#Búsqueda
[Hoseok]
Nos miramos con Min justo cuando la señora Chae entraba desesperada a la sala de espera. Apenas me vio, avanzó con los brazos abiertos.
—Yu Ri —dije estrechándola brevemente. La pobre mujer estaba pálida y asustada.
—Hoseok, dime que él está bien —miró a Min y lo saludó también.
—Aún no tenemos noticias.
La señora Chae caminó hasta la recepción buscando algún médico.
—Señor Shin, ¿qué hacemos con lo de HyungWon? ¿Cree que le haya pasado algo? Tengo miedo... —Min se refregaba las manos en los muslos compulsivamente y yo no podía pensar bien.
—No sé qué hacer, no puedo decirle esto a la señora Chae.
—No, la matará la noticia.
Nos quedamos mirándonos un rato en silencio.
—Tengo que ir a buscarlo —dije de repente.
Necesitaba asegurarme que él estaba bien.
—¿Seguro? —Min parecía dudar pero finalmente asintió—. Si, será lo mejor. Averiguaré todos los datos.
—Reserva un pasaje lo antes posible.
—Si, señor —dijo agarrando su teléfono y saliendo de la sala.
No sabía si era la decisión más acertada pero no iba a tener paz hasta tener a HyungWon de vuelta a mi lado, sano y salvo.
Min consiguió un vuelo para esa misma noche. Esperé junto a Min y la señora Chae el parte médico de mi jefe y pocos minutos después el doctor salió para informarnos que el señor Chae iba a estar bien.
—Como saben, el señor Chae sufrió un infarto agudo de miocardio —la señora Chae se llevó una mano al pecho—, pero quédese tranquila, señora, su marido estará bien y dentro de poco podrá volver a su vida normal. Lo único es que va a tener que ser más estricto en lo referente a la comida y el ejercicio.
Entonces sólo había sido un susto lo cual fue algo muy alentador teniendo en cuenta que mi cabeza sólo estaba a kilómetros de distancia y no podía dejar de pensar en HyungWon. Mi vuelo saldría a las ocho de la noche y Chang pasaría a recogerme al aeropuerto. Me esperaban trece largas horas de viaje.
Llegué a mi casa, agarré un bolso y tiré algunas prendas adentro. Chequeé mi documentación y salí hacia el aeropuerto.
Estaba sumamente ansioso y nervioso en partes iguales pensando en lo que podría haberle pasado a mi chico. Se me estrujaba el corazón pensando que algo malo le podría haber pasado. Jamás me perdonaría el haberlo alejado de mí.
Las horas se me hicieron interminables y para cuando el avión aterrizó yo ya estaba a punto de saltar del dichoso aparato. Corrí lo más que pude hasta la puerta de desembarque y busqué al amigo de HyungWon basado en la foto de sus redes sociales. El chico estaba esperándome por suerte. Era un muchachito menudo con un aspecto gótico que lo hacía parecer amenazante. Sonrió al verme y me hizo señas.
—Señor Shin, no sabe cuánto me alegro que usted esté acá. Estoy desesperado.
En el camino al auto me explicó que HyungWon había estado actuando erráticamente desde que habían llegado cinco meses antes. Que se había dedicado a una vida de fiestas, alchol y sexo. Me sentí incómodo por lo último pero no tenía derecho a juzgarlo ni a pensar mal de él. El chico estaba dolido y yo sabía que todo era mi culpa.
—El otro día lo amenacé con llamar a su padre si no se ponía a estudiar, usted sabe, intenté ayudarlo con las tareas y trabajos haciendo su parte pero HyungWon no parecía querer cooperar. Creo que actuaba así porque estamos en un país menos rígido que el nuestro, pero comencé a asustarme.
—¿Por qué?
—Porque HyungWon nunca había actuado así antes. Si es verdad que salía a fiestas y todo, pero los últimos meses estaba algo... ido. Parecía que ya nada le importaba, apenas si comía, fumaba marihuana todo el día y tomaba mucho.
—¿No dijo si iba a ver a alguien la última vez que lo viste? ¿Te dijo algo?
El chico negó con tristeza. —No. Le dije que llamaría a su padre y se encerró en su habitación a hacer su parte del trabajo. Unas horas después salió vestido para la noche y esa fue la última vez que lo vi.
—Entiendo, ¿averiguaste los lugares donde pudo haber ido?
—Si, un par de compañeros lo vieron a eso de la medianoche del miércoles en un conocido bar irlandés tomando unas cerveza con algunas personas, pero luego de eso nada. Lamé a su celular pero la última entrada suya es el jueves a las 3 a.m. luego de ahí su celular murió.
Todo cada vez pintaba peor.
—Bien, vamos a dividirnos las tareas. Tú irás a los bares cercanos al lugar ese que dices que lo vieron.
—¿Y usted?
—Yo iré a los hospitales. Si algo le pasó habría que empezar por ese lugar. Si nada de esto resulta al final de la tarde iremos con la policía.
Chang me miró asustado pero entendía que debíamos hacer la cosas de manera ordenada e ir abarcando todas las posibilidades de búsqueda.
Dejé el bolso, tomé un café y armamos un plan haciendo una lista de todos los lugares cercanos a la zona roja de Ámsterdam que era donde estaba el bar donde habían visto a HyungWon por última vez y una lista de todos los hospitales de la zona.
—Necesito rentar un auto —dije. Chang se apresuró a ir por su billetera de donde sacó una tarjetita.
—Ya llamaré para que nos habiliten uno.
Todo estuvo listo unas dos horas y entonces cada uno partió con sus tareas.
Cada media hora íbamos llamándonos pero no había noticia de HyungWon. Nadie lo había visto. Ya estábamos a punto de perder las esperanzas cuando entré a uno de los últimos hospitales de la lista. Ya estaba entrando la tarde y la ciudad adquirió otro ritmo, las luces que iban prendiéndose, la gente preparándose para cenar. Entré con pasos cansados. Habíamos recorrido casi todos los lugares de la lista, hablando con la gente y mostrándole la foto de HyungWon a todo el que pasaba. Me dirigí al mostrador de entrada.
—Hola, buenas noches...
La chica, una jovencita rubia de unos veinte años me saludó enseguida.
—Buenas noches, señor. ¿En qué podemos ayudarlo?
—Estoy buscando a un chico —saqué la foto de mi saco y se la mostré—. Se llama Chae HyungWon, tiene veinte años, es alto...
La chica estudió la foto y llamó a una enfermera que pasaba por ahí. Habló unos segundos y la enfermera se acercó a mí.
—¿Señor...?
—Shin. Shin Hoseok.
—¿Es usted familiar del muchacho?
La mirada se me iluminó.
—¿Él está aquí? —casi me abalanzo a tomarla por los hombros.
—Bueno, hace unos días trajeron a un chico con estas características. Es definitivamente asiático y se parece al chico de la foto.
Asentí. —Sí, sí. ¿Cómo está él? ¿Puedo verlo?
—Señor, primero me gustaría que me acompañara con el doctor que lo atendió.
La seguí casi corriendo hasta una oficina y luego de anunciarme, se hizo a un lado para dejarme pasar.
—Señor Shin, ¿no es así? —dijo el médico indicándome un asiento.
—Doctor, ¿cómo está él?
—¿Está seguro que es la persona que busca?
—Bueno, no me dejaron verlo aún.
El hombre se levantó y lo seguí fuera de la oficina. Caminamos por un pasillo y llegamos a una habitación.
—Por favor, asómese y dígame si efectivamente se trata de este chico, HyungWon.
Abrí la puerta y lo vi. Estaba dormido, conectado a algunos tubos que monitoreaban su ritmo cardíaco. Quise avanzar pero el médico me lo impidió.
—¿Es él?
—Sí, es él. ¿Qué le pasó?
—Bien, alguien lo dejó en la entrada el jueves a la madrugada —dijo leyendo la ficha médica—. Estaba inconsciente, con algunos golpes pero estaba algo maltratado. No tenía identificación ni nada.
Quizás habían querido asaltarlo.
—Le habían suministrado Rohypnol.
Cerré los ojos enojado.
—Veo que está familiarizado con la droga.
—Trabajamos para una corporación farmacéutica —dije.
—Entiendo, entonces sabrá lo que causa. Para cuando lo dejaron en la entrada el chico ya estaba inconsciente. Despertó esta mañana pero presenta un cuadro de amnesia retrógrada y no pudo precisar qué le pasó esa noche. Por los cortes y golpes que tiene creemos que alguien le suministró esta droga para aprovecharse de él. Es algo que se usa mucho para cometer ese tipo de delitos.
Mis puños se cerraron y mi rabia salió disparada.
—Cálmese, señor Shin. Él está estable ahora. No sabíamos a quién recurrir ya que el chico no tenía documentos.
—Entiendo. Entonces, ¿cuánto tiempo más debe quedarse en observación?
—Sólo hasta mañana a más tardar. Queremos monitoriar su estado general antes de darle el alta.
El alma me volvió al cuerpo. HyungWon estaba bien.
Llamé a Chang y el chico se puso a llorar en el teléfono. Luego avisé a MinHyuk que no paraba de mandarme mensajes.
Cuando colgué la última llamada me senté en una de las sillas del pasillo y lloré.
Lo había encontrado.
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