#Peligro
[Hoseok]
HyungWon se movía con una soltura envidiable. Cuando entramos al restaurant varias cabezas se giraron en nuestra dirección. Y él simplemente caminaba, reinando en el espacio, con su cabello oscuro agitándose apenas sobre su rostro. Su actitud segura me hizo sentir un poco orgulloso de caminar a su lado. El chico tenía una presencia arrolladora. Él lo sabía y actuaba en consecuencia. Y sus labios se movían... Sus labios. Era increíble cómo unos labios podían crear tal distracción. ¡Sus labios estaban moviéndose y él me miraba! ¡Rayos!
—Por favor dime que no te está dando otro ataque —dijo posicionándose a mi lado y tomándome del brazo. Avergonzado negué que me estuviese ocurriendo algo y le palmeé la mano.
—No, no. Tranquilo. Me distraje por un momento.
Estabas comiéndotelo con la mirada, ¡vaya jefe maduro y responsable resultaste! El pobre chico hablándote de vaya a saber qué y tú imaginándotelo con esa bocaza sobre ti.
HyungWon me miró con el ceño fruncido no creyendo ninguna de mis palabras así que sonreí de manera inocente y señalé una mesa algo apartada.
—Espero que la comida de aquí sea de tu agrado —dije quitándome la chaqueta. Él asintió y se dispuso a leer la carta.
—Mmm, jefe, ¿podemos beber?
—¿Vas a llamarme jefe el resto de la noche?
—No quiero cruzar la línea de nuevo —dijo encogiéndose de hombros para volver a mirar la carta.
Y ahí estaba otra vez el rencor. Lo admito. Había sido enteramente mi culpa, pero no quería que las cosas fueran así de impersonales.
—Oh, vamos. ¡Qué rencoroso resultaste! ¿Nunca vas a perdonarme? —levantó sus ojos oscuros y los ancló en los míos. De pronto me sentí pequeño. La mirada de HyungWon era peligrosa. Al parecer ahora la línea la había cruzado yo.
—No soy rencoroso. Pero creo que usted tenía razón cuando dijo que no había la confianza suficiente entre nosotros —se acodó en la mesa y entrelazó sus dedos al frente, sin quitarme esa maldita mirada de encima—. A veces está bien establecer límites. Estoy acostumbrado a hacer y deshacer a mi antojo, pero mi padre me advirtió sobre mi comportamiento con usted. Y, bueno, no quiero echar a perder las cosas. Sería incómodo para usted y lo sería para mí.
—¿No crees que eso debería juzgarlo yo? —me crucé de brazos y alcé apenas la barbilla esperando que el gesto resultara algo intimidante. Pero HyungWon siguió imperturbable, con su sonrisa demasiado bonita y sus ojos demasiado grandes.
—Oh, ¿acaso ya no lo hizo? Espere... —frunció esos labios carnosos y fingió pensar— '¿No crees que te estás tomando demasiada confianza al preguntarme cosas personales?' Eso me dijo. Yo sólo estoy haciendo lo que usted me pidió.
—No quise decir eso y lo sabes. Ni siquiera dejas que me defienda —estaba molesto. Y peor me molestaba porque ni siquiera sabía bien por qué estaba molesto.
—Señor Shin —genial, ahora había kilómetros de distancia entre nosotros. Hice un gesto a la moza y ordené un vino carísimo. Necesitaba pasar el mal trago. Abrió la boca para decir algo pero al final resopló y se reclinó hacía atrás—. Bien, lo siento. ¿Podemos empezar de nuevo?
—¿Vas a seguir usando mis palabras en mi contra?
Soltó una risita desafinada.
—Podemos hacer una tregua por esta noche. ¿Qué dice?
—Que si sigues tratándome de usted la cena la pagarás tú.
Su ceja de levantó y sonrió de costado.
—¿Ese será mi castigo por tratarlo formalmente? Vaya, esperaba algo más —dijo mirando hacia un costado. El chico era astuto. Sacó su tarjeta de crédito negra del bolsillo de su abrigo y la estampó gracilmente sobre la mesa—. Mi padre invita.
Rodé los ojos y reí también. Maldito niño seductor y altanero.
—Guarda eso, la gente puede malinterpretarlo —dije empujando el pedazo de plástico con un dedo.
—¿Que podría malinterpretar la gente? Solo somos dos amigos peleándose por pagar la cuenta. —Su sonrisa burlona se extendió triunfante por toda su cara.
