CAPÍTULO 24
- ¡Estamos listas! –Canturreó Isabelle una vez llegué a la habitación.
Isabelle y Clary estaban en sus batas con sus cabellos un tanto mojados, lo que fue un indicio para saber que acababan de ducharse. Yo las miré divertido.
-Pues no parecen listas.
-Nos referimos a que estamos listas para arreglarnos –Isabelle rodó los ojos mientras me tomaba del brazo y me arrastraba hasta el interior de su habitación.
Yo solté una risita mirando la cama de Isabelle, la cual era un desastre llena de bellos vestidos.
- ¿Ya escogieron que ponerse?
Isabelle hizo un puchero y negó.
-Por supuesto que no.
-Por eso estás aquí, necesitamos un amigo gay que nos ayude a escoger los vestidos –señaló Clary divertida.
-Yo me considero un bisexual librepensador y espontáneo –aseguré con firmeza.
-Por favor no digas eso nunca delante de mis padres –rogó Isabelle divertida–. Ya te has metido en un buen lío con mamá, y no creo que seas muy bien aceptado en las vacaciones de invierno.
-Sí claro, como si pudiera ir –resoplé mirando los vestidos.
-Cierto, Alec y tú se quedarán conmigo –Isabelle pareció animada por ello.
- ¿Lo harán? –Preguntó Clary sorprendida.
-Por supuesto, ahora Magnus tiene que tomar las mismas clases que yo –señaló Isabelle revolviendo entre los zapatos.
-Oh vaya, por un segundo había olvidado todo el asunto... aquello.
-Y por favor no lo toquemos esta noche –imploré–. Quiero alejarme de todo esto y disfrutar de nuestro baile de invierno. No se hacen cosas como estas en mi escuela.
- ¿Ah no? –Clary parecía sorprendida–. Creí que las escuelas públicas lo hacían.
-En teoría –respondí–. Pero no es más que un puñado de adolescentes ebrios en un gimnasio dónde coronan a un rey y una reina. Normalmente en escogen a los más estúpidos y populares de toda la escuela.
-Bueno no es tan diferente –señaló Isabelle revolviendo entre todos los vestidos–. Sólo que, por supuesto somos un puñado de adolescentes ebrios en un salón de baile, oh y con nuestros padres.
- ¿Sus padres vienen? –Inquirí asombrado.
-Ajá –respondió Clary tomando el vestido que le tendía Isabelle y arrugando el ceño–. Isabelle, esto es demasiado descubierto.
-Nena, quiero que entiendas algo, tú te pondrás lo que yo te diga y no protestarás. Yo veré si te queda hermoso y si es así, lo utilizarás en el baile, ¿entiendes? –Clary miró ceñuda a Isabelle, pero asintió en medio de un gruñido–. Y sí –continúo Isabelle–. Los más importantes políticos, accionistas y famosos vienen a este baile, por eso es el mejor de todo el año. Vienen mis padres, los padres de Jonathan, los de Simon, tu abuela... –contó Isabelle, pero yo me quedé estancado en aquello último.
- ¿Mi abuela viene?
-Por supuesto, es la persona más importante en este momento en Idris, por supuesto va venir –aseguró Isabelle comenzando a peinar su cabello.
- ¡Demonios Isabelle! –Gruñí–. No me dijiste, habría escogido algo mejor.
-Lo sé, por eso he tomado algunos de los trajes de Alec y los he traído –musitó Isabelle rizando su cabello.
-Izzy, me quedarán demasiado enormes, quizá yo sea más alto que tu hermano, pero él es claramente mucho más musculoso que yo.
-Al igual que Clary, tú también te pondrás lo que yo diga, sin protestar –la chica se dirigió a su armario–. No te preocupes, tomé uno de tus uniformes para saber tu talla y después envié los trajes de Alec para que los arreglaran para ti.
-Espera un momento, sólo me pondré uno, ¿estás diciendo que dañaste varios trajes de tu hermano sólo para ver cuál me queda mejor?
-Él tiene muchos y puede tener más –señaló Clary terminando de ponerse el vestido.
-Y yo quiero que es luzcas perfecto, ya le diste una terrible mala impresión a mamá aquel día, así que por favor sólo vístete, déjame arreglarte, ponerte en divino y podrás conocer a papá... y por supuesto no seas impertinente –gruñó Izzy dejando la rizadora a un lado para caminar hacia la cama, tomar uno de los trajes y tendérmelo–. Pruébatelo.
-No soy impertinente –gruñí tomando con brusquedad el traje que la chica me tendía. Isabelle lanzó una risita musical, pero antes de que pudiera decir algo, se escuchó la puerta de Isabelle ser llamada.
- ¿Esperas a alguien? –Preguntó Clary mientras Isabelle le arreglaba el vestido.
-En realidad no, se supone que nos íbamos arreglar nosotros solos –Izzy miró atentamente el vestido de Clary antes de negar y tenderle otro–. Prueba con este.
-Oh, lo siento –recordé–. Catarina y Tessa... espero que no les moleste, pero las invité a arreglarse con nosotros.
- ¿Las qué? –Preguntó Clary.
-Pero creí que habían sido muy malas contigo –señaló Isabelle.
-Sí, lo fueron, pero dicen que lo lamentan y bueno... parecían arrepentidas. No quiero tener encontrones con nadie. No quiero resentimientos... espero que no les moleste, pero si lo hace puedo despedirlas.
Clary e Isabelle se miraron, pero la chica de cabello color zanahoria se encogió de hombros.
-Yo realmente no veo ningún problema con ello.
-Yo tampoco –Isabelle se encogió de hombros–. Creo que todos merecemos una segunda oportunidad.
-Gracias chicas –besé la mejilla de Isabelle y corrí hacia la puerta, cuando la abrí, allí estaban Catarina y Tessa con sus vestidos en enormes bolsas negras.
-Lamentamos llegar tarde –se disculpó Catarina con voz tímida.
-Sí, lo sentimos, aún no decidimos que ponernos.
Isabelle sonrió con suficiencia.
-No se preocupen –la chica se acercó a las bolsas que tenían las recién llegadas y se las quitó de la mano antes de desocuparlas sobre su cama. Varios preciosos vestidos cayeron allí–. Yo las vestiré.
-Suerte con eso –canturreó Clary. Isabelle le lanzó una mirada de reproche y yo cerré la puerta mientras que Catarina y Tessa se unían a las demás–. Espero que estén listas... y listo, para la mejor noche de su vida, se verán excelente –decretó Isabelle mientras nos miraba con malicia–. La hora del baile ha llegado.
⊙o⊙
Quizá todos juzgamos a Isabelle demasiado pronto, pues la chica tenía razón, era un genio de la moda, definitivamente había hecho su trabajo a la perfección. Yo miré complacido a las chicas.
Catarina llevaba un precioso vestido sin tirantes con una falda de tul hasta la mitad de los muslos, la cintura tenía un precioso adorno plateado que combinaba a la perfección con el color morado del vestido. Sus tacones eran finos y no tan altos, plateados y combinaban a la perfección con sus joyas, un precioso collar de gemas relucientes descansaba sobre su clavícula y grandes pendientes colgaban de sus orejas. Isabelle no sólo había vestido a Catarina, también le había hecho un precioso peinado que combinaba a la perfección con su estilo. Había utilizado las perfectas ondas de Catarina para recoger su cabello un poco; apenas una trenza que creaba una corona con algunas joyas plateadas incrustadas estratégicamente en el cabello de la chica para que se viera hermoso. Las oscuras ondas caían en forma de cascadas rizadas sobre sus hombros.
Luego estaba Tessa, Isabelle también había pensado muy bien a la hora de vestirla, se veía simplemente perfecta, pues llevaba un largo vestido gris plateado que relucía. De la cintura para arriba tenía hermosa purpurina que lo harían billar a la perfección con las luces que habían instalado en el salón. El vestido no tenía mangas y apenas si le cubría sólo un hombro, mientras que la parte de arriba brillaba centellante por la purpurina. La larga falda que se alcanzaba a arrastrar, era de un gris satinado simplemente hermoso. Combinaba a la perfección con los ojos de la chica. Su hermoso cabello castaño estaba recogido en un alto moño rizado y trenzado con delicadeza. Algunos rizos caían estratégicamente del moño, enmarcando el precioso rostro de la chica. Llevaba un collar ajustado y en sus manos relucían algunos anillos del mismo color que el vestido. En sus pies calzaba unas preciosas sandalias con un tacón bajo y en uno de sus tobillos llevaba una reluciente pulsera.
Clary por supuesto, no se había quedado atrás, Isabelle había escogido para la chica un precioso vestido color verde que resaltaba el hermoso color de sus ojos esmeralda y su cabello zanahoria. El vestido tenía unas finas tiras, un escote pronunciado y un corte de sirena que resaltaba las curvas de la chica. Isabelle había bañado su piel pálida con un spray brillante y dorado que le había dado un aspecto magnífico a la chica. Llevaba una delgada cadena que caía justo entre su pecho y un pequeño anillo colgaba allí. Al parecer había sido regalo de Jace y la chica siempre lo cargaba. Isabelle no había trabajado mucho en el cabello de Clary, puesto que sólo le había hecho una delgada trenza para formar una coronilla, eso sí, lo había rociado con un perfume que le había dejado el cabello tan brillante como había quedado su piel; intuí que era el mismo producto. Clary estaba maravillosa, como no la había visto nunca...
...y luego estaba Isabelle...
...la linda Isabelle...
...la perfecta Isabelle.
Ella podría haber usado un pijama viejo, y por supuesto seguiría siendo la más hermosa del lugar. Su vestido era negro, lo cual hacía parecer su cabello más oscuro de lo que era y su piel más pálida. Aunque no había sido el mismo negro que había utilizado el día que conocí a su madre, no, era un perfecto negro azabache, pero con escarcha plateada bañándolo y dándole un aspecto maravilloso, aunque al igual que el vestido que había visto aquel día, este también tenía un largo corte dejando ver una de sus perfectas piernas. Supuse que le encantaba presumirlas. Llevaba unos tacones negros bastante altos, me pregunté cómo no se caía de ellos. Su precioso cabello sí que había quedado a la perfección, llevaba un elaborado moño alto trenzado con algunas cintas plateadas, y sobre su cabeza reposaba una preciosa tiara plateada con finas gemas.
-No sabía que la tenías –señalé mirándola impresionado.
-La utilizo sólo para eventos especiales, no me gusta andar por allí recordando que soy una princesa.
- ¿Por qué no? –Preguntó Catarina ayudando a Clary a recoger los vestidos–. Todo el tiempo luces como una.
Isabelle le sonrió cariñosamente antes de terminar con su trabajo. Llevaba ya bastante tiempo arreglándome, pero ya por fin había terminado. Yo había sido el último, por supuesto, las chicas habían tardado demasiado en ellas y yo sólo tenía que ponerme un traje, el que Isabelle había escogido. Yo llevaba un hermoso traje. El saco era blanco bañado con purpurina dorada. Los pantalones eran de aquel color dorado y los zapatos eran tan blancos como la camisa. Los gemelos del traje eran de un hermoso color oro y deduje que eran de aquel material precioso. Mis ojos iban con un delicado delineado negro dorado y las sombras eran de un suave color oro, resaltando el color de mis ojos. Mis orejas llevaban pendientes y aros. Mis cejas estaban perfectamente maquilladas y mi cabello, por supuesto, bañada con una vasta cantidad de purpurina dorada.
Isabelle sonrió orgullosa.
-Bueno, ¿y qué tal? –Inquirió la pelinegra.
-Isabelle eres un genio, de verdad quizás seas la reina de la moda –aseguré emocionado.
-Por supuesto que lo soy –Isabelle besó sonoramente mi mejilla y por un momento agradecí que su labial no fuera de aquellos que se corrían, o si no hubiera quedado muy marcado, pero allí no había rastro de su beso–. Bueno, ¿a todas les gustó mi trabajo?
Las chicas se miraron entre sí antes de asentir.
-Es verdad lo que dice Magnus, demonios, Isabelle, debes ser un genio de la moda –afirmó Catarina–. Creo que nunca antes me había visto más bonita.
-Ni yo –musitó Tessa.
-Yo menos –aseguró Clary.
Isabelle las miró con reproche.
- ¿Quieren dejar de ser tan bobas? Yo no he hecho nada. Ustedes son hermosas por naturaleza, yo simplemente he escogido algunos vestidos, les hice un peinado y las maquillé para que su belleza se resalte, pero su verdadera belleza es natural, así que dejen de decir tonterías –la pelinegra agitó la mano antes de dirigirse a su desordenada mesita de noche. Había frascos de purpurina, joyas y mucho maquillaje allí... y bajo todo aquel desastre, Isabelle tomó una cámara y la agitó ante nosotros–. Bueno chicas, es verdad que son hermosas siempre, pero no siempre estamos tan arregladas, así que yo exijo algunas fotos –demandó Isabelle. Catarina y Tessa se sonrojaron, pero Isabelle no les dio la oportunidad de decir palabra, me arrojó la cámara y arrastró a las chicas a un lado–. Tú tomarás las fotos.
-Como mande, jefa –respondí burlón y así lo hice.
Las chicas hicieron varias muecas y sonrisas mientras se abrazaban y reían. Tomé varias fotos antes que Isabelle tomara mi mano y me arrastrara más cerca de ellas.
Todos nos amontonamos e Isabelle, estirando su mano lo que más pudo, nos tomó varias fotos antes de arrojar la cámara a la cama bueno.
-Chicas creo que ahora sí estamos listas –Isabelle sonrió con emoción–. Esta será una de las mejores noches de su vida –la chica se dirigió a la puerta y la abrió dramáticamente–. Ahora, a divertirnos, hoy es nuestro día –declaró antes de salir de su habitación.
Entre sonrisas emocionadas y comentarios nerviosos la seguimos.
Sí, definitivamente sería un baile lleno de emociones, aunque no significaba que aquello fuera algo positivo.
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