Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

¤¤ Capítulo 37 ¤¤

¤¤¤¤¤♡¤¤¤¤¤

Zeref se hallaba en un estado de consciencia bastante difuso. Su cuerpo despedía el claro aroma del licor que se encargaba de embotar sus sentidos y mantenerlo más relajado de lo que jamás había estado, sin quitarse su ropa de gala luego de una última fiesta, la arrugada chaqueta se mostraba manchada de los líquidos que había expulsado la noche anterior cuando su estómago no toleró la ingesta de alcohol. Sus ojos inyectados en sangre y que con esfuerzo se mantenían abiertos parpadearon cuando un leve rayo de luz ingresó desde las gruesas cortinas en su habitación. Molestó por aquel haz se movió cuánto pudo, que no pasó más de colocarse de costado y tuvo que inhalar hondo un par de veces para controlar las náuseas. Su cuerpo resentía con creces el estado al que lo sometía para olvidarse de todo, de todos y de todos... necesitaba olvidarse de Mavis, de Lucy, de su hermano muerto, del primo que tenía un parecido extraordinario... de Mavis. Debía olvidarse de esa arpía.

Gruesas y ardientes lágrimas escaparon de sus ojos y no se molestó en apartarlas, pues atontado como estaba era más seguro que se diese un golpe en la barbilla, donde la sombra de una barba creciente ya se proyectaba.

¿Así se había sentido Natsu cuando descubrió aquel complot? No, su hermano no tuvo tiempo de lamentarse, ni de sufrirlo. A su hermano lo mataron antes de que pudiera siquiera procesarlo. ¿Cómo fueron sus últimos minutos? Esa era otra pregunta que lo atormentaba, y una de las razones por las que varias veces estuvo a punto de ir a la prisión a exigir respuestas a Mavis Vermillion. Recordar haber estado a su merced en más de una ocasión, con los cuerpos entrelazados y cegado por el placer, le hizo tener arcadas. Ella podía haberlo matado también de haberlo querido y él no hubiera podido defenderse, porque sencillamente no lo esperaba.

Alguien llamó a la puerta, para él fue como un grito amortiguado por la profundidad de sus pensamientos en la que se hallaba sumergido. Y tan decidido se mostró a ignorarlo que no escuchó como la puerta se abría y daba paso a una formidable figura ligeramente encorvada por la pena.

—Hijo mío, ¿qué pretendes?

—No me moleste, no ahora —gruñó, ocultando su rostro bajo su antebrazo y dándole la espalda para evitar el reflejo de la luz que provenía del pasillo—. Agradezco tu visita, padre. Pero como podrás comprobar no estoy de humor.

—¿Por qué, Zeref? Tú no eres así... no eras así. El alcohol no...

—¡Le he dicho que ahora no! —rugió, intentando sentarse de un rápido movimiento que casi lo envió al suelo. Las náuseas le hicieron callar al instante y le tomó un par de minutos tranquilizar el mareo—. Padre, por lo que más quiera... no puedo en estos momentos.

—Tu madre no para de decirme que te he estado abandonando a tu suerte, a nosotros han llegado rumores de cómo te embriagas hasta perder el sentido —espetó con dureza, señalando a su hijo con lo que parecía ser un periodo mal enrollado en su mano temblorosa—. Pero no vengo a reñirte por ello, ni a inmiscuirme en tu vida de soltero, es sólo que creí que tendrías que ver esto antes de que planees alguna otra fiesta.

—¿Qué es lo que dice? —preguntó sin verdadero interés. Atraído por el aroma a café, dirigió su escasa atención al criado que entró con el desayuno y bebida caliente para enfrentar su nuevo día. Su padre esperó hasta que hubiera bebido algo antes de comenzar con poco entusiasmo, renuente a dar él la noticia—. Por favor, no puedo enfocar bien todavía mi maldita...

—Ayer trasladaron a Jude y Mavis, para ser ejecutados. Sabes que su estancia en la prisión de aquí era temporal.

