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¤¤ Capítulo 2 ¤¤

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Era pasada la media noche cuando la mansión Dragneel acabó por fin vacía. A pesar del pequeño número que se había formado cuando Jude sacó a su hija casi a rastras, los invitados continuaron conversando y mirando a los anfitriones de vez en cuando. Natsu ya no pudo seguir bebiendo ni tuvo el estómago de seguir soportando los murmullos que resonaban por todas direcciones.

《Se nota que todavía no aprende modales...》

《Pobre Lucy, tener que pasar vergüenzas por su culpa. Como si no fuera suficiente con su condición.》

《Lord Heartfilia estará tan furioso que dudo que la chica vuelva a asistir a algún evento en lo que queda de temporada.》

Sin poder soportarlo salió al jardín a respirar aire fresco, ignorando a unas cuantas parejitas demasiado acarameladas que ignoraron su caminar. Una vez en el jardín, se dedicó a observar el nublado cielo que no permitía ver las estrellas que en su lugar de nacimiento siempre admiró desde niño. Era algo que extrañaba de su amada Escocia, su madre le enseñó a amar la naturaleza. Y en Londres aquello era un tanto difícil, considerando la gran cantidad de fábricas cuyo humo oscurecía los cielos y grandes edificios impedían en su totalidad el crecimiento de la flora.

No notó que se había quedado dormido sobre la banca hasta que el grito de su madrastra lo despertó de golpe.

—¡Vergüenzas, eso es lo único que me haces pasar desde tu maldita llegada! —Clavando un pie con fuerza en el suelo, Grandine le señaló con su dedo esquelético—. Deberías haberte quedado con tus semejantes, todos son unos salvajes y sólo saben hacer el ridículo.

—Le recuerdo, lady Grandine, que fue mi padre quien me obligó a venir aquí —Más cansado de lo que estuvo cuando recién salió, se puso de pie y la miró sin inmutarse ante sus labios y ceño fruncido—. Así que, si me permite.

—Que no se te olvide que eres el hijo de una ramera. Mi marido fue embrujado por ella y obligado a cometer un pecado que lamentablemente reencarnó en ti.

Natsu se detuvo en seco y se giró hacia la mujer, caminando y notando como se encogió un poco. A su edad, él ya estaba más alto que esa bruja.

—Le soporto que me insulte y no sepa mantener la lengua quieta. De hecho, me agrada ver cómo una dama de su categoría se atreve a decir esa clase de palabras. Pero que le quede algo muy claro, con mi madre no se meta.

Fue toda la advertencia que le dio para continuar su camino. Sólo cuando subía los escalones al salón principal la escuchó chillar:

—¡Eres un bastardo, nunca lo olvides, algo que no debió existir!

Igneel, quién ya escuchaba los gritos de su esposa, salió al encuentro de Natsu justo cuando éste estaba por entrar.

—Natsu... hijo...

—Ahora no papá. Mañana iré en persona a disculparme con Jude y su hija. —No lo hacía por las personas que presenciaron el suceso ni para darle consuela a su madrastra. Ni siquiera por su padre. Sino por su propio código que le recriminaba por su conducta aquella noche—. Te dije que no era buena idea.

La aflicción era clara en el rostro del hombre, y a pesar de que quiso acercarse, Natsu no se lo permitió. Desde el principio supo que nunca sería aceptado en sociedad. No contaba con que se irritaría tanto. Es que, pensar mal de él era hacerlo de su padre e insultar la memoria de su madre. Debía ser sincero consigo mismo, quería a su padre a pesar de todo, pues desde la muerte de su madre se había hecho cargo de él sin ningún remordimiento o rastro de decepción en su mirada. Al contrario, Natsu se sentía un poco mimado con tantas comodidades otorgadas.

Sólo que con todo lo ocurrido, ahora no tenía ganas de ver a nadie ni notar el dolor que Igneel sentía al ver que Grandine era incapaz de aceptarlo. Natsu no culpaba a la mujer, era obvio que estuviera furiosa al ser él el producto de una infidelidad, más aún al ser acogido en la misma casa. Por eso trataba de no meterse con ella y pasar desapercibido la mayor parte del tiempo.

Llegó a su habitación, despidiendo al criado. Le molestaba que alguien quisiera ayudarle a desvestirse. ¿Acaso no tenía dos manos en perfecto estado y unas piernas con la qué sostenerse? Jamás entendería ese estilo de vida. Cierto, tenía beneficios como ropa de muy buena calidad y abundantes comidas, y sólo eso. De allí en fuera nada más le interesaba.

