CAPÍTULO 15
Dedicado a Andrea, una excelente representante del llano Colombiano. Espero que te guste 💙
-Y dime Magnus, ¿hay algo que quieras decir? ¿Algo que quizás quieras explicar? –Preguntó Alec mirándome con el ceño profundamente fruncido–. ¿Quién es Ragnor Fell? –El chico me hablaba y yo lo escuchaba como si una pared gigante nos dividiera. Su voz sonaba lejana y mi mente estaba centrada en aquella noche... en la sangre rodeándome... en los gritos torturados de mi mejor amigo... y en la oscuridad–. Magnus –insistió Alec y yo alcé mi cabeza. El ojiazul me miró sorprendido y me abrazó contra su pecho–. ¿Magnus pasa algo malo?
-Ragnor –musité con la voz rota–. Mi Ragnor.
- ¿Tú Ragnor? –Preguntó Alec receloso–. ¿Qué pasó? ¿Quién es él? ¿Quién es Ragnor? –presionó Alec.
- ¡Alec basta! ¿No ves cómo está? –Preguntó la hermana del chico–. Es obvio –Isabelle suspiró mientras me miraba preocupada–. Es tu mejor amigo, ¿verdad? –Preguntó la pelinegra y yo asentí. Alec me estrechó más contra su pecho.
-Oh Magnus, no lo sabía, lo siento mucho...
-Pero lo que no entiendo es... –habló Isabelle con suavidad y noté que estaba preocupada por herirme con sus palabras–. Creí que tu mejor amigo...
-Yo también –la interrumpí.
- ¿Cómo podemos saber qué es él? –Preguntó Alec y yo me encogí de hombros.
-Definitivamente es la letra de Ragnor.
-Realmente no es una prueba válida –señaló Isabelle–. Hace años aprendí a hacer la letra de mamá y papá...
- ¿¡Aprendiste qué!? –Preguntó Alec frunciendo el ceño.
-Vamos Alec, en todos los líos que me he metido, tenía que aprender la letra de mamá para firmar las notas que le enviaban. Tenía que aprender a salvarme de los problemas –se defendió Izzy.
- ¡Entonces quizá deberías evitarlos! –Gruñó mi lindo ojiazul–. Como sea –Alec suspiró–. Isabelle tiene razón, que sea la letra de Ragnor en realidad no prueba nada.
-Iré –aseguré. Isabelle y Alec me miraron como si estuviera loco, pero antes de que Alec pudiera decir palabra, yo lo silencié posando mis dedos sobre sus labios–. Sí es verdad que Ragnor está vivo... –mi voz se quebró–. Tengo que saberlo.
-No lo entiendo, se supone que estaba muerto –señaló Isabelle–. Tú lo viste morir, ¿o no?
Me mordí mi labio.
-Sí... no... no lo sé... no exactamente.
- ¿A qué te refieres?
-Lo que sucedió con Ragnor... aún no lo entiendo. Recuerdo todo lo sucedido aquella noche... y aun así es tan... borroso...
-Magnus –Alec habló suavemente mientras me llevaba a la cama, se tiró en ella y me sentó en sus piernas–. ¿Crees que puedas contarnos lo sucedido?
Miré a Alec con enorme pesar, pero asentí.
Quizá... quizá aquello me podría liberar, y tal vez entendería lo que había sucedido, aunque aquello me partiera el corazón. Tomé una bocanada de aire antes de hablar.
-Las vacaciones de verano se estaban terminando. Ragnor y yo disfrutábamos pasar tiempo fuera, ir a fiestas, emborracharnos, cosas típicas de un adolescente de ciudad. Aquel día no era la excepción. Ragnor pasó por mi casa y fuimos al lugar donde se celebraría la fiesta. Bebimos... bebimos quizá en demasía. Bebimos hasta perder la conciencia... desperté cuando escuché unos gritos desgarradores. Estaba en un parque, detrás de unos arbustos. Me desperté en un charco de sangre, tenía arañazos y la ropa desgarrada, pero estaba bien –las lágrimas se deslizaban por mis mejillas como cascadas–. Ragnor no lo estaba... se estaba desangrando... un hombre alto estaba inclinado sobre él. Estaba oscuro, tenía una capucha encima, no pude ver nada más que su sonrisa... su espantosa sonrisa y sus labios blancos. "Tú eres siguiente" me dijo inclinando su cuchillo para atacarme. Creí que era mi fin, entonces se escucharon unos pasos, ramas rompiéndose y algunos disparos. El hombre fue herido en el hombro y huyó. "Corre Magnus, por favor" suplicó la voz de mi amigo. "No quiero dejarte" le dije abrazándolo. Mi cuerpo se llenó de su sangre, pero Ragnor sólo podía verme con terror. "Te amo, te amo Magnus. Eres hermano que siempre deseé tener". Fueran las últimas palabras que le escuché pronunciar antes que alguien me tomara de los hombros y me arrastraron fuera. Un policía me llevó lejos. Había ambulancias y patrullas por todo lado. Alguien había reportado un ataque... cuando los agentes volvieron, el cuerpo de Ragnor no estaba allí, solo aquel gigantesco charco de sangre. Supusieron que el asesino había regresado para deshacerse el cuerpo. Quise correr yo mismo, buscarlo, pero papá llegó y me lo impidió. Creí que no volvería a ver a Ragnor Fell. Los agentes aseguraron que por el nivel de sangre que había, era más que seguro que estaba muerto. Yo también lo creía. Había visto la muerte brillar en los ojos verdes de Ragnor. Sabía que esa sería la última vez que lo vería. Estaba seguro. Y fue así –arrugué la nota al presionarla contra mi pecho y un sollozo fuerte se escapó de mis labios. Alec acarició mi cabello con suavidad y me meció entre sus brazos.