Oh, claro que lo sabía. Zeref había seguido la comitiva del rey sólo un poco, había querido ver a Mavis una última vez. Estaba seguro de su culpabilidad, tan seguro como que ella sería sentenciada a muerte y nunca más la volvería a ver. ¿Por qué le dolía tanto? La garganta se le había cerrado y el corazón le dolió al verla pálida y sucia, abucheada por la multitud y escoltada sin delicadeza por dos guardias que le doblaban el tamaño. Por un instante, en otra vida quizás, él hubiera atravesado esa multitud y la hubiera salvado de aquel oscuro destino, pues futuro ya no tenía. Pensó que la intensidad de su mirada la haría voltear y encontrarlo en aquella multitud que la odiaba luego de leer su historia en los periódicos, pensó que con una última vez que sus ojos se cruzaran, él terminaría de convencerse de que ella era una de las asesinas de su hermano. Sin embargo, Mavis no miró atrás ni una sola vez, y sólo se sentó dentro del carruaje con la espalda bien derecha y la barbilla en alto, ignorando todas las palabras de odio que le lanzaban.

Después de eso Zeref sólo quiso olvidar, quería olvidar esa mirada ausente que ella llevó hasta el último momento en que la vio. Culpable, mentirosa, asesina... sin una pizca de remordimiento.

—¿En serio el periódico no tenía nada mejor que contar? —Se encogió de hombros, tomando una de las pastas que llenaban el servilletero y untando un poco de mantequilla en la misma. El hambre despertó con fuerza en él, y antes de darse cuenta ya se había terminado la taza y vaciado la mitad de las pastas.

—Créeme, tienen mucho por contar. —Igneel lo miró un momento, luego avanzó a los ventanales y abrió las cortinas de golpe, soltando a su vez—. El carruaje fue emboscado, Jude y ella desaparecieron.

—¿Qué? —Zeref había estado a punto de beber un último trago de café, pero la taza se cayó y los fragmentos se esparcieron. Se puso de pie, viendo el periódico que su padre todavía no había soltado—. ¿Qué está diciendo?

—Eso, han emboscado el carruaje y aunque los guardias ni el magistrado han resultado gravemente heridos, es imposible pensar que fue una estrategia para que huyeran.

—Eso no puede ser... ¿cómo? ¿Quién podría...? Oh, papá, lo lamento tanto, debí estar contigo anoche.

—No te preocupes, entiendo cómo has de sentirte... A mí, todavía me duele... me duele no tener a mi pequeño cíngaro aquí.

Hacia tanto que no le oía llamar así a Natsu, y no como un tono despectivo o como una manera de hacer claras las diferencias entre ellos, sino maravillado de la naturaleza aventurera y llena de alegría irreflexiva por la vida.

—Las autoridades deben estar frenéticas, me lo imagino.

—Por supuesto, pero han sido catalogados como peligrosos, y se desconoce quién más estuvo implicado en su huida, pues creen imposible que sólo ellos hayan dejado así a la guardia que les acompañaba.

—Es obvio que no fueron solo ellos —Zeref lo pensó un momento, luego miró a su padre con alarma—. Papá, deberás ser cuidadoso, hemos testificado en su contra cuando el Magistrado estuvo aquí, lo más probable es que tomen represalias.

—Eso mismo me temo, por eso quería pedirte un favor, Zeref. Sal de aquí, al menos hasta que se tenga una pista de su paradero.

—¡No voy a huir!

—No estás huyendo, hijo mío, pero temo que Jude quiera hacerte algo a ti, por el simple hecho... Mira, no quiero entrometerme en tu vida privada, pero sé que tu relación a Mavis se volvió muy cercana este último tiempo. ¿Por qué no vas con Makarov para llevarle un mensaje de mi parte? Estarías haciendo un gran favor, no es algo que quiera dejar a cualquiera, y a su vez tendré la tranquilidad de saberte a salvo.

—Puedo entregarle el mensaje, pero no me quedaré oculto, regresaré. Si es necesario, yo mismo ayudaré a encontrarles.

—Sólo será un tiempo, Zeref. Tu madre también se encuentra muy preocupada por ti, y estaría más relajada con tu estadía en las tierras altas.

—No puedes apartarme.

—No lo intento, sólo... por favor, Zeref, es un mensaje importante.

—De acuerdo... me daré un baño y me pondré más presentable. Iré a cenar, puedes decirle eso a mamá para que se quede más tranquila.

Igneel vio a su hijo desplazarse con la torpeza que el alcohol acarreaba en el cuerpo, y sintió unas enormes ganas de abrazarlo, más no vio una oportunidad clara y terminó retirándose.

¤▪︎¤▪︎¤▪︎¤▪︎¤

Lucy contuvo la respiración antes de apurar el contenido de la taza en sus manos, intentando beberse todo antes de siquiera procesar su sabor, algo amargo y desabrido cuando terminó el último trago. Inhaló repetidas veces, intentando controlar las náuseas. Virgo, satisfecha, retiró la taza y se marchó con la promesa de traer unos bocadillos a su señora y la pequeña que veía maravillada cómo Lucy, sin necesidad de ver, hacía un delicado bordado con la ayuda que el tacto le otorgaba.

—Si es tan malo, ¿por qué lo bebe? —se mostró Wendy curiosa luego de notar su reacción a la maloliente bebida que parecía ser un concentrado de hierbas. Lucy intentó sonreír una vez pasadas las náuseas y negó.

—Es sólo un té medicinal.

—¿Está enferma?

—Sólo un poco débil —le restó importancia. No tenía el corazón de decirle a la pequeña que con esa bebida se aseguraba de no concebir nada producto de las visitas nocturnas que su marido realizaba a su alcoba. Desde aquel día en que ella creyó haber llegado a su límite y tuvo un ataque de nervios, él se presentaba todas las noches en su habitación, en su cama. Y era algo que ella no podía impedirle. Al menos podía evitar las consecuencias de dicho acto, era algo en mi que ella por fin podía decidir. Y decidía no tener hijos producto de su situación—. No te preocupes, me encuentro en perfecto estado. ¿Continuamos?

—S-sí... —Wendy volvió a prestar toda su atención en la costura de Lucy, e intentaba repetir lo mismo en la propia, ayudada por la mujer cuando le pasaba su bordado y con la yema de sus dedos lo inspeccionaba. Su concentración se vio opacada cuando alguien llamó a la puerta. Virgo entró cargando una bandeja con bebida y bocadillos.

Wendy se mostró emocionada cuando divisó un pastelillo especialmente cubierto de crema, por lo que apenas la doncella depósito la bandeja en la mesa, se apuró a tomarlo. Sin embargo, lo pensó y con cuidado lo partió a la mitad, ofreciendo uno de los trozos a Lucy.

—Prueba este, te gustará.

Lucy lo agradeció y lo probó, encantada con su sabor.

—Virgo, por favor toma algo, ya has hecho bastante. ¿Qué tanto realizas allá abajo?

Virgo sonrió de forma misteriosa, ganándose una mirada curiosa de Wendy, que siguió dando bocados y desviando su atención a los variados pastelillos y a la tazas de chocolate caliente.

—Sólo intento ser de ayuda cuando no me necesite, milady. Pero aceptaré su oferta. Señorita Wendy, me han pedido que le informara que solicitan su presencia.

—¿Me llama el abuelo?

—El señor Salamander —Lucy ignoró la mención del nombre de su esposo, bebiendo algo de chocolate con cuidado de no quemarse. Wendy devoró el último trozo de su bocadillo antes de despedirse de Lucy con rapidez y apresurarse a bajar. Una vez la ama y doncella quedaron a solas, Virgo procedió a ordenar algunas de las escasas cosas de la habitación.

—Virgo... ¿no has logrado enviar la carta que te pedí? —Preguntó Lucy de pronto en voz muy baja.

—Aún no, milady. Todos son muy devotos al hombre de estas tierras y me temo que no dudarán en informarle de su carta antes de enviarla.

—Eso me temía...

—Mi oferta sigue en pie, es más, si usted me lo ordena, yo misma puedo ir a entregar ese mensaje —Sugirió. Lucy negó con firmeza.

