¤¤ Capítulo 27 ¤¤
N/A: Por la demora de estar actualizando el otro cap, más tarde contesto los comentarios del capítulo pasado ♡
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—Está intentando abrir los ojos... —dijo una voz femenina sobre él. Natsu sentía un olor intenso cerca de su nariz. Hacia frío, mucho frío a su alrededor—. ¿Podrás salvarlo?
—Si no permites que el éter lo tenga sedado así será, no puedo intervenirlo si está despierto, Cana. ¡Manten el paño en su nariz! —Una voz más mayor, pero femenina, exigió sobre su cabeza. Natsu quería abrir los ojos, decir algo, mover aunque fuese un dedo. Pero su cuerpo era un peso muerto. ¿No había muerto en las frías aguas de un río en su tierra natal?— Es joven, podrá soportar las secuelas.
—¿No hablará?
—Intentaré salvarlo, pero no puedo obrar milagros. Hablar será su última preocupación si no extirpo la bala que está alojada en su columna.
—¿Quieres que mande a buscar al viejo jefe Makarov? Querrá despedirse.
—¡Te he dicho que lo dejes sedado! No voy a rendirme sin intentarlo.
El paño apretó su nariz y el aroma inundó sus embobados sentidos para regresarlo a la inconsciencia.
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Natsu tenía una visión. Lucy cortaba su garganta. El dolor era un recordatorio manifestado en punzadas de dolor, certeras y poderosas justo en su cuello y mejilla. Natsu quería alejarse de la daga, pero estaba cautivado por su belleza, por su inocencia y por la sensación de fría soledad que siempre envolvía a la joven Heartfilia. Deseaba protegerla, hacerle saber que era querida. Pero Lucy no le permitía acercarse, cada vez que lo intentaba, le hacía daño. Y luego estaba Jude, y después Mavis, ambos armados, dispuestos a darle el golpe final.
Su padre lloraba su pérdida. Zeref le llamaba entre desgarradores gritos de dolor. Su madre le veía con adoración, pero también con pena. Él quería abrazarla, pero ella solo negaba, le decía que aún no era el momento. ¿Cuándo sería? Si él ya estaba muerto, ¿verdad? No. No lo estaba. El dolor en todo su cuerpo así se lo decía, él tenía que sufrir todavía un poco más. ¿Realmente su único pecado era ser hijo de un inglés y una escocesa? ¿Podría siquiera considerarlo un pecado?
Una mano tranquilizadora acarició su cabello y se colocó con suavidad sobre su frente. Los dedos fueron como el toque de un hielo, pues se estremeció.
—Su fiebre está subiendo de nuevo.
—Mientras no sea prolongada es un buen síntoma de recuperación. Ve por un poco más de agua fresca, yo revisaré sus puntos antes de darle la vuelta, su espalda también tiene que descansar.
—¿Podrá caminar?
—Tuvo suerte, la bala no dañó una zona vital. Le tomará tiempo pero podrá hacerlo de nuevo.
—¿Y hablará?
—Ve por el agua, está despertando.
Natsu quería oír la respuesta a esa pregunta. Porque sabía que se trataba de él. ¿Qué le habían hecho? Ahora lo recordaba, pero nada podía hacer para pedir explicaciones si tenía la garganta en llamas y la espalda aplastada por lo que podía jurar era un carruaje entero. Intentó moverse, aquella mano tranquilizadora se posó sobre su hombro, el único que no le palpitaba, y oyó la voz de la mujer mayor decir.
—Debes ser fuerte, por ti y para tu abuelo. Makarov viene por ti, muchacho. Recupérate para él, Natsu.
Ella sabía quién era él. O lo que fue alguna vez, pensó antes de caer en la oscuridad.
