba a escondidas a su casa. A Renjun no le molestaba ser un secreto, ambos consideraban que de esa forma era más suyo, más íntimo. Solo ellos dos.

—Traje algo con lo que podemos pasarla bien un rato —el mayor levantó las cejas de manera sugestiva, haciendo a Jeno sonreír como tonto.

—Sorpréndeme —dijo, expectante a lo que fuera que su experimental novio trajera.

Renjun sacó una bolsita hermética de plástico color rosado y la sacudió levemente, mordiendo su labio inferior mientras sonreír, claramente emocionado. Dos pequeños cuadros que parecían de papel contrastaban con el claro color del plástico. Jeno sonrió más grande.

—Eres fabuloso —se acercó tomando la bolsita y rodeando a Renjun con un brazo para así besarlo. Tan juntos, ten cercanos.

—Eso ya lo sé —dijo el chino en un tono aterciopelado, acariciando las mejillas del menor suavemente—. Ahora llévame a tu habitación y tócame.

Jeno no dijo mucho, solo asintió y entrelazó sus dedos con los contrarios, guiándolo escaleras arriba.

Ambos colocaron el pequeño cuadrado en su lengua y cerraron la boca, esperando que se deshiciera en ella. Sonrieron, cómplices una vez más de la tentadora sensación de vivir.

—Quiero poner música —comentó el menor, levantándose en la cama. Tomó su celular y prendió el estéreo descansando a un lado de su laptop. Faltaba tiempo para que pegara efecto por lo que quería crear un ambiente relajado.

Conectó su celular con el cable auxiliar y presionó la reproducción aleatoria. La playlist de música tranquila comenzó. Cerró la ventana y la puerta. Apagó la luz y regresó a su lugar al lado de Renjun.

—Quiero intentar hacerlo cuando esto haga efecto —declaró Renjun una vez Jeno se sentó a su lado.

—Algo me dice que será potencialmente un desastre, pero podemos intentarlo —contestó Jeno moviendo algunos mechones del rostro del mayor. Renjun se veía tan precioso por las noches, cuando la luz lunar iluminaba su piel morena como si estuviera besándola.

Que estúpido es tenerle celos a la luna, ¿no?

Ninguno de los dos estuvo plenamente de cuando los efectos comenzaron, pero de repente las cosas comenzaron a verse diferentes.

—Creo... um, creo que ya me pegó —dijo Jeno parpadeando rápidamente, intentando disipar las pequeñas manchas de colores que veía.

—Jeno... —Renjun llamó su atención en voz baja.

—Dime.

—Bésame.

No hizo falta que tuviera que repetirlo. Jeno sería adicto a los labios de Renjun siempre, incluso después de que hubieran quedado en su mente como recuerdos dolorosos y pudiera sólo recurrir al los rastros de aquella sensación, más no al verdadero tacto de los suaves belfos rosados.

Fallingforyou comenzó, llevando a ambos a una niebla de tonos morados y rosados mientras se revolvían en las sábanas. Solo eran las sensaciones de los toques y los besos húmedos, las caricias, ligeros apretones y las delicadas mordidas lo que abrumaba las mentes jóvenes encerradas en las cuatro paredes.

La melodía guiaba sus distorsionadas conciencias y las mezclaba con el placer corporal que se ofrecían. Lento y tranquilo. Como se supone debería ser.

Jeno beso cada rincón, cada lunar, cada cicatriz, cada zona erógena con todo el amor posible que su cuerpo fuera capaz de expresar; arrancando de la garganta de Renjun jadeos con su nombre, esparciéndolos por la habitación, marcándola con su presencia.

Renjun se aferró al cuerpo de Jeno, deseando más, deseando poder ser suyo siempre y mientras su cuerpo era tomado temporalmente, se permitió adueñarse del de Jeno. El corazón palpitando acelerador, los labios besando su cuello, los brazos rodeando su espalda, todo le pertenecía por el tiempo que aquel momento permaneciera.

La canción pareció durar horas. Pasando del morado y rosado a un tenue azul y vivo rojo. Cambiando y transformándose junto con los dos hombres disfruta sin tapujos ni pudor al otro. Los deseos más profundos de ambos saliendo a la luz por primera vez, los verdaderos sentimientos rodeándolos y sensaciones nuevas moviendo los hilos.

Los cuerpos y mentes en el clímax se prometieron muchas cosas, se juraron muchas cosas. Todo mientras colores rodeaban aquella flamante pasión.

Jeno jamás podría olvidar aquel encuentro. Y así como su primera cita, la tenía tallada tan profundamente, cada detalle vivido en su cabeza como si se tratara de ayer. La canción sonando en el fondo de su mente.



Parte 2/3

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