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CAPÍTULO14







Después de aquella conversación, Jem me había dicho que mi abuela le había escrito para exigirle que tenía que inscribirme en las mismas asignaturas de Isabelle. Jem había intercedido por mí, y aunque mi abuela se veía claramente descontenta, al fin había accedido a dejar mi horario tal y como estaba mientras me adaptaba del todo al ritmo de la academia, aunque claro, en las vacaciones inter semestrales, cuando algunos estudiantes se quedaban en la academia para tomar cursos adicionales, yo tendría que quedarme. Habíamos hablado un poco más, Jem me había contado cosas maravillosas de mamá, sus aventuras en la academia y lo feliz que ella había sido en ese lugar. También me había informado que él era mi padrino y que desde el momento en el que había llegado a Idris, le había recordado a mamá.

Después de charlar un poco más, por fin me había dejado libre, recordándome por supuesto, que seguía castigado y que mis comidas seguiría tomándolas en mi habitación. El que fuera su ahijado y casi sobrino, no me libraría de ser tratado como un alumno más en Idris, yo estaba demasiado aturdido para alegar, por lo cual simplemente había asentido y había salido de su oficina para encaminarme a mi habitación con paso cansado. Cuando por fin llegué allí, miré a Alec acostado en mi cama. Estaba profundamente dormido y abrazado a una de mis almohadas, una de sus piernas estaba estirada y la otra estaba tan recogida que formaba un triángulo. Su rostro estaba completamente hundido en la almohada y su cabello estaba esparcido sobre mi cama. Su camisa se había salido y se había levantado un poco, por lo cual pude ver su pálida piel, tan suave como la seda.

Suspiré acercándome a él y pasé delicadamente mis dedos por su cabello antes de deslizar el dorso de mi mano por su mejilla. Las pestañas de Alec comenzaron a revolotear antes de que sus parpados se alzaran lentamente, revelando aquellos preciosos ojos color zafiro que tanto me fascinaban.

-Hola mi bello durmiente –canturreé y Alec soltó una pequeña sonrisa antes de dejar de abrazar la almohada y abrazarme a mí. Su rostro se enterró en mi regazo y dejó escapar un tierno gruñido adormilado.

-Te tardaste –señaló con voz ahogada y yo solté una risita mientras le acariciaba el cabello.

-Lo siento cariño, había mucho que charlar.

- ¿Estás en problemas?

Mordí mi labio recordando las palabras de Jem.

"Magnus, tu reinarás".

Suspiré pesadamente y asentí.

-Sí, supongo que se podría decir que sí.

Alec apartó su rostro de mi regazo y me miró con preocupación.

- ¿Fue duro contigo?

-No... aunque me lo merecía, pero hay algo más.

- ¿Qué? –Alec se sentó en la cama y se echó hacia atrás para darme espacio. Tras quitarme los zapatos, subí mis piernas–. ¿Cómo que hay más?

-Jem me ha dicho todo lo que necesitamos saber... o al menos lo que queríamos.

- ¿A qué te refieres?

-Ya sé porque estoy aquí Alec, y sí, en parte tiene que ver porque papá estaba desesperado, pero hay algo más.

-Dime –incitó Alec acariciándome la mejilla; yo suspiré antes dejar escapar el torrente de palabras llenas de preocupación.

Y le conté todo lo que me había dicho Jem.

-Demonios Magnus –soltó Alec una vez terminé de hablar–. Rey de Edom... eso, eso es grande.

- ¿Qué tan grande?

-Casi tanto como mis padres, es decir, nuestro reino es muy rico y poderoso, pero si hay un reino respetado es Edom... ¿y tu abuela? Diablos, es una leyenda. Nunca me lo hubiera imaginado, ella es grandiosa...

- ¡Oye! –Le di fuerte manotazo en el brazo–. ¿Dices que no estoy a su nivel?

-No Magnus, por supuesto que no, yo nunca diría eso –Alec suspiró tomándome la mano antes de llevarla a sus labios–. No se trata de nivel, es solo que tu abuela es tan estricta y tú tan... –el chico tocó se tocó el labio inferior con su lengua, como buscando la palabra correcta–. Extravagante. No imaginé que tuvieran relación. Pero eso es genial, ¿no?

- ¿Ser rey? No, yo no, nunca. Alexander no sé cómo manejar mi vida, ¿y esperan que maneje mi propia nación? Ya entiendo porque papá no quería que yo estuviera aquí –musité desolado. Alec asintió.

-Sí, supongo que sabía que te encontrarías con este mundo... y bueno, con estas responsabilidades.

-Y no hay nadie que pueda reemplazarme...

-Bueno Magnus, esta es una decisión muy importante, yo mismo tardé años en tomar la mía, y aun así sabía que mi reino estaría bien en manos de Isabelle, pero no hay más herederos en Edom.

-Pero yo no quiero ser rey...

-Magnus ni siquiera te has adaptado a la idea de que eres un príncipe, creo que debes pensarlo muy bien, no tomes una decisión de la que te puedas arrepentir.

-Pero tú rechazaste el título –señalé acusador.

-Sí, y te lo digo de nuevo, tardé años en llegar a esa decisión, por favor, al menos piénsalo.

Yo suspiré y asentí. Alec me miró orgulloso antes de besar mi mano.

- ¿Tendré que decirte "mi majestad"? –Preguntó burlón y yo chasqueé la lengua antes de rodar los ojos.

-Sólo si yo puedo decirte así.

-Ni te atrevas.

- ¿Por qué no? –Inquirí retador–. ¿Cómo lo impedirás? ¿Acaso me piensas retar?

-Claro que no –Alec me tomó de la cintura y me recostó en la cama. En un rápido movimiento mis brazos estaban inmovilizados por una de sus manos y el chico se encontraba sentado en mi regazo. Sus piernas atajaron las mías–. No sería justo para ti.

-Te doy una orden real Alexander –dije con un tono duro, pero cariñoso–. Mi decreto real dicta que no puedes inmovilizarme así.

-Oh, eres un real estúpido –soltó Alec riendo antes de besarme con fervor.

Su mano liberó las mías, que se introdujeron en su revuelto cabello antes de bajar por su cuello y hasta sus hombros fuertes pero relajados. Desabroché la camisa del chico y la arrojé a un lado. Alec un rió en medio del beso mientras desabrochaba mi camisa. Mis piernas rodearon la estrecha cintura de Alec, atrayéndolo más hacia mí.

- ¿Es en serio? ¿Siempre que venga a esta habitación tendré que verlos dándose lote? Por favor, parecen conejos –se quejó Isabelle sentada en el marco de mi ventana.

Yo solté un brinquito y Alec miró con reproche a su hermana.

-No Isabelle, no parecemos conejos porque los conejos permanecen cogiendo y tú nunca nos dejas hacer nada.

-Eres tan inoportuna –refunfuñó Alec estirándose para tomar su camisa y ponérsela rápidamente. Sus mejillas estaban completamente sonrojadas, pero su mirada estaba llena de irritación–. ¿Qué haces aquí?

-Bueno, no los he visto en todo el día y Simon está furioso con ustedes, dice que por su culpa Jem le ha dado una fuerte reprimenda, y bueno, para ser sincera, ayer en la noche escuché la voz de nuestro querido y sexy director, por lo cual tuve que salir corriendo como ustedes me lo ordenaron. Me imagino, por el enojo de Simon, que los han pillado.

-Oh Isabelle, ni te imaginas todo lo que hemos descubierto –solté divertido mientras me abrochaba la camisa.

- ¿Ayer en la noche? –Preguntó curiosa mientras entraba en mi habitación y se sentaba en la silla frente mi escritorio.

-Ayer en la noche y hoy –soltó Alec.

- ¿Qué han descubierto?

Alec me miró, claramente estaba preguntándome si podía contarle Isabelle, yo sonreí.

-Por supuesto que sí –respondí. Alec asintió y se recostó en mi cama mientras abrazaba una almohada.

-Verás Isabelle, nuestro Magnus... nuestro Magnus es alguien importante –empezó el chico antes de relatarle todo lo sucedido a Isabelle.















(✿◠‿◠)













-No inventes, ¿Jem y Will? Esto es grande.

Yo chasqueé la legua mientras arqueaba una ceja hacia ella.

- ¿Más que el que yo vaya a ser rey?

-Por supuesto que sí, es decir, Will siempre estaba tonteando con Tessa, creí que eran novios.

-Ahora que lo pienso –musité–. Catarina me dijo que era el no-se-que de Tessa, ¿crees que se refería a eso?

-Por supuesto que sí, no lo puedo creer, ¿Jace lo sabe?

-No –aseguró Alec–. Y no te metas Isabelle, es eso es asunto de él y estoy casi que seguro que es un secreto, así que por favor...

-Pues no la entiendo. Jace jamás te rechazó por ser gay –Isabelle rodó los ojos–. Will y Jace se criaron con nosotros, deberían tener la confianza suficiente para contarnos este tipo de cosas.

-Isabelle no te metas –repitió Alec–. Por favor, ¿crees que podamos centrarnos en lo importante?

-Sí... sí, por supuesto –la chica me miró–. ¡Demonios! ¿Eso significa que tendrás clases conmigo?

-Eso es lo que quería mi abuela, pero Jem la ha convencido que es mejor dejar esa clase de cursos para el tiempo inter semestral.

- ¿Te quedarás aquí? –Preguntó Alec sorprendido; yo me encogí de hombros.

-Al parecer, ¿ustedes no?

-Alec nunca se queda, solo nos quedamos aquellos que tendremos que gobernar, eso significa que normalmente no hay más de diez alumnos –Isabelle parecía resignada ante ello–. Alec se va con Jace a pasar vacaciones de lo lindo, pero yo tengo que ver esos cursos especiales.

-Bueno, este año me quedaré –señaló Alec.

Isabelle junto sus cejas mirándolo extrañada.

- ¿Por qué?

-Por Magnus –obvió–. No quiero alejarme de él.

Isabelle rodó los ojos, pero sonrió abiertamente.

-Son tan cursis.

-Eso te encanta cariño –señalé mientras acariciaba los dedos de Alec.

-Bueno, en fin, esto es fuerte, ¿y ahora qué? Creo que la misión de espías por fin terminó.

-Sí –suspiré agotado–. Supongo que eso es bueno.

Isabelle se puso en pie y colocó una de sus manos en mi escritorio, tumbando mi libreta y algunos papeles. La chica se agachó rápidamente a recogerlos, pero su atención se fijó en uno, antes de mirarme con una ceja arqueada.

- ¿Una nota de un admirador? –Preguntó divertida mientras me tendía el papel.

Yo la miré extrañado y estiré mi mano para tomar la nota, pero Alec fue más rápido. Cuando la leyó, sus cejas se fruncieron antes de que me dedicara una mirada oscura. Tragué grueso.

- ¿Quién es Ragnor Fell y por qué te está citando después del toque de queda en el bosque? –Preguntó molesto.

Mis ojos se abrieron de golpe y prácticamente le arranqué la nota de la mano a Alec mientras me ponía en pie.

No, no, no, eso era imposible.

Leí la nota... y ahí estaba la bella caligrafía de mi mejor amigo...

...mi mejor amigo que se supone, estaba muerto.



Magnus, hermano, tenemos que vernos después del toque de queda. Nos vemos en el claro dónde se celebra la fogata. Tú ya sabes dónde. Te he estado observando, sé que puedes llegar. Por favor, necesito verte.

Te extraño.

Ragnor Fell.



Tragué grueso mientras miraba a Alec con pánico.

¿Qué estaba sucediendo?

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