-Así que por lo visto hay una probabilidad de que esté vivo –señaló mi chico con suavidad. Yo asentí.
-Quiero que esté vivo –musité mientras miraba a Alec entre lágrimas–. ¿Amas a Jace?
Alec asintió sin dudarlo ni un segundo.
-Es mi hermano, no podría imaginar mi vida sin él... o de ser así, sería un infierno.
-Así ha sido mi vida desde que Ragnor desapareció. Alexander si quieres correr con Jem hazlo, pero te aseguro que ni tú, ni él, ni nadie impedirá que vaya a ver a Ragnor o a quien sea que haya escrito esa nota. Si tengo la esperanza de volverlo a ver, me aferraré a ella, pero no pienso perder a mi hermano, no otra vez.
-No seas ridículo Magnus –Isabelle se acercó a mí y acarició delicadamente mi rostro–. Por supuesto que no correremos a dónde Jem.
-No es que me mate la idea –refunfuñó Alec–. Pero Isabelle tiene razón, jamás nos chivaríamos con él. Estamos contigo. Te lo he dicho desde el principio Magnus, cuenta conmigo, quiero ser tu apoyo y que tú seas el mío –Alec tomó mis mejillas entre sus manos acercando mi rostro al suyo y me besó suavemente–. Te acompañaremos.
-Por supuesto que sí –Isabelle me miró con cariño–. Después del toque de queda estaremos aquí. No podemos utilizar la puerta sin principal. Simon estará de guardia nuevamente y no estará feliz de vernos, creo que esta vez está tan enojado que no nos cubrirá.
-Isabelle tiene razón, Saúl no dejará que nos escapemos. Hoy bajaremos por la pared...
-Pero tu mano... –alegó Alec y yo acaricié delicadamente su pecho.
-Hay cosas más importantes, como Ragnor –aseguré. Alec suspiró pesadamente y asintió.
-Sí, tienes razón, entonces nos encontraremos aquí en la noche.
-Por supuesto que sí, estaré lista –Isabelle tomó mi mano sana y le apretó suavemente–. Estaremos los tres.
-Por supuesto que sí –Alec besó mi frente.
En aquel momento miré a los dos hermanos Lightwood. Sí, un año atrás había perdido a Ragnor y ahora había encontrado dos personas maravillosas que estaban dispuestas a sacrificarlo todo por mí.
Sonreí agradecido apoyando mi frente en el hombro de Alec.
Había perdido a Ragnor y esperaba volver a recuperarlo, pero, aunque no fuera así, no podría hundirme de nuevo, no con Alec e Isabelle a mi lado.
(♧◑ω◑)☞♡☜(◐ω◐♧)
- ¿Estás listo? –Preguntó Alec desde el marco de mi ventana. Yo solté un brinquito al verlo allí, pero sonreí abiertamente.
En el exterior el viento soplaba con suavidad y el cabello de Alec estaba completamente revuelto gracias a eso. Llevaba un suéter café que se veía bastante antiguo y unos pantalones deportivos, al igual que sus zapatillas.
-Por supuesto –musité mientras terminaba de ponerme mi viejo brazalete.
Llevaba un jean ajustado negro con mis botas adoradas y la camisa que había llevado el primer día. Al parecer Alec debió reconocerla, porque sonrió mirándola y lanzó una risita.
- ¿Te he dicho que me fascina esta? –Preguntó señalándola. Yo solté una risita mientras le rodeaba el cuello con mis brazos.
-No lo has dicho, pero lo supuse.
- ¿Ah sí?
-Por supuesto, el primer día no podías quitarme los ojos de encima.
- ¿Quién podría? La camisa tiene razón, contigo hay un peligro de belleza extrema.
Solté una risita. Había estado toda la tarde, completamente tenso y apenas si había probado bocado de la comida que me habían traído a la habitación. Estaba ansioso, pero todos mis miedos se desvanecieron al ver al chico.
Alec rodeó mi cintura con sus brazos y besó mi frente.
-Todo estará bien –aseguró y yo no lo dudé, por lo cual asentí.
-Si estás a mi lado, por supuesto que sí.
- ¿Por qué no me extraña que estén siendo tan cursis? –Preguntó Isabelle desde el marco de la ventana.
Ni siquiera me sobresalté, estaba tan acostumbrado a sus llegadas inoportunas, que me imaginé que aquel ambiente romántico no duraría mucho.
-Hola Isabelle.
-Hola Magnus –la chica llevaba un vestido un tanto suelto que le llegaba hasta la mitad de los muslos y las botas de tacón asesino que había llevado a la fogata también las tenía puestas.
- ¿Cómo logras escalar vestida así? –Pregunté; Isabelle me lanzó una mirada encantadora.
-Es talento natural.
-Isabelle, debes tener más cuidado, sí tropiezas...
-Estoy bien hermano mayor, no empieces, ahora vamos, tenemos que llegar rápido y estamos lejos. Tendremos que correr.
- ¿Correrás en tacones? –Pregunté sorprendido; la chica rodó los ojos.
-Si puedo escalar con ellos, ¿por qué no podría correr así?
-Tienes un punto –señalé.
-Bueno, ya basta de perder tiempo, ¿están listos? –Inquirió Isabelle.
Yo asentí, Alec salió por la ventana y yo lo seguí. Mi chico estuvo muy cerca de mí todo el tiempo hasta que por fin tocamos el suelo. Una vez estuvimos abajo, tomó mi mano herida con suavidad y la acarició.
- ¿Está bien?
-Por supuesto que sí Alexander, no tienes por qué preocuparte.
-Vamos chicos, dense prisa, tenemos que llegar –apresuró Isabelle.
Alec sonrió tomándome de la mano antes de salir corriendo con gran velocidad hasta internarnos en el bosque.
Mi corazón estaba latiendo con violencia. Tenía pánico, sabía que estar al lado de Alec me tranquilizaba, pero, aun así, si aquella carta era cierta y estaba escrita por Ragnor, lo vería, lo vería después de un año de creer que estaba muerto.
Me sentía feliz, y al mismo tiempo tan... confundido.
¿Qué estaba sucediendo? ¿Podía ser que todo lo que había creído hace un año fuera mentira?
Creía que era un chico ordinario. No lo era.
Creía que mi mejor amigo estaba muerto. Eso podría no ser cierto.
Creía qué tendría una vida normal. En los últimos meses se había vuelto muy loca.
Creía que papá jamás me había mentido. Al parecer sí lo había hecho, o al menos no había sido del todo sincero.
-Llegamos –musitó Isabelle. Ella se veía completamente fresca al igual que Alec.
Yo me encontraba un tanto cansado, hacía tanto tiempo no corría de tal forma, que tuve que apoyar mis manos sobre mis piernas para tomar un poco de aire. Isabelle lanzó una risita cantarina.
-Qué mal estado físico tienes.
-No te burles de él –reprendió a Alec, aunque su voz estaba cargada de diversión–. ¿Estás bien?
-Sí, por supuesto –respondí. Alec sonrió y tomó mi mano para besarla, pero algo llamó su atención. Girando mi muñeca con suavidad, acarició la pulsera que me había puesto antes de salir de mi habitación.
-Nunca te la había visto.
-No suelo llevarla –admití–. En realidad, no me la pongo hace un año.
-Pero te la pusiste hoy...
-Porque fue un regalo de Ragnor.
-No puedo creer que aún lleves esa baratija –soltó una familiar voz. Yo pegué un brinquito y solté un chillido.
Allí, al otro lado del claro, se encontraba mi mejor amigo.
Su cabello lucía igual que la última vez que lo había visto, perfectamente cortado y peinado. Su rostro, sus manos, su cuerpo e incluso su ropa lucían como suya. Casi parecía el mismo, pero sus ojos, sus ojos habían perdido aquel brillo de felicidad que habían tenido en mi mejor amigo. Y su sonrisa, su sonrisa no era nada amigable...
...y prometía peligro.
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro