¤¤ Capítulo 5 ¤¤
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Lucy entró en tensión al instante y sus manos se apartaron del teclado como si hubiese tocado metal ardiendo. Así mismo, sus labios se apretaron en una línea firme y mantuvo la cabeza baja. Su corazón golpeó con fuerza contra su pecho y luchó porque su respiración no delatara el repentino miedo que la llenó al escuchar una voz de hombre. Se quedó quieta, procesando las palabras y el tono. Se erigió al reconocer el sonido.
—Milord...
—Lamento la intrusión —se adelantó un par de pasos, decidiendo detenerse al ver que ella retrocedía en el banco y estiraba una mano en busca del bastón que tenía apoyado al final de éste—. No era mi intención. Es sólo que... la escuché tocar y... tiene una muy hermosa voz.
—Gracias —fue todo lo que respondió, tomando su bastón y poniéndose de pie—. ¿Puedo preguntar qué hace aquí? Le pido que no sea otra vez sin el permiso de...
—Mi padre tenía unos asuntos que atender con lord Heartfilia, y me han dejado en el salón. Escuché cómo tocaba el piano y no pude evitar acercarme.
—¿La puerta estaba abierta? —preguntó ella con algo de horror. Él tragó y caminó otro paso más cerca.
—S-sí, cuando llegué ya estaba abierta.
—Papá no la cerró entonces —suspiró ella en derrota—. Milord, ¿no cree que es un poco más atrevido de lo necesario? Esta habitación es para mí, se supone que ningún sonido es escuchado en el exterior.
—Lo lamento, no era mi intención asustarla o interrumpirla... —Natsu se detuvo a escuchar un momento para verificar que nadie estuviese cerca—. Lucy, ¿qué responde a mi pregunta?
—¿A qué se refiere?
—Quisiera conocerla mejor. —Vamos, se animó. Hace un momento lo había dicho, una segunda vez no debería ser un problema, a pesar de sentir la garganta de pronto seca—. ¿Le molestaría si le pido a su padre que me permita invitarla a salir?
—No lo intente —cortó inflexible, peinando un mechón tras su oreja—. Ni siquiera sé por qué se interesa en mí.
—Lucy...
—Lady Lucy para usted, si prefiere no llamarme por mi apellido —Su voz se volvió fría, contrastando con el vacío de sus ojos—. Ahora le pido que se retire, milord. Si mi padre o alguno de los criados lo encuentra aquí, se meterá en un serio problema.
—¿Es una máscara? ¿O las circunstancias te obligan a actuar así cuando hay un posible pretendiente?
—¿Tan mal se toma el rechazo que cree hay una conspiración detrás? —Las cejas de Lucy se alzaron en un gesto de indiferencia. Natsu no podía creer que... Alguien se paró atrás suyo.
—Lucy, escuché que dejabas de tocar —Jude miró a su hija primero, luego su mirada crítica se centró en Natsu. Éste trató de no parecer exasperado, sólo faltaba que malinterpretara aquello—. Pero ya veo el motivo.
—Salí en busca de Virgo para pedirle un poco de agua —Lucy se acercó con ayuda de su bastón y carraspeó un poco para dar énfasis a la necesidad de una bebida—. Entonces me topé con milord, estaba a punto de llamar a Virgo.
—¿En serio? —Jude entornó la mirada. Natsu estaba tan confundido que sólo atinó a asentir. Pero lo que terminó por hacerlo sentir fuera de lugar, fue el fuerte apretón que Lucy le dio tras el brazo cuando llegó hasta él—. Natsu, muchacho, hay un cordón en la puerta de cada habitación para llamar a los criados. Pudiste haber tirado de el.
—Recién me doy cuenta —trató de parecer lo más despreocupado posible, sobre todo porque el agarre de Lucy desapareció—. Le comentaba a milady que tiene una voz muy hermosa.
—Sí, pero es demasiado tímida para llevar ese talento a otro nivel —Jude se adelantó para tomar la mano de su hija y colocarla sobre su brazo, ayudándole a caminar—. Ven, aprovecharé para pedir que hagan la cena y que Virgo te ayude a prepararte. Natsu, puedes ojear la biblioteca si quieres, yo tardaré un poco conversando con tu padre.
—Muchas gracias, pero creo que volveré al salón a esperar que terminen.
—Como gustes.
Natsu sólo vio a Jude desaparecer luego de que Virgo llegó por Lucy y la ayudó a subir los escalones. Por un instante, le pareció que la muchacha susurraba algo a su criada, y está clavaba su inexpresiva mirada en él por cortos segundos. Después asintió y siguieron subiendo. Se frotó el brazo, justo en la zona donde Lucy le había cogido. Fue un tanto extraño, porque no pareció tropezar para haberlo usado como apoyo. Y luego estaba esa actitud... las palabras de Zeref resonaron en su cabeza.
Las desechó casi al instante. Si la dama tenía un motivo para actuar así, lo ignoraba. ¿Sería esa su verdadera personalidad? Deseó que no, porque por un instante le pareció tan diferente a todas las demás que hubo conocido. Tendría que encontrar una oportunidad para conversar con ella y averiguar sus dudas.
En el segundo piso, Lucy aguardó con el corazón en un puño que su padre cerrara la puerta tras él. El sonido de las bisagras rechinando le puso los vellos de punta y cerró los ojos, frotando el dorso de su mano antiguamente herida. Esperaba que su padre no notara el agarre que le dio al hombre en el piso de abajo, y esperaba que eso fuera suficiente para que Natsu no creyera en sus palabras tan frías.
—¿Qué te dijo? —Quiso saber su padre.
—Estaba sorprendido porque no sabía que pudiera cantar o tocar el piano —respondió con toda la calma que fue capaz de aparentar. Jude se movió alrededor de la habitación sin quitarle la mirada de encima—. Sólo agradecí sus cumplidos.
—¿Sólo eso...? —Lucy asintió sin mostrar ningún signo de debilidad—. Bien... llamaré a Virgo para que te prepare para la cena. Quédate callada el mayor tiempo posible.
—Sí, padre.
Lucy aguardó hasta que lo escuchó alejarse, y tanteando con su bastón y mano, terminó sentándose frente al tocador, donde cubrió su rostro con sus manos y retuvo las ganas de llorar. Si tan sólo Mavis estuviera con ella, pero su prima estaba castigada por querer revelarse unos días atrás. El horror y la angustia hicieron presa de ella cuando recordó la situación de Mavis, encerrada en el sótano desde hacia tres días. Ya no encontraba cómo tranquilizar a su padre para que la dejara salir, por ello decidió tocar un poco de música, eso solía relajarlo. Más no contaba con la presencia de Natsu o Igneel. Su prima tendría que esperar un poco más, pues los invitados parecían quedarse a cenar.
Alguien llamó a la puerta, era Virgo.
—Princesa, su padre me envió a prepararla para la cena. —La criada cerró la puerta detrás suyo y procedió a buscar un cambio adecuado para la joven ama.
—Virgo... ¿ya le llevaron comida a Mavis? —Los sirvientes eran conscientes de la lamentable situación, pero estaban atados de manos igual que ella. Lo único que la consolas era que se sabía con su confianza. Virgo mostró una expresión de tristeza, al menos le consolas que su joven ama no pudiera verla.
—Por supuesto, yo misma me encargué de llevarle alimento y agua —lo que no dijo fue que Jude no se lo permitió hasta que la comida se hubo enfriado—. Preguntó por usted y le dije que me he estado encargando de revisar su herida.
—Muchísimas gracias, Virgo, no sé qué haría sin ti. —La sirvienta no soportó ver como la muchacha se rompía en lágrimas, hecha un ovillo en su silla. Sin poder evitarlo se acercó y la abrazó, recibiendo lo mismo como respuesta—. ¿Cuánto tiempo tendremos que seguir soportando esto?
—Princesa, no importa cuánto, nosotros esperaremos con ansias el día que usted tome control de la casa —afirmó con pasión, peinando sus cabellos fuera de su rostro. Virgo y Lucy habían crecido prácticamente juntas, y fueron muy buenas amigas antes del accidente. Desde entonces, Jude tenía cuidado del tiempo que Lucy se quedaba con los sirvientes—. ¿Por qué ha rechazado al joven lord Drganeel?
—¿Lo escuchaste? —Lucy no pudo evitar enrojecer. Su corazón había latido tan rápido cuando escuchó a Natsu. Quería cortejarla, ¿por qué? ¿qué veía en ella? Su pesimismo la llevó a negarse, pero el verdadero motivo de sus resistencia era algo todavía peor. Algo que ni siquiera se atrevía a contarle a Mavis o Virgo—. Yo... no quiero ser una carga. En mi estado, jamás podré ser una adecuada esposa. Lord Dragneel tal vez sólo...
—Esta podría ser una buena oportunidad para usted —Virgo procedió a peinarla—. No lo vea como una forma de escape, sino de encontrar el amor. Yo estaba limpiando cuando noté que el joven lord se acercó a su estadio. Su rostro era... parecía hechizado por usted.
—Virgo, por favor... —Lucy se frotó una mejilla, sentía su piel demasiado caliente. No quiso imaginar si estaba roja—. Supongo que nada más estaba sorprendido...
Virgo sonrió y no dijo nada, conocía a Lucy. Debía dejarla reflexionar un momento. Siguió peinando su cabellera, recordando que prefería algo no tan apretado y donde sus caballos pudiesen caer libres. Por lo que formó una gruesa trenza en la zona de enfrente y dejó el resto suelto, cepillándolo con cuidado.
—Virgo.
—¿Sí?
—... ¿Cómo es lord Natsu? —Virgo notó el sonrojo de su ama en el reflejo del espejo—. Digo, físicamente. A todos los eventos que he ido, las personas son muy crueles y lo desprecian al decir que es diferente... ¿qué tan diferente es?
—Bueno, en realidad no me parece un adefesio, sino todo lo contrario, lord Dragneel es muy atractivo. —Virgo se alejó en busca de un vestido apropiado para la cena. A su vez, encendió las velas para iluminar la habitación que iba quedando a oscuras—. Lo único inusual que yo le veo es que su piel es morena, ya sabe que todos aquí parecemos vampiros con esta palidez espectral.
Lucy rió al escuchar aquello.
—Pero a él le sienta bien, además su sastre es muy bueno.
—¿Por qué lo dices?
—Porque la ropa acentúa todos sus músculos, no es como otros hombres de aquí, ellos tiene un cuerpo más bien atlético. Se nota que se ejercita, ¿de casualidad no sabe qué ascendencia tiene?
Lucy recordó la sensación de su mano firme al tomar la suya, había sentido asperezas en su palma y sus dedos. Desde ese instante supo que él no era como la mayoría, tenía las manos de alguien acostumbrado a esfuerzos físicos. Intentó imaginar qué tipo de rostro tendría.
—Creo... Creo que es escocés, he escuchado que su madre era una cíngara nacida en Escocia.
—Eso lo explica —murmuró pensativa, procediendo a desabrocharle el vestido.
—¿Qué cosa?
—Su cabello es de un tono rosa, pero se ve bien —Virgo se inclinó—. Apoye sus manos en mis hombros y levante una pierna... Eso, ahora la otra. Listo. Le pondré un mundo vestido para estar en casa, no necesitará el corsé.
—Gracias, de verdad lo detesto. —Lucy aguardó a que le colocara el otro vestido y procediera a abrocharle los botones—. Así que rosa... tengo tanta curiosidad. No recuerdo haber visto a un escocés antes de perder la vista.
—Tal vez sea mejor así. Supongo que las personas le rechazan por ello, no debemos olvidar los problemas que los ingleses y los escoceses han tenido en el pasado. Quizás por eso él se sienta interesado en usted, es la única con la que puede conversar sin miedo a ser juzgado por su apariencia.
A Lucy no le gustó mucho aquello. Ella no era de tratar a las personas de mejor o peor manera sólo por su piel. Eso le parecía algo estúpido, pero sin duda su padre pensaba diferente, y le había prohibido tener cualquier tipo de acercamiento con lord Dragneel. Y eso la deprimía. Él, como ella, necesitaba de alguien que escuchara sin juzgar. ¿Cómo debía sentirse en una ciudad llena de gente que repudiaba su ascendencia escocesa? Ni siquiera el reconocimiento de Igneel era suficiente para acallar las burlas o los comentarios malintencionados.
¿Qué sentía ella respecto a todo eso? ¿Quería salir con él? Sentía curiosidad, no lo negaría. Él no parecía malo, pero qué podía saber ella de eso. Si a vista de todos, Jude Heartfilia era un padre amoroso y preocupado que daba la cara a aquel que intentara hacer menos a su hija. No, las apariencias eran engañosas. Por si fuera poco, todavía no superaba el mal sabor de boca que tenía desde que rechazó la propuesta del joven lord. Sin pensarlo mucho, se giró a Virgo cuando ésta terminó de arreglarla.
—Virgo, ¿podrías escribir una carta por mí y entregarla? Necesito que lo hagas con el mayor cuidado posible para que papá no lo descubra.
—Por supuesto. —Virgo sonrió.
Cuando la hora de la cena llegó por fin, Jude fue a por su hija y la trajo agarrada de su brazo, mientras abajo la servidumbre terminaba de preparar la mesa donde los invitados ya se hallaban sentados. Igneel notaba algo inquieto a Natsu, desde que lo encontró parado en el ventanal, leyendo una hoja en sus manos, le pareció que su hijo se comportaba extraño. Sobre todo cuando éste se sobresaltó después de ser llamado, escondiendo la hoja antes de que Jude saliera detrás suyo y los invitara a pasar al comedor.
Se abstuvo de preguntarle qué era, más eso no evitó que le enviara una mirada interrogante. Sobre todo cuando notó su impaciencia ante la tardanza de la rubia.
—Natsu... —decidió indagar. Pero su hijo se puso de pie y decidió imitar su gesto al ver la causa. Jude entraba con su hija del brazo. La única heredera de los Heartfilia lucía encantadora con el sencillo pero hermoso vestido, sin las anchas faldas o el apretado corsé que ya tenía más que marcada su estrecha cintura—. Buenas noches, lady Lucy.
—Buenas noches, lord Dragneel —Lucy hizo una leve inclinación, procediendo a tomar asiento con ayuda de su padre. Cuando Jude se sentó a la cabeza de la mesa, Igneel y su hijo lo invitaron—. Papá me contó que su última inversión ha sido todo un éxito, muchas felicidades.
—Gracias, tenemos esperanzas de que el próximo año decidan aceptar nuestra propuesta para los ferrocarriles, nos harían un gran favor para conectar con otras ciudades. —Igneel aguardó unos instantes, esperando ver aparecer a alguien más. Cuando no fue así miró extrañado a Jude—. ¿Su sobrina no nos acompañará a cenar?
—Mavis no se encuentra por el momento —respondió al instante, bebiendo de su copa—. Ha ido a visitar a una amiga, mañana vuelve.
—¿Mañana? —La pregunta escapó de los labios de Lucy.
—Sí, mañana. O pasado mañana, dependerá de las condiciones.
Natsu no supo qué era, pero aquella conversación sonaba un tanto extraña. Sobre todo cuando Lucy bajó la cabeza y mordió su labio inferior con cierto nerviosismo que desapareció tan pronto como llegó. Jude no dio opción a más dudas cuando ordenó que la cena comenzara a ser servida. Al más joven de los Drangeel le preocupaba que la Heartfilia no supiera muy bien qué hacer. Una cosa era comer a solas y otra muy distinta es hacerlo con gente alrededor. Cada vez que estiraba su mano para tomar algo, esta temblaba con ligereza. Ni su padre o Jude lo notaban, demasiado enfrascados en una conversación. Él no le quitaba los ojos de encima.
—... Es Natsu quien se está encargando de administrar algunas de mis propiedades —confesó Igneel, llamando la atención de su hijo—. Que no te engañe su apariencia o su edad, me atrevo a decir incluso que es más responsable que Zeref en cuanto a esas tareas.
—Cuando hay que pelear la herencia, es obvio que se trata de hacer méritos —añadió Jude con una malicia mal disimulada. Natsu evitó hacer comentarios al respecto.
—Oh, no. Ni toda mi herencia podrá hacerle competencia a la que su abuelo planea dejarle.
—Papá... —interrumpió con una nota de censura. Jude se inclinó hacia atrás y no hablo hasta terminar su copa.
—¿En serio? Ahora me da curiosidad saber qué clase de herencia podría superar la tuya, Igneel.
—El abuelo de Natsu es dueño de unas tierras en Escocia —Igneel ignoró las miradas asesinas de su hijo—. Como ya sabes, la mayoría de tierras escocesas están en manos de un inglés, ya sea como recompensa o por matrimonios arreglados. Bien, el clan de los Dreyar resistió hasta el último momento los planes de la casa real para tomar el control. Al nacer Natsu, y por llevar sangre inglesa, acordaron que esas tierras pasarían a ser de su propiedad al morir su abuelo.
—Pero yo no las quiero, ni me las he ganado ni planeo quitarle su derecho a Laxus, que es el legítimo heredero en la línea de sangre. —Natsu se mostró disgustado ante la lengua inquieta de su padre. No tenía que prestar demasiada atención para notar como el semblante de Jude cambiaba, ganando toda su atención.
—Vaya, eso sí que es una buena noticia —Jude dirigió una mirada a su hija, quien apenas había probado bocado por temor a derramar algo—. Yo intenté por años ganarme el favor del rey, pero no lo logré y decidí hacer mi fortuna con mi propio esfuerzo. Tenía la esperanza de tener un varón que pudiese heredar mi legado, pero mi amada esposa murió antes de cumplir mi deseo.
—No creo que haga falta ser hombre para llevar el apellido con orgullo y ser alguien digno de elogiar —intervino el joven, ante la sorpresa de Lucy que inclinó ligeramente la cabeza en su dirección. ¿Cómo se atrevía su propio padre a despreciarla frente a ellos?—. Un gran ejemplo son las hermanas Strauss.
—Oh, no me malentiendas. Amo a mi hija, pero ella estaba destinada a casarse para obtener un título además del mío. Por desgracia, ocurrió el accidente... —Lo último lo añadió en un susurro antes de callar sus labios con la bebida. Su fría mirada se centró en su hija—. Pero volviendo al punto, deberías estar orgulloso. Aunque las tierras escocesas no sean demasiado atractivas, supongo que trabajarlas te hará conseguir buen dinero.
—Prefiero las tierras altas que Londres —admitió. A Igneel no le gustó la creciente tensión que vio en Natsu, y quiso llamar su atención pateando su pierna. Un par de horas atrás había casi rogado por una disculpa, no quería volver a verlo así por su impulsividad—. Resulta que aquí el aire es demasiado... tóxico.
—Entonces tal vez deberías volver —sugirió. La bandera de guerra que ambos habían alzado se calló cuando Lucy emitió un gemido ahogado y su copa se ladeó ante un empuje del dorso de su mano. El líquido se derramó sobre la mesa y la falda de su vestido—. Oh, pequeña, ¿qué ha ocurrido?
—Creí que era un vaso, no una copa... —Se disculpó con rapidez. La mano suspendida comenzó a temblar hasta que la dejó apretada contra su regazo—. Lo siento mucho.
—Ha sido un descuido, tranquila. Virgo, ¿podrías ayudarla?
—Sí, milord —La doncella, que hasta entonces se había mantenido al margen en un rincón, se apresuró a su joven ama—. ¿Quiere que le sirva la comida en su habitación?
—Sí, Lucy no está acostumbrada a comer en compañía de más personas. Creo que es lo mejor.
—Lo lamento mucho —la congoja era evidente en su voz—. Lord Igneel, disculpe.
—Tranquila, que tenga buenas noches.
La cena transcurrió con relativa calma. O eso intentaron creer los presentes. Natsu podía sentir la mirada de Jude sobre él, pero decidió mantenerse al margen desde un pisotón propinado por su padre y una mirada que significaba algo como: 《será mejor que te muerdas la lengua》. Y considerando lo que tenía planeado preguntar al final, decidió que el silencio y la prudencia eran sus cartas más importantes. No obstante, Natsu podía notar el excesivo interés puesto en él desde que su herencia salió a la luz.
Después de todo, no estaba tan equivocado. Jude era un interesado. Bien, ambos podían jugar a eso. Una sonrisa cruzó su rostro mientras pensaba en cómo irritarlo, y a su vez, disfrutar de la compañía de Lucy para intentar averiguar si aquella muchacha era o no lo que aparentaba. La carta que su doncella envió en su nombre pareció cobrar un peso de plomo en el bolsillo interno de su chaqueta.
Justo cuando su padre y el dueño de aquella mansión se despedían, él fingió olvidar algo y regresó donde ellos, no sin antes ver la silueta de Lucy en una de los ventanales en el piso superior.
—Lord Heartfilia, casi lo he olvidado. Dado que mañana tampoco habrá ningún evento al que asistir durante la noche, ¿me permitiría llevar a su hija de paseo?
Igneel lo miró con curiosidad, Jude como si quisiera pisotearlo y pasarle encima con un caballo.
—Bueno, a ella no le gustan los caballos... —comenzó.
—No importa, una caminata también vendría bien.
—Natsu, como comprenderás, su condición... —Jude vaciló.
—Natsu, admiro que quieras ser amable, pero lady Lucy no disfrutará demasiado de un paseo. ¿Por qué mejor no la llevas a comer con nosotros? —Natsu luchó porque una sonrisa de oreja a oreja no tirara de sus labios ante la ayuda de su padre—. ¿O tú qué piensas, Jude? Zeref ha querido visitarla pero no se ha presentado la oportunidad, recuerda que eran muy buenos amigos.
—... Está bien, pero Mavis irá con ella. Me preocupa que ande sola y para ser honestos, no confío mucho en tu muchacho.
Genial, la enana gritona estaría allí. No importaba, aquello ya era una ganancia. Tampoco buscó ofenderse por aquellas palabras.
—Perfecto, entonces vendré mañana por ella a eso de las doce, ¿le parece bien?
—Sí —casi escupió la palabra.
En tu cara. Natsu contuvo sus ganas de decir aquello y procedió a subir al carruaje con su padre siguiendo sus pasos. Al emprender la marcha, escuchó el ruidoso suspiro de Igneel.
—Muy bien, sabes que te quiero pero no creas que no conozco tu reputación entre los cíngaros. Tu abuelo me ha comentado que a veces te faltaban un par de tornillo, ¿qué intentas hacer? —Igneel frunció el ceño al verlo sacar la misma hoja con la que lo encontró en el estudio—. ¿Y qué tanto ves allí? Te lo advierto, muchacho, no quiero que hagas nada raro con lady Lucy. Me parece extraño que tengas tanto interés en ella.
—¿Por qué? Es linda, educada, y canta como ángel —enumeró sin perder su sonrisa—. ¿La has escuchado? Me parece un crimen que la tengan encerrada en esa habitación todo el día.
Igneel observó en silencio a su hijo, sin terminar de comprender qué lo llevó a fastidiar a Jude de aquella manera. Fue más que evidente la tensión del hombre ante la idea de permitir que su única hija saliera de casa sin él. Aunque podía entenderlo un poco, o eso intentó.
—¿Te sientes atraído por ella? —preguntó sin vacilación. Natsu bajó la carta y le miró sin ninguna expresión—. ¿Por qué insistes? No digo que esté mal, pero Lucy es un caso muy especial. No sólo por Jude, ella no puede ver.
—Sí, eso está más que claro. Ella y yo somos la comidilla en cada maldito evento social.
—Natsu —advirtió—. Aquí no estamos en las tierras altas. Sé que allá no está tan mal visto andar con alguna dama y disfrutar de sus favores. Pero en Londres es algo totalmente distinto, y hay maneras de acercarse a una mujer. No olvides qué es lo apropiado.
—Son unos aburridos —puso los ojos en blanco.
—Ahora, te lo volveré a preguntar de un modo más claro, ¿qué esperas conseguir con todo esto?
¿Qué esperaba conseguir? Natsu volvió a guardar la carta con su extraño mensaje. No era tan inculto como para no comprender que, lo que se hallaba escrito era una pieza musical. Lamentablemente él no sabía leerlas, pero sabía quién sí. ¿Por qué Lucy le envió eso? Quizás el día de mañana lo pudiese averiguar.
—No lo sé, tengo... curiosidad.
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Continuará...
N/A: Holoooo.
Les adelanté el capítulo esta semana porque no sé si él viernes ande por aquí. Además de que todavía no he hecho mi tarea y estoy a punto de entrar a clases JAJAJAJJA (iora por dentro).
¿Qué les pareció el capítulo? Salió un poco más largo de lo esperado, pero me convence. Algunos serán así, otros más cortos. Es un borrador después de todo.
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Nos leemos ♡♡
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