Se tiró boca abajo en su cama, soltando un pesado suspiro. Su cama era otro punto a favor, se dijo, otra razón por la que seguía aceptando quedarse en casa de su padre y no volvía con su abuelo Makarov a las colinas donde podía ser completamente libre de aquellas ridículas etiquetas. Su mente comenzó a vagar, volviendo a la muchacha que se había llegado una severa herida al salir de ahí. Frunció el ceño, Jude debió esperar a que él médico llegara para que la revisara. Por Dios, la muchacha tenía un vidrio incrustado en la mano y sangraba.

Recordar cómo le había llamado al dejarla sola en la pista de baile le sentó mal. Jamás hubiera actuado de saber que ella era... ciega. Lucy era ciega. Si bien no era común encontrar a personas con esa condición en su camino, sabía que existía la posibilidad. Eso explicaba por qué razón Zeref nunca dejó de vigilarla y nadie osaba a dejarla sola. Ahora que pensaba con calma y repasaba los sucesos, notó esos detalles. Su sobresalto cuando tiró de ella hacia la pista, y su tensión al bailar, como si temiera tropezar o pisarlo.

Se sentía de verdad lamentable por lo ocurrido. ¿Cómo sería el mundo para ella? Incapaz de ver, tan sólo confiando en sus otros sentidos más accesibles, como el tacto o el oído. También entendía cómo ella se inclinaba hacia Zeref cuando éste hablaba, intentando escucharle a pesar del bullicio de la multitud.

Cuando logró por fin conciliar el sueño, todavía llevaba en su mente la imagen fugaz de unos ojos del color del chocolate y sus generosos labios con forma de corazón.

•••

Se despertó más temprano de lo pensado, por lo que decidió aprovechar la mañana. Y mientras desayunaba en su habitación, pidió que le preparasen el baño. Se aseó y se vistió con el traje de montar más sencillo que encontró. Su padre le mandó a traer un guardarropa más que adecuado para un caballero, y no pudo negar que las ropas le gustaban. Aunque seguía prefiriendo el típico atuendo cíngaro con el que solía corretear desde niño. Su caballo ya estaba ensillado y a la espera cuando bajó por las escaleras, encontrándose a su padre pasando justo al frente.

—Natsu, buenos días. ¿A dónde vas tan temprano? Zeref ni siquiera se ha levantado.

Hizo una mueca interna, si su padre no sabía, él no sería quien le dijera que Zeref no estaba en casa. La noche anterior le había visto desaparecer com una atractiva mujer que, si mal no recordaba, su marido estaba fuera por asuntos de negocios.

—Buenos días, papá. Iré a dar una vuelta en mi caballo. Más tarde me presentaré en casa de lord Heartfilia para expresar mis disculpas. ¿Crees que sea apropiado presentar algún obsequio?

La vacilación de Igneel le puso un poco nervioso.

—Me parece maravilloso que quieras disculparte, Natsu. Pero Jude es un hombre un poco... difícil.

—Y no es para menos, considerando la discapacidad de su hija —intervino—. Lo lamento mucho, papá. Anoche yo... creí que ella también me juzgaba. Como no me miraba a la cara, pensé que...

La mano de su padre se posó sobre su hombro, dando un suave apretón.

—Entiendo que debe ser difícil. Pero nunca debes avergonzarte de quien eres, ni de dónde vienes. Yo no lo hago. Sé que para Grandine es difícil, incluso para mí. Quizás no fue la mejor manera en que pude actuar, y a pesar de ello no me arrepiento de haberla conocido y del tiempo que pasé a su lado.

—Lo sé... —Fue lo único que acertó a susurrar. Conocía la historia porque su madre se la contó una vez, poco antes de morir.

Conoció a Igneel cuando unos contrabandistas intentaban matarle por su dinero. Su padre salió muy mal parado y recibió tal golpe en la cabeza que le causó una especie de amnesia temporal. Durante ese lapso, su madre lo encontró y lo cuidó. Sin duda ambos se enamoraron y de ese amor Natsu fue el fruto. Pero Natsu jamás olvidaría la cara de tristeza que embargó a su adorada madre cuando le contó del instante en que Igneel recuperó la memoria. El deber lo impulso a volver, y ella nunca tuvo el valor de ir detrás suyo, ni tampoco de dejarse encontrar cuando supo que estaba embarazada.