—No te atrevas, no conocemos estas tierras y me aterra pensar en que vayas sola por ahí. —Lucy se frotó las muñecas, un gesto que hacía cuando sentía nervios, por lo que se obligó a dejar las manos en su regazo—. Ya se presentará la oportunidad.

—¿Ha intentado decirle a su esposo?

—Ni pensarlo.

—Princesa, puede mostrarle la carta, a final de cuentas no es nada comprometedor, así tal vez le permita enviarla —intentó sugerir Virgo de nuevo. Antes de siquiera terminar, Lucy negaba de nuevo.

—No pienso pedirle ningún favor.

—Lucy —Las únicas veces que Virgo le llamaba así, se trata de algo a lo que no podía ignorarla, y resultaban casi en advertencias. Lucy recordó la primera vez que su joven doncella se refirió a ella por su nombre. La noche que su padre intentó abusar de ella y escapó. Su ceguera era la consecuencia de ello—. Si me permite dar una opinión, y considerando su situación. Quizás le convenga mantener una relación, por lo menos amistosa con el señor... Dreyar.

Y antes de que Lucy pudiera replicar, ofendida siquiera por la insinuación luego de lo que se obligaba a soportar cuando estaban a solas, Virgo la abrazó. Su abrazo fue un pequeño bálsamo en medio de su cuerpo dolorido, y antes de que pudiera contenerlo siquiera, las lágrimas resbalaron por sus ojos sin brillo.

—No debe olvidar que gracias a él, su padre por fin se encuentra en prisión.

—Con Mavis —Le recordó cargada de dolor—. Y han sido sentenciados... a... a la horca... ¿Cómo puedo tener una relación amistosa con ese hombre tan repulsivo?

—¿Ha intentado decirle la verdad?

—Sólo escucha lo que quiere oír, y cuando no quiere escucharme no lo hace y ya —Lucy se tensó, recordando la noche anterior, y la anterior a esa, y a otras más. ¿Por qué tenía que verse sometida a semejante humillación? La respuesta era clara, más no podía tolerarlo—. ¿Soy una mujer sin moral, Virgo?

—¿Por qué lo dice, princesa?

Lucy no respondió de inmediato, arrullada por Virgo que peinaba sus cabellos y seguía sin soltarla. Sentía el rostro húmedo y el nudo en su garganta era tan doloroso que apenas si podía respirar sin que le doliera.

—Anhelo a Natsu como no tienes idea... Lo extraño... lo extraño tanto y sé que mis sentimientos por él son genuinos y no cambiarán a pesar de que él ya no se encuentre conmigo —Tuvo que hacer una pausa para continuar—. ¿Pero cómo puedo afirmar que mi amor es puro si siento placer cuando un hombre al que no conozco me toca?

Virgo entendió a qué se refería y su corazón se encogió un poco al comprender el dolor de Lucy, por lo que frotó su espalda para intentar consolarla, escuchándola romper en llanto.

—Y-ya no me resisto... po-porque sé que es i-inútil... pe-pero a pesar de que intento no sentir nada... no puedo, no puedo... —Virgo percibió el tono de desesperación en su voz llorosa y continuó en silencio, escuchando—. Esto me supera, porque ni siquiera hablo con él, sólo viene y... y cuando termina se va y yo siento que mi corazón ya se encuentra roto, pero esto me demuestra que aún puede pisotearlo más. ¿Soy una mujer inmoral, Virgo? No tengo ningún sentimiento amable por mi esposo, pero no puedo evitar sentir algo cuando viene a mi habitación y...

Incapaz de terminar, ocultó el rostro entre sus manos. Virgo no dijo nada, sabedora de que su silencio podía calmarla más de lo que harían las palabras.

—No es una mujer inmoral, princesa. Es víctima de las circunstancias, siempre lo ha sido... Los hombres siempre han sido criaturas feroces que se dejan llevar por aquello que desean, y esta no es la excepción. El señor Dreyar la desea como mujer al menos, y ese puede ser un punto a su favor.

—¿De qué hablas?

—Su estadía en este castillo no tiene por qué ser una prisión más estricta que en su antiguo hogar, hay jardines extensos y los criados del servicio parecen muy amistosos. Si el señor Dreyar viera que usted se desenvuelve con ellos, dejará de vigilar cada uno de sus movimientos.

—¿Entonces me vigila? Que canalla, no puedo ver.

—Todas las mañana me pregunta por su estado cuando le traigo el desayuno, y por las noches antes de retirarse a sus aposentos.

O antes de entrar a los suyos, quiso corregir, pero se mordió la lengua. Suponía que Virgo ya era consciente de ello, pues todas las mañanas iba a su habitación para ayudarla a prepararse. Lucy no quería pensar en el aspecto que debía tener luego de sus visitas nocturnas, o lo desarreglada que debía verse su cama. Avergonzada de sólo pensar en ello, se frotó el cuello con cansancio e intentó aliviar la tensión sobre sus hombros.

—¿Gusta tomar un baño, señorita?

—Quizás más tarde, gracias Virgo. Por el momento seguiré con Wendy un rato...

—La pequeña Wendy disfruta de su compañía, señorita.

—A mí me agrada tenerla aquí, aunque eso me hace preguntarme cuánto tiempo más pasará antes de que consideren que es incorrecto visitarme.

—Creo que es lo suficientemente grande para saber si decide o no pasar el tiempo con usted, no se preocupe. Por cierto, la señorita Juvia me ha mandado a decirle que por la tarde hará unas tareas en el jardín, quiere saber si gusta de acompañarla.

Lucy se sorprendió, puesto que no había hablado con Juvia desde su última salida. Y no le pareció la mejor idea.

—También me dijo que podía estar tranquila, no hablaría de nada que usted no quisiera y el amo Dreyar no se encontrará en el castillo a esa hora.

—Quizás lo piense... —La idea de estirar las piernas al aire libre le pareció maravillosa.

¤▪︎¤▪︎¤▪︎¤▪︎¤▪︎¤▪︎¤

El cuerpo entero le dolía, no sentía nada más que agonía y ya no hacía el intento de moverse. Encerrada en aquella prisión de sufrimiento, le tomó largos minutos intentar abrir los ojos y aún con ello fracasó. Pero sus músculos faciales delataron que estaba recuperando el conocimiento, y con ello alertó a la persona que permanecía sentada a su lado y que al ver aquella señal de movimiento, se precipitó a su lado.

—Mavis... querida, ¿puedes oírme? —Mavis lo escuchó, muy a lo lejos, casi distorsionado, como si estuviera hundiéndose en lo profundo del agua. Su cuerpo se sentía como si flotara, y aunque eso debió ser una alarma, no logró procesar lo suficiente para alarmarse.

—¿Do... dónde...? —Su garganta se hallaba seca—. A-gua...

—Espere un momento, debe hidratarse —Esta vez la voz fue diferente, más grave y más clara. Mavis intentó abrir los ojos de nuevo, pero la luz resultó cegadora y se obligó a cerrarlos con fuerza—. Mavis, ¿puede escucharme con claridad? Necesito saber cómo se encuentra. Le daré a beber agua. Pero necesito que esté tranquila en todo momento.

Cuando hubo saciado su sed y se acostumbró a la tenue luz de la linterna, pudo ver la figura de su madre, y al hombre que se encontraba a su lado, el médico Cheney, el hijo: Rogue. No supo cómo tomarse la noticia, pero algo que la emocionó de sobremanera fue ver a su querida madre.

—M-mamá... ¿qué haces... aquí?

—Eso no importa ahora, Mavis. ¿Puedes recordar qué sucedió antes de encontrarte aquí?

Lo que sucedió antes... Mavis lo pensó, y de pronto recordó. El miedo se apoderó de ella, recordando el momento en que el carruaje fue embestido y abordado por personas que ella no conocía, y cómo estos habían liberado a Jude para escapar. Ella había quedado tendida, y pensó que era lo mejor a seguirle, pero él no estaba dispuesto a dejarla ahí, e intentó arrastrarla consigo. Los golpes que sufrió cuando derribaron el carruaje la dejaron atontada, pero la paliza que Jude le propinó después fue lo último que logró recordar, así como la amenaza de lo que le esperaba a Lucy cuando lograra ponerle las manos encima. Después de eso no había nada más.

—Mamá, tío Jude, él...

—Lo sé, querida, pero ahora no debes pensar en él. No puede hacernos daño. Tienes que recuperarte.

Fue consciente entonces de lo mareada que se sentía, y el brazo que llevaba en cabestrillo. Respirar incluso dolía, pero el dolor más horrible fue el que llegó a la altura de sus caderas y nació en su vientre. El dolor que la doblegó y forzó al médico a administrarle algo para el dolor.

—Mavis, debe tener mucho reposo, y seguir todas mis indicaciones.

—¿Qué es lo que tengo? ¿Por qué me duele tanto?

Su madre esquivó su mirada, y pareció contener las lágrimas. Parecía avergonzada. Rogue, por otro lado, no apartó sus ojos de ella y no titubeó al decirle.

—Ha sufrido un aborto espontáneo, lo lamento. Los golpes que recibió fueron demasiado, y en una zona muy delicada, su cuerpo no lo soportó.

Mavis tampoco pudo soportarlo, y el horror llenó su mirada, que desesperada buscó el consuelo de su madre. Michelle la abrazó, sin atreverse a negarle su cariño cuando rompió en un llanto desconsolado. Mavis sabía quién era el padre, pero no sabía que estaba embarazada aunque durante su encierro agradeció no tener que preocuparse por su regla. Ahora la noticia era devastadora, y había perdido al fruto de su relación con Zeref, así como el mismo amor que parecía haberle tenido.

—Le daré un momento para que se recupere, si me necesita, estaré en mi habitación, madame Michelle.

—Se lo agradezco, Rogue.

Mavis no podía parar de llorar, y por un instante se olvidó de Jude y de Lucy, incluso de su madre. Con su mano sana, tocó el lugar donde había albergado vida y luego encontró la muerte. Inconsolable, sólo se aferró a su madre que peinaba sus largos cabellos.

—Lo siento tanto, mamá. Sé que debo darte vergüenza, pero yo... no podía casarme con él. No podía, y ahora me odia...

—Mi niña, no pienses en eso ahora, tienes que recuperarte.

—Me quiero morir.

—No, no. No digas eso —intentó tranquilizarla sin éxito. Sus ojos amables, cargados de cansancio, también se llenaron de lágrimas no derramadas—. No es tu culpa, mi querida niña. Tienes que ser fuerte, debes recuperarte.

—Esto es mi culpa, todo esto que me pasa es por todo los males que he causado.

—Mavis...

—Mamá... yo me lo he buscado. Dios me está castigando por todo lo que he hecho, por causarle daño a Lucy y al hombre que amaba.

—Mavis, ahora no, tienes muchas cosas que explicarme, y yo también debo contarte otras más, pero ahora debes reposar, y tienes que centrar todas tus fuerzas en ponerte bien de nuevo.

—Perdóname... —Mavis aferró la mano que su madre posó sobre su mejilla húmeda por las lágrimas. No tenía claro cuál de todas las razones la motivaba a pedirle disculpas, una sola no bastaba—. Perdóname por lo que he hecho, madre...

—Es momento para que descanses, hija mía —Los ojos de Mavis empezaron a cerrarse de nuevo, con cierta pesadez, y entonces recordó el extraño sabor al final de cada sorbo del agua que pidió. Era un somnífero—. Estaré aquí cuando despiertes de nuevo, y podremos hablar... de todo.

Mavis cayó de regreso en el mundo de los sueños profundos,y cuando sus ojos llorosos dejaron de abrirse, Michelle peinó su cabellera con cariño y cuando vio su pecho subir y bajar con tranquilidad, su rostro se ensombreció. Su mirada vagó por los cardenales morados que llenaban el cuerpo de su hija, y especialmente el morete que cubría gran parte de su cara y mantenía uno de sus ojos casi cerrado.

