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#Culpa

[HyungWon]

Ya había empezado a besarme en el ascensor y no paró de hacerlo hasta que llegamos a nuestro piso. Honestamente, no estaba quejándome. Había querido que eso pasara desde que lo vi por primera vez pero estaba sorprendido por la intensidad con que manejaba sus impulsos. No me dio tiempo a nada, simplemente afirmó sus manos a mi trasero y me besó de una manera que los dedos de mis pies se encorvaron y mis ojos casi desaparecen tras mi cabeza. Cielo santo, este hombre era de temer...

Lo próximo que supe es que tenía a mi jefe arrodillado frente a mi y mis pantalones enredados en mis tobillos. Su lengua caliente rodó sobre mi piel desnuda y suspiré complacido. Al parecer los dolores de la madrugada habían desaparecido por el momento. Como pude, aferrándome a los bordes de la gran mesa de roble de la sala, miré hacia abajo y la escena se imprimió en mi retina. Me miró mientras trabajaba en mi zona roja y me guiñó un ojo. Mi excitación llegó casi al límite y enterré mis manos en su cabello.

—Se... señor Shin... mmfff —balbuceé con las pocas fuerzas que me quedaban y mis rodillas casi cediendo— Min... Min puede... oh dios, puede venir... en cualquier momento...

Asintió y se levantó a regañadientes.

—Si, tienes razón —dijo apretándome contra su cuerpo y besándome en la boca. Su cabello estaba revuelto y su mirada era capaz de incendiar cosas, como a mí por ejemplo—. Es que quiero hacerte tantas cosas... —Ok. Si eso quería, ¿quién era yo para decirle que no?

—Vamos a su habitación —propuse agarrando mis pantalones y luego su mano para guiarlo.

Esta vez fui yo quien se lanzó contra su cuerpo. Me tomé el tiempo de explorarlo completo. Aún me costaba creer que ese cuerpazo de infarto estuviera a mi merced y esa idea hizo que mi erección se disparara dolorosamente.

—Jefe...

—¿Mm? —esa fue su respuesta. Sonreí y acaricié sus nalgas con deleite. Me incliné sobre su cuello para mordiquear suavemente la piel y luego su oreja— Sabe... me preguntaba si...

—Sólo dilo —dijo suspirando entre besos.

—Quiero montarlo.

Pareció despertar de golpe. —Oh —dijo. Mis manos no paraban de estimularlo y su respiración estaba acelerándose.

—Vamos... Déjeme demostrarle que yo también puedo hacerlo sentir bien...
—Llevé dos dedos a mi boca y luego los llevé a su entrada para acariciarla con suavidad. Su gran cuerpo se estremeció y finalmente asintió.

Era todo lo necesitaba para pasar al siguiente nivel y ya todo el pudor que pude haber llegado a sentir —que por supuesto nunca llegó— desapareció. Lo empujé sobre la cama y me senté sobre él, besando su cuello, sus hombros, su pecho. Su piel era casi irreal y por una fracción de segundo me pregunté que crema usaría —pequeños deslices idiotas que uno tiene. Me encantaba cómo mis manos se deslizaban con facilidad por su piel. Afirmé una mano bajo su rodilla derecha y levanté su pierna, soltó un jadeo cuando lo penetré con mi dedo.

—Oh... —dijo cuando rocé su próstata. Su leve temblor hizo que mi codicia creciera rápidamente e introduje otro dedo. Se mordió el labio y se llevó una mano a la cara.

—¿Así está bien? —pregunté moviendo los dedos en su interior y estimulando su miembro con mi mano libre. Dejé algunos besos en su pecho.

Asintió, gimiendo por lo bajo.

—Hazlo —dijo–. No creo que pueda aguantar mucho más... En el cajón hay preservativos.

Besé su boca y me incorporé estirando la mano para revolver el cajón. ¿Por qué tenía preservativos? No le presté atención, después de todo en los hoteles había máquinas expendedoras en algunos baños y algunas veces, uno se encontraban con pequeñas cañastitas surtidas con cosas de aseo y uso personal. De todas maneras yo estaba impaciente y el señor Shin también así que me puse el preservativo y me arrodillé para lubricarlo bien con mi boca.

—¡HyungWon! —exclamó un poco alto, pero rápidamente tapó su boca y se abandonó a la sensación.

—Shhh, no queremos que nos escuchen. Gírese, por favor... —necesitaba ver ese trasero de película en primer plano. Lo hizo y casi me entierro sin aviso. Era increíble. Reprimí un jadeo y con delicadeza me alineé y empujé apenas. Lo vi hundir sus dedos en las sábanas y esconder la cara. Me incliné hacia adelante y besé su espalda mientras entraba un poco más. Pero no fue hasta que empinó un poco el trasero que toda la mente se me nubló y de una estocada llegué al fondo. Gimió contra la tela y eso me dio pie para continuar. De todas formas ya no había vuelta atrás. Todo iba más allá de mis fantasías. Poco tiempo después el placer me golpeó con fuerza y caí sobre su espalda, buscando que el oxígeno entrara en mis pulmones.

—Wow...

Un rato después seguíamos besándonos. Iba a ser fatal volver a Corea.

              [Hoseok]

Los días restantes en Japón se fueron en un abrir y cerrar de ojos. Reuniones, firmas de contratos, pocos paseos, algunas sesiones de sexo desaforado en el auto... Estaba perdiéndome cada vez más por él. El hijo de mi jefe. El chico hermoso de veinte años. No podía pensar con claridad, mi concentración era deplorable y Min estuvo a punto de llamar a un médico porque según él, me veía como si un tren me hubiera pasado por encima.

—En serio, jefe. Puede estar incubando algo —dijo el último día, mientras intentaba armar las maletas.

—Estoy bien, Min. No te preocupes. Sólo estoy un poco cansado.

Y en parte era cierto. Estaba cansado pero extrañamente contento y satisfecho. El problema era que tener a HyungWon cerca, paseándose por la habitación en bata, con su cabello largo y sus labios apetecibles me tenían al borde del colapso. Quería besarlo, abrazarlo, entrerrarme en su cuerpo, mimarlo... Me sentía un estúpido cuando me sonreía disimuladamente o me guiñaba un ojo. Ni siquiera presté atención a mi celular que sonaba a mi lado.

Los dos chicos frente a mi levantaron sus miradas de lo que estaban haciendo y luego se miraron entre ellos.

—Eh... Jefe... —Dijo Min golpeando sus dedos contra la mesa a mi lado.

—¿Mm? —mi mente estaba en el cuerpo delgado y hermoso de HyungWon.

—Su teléfono. Está sonando.

Me despabilé en seguida y atendí. BaekHo.

—Oh, hola...

—'Hola, amor. ¿Cómo estás? Ayer te llamé un par de veces pero no contestaste...'

Suspiré. —Lo siento. Estuve algo ocupado...

Confirmado. Era un idiota. Estaba mintiéndole descaradamente a la persona que había estado a mi lado tanto tiempo.  No le atendí porque estaba retozando con mi empleado. ¿Cómo podía estar haciéndole eso a BaekHo? Me enderecé en mi silla y me levanté para terminar la conversación en mi habitación.

—¿Cómo estás? —le pregunté, mientras me movía por la habitación juntando las últimas cosas para el viaje.

—Extrañándote —dijo. Cerré los ojos. Me dolía la cabeza. Quizás era la culpa.

—Yo también te extraño... —Y las mentiras me salían una tras otra.

—Iré a recogerte al aeropuerto y luego a tu departamento. Ya quiero verte.

Luego de colgar me quedé sentado mirando la alfombra. No sabía qué iba a hacer de ahora en adelante. No podía seguir jugando a dos puntas. Debía tomar una decisión.

Unos golpecitos en la puerta me hizo levantar la cabeza. Era HyungWon, que se asomó apenas.

—Em, señor Shin... Es hora de irnos.

Asentí y me levanté.

—¿Estás bien? —preguntó susurrando.

—Si, solo estoy algo cansado. ¿Tienen todo listo?

—Si, señor. —Dijo sonriendo y la culpa que estaba sintiendo se hizo casi insoportable. Debía dejarlo ir.

—HyungWon, yo quería...

—¡El taxi ya nos está esperando! —gritó Min desde la sala.

—¿Necesita ayuda el equipaje? —preguntó.

—No, está bien. Adelántense. Yo los sigo.

Y así salimos del hotel y le dije adiós a mi breve aventura con mi hermoso HyungWon.

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