#Te odio
[HyungWon]
Era un idiota. Aunque técnicamente esta vez no había sido mi culpa. Todo el mareo del alcohol se me bajó enseguida cuando mi jefe se acercó y me besó. Todavía no podía creerlo, ¿qué bicho le habrá picado?
No voy a mentir, había sido un buen beso. De esos donde a uno le quedan temblando las piernas y otras partes del cuerpo pero algo no estaba bien. Y no hablaba de la situación en sí, que si estaba mal, pero abrí los ojos, perdido en lo que estaba pasando y mitad para cerciorarme de que efectivamente estaba besando a Hoseok y no a algún fulano cualquiera que había confundido con él. Me había pasado anteriormente, no con Hoseok, obviamente pero cuando uno es joven y estúpido, el alcohol no es un buen compañero del buen juicio o del sentido común. Y entonces abrió los ojos y me empujó, cortando el beso. ¿Qué mierda le pasaba?
—Lo siento, HyungWon, yo no... Aishh soy un idiota.
Ah. Por supuesto que tenía que venir el arrepentimiento. No le contesté. ¿Qué iba a decirle después de que me hubiera escupido que había sido un error? Me di la vuelta para poder largarme. Por primera vez quería irme a mi casa y llorar abrazado a mi mamá.
Cuando salí el aire frío me hizo estremecer. Yo había llevado una chaqueta y ahora no la tenía. Hoseok me alcanzó cuando estaba buscando un taxi en el mar de autos de la avenida.
—HyungWon, vamos al hotel.
Necesitaba un auto con urgencia de lo contrario iba a derrumbarme en la acera y ya había hecho bastante el papel de idiota para seguir sumando papelones a mi numerito de la noche.
Sentí su mano cerrarse en mi antebrazo y lo miré.
—Vamos al hotel. Mi auto está ahí —señaló hacia el otro lado de la calle.
—Vaya usted, yo iré en un momento. Quiero despejar mi cabeza un poco. Tomé demasiado —no mentía pero sumado a eso tenía ganas de llorar y de no verle la cara.
—No. Te irás conmigo ahora. Estás bajo mi cuidado.
Quise reír por esas últimas palabras.
—¿Por eso hizo lo que hizo? —el viento hizo que mis dientes castañearan y me froté los brazos helados.
Lo vi quitarse la chaqueta y me la ofreció. Pero no quería nada de él. Me sentía mal y rechazado y no había aprendido aún a manejar el rechazo como una persona adulta. Quería irme lejos, al menos esa noche.
—No sé de qué hablas, HyungWon —dijo.
Ouch. Así que así se planteaba el juego. Acá nada pasó, nadie vio nada y ese beso no existió. Una parte de mi hasta justificaba que se hubiera comportado así. El tipo tenía una relación estable y no iba a arriesgar todo por un idiota que no sabía atarse solo los cordones. Pero por otro lado, yo no fui el que lo que besó. Él lo hizo. Yo no se lo pedí. Y por eso quería gritarle que era un idiota. Hasta yo, que ya habíamos establecido que era un idiota, sabía que eso era jugar sucio.
Sonreí, intentando convencerme que estaba bien, que tenía que dejarlo pasar porque estaba pisando el tablero de un juego que solo yo quería jugar.
—Está bien. No se preocupe. No diré nada. Esto nunca sucedió.
—Escucha... Lo que pasó ahí dentro. Yo... Lo siento. No sé por qué lo hice...
¿Quién pensaría que unas palabras podían causar tanto daño? Al menos yo no lo pensaba. Sentí una pequeña molestia en la garganta y yo sabía que el llanto estaba a dos segundos de desatarse. No podía hacerlo frente a él.
—Ok. ¿Dónde está su auto? Tengo un poco de sueño.
Me miró unos segundos con ojos grandes y preocupados. Al final asintió y cruzó la calle. Lo seguí con la mirada clavada en el asfalto. Sentía su mirada en mi cuando parábamos en algún semáforo pero no lo miré ni una sola vez.
Cuando llegamos Min me echó los brazos al cuello y luego me tiró del pelo. Me disculpé como pude y me fui a nuestra habitación. Me di un baño rápido y cuando salí Min estaba esperándome sentado en su cama.
—¿Qué pasó? —preguntó en medio de un bostezo.
—Nada, tranquilo. Solo tomé un poco y bueno, el señor Shin me encontró y me trajo.
—¿Te dijo algo? Estábamos preocupados. Me mandaste algunos mensajes y pensamos cualquier cosa. Lo siento.
—Yo lo siento, Min. Debí hacerte caso y no salir. ¿Me perdonas? Juro que seré un modelo de rectitud de ahora en adelante. Solo trabajaré y me divertiré fuera de la empresa y lejos de ustedes.
Min suspiró y negó con la cabeza. —No seas tonto, sólo mantente alejado de los problemas, ¿si?
—Lo prometo —dije levantando una mano solemnemente—. Ahora vamos a dormir que me duele un poco la cabeza.
Tardé un poco en dormirme. Todo lo que había pasado esa noche seguía dándome vueltas por la cabeza.
A la mañana siguiente todo me daba vueltas pero de mala manera. Me arrastré al baño y me tragué dos analgésicos. Min ya estaba terminando de vestirse.