Un suave crujido a su espalda le informó de que no estaba sola, y conteniendo las lágrimas miró al joven médico Cheney.

—Voy a hacer pagar a Jude por cada golpe y rasguño que le ha hecho, y por todo el dolor que le ha causado, a ella y a Lucy.

—Madame, estoy de acuerdo con usted en que ese miserable pagará por todos y cada uno de sus crímenes, pero ahora, y considerando su delicada situación, debemos esperar.

—No quiero... no puedo, mi hija a perdido... —no podía decirlo. Michelle, dadas las circunstancias, no podía decir que sentía vergüenza o decepción de que su hija por hacer lo que hizo sin siquiera estar mínimamente comprometida. Pero ahora le era algo irrelevante, nada le preocupaba más que ella y su sobrina—. Tenemos que encontrarlo, Rogue. Ese bastardo no puede ocultarse por mucho tiempo.

—Si es como dice, estará buscando a su hija, allí podremos seguirle la pista, a ambos. Pero debera comprender, dado a su posición, que lo más prudente sería reunir todo lo necesario para probar que usted es competente, tanto para su propia seguridad como para la de su hija.

Michelle no podía olvidar eso, el como Jude la dejó como una enferma mental que no podía cuidar de sí misma, y mucho menos de su propia hija. Ella no tenía duda alguna de que fue su condición con lo que retuvo a Mavis y Lucy durante tanto tiempo. Sabía que su hija y su sobrina le habían ocultado cosas, pero ahora comprendía que no tenía idea de hasta qué punto.

—Tiene razón... no podré hacer nada si ese imbécil recurre a mi supuesta discapacidad mental. ¿Aún no sabe dónde reside mi sobrina?

—Los criados dicen que su esposo se la llevó el mismo día en que se casaron —contestó el médico, tomando asiento luego de dejar un par de tazas humeantes delante de ellos. Michelle le imitó—. Es extraño, no encuentro mucha información al respecto, el hombre... Salamander, es como si no tuviera registro de antes.

—Me es extraño que se casara —admitió Michelle—, dado que lo último que supe fue que un joven la pretendía, parecía muy entusiasmada. Pero luego... bueno, escapé y no he podido comunicarme con ellas por temor a que Jude pudiera volver a capturarme.

Rogue, quien había atendido a Lucy cuando intentó dejarse morir desangrada, omitió darle esa noticia que no le correspondía. Sin duda, madame Vermillion era ignorante de muchas cosas que sucedieron.

—Debemos movernos con cuidado, y considerando que no hemos encontrado ninguna conexión de ese tal Salamander con Jude, deberíamos suponer que su sobrina ahora se encuentra bajo la protección de su marido y Jude no podrá llegar a ella. Al menos no por ahora.

—No lo sé, no me siento tranquila. No supe nada de ese matrimonio, ¿y si Lucy no lo quería? Creo recordar que el muchacho del que parecía enamorada se llamaba... Natsu... sí, Natsu Dragneel. Es un Dragneel. Tengo entendido que es una familia acomodada. Pero Salamander...

—Hay muchas cosas que debemos platicar, pero le diré que Natsu Dragneel está muerto.

—¡¿C-cómo...?!

—Tuvo un destino desafortunado. Madame, no creo que sea el mejor tema para conversar, no estoy enterado de los detalles. Y tampoco servirá que se estrese por algo que no pueda controlar. Confiemos en que su sobrina cuenta con la protección de su esposo, ahora debemos enfocarnos en limpiar su nombre y salvar a su hija.

—Lo entiendo...

¤¤¤¤¤♡¤¤¤¤¤

Continuará...

N/A: Quizás haya sido improvisto, pero ya quería ver a Michelle tomar su papel. Ahora las cosas van a ponerse más turbias... okno, veamos cómo avanza. Si gustan comentar, les estaré respondiendo en un rato más los comentarios de la sección anterior (lo hago por tiempo porque no me puedo meter mucho rato, así que aprovecho cuando público para leerlos♡)

Nos leemos

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro