#Ansiedad
—¿Tengo que ir? —HyungWon levantó la mirada para encontrarse con la de su padre que lo miraba contrariado.
—Si Hoseok dice que tienes que ir, irás. Por la universidad no te preocupes.
HyungWon resopló resignado.
—No sé qué voy a ir a hacer allá. No entiendo mucho de lo que irán a hacer.
—Con más razón tienes que viajar. Así aprenderás. Hoseok es el mejor y si quiere que lo acompañes, debes hacerlo. Tiene fe en ti.
No replicó nada, sabía que era en vano cuando su padre ya había tomado una desición.
—Bien, me iré ahora. Tengo entregar algunas planillas a la junta.
Apuró su jugo y salió en su auto. ¿Para qué lo quería Hoseok en Japón? Intentó no pensar más en ello hasta que llegó al edificio de oficinas y vio a su candente jefe conversando por teléfono mientras caminaba de un lado a otro. En serio que el condenado se veía fantástico con ese traje que le ceñía en todas las partes correctas. Menos mal que a ese viaje también iba a ir Min, sino su cabeza iba a estar en cualquier lado menos en el lugar que debía estar.
Caminó con la cabeza gacha intentando no ser visto, pero Hoseok justo se volteó cuando él iba a cruzar la puerta.
—Si, te veré en la noche... —alcanzó a escuchar.
HyungWon le hizo una inclinación con la cabeza y caminó saludando a los guardias al entrar.
Hoseok lo alcanzó cuando estaba esperando los ascensores.
—Hola, HyungWon —dijo alegremente.
—Jefe... —Otra inclinación de cabeza. Hoseok hizo una mueca.
—Emmm, ¿has podido arreglar lo de la universidad?
—Esta tarde tengo que ir a hablar con el decano —dijo mirando el tablero del ascensor que de repente se le antojó de lo más interesante. Pero el perfume de Hoseok estaba llenando todo el recinto.
—Hey —HyungWon lo miró— ¿sigues enojado por lo de la otra noche?
Esbozó un intento de sonrisa.
—No se preocupe, usted tiene razón. Mi padre siempre me retó por ello. A veces necesito que me ubiquen en mi sitio.
—No es así, sé que fui un poco grosero, pero no fue mi intención hacerte sentir mal.
—Descuide, está todo más que bien.
—Escucha, lo que yo quise...
Un golpe brusco los hizo mirar hacia arriba. La luz del ascensor parpadeaba y ambos se miraron.
—¿Qué pasó?
Hoseok se encogió de hombros y se acercó al tablero para tocar el botón de emergencia. El intercomunicador les anunció que había habido un desperfecto que estaban intentando solucionar de un momento a otro.
—Bien, apúrense —ordenó Hoseok por el altavoz.
—¿Suele pasar seguido esto? —preguntó HyungWon apoyándose contra una de las paredes del ascensor—. ¿Acaso mi padre no invierte en ascensores?
Hoseok sonrió.
—Tu padre se ocupa de todo, no tienes nada de qué preocuparte. Serán unos minutos...
Pero los minutos pasaban y no había avances. Hoseok estaba inquieto y HyungWon no podía relajarse viendo como su jefe se retorcía las manos y caminaba en círculos.
—¿Es claustrofóbico? —preguntó ya exasperándose por la actitud de su jefe.
Hoseok estaba pálido, aún más de lo normal y eso asustó a HyungWon.
—Emm, un poco y un poco.
—¿Un poco de qué más?
—Ansiedad. Estaré bien, sólo necesito no pensar demasiado.
Pero pronto comenzó a faltarle el aire. Se aflojó el nudo de la corbata y cuando se la puso sacar se abrió un poco la camisa.
HyungWon no sabía cómo ayudarlo así que apretó el botón nuevamente pero sólo le respondieron que estaban intentando solucionar el problema lo más rápido posible.
—¡Apúrense, demonios! ¡Mi jefe está teniendo un ataque de ansiedad!
Sin prestar atención a lo que el hombre del altavoz le decía, enfocó toda su atención en Hoseok que estaba respirando con dificultad con las manos sobre las paredes de metal, como sosteniéndose para no caer.
—Hoseok, mírame —dijo en voz de mando. Hoseok lo miró—. Inhala y exhala, eso es. Tranquilo, pasará rápido. Vamos, respira, así...
Hoseok intentaba hacer lo que HyungWon le decía pero el miedo estaba trepándose por su cabeza y no lo dejaba concentrarse.
—Bien, ahora cierra los ojos... ¿Playa o montaña?
—¿Qué? —sus manos se abrían y se cerraban. HyungWon apretó sus manos, acariciándolas con el pulgar.
—¿Qué prefieres? ¿Una casa en la playa o una cabaña en las montañas?
—Cabaña... —respiraba como HyungWon le iba indicando.
—Imagina que estás ahí, ¿cómo es? ¿De qué color es la sala? ¿Los sillones?
—Emmm... Azul. Paredes azules.
—El azul es mi color favorito. ¿Qué más?
—Los sillones... Los sillones son color tierra.
—Me gusta. ¿Cuántas habitaciones tiene la cabaña?
La sensación de miedo iba desapareciendo pero aún se sentía sofocado. Intentó abrirse la camisa con las manos temblorosas, pero HyungWon se las apartó y le desprendió los botones restantes. Un abdomen de ensueño hizo su aparición en el campo visual de HyungWon y este se quedó sin palabras por una fracción de segundo.
—Tres habitaciones. —Murmuró Hoseok agitado. El enorme pecho subía y bajaba con fuerza.
HyungWon tenía la boca seca. No debía estar excitado en esa situación pero su jefe recostado contra la pared con el torso desnudo y las mejillas rosadas por la agitación no estaban ayudando a su mente enferma. Cuando saliera del ascensor lo primero que haría sería buscar un buen terapeuta.
—Si... ¿Qué más? ¿Qué desayunarías si estuvieras ahí?
—Panqueques... —la respiración iba acompasándose a sus palabras. —Me... me gustan los panqueques...
—A mí también me gustan. Ahora camina por la sala y abre las ventanas. ¿Puedes sentir el olor de los pinos?
Hoseok se imaginó caminando por una alfombra, hundiendo sus pies en la textura mullida y suave. Abrió la ventana y el olor del bosque le dio de lleno en la cara. Respiró, queriendo retener el aroma de la naturaleza en su memoria.
—¿Te gustan los árboles, Hoseok? —la voz nasal que le hablaba lo hizo asentir. Era un sonido relajante.
—Me gustan... Mucho.
—Lo estás haciendo bien, Hoseok. —HyungWon le acarició los hombros haciendo pequeños círculos sobre la tela, intentando relajarlo un poco. No sabía qué más hacer, solo creyó que distraerlo iba a funcionar. Hoseok se recostó sobre su pecho y HyungWon casi se cae para atrás por el peso del cuerpo de su jefe contra el suyo. Hoseok aspiró con fuerza contra el hombro de HyungWon.
—Gracias...
HyungWon siguió acariciándolo hasta que las luces se encendieron y el ascensor comenzó a funcionar de nuevo.
Cuando Hoseok pudo ponerse de pie, se prendió la camisa y avergonzado, volvió a agradecerle.
—No fue nada, ¿se siente un poco mejor?
Hoseok asintió todavía apenado por el momento que le había hecho pasar al pobre chico. Hacía años que no tenía un ataque de pánico y HyungWon había hecho un buen trabajo asistiéndolo.
—¿Dónde aprendiste a hacer eso?
HyungWon se encogió de hombros.
—No sé, solo se me ocurrió. Era eso o abofetearlo.—Hoseok rió un poco más calmado—. Y aún quiero conservar mi trabajo...
Cuando las puertas de abrieron, Hani se acercó a ellos viendo que Hoseok lucía despeinado y sin corbata.
—Jefe, ¿qué sucedió?
—Tuve un pequeño percance —Hani los miró a ambos— pero HyungWon pudo solucionarlo.
Hoseok caminó hacia su oficina y antes de entrar le dijo gracias en silencio y le guiñó un ojo.
HyungWon no pudo evitar ruborizarse. Por suerte aún tenía las imágenes del torso de su jefe grabado en la retina. Iban a ser un gran consuelo para sus ratos de ocio.
—Hey, llegas tarde —le dijo MinHyuk cuando cruzó la puerta de las oficinas.
—Cállate y hazme un café. Acabo de salvarle la vida al jefe.
MinHyuk abrió los ojos y corrió a la cocina porque se veía venir un chisme jugoso.
HyungWon se rió y se recostó sobre su silla. Shin Hoseok, ¿qué estás haciendo con mi cabeza?
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