#Agitación.
[HyungWon]
Así que el bombón asesino de mi jefe quería cenar conmigo. Miren cómo se volteaban las cosas. Interesante. Muy interesante.
Parpadeé como un imbécil, no quería que pensara que estaba tentado a tirarlo arriba de su escritorio y arrancarle el pantalón con los dientes.
—¿Una cena? —deberían darme el oscar a la mejor actuación corporativa.
Mi sexy jefecito asintió y sonrió. Sigue sonriendo así y no respondo ni de mis instintos ni de los que pueda pasar acá adentro. ¡Asesino!
—Si, bueno pensé en hacerte un regalo, pero no creo que necesites nada que ya no tengas.
Oh, Señor Shin, eso podríamos discutirlo por horas, empezando por ese trasero que me gustaría tener en... Bueno empezando por mi mesa de luz y luego por todos lados a mi alcance.
—Por favor, acepta. Me sentiría fatal si no lo haces.
Y por supuesto que no queríamos hacer sentir mal a esa preciosidad. Menos si me miraba con esos ojitos. Y esos bíceps que ajustaban la tela de esa maldita camisa inoportuna. Fingí que lo pensaba un rato y al final asentí. Intentando parecer casi resignado.
—Está bien, pase por mi a las ocho. Ya sabe donde vivo —dije dando media vuelta y saliendo de su oficina.
Ok. Eso había sonado demasiado presuntuoso y hasta altanero de mi parte, pero estaba a dos segundos de pegar un grito de la emoción que sentía.
Corrí al baño y me apoyé contra la puerta cuando sentí un empujón al otro lado de la puerta.
—¡Ocupado! —grité.
—Abre, idiota —Min bajó el tono y me reí.
—Oye —dije abriendo la puerta. Min se metió de golpe—. ¿Qué crees que haces? —Abrí mi bragueta dispuesto a orinar.
—Hey, guarda a la fiera —Min hizo una mueca y se tapó los ojos.
—Yo estaba en el baño y tú me interrumpiste. ¿Qué quieres? ¿Acaso nunca viste un pene aparte del tuyo? No creo que a mi amigo le guste saber que su conquista anda espiando miembros en baños públicos.
Me gané un golpe en la nuca. Me lo merecía.
—¿Qué quería el jefe? —preguntó.
—Ah, nada. Invitarme a cenar.
—¿Qué? —su boca se abrió en una perfecta O. —¿A su casa? Hey, ¿ese hombre no tiene un novio?
—¿Acaso mi padre te contrató para que me pincharas la burbuja? Yo estaba feliz hasta hace dos segundos atrás.
—¿Acaso estoy diciendo algo que no fuese cierto? ¡Hola, el tipo tiene pareja!
—Eso no lo detuvo al invitarme a cenar —dije saliendo del cubículo y abriendo la llave para lavarme las manos.
—Quizás sea una cena con él y su novio.
Lo miré intrigado.
—¿Tú crees? Bueno, no es que me disguste la idea de hacer un trío, digo, ambos son un espectáculo y no voy a mentir, me gustaría ser el jamón de ese sandwich...
—Estás mal de la cabeza, ¿lo sabías? Digo que si te invitó es obvio que lo hizo porque se siente en falta por haber tenido un ataque frente a ti.
—Definitivamente creo que mi padre te pagó para que me arruines el día.
—Bueno, ¿entonces?
—¿Entonces qué?
—¿Qué le dirás?
—No traigas a tu novio, siéntate en mi cara... No sé...
—¡Wonnie!
—Pasará por mi a las ocho. ¿Qué me pongo?
Min rodó los ojos y bufó.
—Eres imposible.
—Envidioso.
—¿Debería tenerte envidia?
—Yo estaré en medio de dos musculosos y tú... Bueno, debe haber algún documental sobre tortugas en National Geographic. Pídete una pizza. Corre por mi cuenta.
—Cállate y vamos a trabajar.
Toda la tarde en la universidad estuve como alma en pena, suspirando por los pasillos pensando en la dichosa cena.
—¿Qué te pasa? —Jooheon me golpeó el hombro con su mochila—. ¿Por qué tienes esa cara? ¿Te sacaron las tarjetas de crédito? Dime que no eso, Wonnie.
—Cierra la boca que no me dejas pensar.
—¿En qué piensas? —tomó asiento a mi lado y levantó una mano. Una chica de cabello negro se acercó corriendo. —BoRa, ¿no me traes unas papas fritas? Estoy muriendo de hambre.
—Mi nombre es BoMi. No BoRa —dijo la chica haciendo un puchero.
—Oh, claro. Lo que tu digas, preciosa. Entonces, papas y... —se giró hacia mi— ¿tú quieres algo?
—Un ice americano.
—Ya lo oíste, muñeca —Mi amigo sonrió y la chica se deshizo en su ropa interior. La vi irse trotando hacia el mostrador—. Bien, cuéntame. ¿Cómo está mi rubio de fuego?
—Me espía en el baño del trabajo —dije encogiéndome de hombros.
—¿Qué? —cerró los puños, amenazante. —No te acerques a él con tu ojos oscuros y esa boca... Min es mío.
Me eché a reír.
—Eres un idiota. Es tuyo. Ahora, ayúdame a ver que me pongo esta noche. Tengo una cita sexy.
—¿Con el alto de medicina?
—¿Quién? —pregunté desorientado.
—Estuviste con él en mi cumpleaños.
—¿Si? Vaya, debo dejar de tomar. No. Tengo una cita hot con mi jefe.
—Ewww, ¿no tiene como 60 años?
—Si los tiene se mantiene muy bien... No, tonto. Es como diez años más grande que nosotros. No importa. Me invitó a cenar.
—¿No tenía pareja?
—¿Qué les pasa a todos hoy que están empeñados en arruinarme la vida? —me levanté y me crucé de brazos.
—¿Qué haces? —me preguntó mirándome desde el asiento—. Pensé que te ibas.
—Estoy esperando mi ice americano —dije mirando para otro lado—. Pero ni pienses que voy a pagarlo.
Jooheon se rió y sacudió la cabeza.
Cuando llegué a mi casa mis padres estaban conversando en la sala.
—¡Hijo! ¿Qué quieres cenar? Pide lo que quieras.
—No cenaré en casa, mamá. Cenaré con Hoseok.
Mi padre me miró por encima de sus lentes.
—¿Y eso?
—Me invitó a cenar.
—¡Aww, mi bebé ya es todo un empresario que sale a cenar con su jefe! —dijo mi mamá levantándose para apretarme los mofletes.
—¿Irás a su casa?
Eso no lo sabía. ¿Y si me quería llevar a su casa para aprovecharse de mi inocencia? Debería ponerme ese boxer que compré en Italia...
—No creo, pasará por mi a las ocho.
—Bien, compórtate y no me hagas quedar mal —dijo mi padre y siguió tomando su café.
Me zafé del agarre de mi madre y subí a darme un baño relajante.
Debía comportarme como todo un adulto y no hacer payasadas. Mi futuro marido no podía verme como un niño de mamá que solo sabe estar de fiesta en fiesta. Tenía que demostrarle que podía ser un hombre. Bueno, tampoco era un cavernícola. Sabía desenvolverme socialmente... haciendo idioteces. Pero eso no importaba. Iba a interpretar el papel de un maduro joven de negocios y balbucear idioteces serias. Iba a conquistar a Shin Hoseok. ¿Cómo? Aún no lo sabía. Pero tenía una cena y un viaje por delante. Y no pensaba desaprovechar una oportunidad así.
Sonreí y me hundí en el agua espumosa.
[Hoseok]
— ¿Al final te decidiste por la cena? —BaekHo se cruzó de brazos y me miró sonriente.
—Era eso o pensar qué diablos regalarle a un chico de diecinueve años. Y no tengo cabeza para eso ahora. Una cena es más fácil. Comemos y chau cada uno a su casa.
BaekHo rió y se acercó a quitarme la corbata.
—¿Qué haces? —pregunté extrañado.
—Tienes veintinueve años y no estás en la oficina. Puedes relajarte.
Suspiré y me miré al espejo. Estaba vistiéndome como si fuera a una cena de negocios.
—Es la costumbre.
—Es una cena. No lo pienses demasiado.
—Está bien. ¿Tú qué harás?
—Me iré a casa. Estoy cansado y todavía tengo que terminar algunas cosas para la reunión de mañana.
—Vamos entonces, te alcanzo.
—Traje mi auto —dijo agarrando su saco. Se acercó y me dio un beso corto pero intenso—. Diviértete.
—Voy a una cena con un niño de casi veinte años. ¿Diversión? Estaré de vuelta en dos horas.
—Lo que tú digas —dijo riendo por mis palabras—. Ahora vete, no hagas esperar al niño bonito.
Agarré una chaqueta de cuero y asentí.
Manejé pensando en posibles temas para conversar en la cena. Esperaba no sentirme incómodo, el chico era agradable y los pocos momentos que habíamos hablado parecía ser una persona muy madura y centrada aunque su padre opinara lo contrario. Llegué al complejo de apartamentos de lujo y me anuncié avisándole que lo esperaría abajo. Me puse a jugar con mi celular hasta que sentí unos golpecitos en la ventanilla. Levanté la vista y en ese momento me empecé a arrepentir de haber aceptado a Chae HyungWon en mi vida.
Diablos. El chico lucía fantásticamente atractivo.
Vestía una camisa de seda dorada y unos pantalones de cuero negro que se ajustaban como un guante a sus piernas kilométricas. Se había peinado hacia atrás su melena negra que ya le rozaba el mentón y la camisa entreabierta dejaba ver unos finísimas cadenitas de oro en su cuello. Sonrió con esos labios que eran demasiado voluptuosos para un mortal y traté de respirar con cuidado. Iba a ser una cena inolvidable.
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