2. ¿Apostamos?
Blanca
—No, Jorge no. Saldré fatal en la foto de este año...
—Saldremos mal. Pienso que saldré bizco en la foto.
—Y yo con cara de culo. Y más en la foto grupal.
—Es verdad. Quiero ver a tus compañeros, a ver con quién te emparejo.
—Yo también haré lo mismo, así que no te hagas ilusiones.
—Si la mitad de la clase somos chicos.
—Pues te juntaré con un chico si hace falta. Ay mi hermanito mayor, siendo gay... qué bonita pareja harías con... ¿Cómo se llamaba?
—Calla, idiota.
—Ah es verdad, con Adrián...
—Blanca, ese tío ya es más maricón que mi tío, venga ya.
—¿Es coña?
Él negó con la cabeza.
—No, es gay de verdad.
—Ay, cuanto me alegro, pues mejor. Jorge y Adrián juntitos.
—¿Yo? Qué asco. Blanca deja de parecer que tienes retraso mental. Anda, si lo tienes.
—¿Dónde está Adrián?
Me giré para buscarlo.
Él me tiró del brazo.
—Hija puta, subnormal... ¿eres imbécil o que te pasa?
—Menudas flores me echas, Jorge, yo también te quiero, eh...
—De nada, siempre será un honor.
—Cabrón.
***
—¿Te gusta socializar? —me preguntó Álvaro nada más venir al lado mía. Por la puta cara.
Me encogí de hombros.
—¿No te molesta si se une un momento un incordio a la mesa?
Negué con la cabeza.
Y enseguida su amigo Diego se sentó por la cara en la mesa de delante y se dió la vuelta.
—¿Eres la compañera de mesa de mi amigo, no?
—¿No lo ves, idiota? —le respondió Álvaro y después se dirigió hacia mí—. Es que el pobre tiene un severo retraso mental.
—¿Ves Blanca? Mira como me maltrata este niño, encima que soy majo con él... —dijo con tono infantil—. Dile algo.
—¿Y qué le debería decir? —pregunté.
—Es muy malo, mucho. Y debería dejar de abrirme más una herida emocional.
—Ya le has oído —le dije a Álvaro.
—Diego, por favor. Calma.
—Vale, vale —rio—. Alvarito, ¿sabes quién nos dio el año pasado Física, Biología e Historia?
—Me parece increíble que hayas pasado de curso con tres suspensas...
—Es que soy maravilloso. Soy una alegría para la vista de los profesores.
—Querrás decir que sos una mierda a la vista de los ojos —vino Mateo—. Diego, amigo, un consejo.
—¿Sí?
—No te ilusiones. Te va salir horrible todo.
—Qué inspirador, Mateo.
—Lo sé, lo sé, ya dejá de tirarme flores.
—Lo haré todas las veces que haga falta para enamorarte.
—Creo que ya me tenés loco enamorado.
***
En Mates, nos dieron una cosa rara para completarla de combinatoria y esas cosas. Y como no, deberíamos hacerlos entre los dos.
—Esto sería... combinatoria —dijo.
Osea, se lee un mini fragmento del ejercicio y ya sabe lo que es. Y yo releo más de veinte veces y sigo sin entenderlo.
—¿Cómo? —pregunté.
—¿El orden no influye, no? Que más da sacar primero la bola negra o la azul. Lo importante es sacar las dos bolas y ya. Eso es combinatoria.
—¿Y el resto?
—No sé.
—¿Y cómo se resuelve este ejercicio?
—Con la fórmula que hay aquí —señaló una parte del libro.
Me acerqué para verla mejor.
—¿Y la M? ¿Y la N? ¿Qué serían?
Me siento muy preguntona, pero creo que tengo al lado mía a una persona intelectual.
Y a la vez me siento una molestia.
—M el total de las bolas y N no sé, pero en este caso son dos.
—Aaah, vale, vale...
Cuánto odio este tema.
En un momento, mientras hacia él esfuerzo de hacer el ejercicio, oí a Álvaro descojonarse y yo alcé la vista para ver. Y es que se estaba riendo de la desgracia de su amigo Diego.
—¿Qué está pasando? —le pregunté.
—¿Eh? Nada, que simplemente Diego es tonto.
Joder, pues puta curiosidad me daba saber lo que decía el hombre este. No se oía bien debido a los gritones de nuestros compañeros.
En un momento, Diego tuvo que levantarse y mover su santa mesa al lado de la del profesor.
Allí es donde Álvaro empezó a reírse más fuerte. Por lo que veía, Diego también se empezó a descojonar.
A mí me llega pasar eso y en vez de reírme, me muero de vergüenza y lloro. Y me sentiría mal durante todo el día.