—Veo que ya estás bajando la guardia. Hace menos de dos minutos era tu jefe, ahora soy tu amigo. El ascenso más rápido de mi carrera.
—Queda toda la cena por delante, aún podría despedirlo.
La moza llegó oportunamente con el vino. Ninguno de los dos le prestó atención. Estábamos enfrascados en una guerra de miradas. Interesante... Y malo. Muy malo.
[HyungWon]
¿A qué estaba jugando mi jefecito? ¿Estaba intentando coquetear o intimidarme? Acepto todo lo que ese hombre quiera de mí pero no podía arriesgarme del todo, aún no conocía bien a mi contrincante. Aunque esa charla que estábamos teniendo estaba subiendo de temperatura y yo quería desvestirme.
Me tomé el vino de un solo trago, de veras que lo necesitaba si iba a tener que soportar una charla en ese tono.
—¿Me despedirás? —sus hombros se relajaron y bebió de su copa, limpiándose la boca con el pulgar. Sus ojos no se movieron en ningún momento de mi cara.
—No lo sé. Aún es temprano para eso, podría cambiar de opinión.
Sus dedos tamborileaban por la mesa y me crucé de piernas.
—¿Debería tener miedo? —sus labios se alzaron, amenazando una sonrisa.
—No se, dígamelo usted, ¿doy miedo? —una vocecita en mi cabeza me gritaba que parara ahí mismo.
—Por momentos —dijo. La moza volvió a interrumpir para ver si ya queríamos ordenar la comida y por un momento esa guerra de miradas cesó.
Una hora después ambos reíamos, contándonos anécdotas de oficina, por su parte, y de fiestas por la mía.
—Ahora dime qué se trae el enano ese malhumorado con el consultor moreno que siempre anda contigo.
—¿Kihyun y HyunWoo? —Hoseok se relajó en la silla y se acodó en la mesa—. Algo hay pero no sé bien, ¿por qué? ¿Viste algo?
—Me pareció, el enano ese está algo tieso y pensé que el moreno era su novio o algo así.
—HyunWoo es muy reservado con su vida privada y solo hablamos de trabajo.
—¿Y el petiso engreído?
—Kihyun es un tema aparte. Tuvimos algunos roces al principio, cuando empecé en la empresa. Él quería mi puesto, pero tu padre me eligió a mí. Digamos que no soy su persona favorita así que tenemos un trato estrictamente profesional.
No seguí el tema porque, honestamente, me interesaba más mi jefe que los chismes de oficina. Estaba logrando que se soltará un poco más.
—¿Quieres que vayamos por unos tragos a otro lugar o tienes que volver a tu casa? —me aventuré a preguntar.
Frunció el ceño un momento y pareció pensarlo. Por supuesto que no podía salir conmigo, tenía a alguien esperándolo en su casa.
—Está bien, no te preocupes —dije rascándome la nuca—. Sin presiones.
Al parecer con Hoseok iba a ser así, avanzar un casillero y retroceder dos. Y aún no habíamos llegado a ese nivel de amistad. Quizás estaba haciéndome muchas ilusiones y realmente él me había invitado por cortesía y para agradecer mi ayuda. A veces uno tenía que aceptar que de vez en cuando había que dar un paso al costado. Mi celular comenzó a sonar. Le hice un gesto a Hoseok y me levanté para atender. Era Joo y mi excusa para no dilatar más el momento incómodo con mi jefe. Cuando volví a la mesa lo ví jugueteando con el cubierto en su plato. Me aclaré la garganta y agarré mi chaqueta.
—¿Está todo bien? —me preguntó.
Un paso al costado. El hombre tiene pareja. Suspiré y sonreí.
—Sí, lo siento. Pero debo irme, Joo tuvo un inconveniente y me necesita.
—Oh, claro. Entiendo. Puedo alcanzarte dónde necesites...
—No, no te preocupes. Tomaré un taxi. —dije. Su expresión cambió.
—¿Seguro?
—Segurísimo. Gracias por la cena. Estuvo deliciosa.
Se levantó y salimos del restaurant. Afuera hacia frío y me estremecí. Llamé un taxi y le hice una inclinación con la cabeza.
—Adiós, jefe. Nos vemos en la oficina.
Agité la mano por la ventanilla y partí hacia mi casa.
Un paso al costado.
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