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El aroma del chocolate caliente hizo a su mente comenzar a despertarse, ser consciente de su entorno y su situación. Le tomó varios segundos que le parecieron eternos, pero sus ojos jade volvieron a abrirse para observar el mundo a su alrededor, un mundo que creyó le fue arrebatado para siempre. Lo primero de lo que fue consciente es que estaba en la habitación que fue su hogar cuando pasaba la temporada de invierno con su abuelo. Era su hogar, Escocia. Lo siguiente que identificó lo asustó, estaba prisionero. Se encontraba encerrado dentro de su propio cuerpo, pues éste no le respondía. Aquello lo alteró, y en su horror hizo un ademán por tomar el control de sus acciones y sólo consiguió que su respiración se alterara. Escuchó unos pasos apresurados y luego una mujer de castaña cabellera se cernía sobre él. Él la observó largo tiempo, jurando que con un poco más de edad y quizás en una reencarnación, era la viva imagen de su madre.
—Eh, quieto. Shh. Eso es. No te asustes, Natsu. Estás en tu hogar, en el castillo Dreyar. Tu abuelo ha salido por un bocadillo, pero no tarda en volver. Parpadea dos veces si me has entendido, no intentes hablar o te harás daño. —Natsu parpadeó dos veces en rápida sucesión. La joven sonrió y palmeó con gentileza su pecho—. Te explicaré todo en un momento, pero debes mantener la calma, ¿de acuerdo? Mi nombre es Cana, soy aprendiz de Polyurshka. Ella es una sanadora, ella te curó. Estabas muy herido cuando te encontré a las orillas del río, ¿puedes recordar todo lo que pasó? ¿O cómo terminaste ahí?
Natsu parpadeo dos veces seguidas. Ella sonrió con tristeza y retrocedió un paso.
—De acuerdo, eso hará todo más sencillo. ¿Te duele algo? Puedo preparar un té que te relajará.
Natsu intentó negar, no quería ninguna bebida que lo relajara a tal punto de dormirlo, tenía que saber qué sucedía, cuál era su estado y cuánto tiempo había pasado. Pero el movimiento disparó un rayo de dolor desde su cuello al resto de sus nervios, y se concentró también en su columna. Se estremeció de dolor y sus ojos se inyectaron de sangre cuando contuvo las lágrimas de agonía. Cana le miró con pena e intentó tranquilizarlo. ¿Cuál era su estado para causar esa sensación en aquella desconocida?
—¿Cana, qué haces a...? ¡Oh por...! ¿Ha despertado? ¿Está despierto?
—Sí, Makarov, está despierto. —Cana retrocedió para dejar que el hombre de avanzada edad se inclinara sobre el más joven. Natsu vio las lágrimas en los ojos de su abuelo, quien parecía querer abrazarlo y a su vez no tocarlo por miedo a romperlo.
—Le rogué a Dios por ti, y estas aquí, vivo. Mi querido niño... te pondrás bien. —Natsu sintió cosquillas en sus mejillas. Lágrimas que salieron de sus ojos y se perdieron tras sus orejas—. Cana, ¿ya está fuera de peligro? ¿Puedo comunicarme ya con su padre? Hijo, tu padre y Zeref vienen en camino, llegarán dentro de un par de días. No saben que estás aquí, sólo enviaron un mensajero a informarme de que tienen una noticia que deben darme en persona. Supongo que algo habrán oído.
Natsu quiso decirle que no. Nadie podía saber que estaba vivo. No hasta que recuperara su salud. Con Jude que era un hombre sin escrúpulos, y Mavis y Lucy que eran unas excelentes actrices, no dudaba que buscaran el modo de acercarse a él para rematar el trabajo. Y si ellos tenían alguna duda de si estaba vivo, su atención se enfocaría en Igneel y Zeref. De pronto pensó en Grandine, y aquella sonrisa de superioridad que le dedicó durante la boda, así como sus breves y ocultas conversaciones con Jude Heartfilia que pasaron desapercibidas para todos menos para él —ahora comprendía que debió tomarles importancia—. Su madrastra no dudaría en informarle a Jude que seguía vivo si llegase a enterarse. Tenía que impedirlo.
—Ze... Zheeerr... —Natsu tenía dificultades para respirar, y lo que salía de sus labios no concordaba con lo que su cabeza recitaba. El dolor le paralizó y provocó lágrimas acumuladas que luchaba por no dejar caer—. Ig... I-Ig...
