#El pase vip
[HyungWon]
—No me voy a poner eso —MinHyuk negó efusivamente con la cabeza y me miró.
—¿Qué tiene de malo? —miré la camisa otra vez intentando ver dónde estaba el defecto.
—¡Se ve todo, Wonnie!
Puse los ojos en blanco.
—Esa es la onda —le sonreí pero no hubo mucho entusiasmo del otro lado—. Ok, ok. Bueno... —puse en funcionamiento el perchero nuevamente— elige algo tú.
—¿Qué tiene de malo mi ropa? —preguntó. Lo miré de arriba abajo.
—No puedes estar preguntándome eso —frunció el ceño—. Para empezar, esa remera se dejó de usar en el '84, los jeans... En serio, Min. Te quedan geniales pero es una fiesta.
Resopló con fuerza y se puso a revisar la ropa.
—Bien, pero sólo por esta vez.
Al final optó por una camisa de seda azul marino y unos pantalones de cuero negro.
—¿No es excesivo para un yate?
—No, no. Llevaremos otra muda de ropa por si hay algún accidente.
—¿Accidente? —sus ojos se abrieron al límite.
—Improvistos. Nada de otro mundo, ya sabes, si se vuelca un poco de alcohol o te vomitas...
Sonreí ante la cara de horror que ponía mi compañero pero al final cuando ya estuvimos vestidos y maquillados nos subimos a mi coche y nos fuimos para la fiesta.
—¿Quién es el rubio y por qué no me lo habías presentado antes? —Joo me agarró del brazo y me arrastró hacia adentro apenas llegamos.
—¿Desde cuándo te gustan los hombres? —me reí.
—Desde que lo vi a él. No, en serio. ¿Es gay?
—Si, pero no te ilusiones demasiado. Es muy serio y bueno para ti. Así que déjalo en paz.
Joo hizo un puchero, activó esos ojos de ternero yendo al matadero y aleteó las pestañas.
—¡Oh, no! Quita esos ojos, no me vas a arrastrar en tus locuras.
—Sé bueno, preséntame a tu amiguito, juro que me portaré bien. Además es mi cumpleaños, se supone que tienes que hacer todo lo que yo quiera por hoy.
—Déjame en paz, ya te presté el yate.
—Quiero que me lo regales a él, es muy lindo. Además, piénsalo, si no lo arrojas a mis brazos, conseguiré otra forma menos caballerezca de hacerlo... —lo miré sopesando las opciones— y vi cómo lo miraba Chang también. Y sabes tan bien como yo que eso no es nada bueno.
—Oigan, no pueden desubicarse con él, es compañero de trabajo y mi jefe lo adora. Si le hacen algo...
—¡Tampoco quiero robarle los órganos! —exclamó sirviendo champagne en dos copas. —Hazlo por mi, te prometo que lo trataré como a un rey, ¿sí?
—Ya deja de mirarme así, demonios. Eres asquerosamente insoportable cuando quieres. Debería arrancarte esos ojos adorables con un tenedor.
Sonrió y sus hoyuelos salieron a la superficie.
—Vamos. Subamos que quiero ir a abrir mi regalo.
Suspiré derrotado y lo seguí. Cuando salimos a cubierta, había gente bailando, otras tomando y cantando. Busqué a Min con la mirada y lo vi sentado acorralado entre Chang y una chica de pechos grandes. Lucía asustado y confundido.
—¡Min, ahí estás! —dije acercándome. Su mirada se suavizó y se levantó de un salto.
—¿Dónde te habías metido? Esos dos no tienen vergüenza, ¡ella quería que le apretara un pecho para que viera que son naturales y no me hagas repetir lo que ese chico dijo que quería hacerme!
Me eché a reír y me comí un codazo en las costillas.
—¡Ouch! Bien, lo siento. Ah, Min, te quería presentar al cumpleañeros —Joo puso su mejor sonrisa y casi me empujó para sacarme del medio.
—¡Hola, soy Joo! —se presentó y le ofreció una copa que Min agarró con desconfianza.
—Te conozco, saliste en el programa ese de moda la otra noche.
Joo hizo el intento de no parecer muy complacido y otra persona que no lo conociera tanto hasta hubiera pensado que era modestia y humildad. Claro que no era así. Joo había nacido para las cámaras. Simplemente le encantaba ser el centro de atención.
—Oh, ¿en serio? —dijo poniendo su mejor cara de nene inocente. Quise golpearlo.
Min asintió con timidez. Si había algo que me maravillaba siempre era la forma que Joo tenía de envolver a las personas en la palma de su mano. No sé cómo lo hacía, tal vez eran sus ojos que podían pasar de ser peligrosos a ser absolutamente adorables en cuestión de segundos. O tal vez fuera su boca. Tenía la mala costumbre de hacer pucheros que le daban un aire totalmente tierno y la gente no podía evitar encontrarlo encantador. Aunque estaba un 98% seguro de que eran esos hoyuelos. Esos hoyuelos eran un peligro para casi la totalidad de la humanidad. Solo le bastaba sonreír para conseguir lo que quería. Era algo curioso y desconcertante a la vez. Joo era un pésimo alumno y todo el plantel docente, especialmente los ancianos, lo adoraban hasta rayar en lo ridículo. Siempre se salía con la suya y podía afirmar con total convicción que no era por los millones de su familia. Joo podría haber nacido en la miseria y aún así se las arreglaría para conseguir lo que quería. Solo sus amigos más cercanos sabíamos que detrás de esa fachada de niño perdido de Peter Pan se escondía un holgazán de los peores que sólo parecía fumar hierba y enredarse la lengua rapeando incoherencias. Y por lo visto Min no era inmune a sus encantos. Debería haberlo filmado siendo todo sonrisas y mejillas rojas.
Me alejé sin poder creerme lo fácil que era todo para algunos. Estuve divirtiéndome toda la noche, saltando de grupito en grupito, sacando fotos y riendo.
Hasta que mi celular vibró en mis pantalones.
'¿Cómo te sientes hoy? Ayer te fuiste de la cena sin despedirte y tu papá nos dijo que te sentías mal...'
¿Hoseok? ¿Mi jefe me estaba mandando un mensaje? Casi salto de la emoción hasta que me acordé que seguía enojado por lo que había pasado en mi habitación.
'Me siento mucho mejor. Gracias por preguntar. Saludos a BaekHo'
Simple, amable y educado. Después de todo era mi jefe. Me recosté en la cama del camarote de mi padre y cerré los ojos. El teléfono volvió a sonar.
'¿Sigues enojado?'
Sonreí muy a mi pesar.
'No, no se preocupe. Usted tenía razón. No debo tomarte tanta confianza con las personas. Lo siento por eso.'
Otra vibración.
'Entonces tenía razón. Te enojaste.'
Me senté en la cama.
'No. En serio. Despreocúpese. En este momento estoy algo ocupado. Lo veo el lunes. Que descanse, jefe.'
Guardé el teléfono en mi bolsillo y no le presté más atención. Arriba había una fiesta y yo debía divertirme.
Hoseok chasqueó la lengua y tiró su celular a un costado. ¿Qué estaba haciendo? Mandándole mensajes al hijo de su jefe. No sabía qué lo había impulsado a hacerlo, pero tenía una sensación molesta desde la noche anterior. ¿Qué era exactamente lo que le molestaba? No lo sabía, pero ahí estaba esa sensación en la boca del estómago. Sabía que había exagerado al contestarle así y buscaba que HyungWon no le guardara un rencor innecesario.
—¿Qué te sucede? —BaekHo entró a la habitación y empezó a vestirse.
—Nada. Hablaba con HyungWon...
BaekHo levantó las cejas.
—¿Pasó algo?
—Espero que no. Anoche hizo un comentario que yo me tomé a mal y le respondí de mala manera. Y se ve que sigue enojado.
Su pareja se echó a reír y se sentó a su lado.
—Es un niño todavía, sabes cómo son a esa edad. Ya se le pasará.
Hoseok gruñó y se abrazó a su almohada.
—No quiero que las cosas se pongan incómodas. Tengo que ver al muchacho todos los días.
—Entonces congracíate con él. Invítalo a almorzar y discúlpate. O hazle un regalo.
—¿Tú crees que eso servirá?
—No lo sé. Pero sé que no vas a dejar pasar eso. Te preocupas demasiado por todos. Así que solo encuentra la manera de acercarte a él. No es tonto y verá que eres un encanto. Pronto lo tendrás comiendo de tu mano como todo el mundo. ¡Fighting!
Hoseok sacudió la cabeza y rió. Quería amigarse con HyungWon e iba a poner todo lo que tenía en sus manos para que al chico se le pasara el enojo.
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