Álvaro
—Voy a preguntarle algo al profesor, ¿vale? —le dije a Blanca.
«Menuda excusa de mierda te acabas de inventar, Álvaro» pensé.
Cuando llegue a la mesa del profesor yo estaba intentando aguantar la puta risa.
—¿El ejercicio está bien? —le pregunté.
—Te veo muy interesado en las clases últimamente, eh... —comentó el profesor.
¿Ah sí? Ni yo lo sabía.
Bueno, ahora que me tocó de pareja una chica que estudia a diario y es aplicada... me gustaría estar a su altura, sinceramente.
Me da un poco de cosa estar allí, parezco tonto al lado suya.
—Me alegra mucho, Álvaro. Eres un chico muy inteligente.
Esta frase se supone que debería decirla al final del curso...
Empezó a explicarlo, aunque yo ya sabía hacerlo. Solo era por acercarme a Diego.
—Alvarito si me pasas el ejercicio, la clavas.
—Y tú, Diego, me encargaré de que tus padres se enteren. Y sé que puedes hacer el ejercicio por tu cuenta y no depender de tu compañero.
—Profe, me lo pasa o si no lo hago por Chat GPT.
—Por esa aplicación nunca, Diego. Es una vergüenza que utilices eso —le dije irónicamente.
—El alumno ejemplar que todos queremos —añadió el profesor, que creo que se llamaba Javier.
Sí ahora me acabo de acordar de su nombre.
—Profeeee, ¿seguro que ya no me puedo ir? Es que no me siento cómodo aquí...
—Es para tenerte vigilado, amigo.
—Pero...
—Además tu compañera también merece un poco de paz.
—¿Ni irme al sitio libre que hay allí?
—¿A qué te sientas aquí durante todo el curso?
—Bueno, Diego, ya oíste —le dije—. Pórtate bien.
—Es lo que hago.
Me volví a la mesa y pobre Blanca, la dejé sola.
Pero ella estaba con el móvil. Mejor no ponerme de cotilla.
No pude evitar verla. Por lo menos disimulaba bien utilizando el móvil. A la vez estaba sonriendo. ¿Qué coño estará haciendo? ¿Acaso se está enviando mensajes con su novio?
—El profesor te está mirando —le dije sin querer.
Ella enseguida lo guardó dentro de la cajonera.
Blanca alzó la vista para comprobar y no, Javier estaba pendiente de Diego.
—Qué puto susto...
—Era verdad. Te lo juro —mentí.
—No me asustes, eh.
—Era una advertencia.
—Pero qué advertencia ni nada, si Javier solo estaba hablando con tu amigo...
—¿Me estás llamando mentiroso?
—Puede. ¿Me dejas enviarle un mensaje más a mi hermano y ya después te digo creyendo la historia que te estás inventando?
Uy, a Blanca cuando quiere, se pone borde. Eso no me lo esperaba.
—Lo digo porque es ilegal utilizar el móvil en clase. —Dije en voz alta para que me oyera Javier aunque no sería así.
—Como si tú no lo utilizaras, Santa Teresa de Calcuta... —guardó el móvil en su bolsillo.
Puede que fuera cruel, pero me reí de ella. Qué gracia hace esta chica.
¿Lo peor? Creo que se enfadó.
***
—Yo creo que el de Mates ya me tiene manía... —dijo Diego.
—A ver boludo de mierda, obvio que si. De la forma que vos te comportas normal. Pensá con la cabezota. Princesa de España.
—Robaste mi apodo, capullo.
—Te queda mejor que yo.
—Mentiroso.
—Como digas, pero te picas porque llevo la razón.
—Joder parecéis pareja los dos. —Opiné—. Mateo y Diego... un nombre para la parejita. ¿Diteo? Joder, queda fenomenal.
—Calla, que tenés envidia de que yo esté con el boludo.
—¿Yo? Qué va. Yo prefiero a las chicas antes que a ese loco.
—Es verdad, con... ¿cómo se llama la chica con la que te sientas...?
—Blanca —le contestó Mateo—. Álvaro está enamorado de Blanca.
—¿Yo? ¿De Blanca?
—No nos mientas, yo veía como le hablabas a ella y no te ponías borde como te sueles poner con todos —me dijo Diego—. Hasta socializas con ella.
—¿Porque será mi compañera de mesa, idiota?
—Calla. Argentino, hagamos apuestas. Esto va acabar en un amor profundo.
—Opino lo mismo que tú por primera vez. Me sorprende.
Rodé los ojos.
—Idiotas.
—Ya veremos.
—De paso, ¿quién tiene ganas de hacerse una paja? —propuso Diego.
—Yo —le dije.
—Perfecto. Vamos al baño.
—Putos psicópatas... —dijo Mateo riéndose.
—Me encantó ese acento español, argentino —rio Diego—. Vamos, Alvarito.
Nos fuimos al baño, obviamente lo de la paja era una broma, solo lo dice para ir al baño por ir. Esa lógica de Diego no tiene sentido.
Si me hiciera una paja, en todo caso sería en mi casa, cuando esté solo.
—¿Sabías que me pajeo pensando en ti, no? —me dijo de broma Diego mientras nos dirigíamos al baño.
—Dios, Diego. Estás mal.
—Me lo dicen mucho.
—No me sorprende.
Cuando entramos había ya unos chiquitines de 1° de la ESO. ¿Por qué la gente se está volviendo más baja?
—Oye, necesito un consejo —le pedí a Diego mientras este entraba dentro de un cubículo del baño.
—¿Sí, mi amor?
—¿Cómo le hago para que alguien no se enfade conmigo?
—No sé, depende de la situación.
—Es que... Tengo una sensación de que merece la pena ser amigo de ella. Jurao. De Sánchez.
—Ayyy, ¿te preocupas por ella? Qué bonito. Ya lo sabía.
—No lo malinterpretes. Solo es ser amigo y ya.
—Sí, sí, lo que tú digas. ¿Quieres consejos para ser su novio, no?
—No, idiota. La enfadé hoy, eso creo. Y me siento mal.
—Álvaro está sintiéndose mal por alguien y encima una chica... algo nunca visto. Momento histórico.
—Sí, sí.
—Preguntale si está enfadada contigo —se oyó de fondo la cisterna del váter—. Y ya.
—Yo creo que una mujer cuando se enoja, no quiere hablarle a nadie.
Diego salió del baño y se fue directamente a lavarse las manos.
—Ya que piensas que ella es diferente... merece la pena, ¿no crees?
Joder con Diego. Creo que es el mejor dando consejos. Y uno de los mejores amigos que he tenido y que voy a tener.
—Ay, Álvaro. Inténtalo, ¿va? Yo te creo en tu increíble presentimiento y además sobre una chica, así que... Además, considero que tienes una buena intuición.
—Oye, aquí me estás tratando como si fuéramos a ser pareja.
—Para ti. Yo solo te estoy dando consejos, amigo mío. Y desde mi punto de vista.
—Ja, gracias.
—Pobre amiguito mío, quiere solucionar un problema con la chica que le gusta.
—No me... —me interrumpió.
—Calla. No sabemos lo que el futuro guarda para todos.
—Las clases de Filosofía si que te han llegado al cerebro.
—¿Cuál cerebro?
Después del recreo, yendo a clase, ya estaba allí ella.
—Ey... Blanca. —Me senté en mi sitio.
—¿Sí?
—Lo siento por lo de esta mañana... —dije mirando para abajo, mientras ella me miraba atentamente—. Si te ofendió. Te veías algo enojada.
—¿Yo? ¿Enojada?
Me encogí de hombros.
—Supongo.
Blanca
No me lo esperaba para nada esas disculpas. Y menos por su parte.
A ver si me enfadé, pero llegar al extremo de que Álvaro se haya replanteado todo y se disculpe... además, no creo que se lo hayan dicho sus amiguitos.
Sus disculpas son... sinceras. Suena ridículo pensando como es Álvaro.
Pero me alegró el día, siendo sincera.
—Yo también fui borde. —Le dije.
—Mi culpa también por tocarte los cojones un poco.
Pensando que estamos montando un drama los dos por un mini incidente de nada.
Ahora suena un bonito recuerdo, dentro de unos meses nos parecerá una estupidez.
—Bueno, espero que no haya malos rollos, eh.. Que me caes bien —me dijo Álvaro—. Y no me gusta que haya mal ambiente con las personas que me caen bien.
Espera. ¿Qué acaba de decir Álvaro? ¿Le caigo bien?
Pensé que nunca iba a caer bien a ninguno de ese grupito de chicos. Y menos a él.
Álvaro en realidad se ve como una buena persona, la verdad. Aunque la mayoría de veces se mantiene muy frío, es majo.
Aleluya.
He estado haciendo este capítulo durante estos ocho días, para entregar semejante... cosa. Si doy vergüenza es por el cansancio (sí, siempre escribo por la noche y suelo dar vergüenza con lo que escribo )
Con la batería a punto de morirse JAJAJAJAJA, espero tener pronto el capítulo (como sabeis, tardaré miles de años)
Siento si las partes de Mateo salieron mal 😭
Gracias One Direction por hacer que termine este capítulo 💋
Segunda cuenta: sariukaaaa
Tengan buen día y nos vemos en el otro (no sé qué hacer en el siguiente, jurao)
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