Natsu saludó a su corcel y lo acarició mientras lo llevaba a la puerta trasera. Por aquel lado habían más árboles e iba en dirección al parque. Cuando lo montó, logró ver por el rabillo del ojo una figura que se escabullía para entrar a la casa. No pudo resistirlo y llevándose dos dedos a los labios emitió un poderoso silbido. Zeref saltó y le envió una mirada mortal, rogando silencio. Él negó divertido e hizo girar al caballo en círculos mientras gritaba.

—¡Espero que valiera la pena! —Antes de recibir una respuesta, echó a galopar al semental. El suelo era devorado por la velocidad del animal, y los árboles y las casas en las lejanías se volvían una visión difusa mientras disfrutaba del viento en su rostro y aullaba de alegría. Su abuelo estaría impresionado de aquel magnífico animal que montaba. Tal vez si Igneel se lo permitía, podría llevarlo cuando la temporada terminara.

Una hora más tarde y sintiéndose más relajado después de montar a caballo, se detenía frente a la impresionante mansión Heartifilia. Vaya, y él que creía que su casa era un palacio. Desde su amplio jardín a rebosar de vida y colores, a la magnífica fuente coronada por la figura de una bellísima sirena en cuyas manos portaba un cántaro, de donde nacía el agua. Avanzó con algo de pesadez, sin poder apartar sus ojos del elegante diseño de la fachada, llegando por fin a la puerta para llamar. Al instante escuchó ligeros pasos y está se abrió, revelando la figura de una delgada y pálida mujer con ojos inexpresivos y un cabello sorprendentemente corto.

—¿Sí?

—Buenos días, mi nombre es Natsu... Er, soy lord Natsu Drangeel. —La voz de su padre resonó en su cabeza, recordándole que su título y apellido le abriría muchas puertas. Lo usaría para que Jude viniera a él—. ¿Se encuentra lord Heartfilia en casa?

—El señor Heartfilia ha salido desde muy temprano por asuntos que atender, vuelva más tarde —y se retiró para cerrarle la puerta. Natsu de inmediato se lo impidió, sorprendiendo a la criada.

—Bueno, disculpa, en ese caso ¿podría preguntarle a lady Lucy si puede recibirme? Mi propósito puede ser atendido por ella.

—La señorita Lucy no recibe visitas sin el consentimiento de su padre.

—Será rápido. —Maldita sea, la mujer tenía fuerza si él estaba teniendo dificultades para mantener la puerta abierta—. Por favor, ¿podría informarle de mi llegada?

La doncella se lo pensó un momento y pareció pensarlo lo que lo motivó a retroceder para no parecer tan amenazante, finalmente cerró la puerta sin decirle nada. Natsu soltó un juramento y retrocedió un poco más sin saber qué hacer. La puerta volvió a abrirse con rapidez y una figura más pequeña y delgada que la anterior se asomó. Miró confundido el par de ojos verdes enfurecidos, enmarcados por un rostro algo aniñado y una rebelde cabellera de rubia tonalidad.

—Así que tiene las agallas de venir después del acontecimiento de anoche, ¿eh? Será mejor que se vaya antes de que llame a un criado para echarlo, que tenga un lindo día. —La joven cerró con un portazo cuando él todavía se encontraba procesando lo dicho. Natsu se acercó, dispuesto a derribar la puerta cuando escuchó voces desde dentro, pegó la oreja para intentar oír.

—Mavis, te he escuchado hablar más alto de lo habitual y el como azotabas la puerta, ¿qué ocurre? —¡Esa voz tan deliciosa sólo podía tratarse de Lucy! ¿Deliciosa? Comparada con las chillantes de la noche anterior, o la gritona de hace unos momentos, el tono y su fluidez era como música.

—Nada de lo que debas preocuparte. Ven conmigo, vamos a desayunar. Todo está puesto en el jardín trasero, ¿te parece? Aguarda, toma mi mano... Eso es, hay siete escalones para bajar por completo. Con cuidado.

—Mavis, si me apoyo de la baranda no pasa nada, pero te lo agradezco mucho.

Natsu se alejó cuando las voces se extinguieron. Se dio la vuelta y se alejó, observando los laterales de la casa, decidiendo cuál de ellos le llevaría al jardín trasero. A su derecha se vislumbra un gran espacio entre la casa y el muro que delimitaba la propiedad. Dejó a su caballo tranquilo cuando avanzó a grandes zancadas en esa dirección. No tardó mucho en llegar a un jardín trasero, mucho más grande pero igual de magnífico que el que dejó atrás. Fue fácil localizar a la chiquilla gritona, que ayudaba a Lucy a tomar a siento para luego hacer lo mismo delante de ella.

Natsu dejó que su mente procesara por un momento a la chica con la que bailó en la fiesta. Ya no llevaba el apretado moño de la noche anterior, sino que su larga cabellera caía libre, llegando a su estrecha cintura. El flequillo seguía igual de largo, ahora apartado y revelando sus ojos que mantenían una mirada perdida. Sus manos estaban apoyadas en el borde de la mesa, y notó como la que estaba sana se deslizaba con suma suavidad hasta tomar el asa de la taza y la llevaba a sus labios con la misma delicadeza. Todo frente a Lucy parecía estratégicamente colocado, como si la rubia ya supiera en dónde iba cada cosa. Siguió inspeccionando su figura, defendiéndose en el colorido atuendo, más ligero y cómodo.

Natsu no fue consciente de lo mucho que se había acercado hasta que la chiquilla gritona se puso de pie y lo señaló.

—¡Ahora sí que llamaré a un criado, Taurus! —Natsu la ignoró, caminando a una confundida Lucy que fruncía el ceño y escuchaba a su acompañante-. Hugh, pedazo de...

—Mavis, ¿qué pasa?

—Pasa que el papanatas de anoche está aquí. Le dije que se fuera pero pareció querer agregar más crímenes a su lista y atreverse a entrar. Espera a que el tío Jude se entere.

—¿Sucede algo, señorita Lucy? —El criado no tardó en aparecer, inclinándose con respeto hacia las mujeres. Mavis señaló a Natsu con una mueca de desdén.

—Sácalo de aquí, no es bien recibido.

Natsu no espero a que el fornido hombre le pusiera las manos encima, se agachó cuando intentó agarrarlo y lo esquivó sin dificultades. Sus ojos localizaron la mano vendada de Lucy, por lo que se precipitó a ella y tomó la que tenía sana. Sintió una descarga recorrerle, y no supo si ese fue el motivo por el que ella apartó su mano de inmediato.

—Lucy, permítame disculparme. No voy a importunarla más de lo debido, sólo quería... ¡Suéltame!

El criado lo había sujetado por el brazo y tiraba con fuerza de él. Natsu se zafó de un tirón, volviendo a ser sujetado.

—Taurus —llamó Lucy, ganando la atención de todos los presentes-. Suéltalo, por favor. Se irá en cuanto termine sus asuntos.

—Como ordene señorita. Llámeme si necesita algo más.

Mavis estaba que echaba fuego al ver que Lucy permitía que el hombre se quedará. Natsu decidió alejarse un par de pasos de ella como método de precaución, casi juraba ver un par de cuernos salir de su frente y un trinche aparecer en su mano apretada.

—Buenos días, lord Natsu. Espero que el incidente de ayer no haya causado molestias. Le dije a papá que era un error llevarme pero insiste en hacerme salir —su voz seguía siendo suave, ahora con un dejé de tristeza que Natsu sólo notó por la experiencia—. No volverá a suceder.

—Lucy, no es tu culpa que haya hombres que no sepan ser caballerosos —intervino Mavis con acidez. Lucy negó y le reprochó.

—Mavis, eso no es...

—No. —Natsu se apresuró a contestar—. Su...

—Soy su prima —reveló al notar que se le quedaba viendo con duda.

—Gracias. Su prima tiene razón, papá todavía se esfuerza en enseñarme un par de lecciones. ¿Cómo se encuentra su mano?

Lucy ocultó la mano vendada en su regazo, queriendo cubrir su existencia al posar la otra encima.

—Ya está mucho mejor, gracias.

—Necesitó tres puntos -volvió a decir Mavis—. Yo no he escuchado ninguna disculpa formal de tu parte. Así que si eso es todo lo que tienes que decir, ya puedes irte...

Cuando sus intenciones por correrlo estaban más que claras, Natsu acortó aún más su distancia con Lucy y se colocó a su lado con una rodilla en el suelo. La luz de la mañana y la posición de su cabeza le permitió por fin apreciar sus ojos, y tuvo que admitir que eran los más hermosos que hubiese visto alguna vez. Carecían del brillo del conocimiento, claro estaba, pero eso no quitaba el atractivo de los mismos. Incluso desde su posición, notaba el ligero color violeta que nacía alrededor de la pupila derecha, sin llegar a llenar el iris. Antes de detenerse a pensarlo tomó su mano desnuda. Lucy se tensó y apartó la cara al descubrir en dónde estaba él.

—No se acerque tan... —comenzó con una petición.

—Quiero disculparme por lo de anoche. No fue un buen día y he descubierto que las personas de Londres pueden ser un poco crueles.

—Lo suficientemen crueles como para publicarlo en el periódico está mañana —Mavis arrugó la nariz y le mostró un montón de páginas al lado de su desayuno—. Todos son unos idiotas.

—Lucy, lo siento mucho —Natsu se prometió buscar a la persona que se encargó de esa sección y haría que lo lamentara—. No estoy familiarizado con las costumbres en Londres, por lo que no sabía si traer o no un presente conmigo.

—Allanar las casas no es un buen comienzo. —Lucy soltó una risita al escuchar como Mavis intervenía de nuevo. Natsu le mandó una mirada asesina a esa bocazas—. Aunque me mires feo, lo mantengo.

—Lord Natsu, todo está bien, de verdad. Fue un desafortunado accidente, entiendo que no supiera sobre ello, así que no hace falta nada de eso.

—Creí que habíamos acordado tutearnos... ¿Me haría el honor de acompañarme mañana a dar un paseo a caballo? Le prometo que la cuidaré, soy muy bueno montando.

—No, yo... Le tengo miedo a los caballos —admitió. Natsu agradeció que el rostro de ella ya no estuviera en otra dirección, sino que ahora mantenía la cabeza inclinada en dirección a su regazo—. Además, no sé si papá lo permita.

—Yo soy un lindo pajarito en comparación con tío Jude. Abandona tu misión, hombre. Todavía que te queda algo de vergüenza.

—Entonces acompáñeme al baile de los Strauss está noche. Sé que recibió la invitación y son muy buenos anfitriones. Papá me ha contado que ellos sostienen una buena relación con la mayoría de las familias.

—Lord...

—Natsu.

—Natsu... agradezco que viniera personalmente a disculparse. Y le digo de todo corazón que no estoy enojada ni le guardo rencor. Entiendo que debe ser duro debido a su situación, y yo no pretendía ofenderle. Pero yo no salgo sin mi padre como compañía, tendría que preguntarle a él. Y aunque yo no le tomo importancia, él no ha estado del mejor humor.

—Bien, entonces enfrentaré primero al dragón para luego venir por la princesa —bromeó, sacando una ligera sonrisa de Lucy. Aceptando aquel gesto, se puso de pie e hizo una reverencia, tomando su mano una vez más para llevársela a los labios y depositar un beso en sus nudillos. Antes de que Lucy bajara la cabeza, logró ver el sonrojo que tiñó sus mejillas y sintió el temblor de su mano—. Con esto me retiro. Gracias por no echarme.

—A la próxima no tendrás tanta suerte —dijo Mavis entre dientes. Natsu se inclinó hacia ella, sin perder en ningún instante la mirada triunfante—. Bastardo.

—Que tengan un lindo día, señoritas.

—La etiqueta me obliga a responder: igualmente. Pero que lo sepas que no lo siento de corazón.

Natsu sonrió ante lo dicho por Mavis. Sí, al parecer Jude no era el único hueso a roer si quería tener un día tranquilo con ese encanto.

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Continuará...

N/A: Vamos a hacer un trato porque yo también ando emocionada escribiendo. Actualizaré la historia una vez a la semana, los viernes. Hoy es antes porque estoy emocionada, son dos semanas de vacaciones las que tendré y de verdad me hacían falta :"v
Tengo dos capítulos más adelantados de está historia, pero sólo será 1 a la semana, porque luego me quedo sin ganas y les ando quedando mal. Vamos a ponernos en orden al menos con esta historia, que le tengo grandes expectativas.
Disculpen si no he respondido sus comentarios, toda la semana tuve que desvelarme y recién hoy me dormí un rato, por fiiiiin.

No se olviden de votar y/o comentar, que yo les respondo. Necsito saber si les gusta la historia.

Nos leemos ♡

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