—¡No, por favor! —Cana se apresuró a aparecer en su escaso campo de visión, pues no podía mover el cuello—. Natsu, no intentes hablar, te harás más daño. Debes entender. Makarov, él no puede hablar.
Le dolía. Era desgarrador y una sensación de ahogo atroz. No tenía elección, Natsu debía decirle de alguna manera que ni Zeref o Igneel debían saber de su paradero. No debían enterarse de que estaba vivo. Natsu no iba a poner sobre su padre y hermano el peso de vengarlo, no los iba a salpicar con el lodo que lo ensucio.
—Puedo verlo en tus ojos muchacho —Makarov le vio con una súplica silenciosa y dio un suave apretón a la mano que sostenía entre las suyas mientras tomaba asiento a su costado en la cama—. ¿Quieres que te den por muerto? No me pidas eso, por el amor de... ¡¿Cómo se lo diré a tu padre?! Es tu padre, Natsu. Y tu hermano. Ellos merecen saber la verdad.
Por fin su mano obedeció, y aferró la mano arrugada pero firme de su abuelo, intentando transmitir su desesperación. Su apretón no era de lejos el más fuerte. Fue lo suficiente para que Makarov comprendiera su estado y negara con dolor, aceptando su voluntad.
—Creo que debemos esperar a que pueda comunicarse por sí mismo, ¿no lo crees Makarov? Deja que respire —Sugirió Polyurshka, una mujer de edad similar a su abuelo y expresión severa. La mujer entró con una bebida en sus manos—. Esto te ayudará para el dolor en la garganta, te relajará.
Natsu se negó a tomarlo, no quería volver a dormirse.
—Natsu, hijo, debes tomarlo, tus heridas todavía están frescas. Luego veremos qué hacer con esto, todavía quedan unos días para la llegada de tu padre y tu hermano.
Apretó más la mano de su abuelo, mostrando su disconformidad. Polyurshka rodó los ojos y dejó la bebida cerca de su cama.
—Ya la tomarás por ti mismo cuando no soportes el dolor. Como sea, no intentes hablar ahora o no volverás a hacerlo nunca. Tienes suerte de que, quien quiera que te hizo eso, además de ser un principiante lo hizo con una navaja sin demasiado filo. Podrás volver a hablar, pero si te gusta cantar te recomiendo que comiences a practicar hacerlo en tu mente.
—¡Polyurshka! —gritaron Cana y Makarov a su vez con indignación. Natsu agradeció en silencio su franqueza.
—Natsu, por ahora no quiero que te preocupes por nada más que por recuperarte, muchacho. De verdad, no pienses en nada más. Dios quiso que Cana te encontrase cuando estabas a las puertas de la muerte, y Polyurshka puso todo su conocimiento en mantenerte con nosotros. Hace tres semanas que te trajo aquí luego de intervenirte en su carromato.
¿Tres semanas? ¿Tres semanas del ataque? Natsu abrió los ojos con sorpresa y horror. Su abuelo sonrió con lágrimas todavía en sus ojos.
—Nos has dado un gran susto, la herida en tu garganta se infectó y tuviste fiebres muy altas. Pero ahora estás aquí, en tu hogar, con tu familia. Te pondrás bien. Natsu... a juzgar por tu estado cuando Cana te encontró alguien quiso matarte... Gajeel está investigando, es muy discreto al respecto, por lo que ni tu padre o tu hermano han sido informados sobre esto. Quiero verte fuerte, así que esperaré para dar cualquier información de ti a Igneel o Zeref. Sólo quiero que quede muy en claro que no estoy de acuerdo con esa parte.
—Cana te enseñará un par de ejercicios para que puedas recuperar la voz sin desgarrarte en el intento, tardarás, pero lo vas a lograr. Claro que no esperes sonar igual, ¿comprendes? —Agregó la sanadora, intentando distraerlo. La chica que era Cana asintió de acuerdo con ella—. Mientras tanto recupera fuerzas chico, las necesitarás.
Natsu intentaba procesarlo todo, quería tomarlo con calma. Pero todo lo que puedo hacer fue soltar la mano de su abuelo y cubrir sus ojos con el antebrazo. Su respiración se alteró cuando un sollozo hizo hervir su garganta de dolor. Las mujeres se retiraron en silencio. Pero su abuelo permaneció a su lado, tomando su mano mientras le veía llorar. El amor casi lo mató. Depositar su confianza basado en las apariencias fue un error fatal. Un error que nunca volvería a cometer. Un grave error que se encargaría de remediar.
Porque eso no iba a quedarse así. Antes debían terminar el trabajo, como bien dijo Jude a Lucy. Iba a regresar por ellos, y los iba a reducir a nada. Tenía claro lo que haría con Jude y Mavis, con aquellos que empuñaron las armas que le habían herido. Pero Lucy era un caso especial, su esposa no pudo esperar ni dos semanas para deshacerse de él. Él no cometería ese mismo error, se tomaría su tiempo para hundir a la Heartfilia, la haría desear no haber nacido.
Natsu iba a devolverle cada golpe recibido a esa podrida familia.
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Cuatro años más tarde...
Nadie molesta a los muertos. Era algo que Natsu se repitió durante su proceso de lenta recuperación. Fue duro, cansado y en ocasiones humillante. Varias veces quiso tirar la toalla, pero Cana era una piedra en su bota, siempre exigiendo y gruñendo. Polyurshka una vieja malhumorada y sarcástica que se encargaba de picar su orgullo para motivarlo a su manera. Ambas eran conocidas de Makarov, y fue la mayor quien lo reconoció como el nieto del jefe del clan Dreyar. Nadie sabía que él seguía con vida. En Londres se corrió la voz de una historia, una historia donde sus propios compatriotas escoceses le habían matado para robarle sus riquezas y tomar a su esposa junto con la prima de esta. Ambas, traumatizadas por tal horrible experiencia, rara vez eran vistas en público y mayormente se la pasaban en la seguridad de la mansión. Igneel y Zeref enviaron varios equipos de búsqueda para dar con su cuerpo, no encontrando nada más que la feroz naturaleza que borró todo rastro. La historia dio lugar a una reyerta que pudo terminar en otra guerra de no ser por la intervención del rey, quien le dio el permiso a Jude Heartfilia para tener a su propia gente trabajando en las tierras y enviar cuadrillas de soldado que vigilaban al principio que todo en las tierras altas funcionara. Jude era el padre de Lucy, quien al ser su esposa y aún sin consumar el matrimonio, pasó a ser propietaria de todos sus bienes ante su lamentable muerte. Cuando Natsu se recuperó lo suficiente para susurrar palabras, lo primero que ordenó fue que nadie fuera de aquel castillo supiese que seguía con vida. ¿Por qué? Porque era el factor sorpresa que necesitaba para regresar la afrente recibida. Él no sería como Jude, no se iría sin antes comprobar que todos estuviesen acabados. No sería como Mavis, cuya mano temblorosa no supo con exactitud a dónde apuntar. Y mucho menos sería como Lucy, que no aplicó la fuerza necesaria ni se aseguró del filo de la hoja antes de marcarlo de por vida.
Le dolió oír el llanto de su padre, y los gritos de Zeref cuando su abuelo les dio la noticia. Siguiendo la historia que Gajeel les contó que se corría en Londres; Makarov sólo cambió una parte, y fueron bandidos los que atacaron al próximo jefe del clan, aprovechando su vulnerabilidad. Les dijo que encontraron su cuerpo, más no en qué estado para no hacer más grande la herida. Zeref exigió la verdad. Makarov le reveló que fue torturado y luego degollado. Le mostraron la tumba que yacía junto a la madre del mismo. Natsu pidió perdón a su madre por aquella vil mentira, por engañar de aquella manera a Igneel y Zeref, quienes le acogieron con los brazos abiertos y le aceptaron sin reservas. No los metería en una venganza que no les concernía. Padre e hijo se marcharon de Escocia con el corazón roto y sólo mantenían cierta correspondencia con Makarov por la presencia de los soldados ingleses en sus tierras el primer par de años. Luego las cartas cesaron. Zeref se unió a una dependencia del gobierno y rara vez era visto. Igneel se retiró del Parlamento sin dar motivos o explicaciones. Con el tiempo, todos olvidaron al hijo bastardo de Igneel, y si alguien le recordaba era solo para menear la cabeza y afirmar que aquello se veía venir por su sangre escocesa.
Miró su reflejo en un espejo. La cicatriz que cubría su mejilla derecha nacía bajo su ojo, deslizándose por su mentón y terminando en la conexión de su cuello y hombro. Extrañamente, aquella herida no fue suficiente para matarlo. Natsu se quitó la peluca de negra cabellera que usaba cada vez que salía más allá de los terrenos del castillo. Procedió a quitarse la ropa para tomar un relajante baño, descubriendo la cicatriz de su hombro, donde la bala de Mavis atravesó y de cierta manera entorpeció ligeramente el funcionamiento de su mano. No era la dominante, por lo que Natsu no vivió tanto estrés mientras recuperaba el control total de sus dedos. Luego la cicatriz en su baja espalda fue otro recordatorio de cuánto quisieron matarle. Pero él no iba a morir tan fácilmente, o no al menos sin llevarse a uno de ellos con él.
El agua relajó sus tensos músculos. Si bien fue de complexión atlética años atrás, los definidos músculos —producto del trabajo arduo—, no lo hacían ver mal. Mujeres que se interesaran por él no le faltaban, pero él no podía permitirse semejante libertad hasta no liberarse de los demonios que lo atormentaban. Había intentando en muchas ocasiones yacer con aquellas que se ofrecían en sus brazos, pero sencillamente no encontraba la motivación adecuada. Era una única mujer la que siempre acudía a su mente cuando intentaba tomar a otra. Y no era precisamente amor lo que tenía en mente al pensarla. Estaba convencido de que una vez se desquitara con ella, su vida se resolvería. No podía posponer más la venganza que planeó durante tanto tiempo. Pero era momento de hacerlo. Debía actuar ya. La última noticia que tuvo desde Londres fue que Lucy estaba a poco de contraer matrimonio. Una vez concluido el tiempo de luto por la muerte de su esposo ella no perdió el tiempo, pues sus fuentes le aseguraron que caballeros llamando a su puerta no faltaban.
Un años atrás le informaron que Jude tuvo un accidente. Justo cuando Natsu pudo volver a correr con la misma soltura de antes. Sin tropezar ni caer porque sus piernas no pudieran sostenerlo. Ese maldito viejo por fin obtuvo un poco de lo que merecía, pues otra noticia interesante fue saberlo postrado en una silla de ruedas. No era algo que iba a detenerlo, con ninguno de ellos. La hija y la sobrina tendrían que pagar, principalmente la zorra que tenía por esposa. Porque él seguía vivo, quizás nunca consumaron el matrimonio, pero mientras no obtuviera una dispensa de divorcio, ella seguía siendo su maldita esposa.
Y ya iba siendo momento de recordárselo. Recordarle que toda aquella vida de lujo que se estaba dando era a costa de su muerte.
Todo estaba listo, sólo debía partir a Londres apenas Gajeel llegase. Makarov, su querido y venerado abuelo, había intentando hacerle desistir en muchas ocasiones, pero Natsu no iba a escucharle. Su abuelo no veía más allá del género de su atacante ni de su discapacidad. Él pagó caro ese error, así que debía enmendarlo. Regresaría de entre los muertos para atormentar a su esposa, volverla loca hasta destruirla. Nadie se burlaba de él y podía vivir el resto de su vida en paz con la consciencia limpia. Quizás parecía que enfocaba todo su odio en ella, pero era porque le traicionó. No era un secreto el odio de Jude, ni el desagrado que Mavis le tenía. Lucy... ella fingió quererlo, creyó que tenía sentimientos por él. Y él cayó como un tonto, pensando que con el tiempo ella podría llegar a amarle si se esforzaba. El amor no era más que un cuento que las madres le contaban a sus hijos, y él le creyó a la suya. Creyó que su amor podría ser real. He allí las consecuencias.
La puerta sonó un par de veces antes de que Erza entrara con una carta en sus manos. Pero apenas vio su estado de desnudez mientras se secaba, una sonrisa provocativa cruzó por sus labios y cerró con el pestillo detrás suyo. Natsu arqueó una ceja con interés cuando la hermosa mujer de cabellera escarlata avanzó hacia él, dejando la carta en una mesita antes de plantarse delante suyo y besarle sin mucha vacilación. Le correspondió sin demora. Sólo con Erza era capaz de responder de aquella forma. Ambos eran muy buenos amigos, y ella estuvo a su lado en su recuperación. Por lo que no podía rechazar su amabilidad ni rechazó en el pasado su oferta de encontrar un poco de liberación sexual. Erza rodeó su cuello con los brazos y permitió que él tocara sus senos por sobre la blusa.
La mujer gimió, y fue ella misma quien se quitó la blusa para tener un mejor contacto con él. Él sintió el lento deseo recorrer su cuerpo, pero antes de que pudiera tumbarla y levantar sus faldas, otra mujer se precipitó en la habitación y al ver su estado puso los ojos en blanco y se giró.
—Cuando dejes de cogerte a esa zorra, por favor lee la maldita carta —pidió Cana con fastidio antes de irse, no quería escucharlos como en otra ocasión que tuvo la desgracia de encontrarlos.
Erza rió al apartarse Natsu para vestirse sin prisas, y ella misma se colocó su blusa.
—Tal vez si aprendieras a tocar la puerta, te evitaría ver este tipo de cosas —Cana azotó la puerta, no sin antes agregar.
—Te dije que era un mensaje urgente que debías de entregarle, no que tú te entregaras, fursia.
—Me tiene envidia —aseguró la Scarlet sin perder la sonrisa. Natsu ignoró el intercambio de ambas, sabiendo que era así como se trataban y abrió el sobre para comenzar a leer. Lanzó un juramento y arrugó la hoja en sus manos con rabia. Erza se asomó por un costado y palmeó su espalda para intentar leer—. ¿Malas noticias?
—Míralo por ti misma —Dijo por fin, odiaba aquella voz desconocida que surgía de sus labios. Erza solía bromear y decir que su voz ahora sí parecía la de un hombre, y que le quedaba mejor. Pero su voz, sus cicatrices, y la peluca que debía de usar cada vez que salía del castillo eran un maldito recordatorio de todo lo que le hicieron. Todavía existían ocasiones en las que despertaba a su abuelo de una siesta y éste estaba a punto de darle un golpe por no reconocer su nueva voz de inmediato.
—Esto supone un problema —Afirmó Erza una vez terminó su contenido. Natsu asintió y abotono su camisa antes de colocarse el fajín en la cintura—. ¿Qué harás?
—Seguiré con el plan, eso no me lo impedirá.
—Pero...
—No voy a entrometer a mi padre en esto, mucho menos a Zeref, sólo debo buscar el modo correcto de acercarme a ellos sin que me noten.
—¿Tienes todo listo? ¿Estás seguro de que nadie sospechara?
—Para ellos seré el primo de Natsu, Salamander Dreyar. Tú misma me has dicho que mi voz y la peluca me esconden bastante bien. Gajeel se encargó de todo el papeleo.
—¿Y qué hay de la cicatriz? Es obvio que van a preguntar, es visible aún cuando uses camisa de cuello alto.
—Para los ingleses no somos más que un puñado de salvajes, creerán que fue a causa de una pelea. No tendremos que dar demasiadas explicaciones. Después de todo tengo los rasgos de mi madre predominando en mí. ¿Vendrás o no?
—Claro, no me perdería la diversión por nada.
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Continuará...
N/A: Qué les ha parecido?
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