—¿Cómo te sientes? —preguntó pasándome la camisa.
—Como si los siete enanos y Blancanieves estuvieran zapateando en mi cabeza.
—¿Qué tomaste? —preguntó con una mueca asqueada.
—¡Mejor pregunta qué no tomé! No importa, creo que voy a alejarme del alcohol por un tiempo. Ahora, ¿dónde tenemos que ir hoy?
—Primero desayunaremos algo y luego iremos a dos laboratorios.
Suspiré resignado. Terminé de alistarme, agarré mis cosas y salimos de la habitación. El señor Shin ya estaba listo para salir y hablaba por teléfono de espaldas a nosotros. Todo el enojo me volvió pero decidí ser maduro e intentar hacer las cosas de la manera más práctica para ambos.
—Lo sé... Sí, está bien. Elige el color que tú quieras, a mi no me molesta. Dale mis cariños a tus padres, te veré en unos días. Yo también te extraño.
Me mordí el labio y el dolor de garganta volvió con más fuerza. Tranquilo. Es normal. Es su pareja. Tú eres el mal tercio. Recuerda, un paso al costado.
Hoseok colgó y se giró. Se sorprendió al vernos a los dos ahí parados. Me miró y se apresuró a guardar el teléfono en su bolsillo. Se acercó unos pasos.
—¿Cómo te sientes? Puedes quedarte si lo necesitas, HyungWon.
—Estoy bien, gracias por preocuparse, señor Shin —dije haciéndole una pequeña inclinación en señal de agradecimiento.
Movió los ojos nervioso. Min nos miró a ambos. No era tonto, podía darse cuenta del ambiente tenso entre los dos.
—Bueno, ¿vamos? —dije caminando hacia la puerta, pasando por al lado de mi jefe.
Min salió al pasillo y me calcé los zapatos para salir detrás suyo pero Hoseok me detuvo con una mano en el pecho.
—Hey —dijo en un susurro— necesitamos hablar luego, HyungWon.
—¿Se puede saber acerca de qué, señor Shin?
—Vamos, no me hagas esto. No quiero quiero que las cosas queden incómodas entre nosotros.
—Creo que eso ya lo dijo esa noche en mi casa cuando yo me tomé la libertad de pensar que podíamos ser amigos —dije en el mismo tono que él—. Y aunque esta vez es diferente, le dije que no iba a molestarlo con eso. Anoche nunca existió. Ahora, creo que sería mejor salir, Min nos está esperando.
Cerró los ojos un momento, en un obvio intento por calmarse. Salí sin darle chance a que siguiera hablando y me reuní con Min afuera del ascensor.
—Joo pregunta cómo estás y que si te divertiste anoche —dijo mostrándome el mensaje que mi amigo le había mandado.
—Dile que lo extraño y que la próxima vez iremos de caravana por toda esa lista juntos —dije y Min aprovechó para sacarnos un foto y mandársela.
—¿Listos? —preguntó Hoseok alcanzándonos.
—Si, señor Shin.
[Hoseok]
¿Qué había hecho? No había podido pegar un ojo en toda la noche. Lo había besado. Y luego le había dicho que me arrepentía. ¿Qué diablos pasaba conmigo? Está bien, merecía su indiferencia después de lo que había hecho. La cara casi se me cae de vergüenza cuando luego de hablar con Baek Ho, me giré y los dos chicos estaban parados esperándome. El rostro de HyungWon me terminó de romper. No podía dejar que todo se fuera por el caño. Yo tenía la culpa. Yo había dado ese paso que no debería haber dado. Yo lo besé, yo quise hacerlo. Lo había disfrutado y hubiera continuado todo lo que la atracción que sentía por él conllevara. Pero no podía. No era libre para hacerlo. Ni Baek Ho ni HyungWon se merecían eso.
—...necesitamos hablar luego, HyungWon.
Por supuesto que debíamos hacerlo. Yo lo necesitaba.
—¿Se puede saber acerca de qué, señor Shin?
Las paredes entre nosotros cada vez se hacían más gruesas. Su indiferencia crecía a pasos agigantados y yo me sentía cada vez más pequeño.
—Vamos, no me hagas esto. No quiero quiero que las cosas queden incómodas entre nosotros. —Estaba dispuesto a rogar por su perdón si era necesario.
Su voz cayó hasta que solo fue un murmullo. —Creo que eso ya lo dijo esa noche en mi casa cuando yo me tomé la libertad de pensar que podíamos ser amigos. Y aunque esta vez es diferente, le dije que no iba a molestarlo con eso. Anoche nunca existió. Ahora, creo que sería mejor salir, Min nos está esperando.
Diablos. Iba a tener que trabajar el doble si quería que me alguna vez me perdonara. Salió de la habitación y luego de un minutos salí yo también. Ambos chicos estaban sacándose una foto y riendo.
—¿Listos? —pregunté fingiendo sonreír.
—Si, señor Shin.
Señor Shin. Estaba empezando a odiar mi nombre.
Y si el viaje en el auto la madrugada anterior había sido incómoda como la mierda el desayuno fue peor.
Iba a tener que resolver las cosas pronto. Y no tenía idea de cómo hacerlo.
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro